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Categoría: Maduras

Gabi, mi dulce amante peruana

Cada vez que pienso en ella, me siguen dando escalofríos. La conocí durante una exposición de cuadros en el centro comercial que había en mi ciudad, de una pintora llamada con el pseudónimo "La Gata". Me encontraba mirando los cuadros de los expositores, y si bien algunos me daban igual ú otros no me gustaban, uno en concentro me dejó fascinado: una pareja de amantes abrazados junto al fuego de una chimenea, y a través de la ventana del fondo de la habitación(junto a la cual había un gato durmiendo) se veía la luna en cuarto creciente. Estuve un buen rato mirándolo, tanto es así que ni siquiera me fijé en que a mi izquierda había una mujer mirando el mismo cuadro que yo. No le di importancia, ya que había mucha gente a mi alrededor, pero un segundo vistazo me hizo darme cuenta de que era una mujer realmente preciosa: pelo negro recogido en un moño con mechones sueltos, unos 35 ó 40 años de edad, unos preciosos ojos castaños, y un cuerpo bien conservado en aquellos pantalones y chaqueta color crema, con 1 camisa rosa. Queriendo disimular para que ella no se diera cuenta, seguí mirando el cuadro, llamado "Bendición de amor", pero lo cierto es que su presencia me estaba poniendo muy azorado. Mujeres así no las veía a menudo.



 



-¿Le gusta el cuadro, que tanto lo mira-me preguntó con total naturalidad-?.



 



Me giré para mirarla y quise responder, pero me costó. Su maravilloso acento latino añadió un punto de atractivo. Ese acento(y encanto) propio de las mujeres de Sudamérica siempre me había atraído mucho.



 



-Sí-contesté tras un par de segundos-. No sé que tiene pero me gusta. Hay algo tan íntimo, tan personal….



 



-Veo que coincidimos-me espetó, mientras rezaba para que mis pantalones no estallasen allí mismo-. A mi también me gusta por esa sensación de intimidad, por esos novios envueltos en una manta, tumbados junto a la chimenea…



 



-¿Es aficionada a la pintura?, porqué veo que le gusta mucho.



 



-Me encanta. Suelo ir a exposiciones allá en Lima, donde vivo, y también procuro pintar algunos en mis ratos libres.



 



-¿Qué hace tan lejos de Lima-pregunté extrañado-?.



 



-Vacaciones. Me apetecía viajar al extranjero, así que me vine a España, y aquí estoy. Llevaba mucho tiempo queriendo hacer este viaje.



 



Para ser la primera vez que hablaba con ella, me encontraba tan a gusto que no quería dejarla. Había conocido a muchas clases de chicas, las típicas jóvenes e insulsas que daban la misma conversación que un lápiz de labios, y las que te hablan de tantos temas en un par de horas que acabas con mareos. Ella era diferente, y me gustaba. Pese a ser desconocidos, la invité a tomar algo en la cafetería que había en el primer piso, y aceptó muy encantada, diciendo que le había caído simpático.



 



-Por cierto, no me he presentado. Me llamo Iván.



 



-Encantada Iván. Me llamo Gabi. Mucho gusto-y me dio un par de besos en las mejillas que me erizaron hasta los pelillos del brazo-.



 



-¿Y que te parece lo que has visto de España?.



 



-Diferente. Aquí veo la gente como muy tranquila, muy relajada. De donde vengo todo es muy rápido, muy apurado. Es todo deprisa y corriendo.



 



-No lo sabía-dije-. Nunca he salido de aquí, así que eso me suena a chino.



 



-Haz caso a esta chama y viaja tanto como puedas. No sabes lo que te pierdes o lo que tienes si no ves lo que hay fuera de aquí.



 



Aunque nunca había oído la palabra "chama", no tardé en deducir que sería como decir "chica", o "mujer", o algo parecido, allá por Lima. Hablar con Gabi me estaba gustando mucho, ya que demostraba una personalidad contagiosa, lo mismo que su sonrisa. Mientras hablaba con ella, a la mente me vinieron deseos de querer hacerla mía, de darle placer hasta quedar exhaustos, de hacerle el amor toda la noche hasta que amaneciese. Por fortuna, abandoné mis fantasías lujuriosas antes de perder el hilo de lo que ella me decía para que Gabi se percatara de lo mucho que me excitaba. Una vez acabado el café y el refresco que pedimos, ella dijo que iba de paseo y que a veces se perdía porqué no conocía bien las calles, de modo que me ofrecí a hacer de guía, aunque solo fuera para no separarme de ella. Su presencia era algo fresco y renovador para mí, harto de las mismas caras y las mismas ideas de mis amigas. En un gesto precioso Gabi me cogió del brazo como si fuésemos novios, lo que no me importó en absoluto. Me sentía como si la conociera de toda la vida. Me habló de su ciudad y su trabajo, de sus amigos y de su familia con total libertad, y yo hice lo mismo. Antes de que me diera cuenta, la tarde ya estaba avanzada y lo que comenzó como un encuentro casual de un par de minutos se alargó durante horas. Ambos perdimos la noción del tiempo y la verdad es que no echaba de menos a los amigos, a quien evidentemente dejé de lado para estar con Gabi. Estábamos sentados en un banco del parque cuando ella dijo de ir a dar una última vuelta antes de irse al hotel donde se alojaba, y por supuesto, hice de carabina para ella. En nuestra última vuelta del día, el tema se fue a lo único que no habíamos hablado y que yo esquivé tanto como pude: las novias.



 



-Y dime, ¿tu chama no te hace sentir rico?, ¿no te hace sentir livianito?.



 



-¿El qué-pregunté sin entender una palabra-?...No, no creo: es que no tengo.



 



-¿Me estás tomando el pelo?. Si eres muy guapo. A ver que te vea: pelo castaño liso y algo largo con flequillo, ojos verdes, más o menos como yo de alta(o sea, 1’70), y estás bien de cuerpo. Ay chamo, allá traerías loquitas a muchas niñitas-me soltó entre risas-.



 



-Pero aquí no tengo éxito. He tenido algún ligue, pero no he pasado de dar besos y algún que otro juego de caricias-y me extrañé de contarle algo así, habida cuenta de que la había conocido hacía solo unas horas-.No he pasado de algún manoseo.



 



-Ven con mamita bebito, que voy a reprender a las chamas de aquí por dejarte escapar. Que vaina de muchachas que no saben apreciar un buen partido-expresó en un tono airado y algo jocoso-.



 



De nuevo me costaba seguirle la conversación, pero entendí que las expresiones cambian mucho de un país al otro, así que me limité a reír y le agradecí el piropo. Dado que mí experiencia con las mujeres era escasa a mis 20 años, me vi obligado a preguntar si decía la verdad sobre que yo era buen partido, a lo que Gabi solo dijo "nunca permitas que te digan lo contrario". Le dediqué una sonrisa emocionada y en mis pensamientos agradecía al destino que me hubiera topado con esta ricura de mujer. Por desgracia, llegó el triste momento de la despedida cuando llegamos a la puerta de su hotel.



 



-Ha sido chévere pasar el día contigo. Gracias Iván-me sonrió-.



 



-El placer ha sido mío. Eres un cielo de mujer.



 



Deseaba con todas mis fuerzas darle un beso de tornillo para hacerla mía, pero mi cobardía me jugó una mala pasada, y tuve conformarme con el beso de despedida. Según me di la vuelta, me maldije por cobarde, pero a los pocos metros, me dieron un toque de hombro, y al girarme, Gabi me besó en la boca. Fue la invitación que tanto quise hacer y no me atrevía, y que desde luego no iba a rechazar. Correspondí llevando sus manos a su precioso y perfecto culo, apretándolo y deseando a aquella mujer. Nuestras lenguas jugaban como poseídas en un eterno beso del que solo hacíamos pequeñas interrupciones para respirar y coger nuevas fuerzas. Al oído me susurró "¿subes a mi habitación?", y fue como darme el ticket de subida al cielo. Procuramos disimular ante los mozos y el recepcionista del hotel(que al ser de tres estrellas tenía bastantes empleados), pero el calentón que llevábamos era impresionante. Mientras Gabi buscaba con torpeza la llave de la habitación en su bolso, yo estaba pegado detrás de ella sobándola por todas partes. Abrió la puerta y al cerrarla, objetos y ropas volaron por todas partes. Dios que mujer, que preciosidad cuando por fin pude verla sin ropa. Me recordaba a una de esas superestrellas del cine o de la música. Me abalancé sobre ella y me explayé en caricias y besos por todo aquel codiciado cuerpo que llevaba deseando desde el primer momento en que la vi. Gabi correspondía con gemidos y jadeos varios que me excitaban aún más.



 



-Mmmmmmm ahii bebito que rico…se siente muy rico…dame más bebito…



 



-Te voy a comer entera…Te voy a llevar al cielo…me vuelves loco…



 



-Dame más bebito…mmmm así…mueve los deditos en mi cuca…mmmmm no pares que lo haces muy bien…aaaah que rico que cosita…mueve los deditos en círculos cariño…..aaaaah aaaaaaaah pero que rico se siente…me tienes como ida…dame más…



 



Con la mano libre, me eché un poco sobre ella y comencé a gozar de esas joyas de la corona, tan firmes y espectaculares como las de Mónica Bellucci, pero mejor. Sus dos pezones fueron invadidos sin piedad, el derecho por mi boca y el izquierdo por mi mano, alternando para no dejar un rincón de su cuerpo libre.



 



-Aaaaaaaaah no te detengas amor mío…chúpame todaaaa…así, asíiiii…ahora mordisquéame los pezoncitos…aaaaaaayyyy que bien, que sabroso…y mándame mano abajo…aaaaaaaah que mano…me tienes completamente rendida bebito…anda no me tardes…mmmmmmmm me siento enloquecer……aaaaaah que lengua me das…me bebes toda…vamos mándame lengua…que rica lengua, dulce y mojada....mmmmm me vas a comer toda la cuca…uuuufff se siente muy rico…aaaaaah aaaaaaaah…



 



Sin avisar, se salio de mí para cogerse a mi verga y calentarla entre sus manos. La fue frotando con cariño mientras me besaba con energías renovadas de pura pasión, hasta que la sintió tan dura que no pudo aguantar más, y bajó hasta tenerla frente a ella. Menudo poder de succión, era increíble. Me arrancaba gemidos roncos y profundos.



 



-Mmmmmm Gabi te quierooooo…te deseo para ti todoooo…no me dejes a medias mi amor-y soltó un pequeño gemido de respuesta que no hacía falta traducir-, que me pones muy caliente…que buena eres…aaaaaah aaaaaaah aaaaaaaaaaaaah…pero que buena es mi Gabi queridaaaaaa….vamoooooosss…..aaaaaaaargh mmmmmmmm…



 



Me tenía tan duro que hasta me dolía. Ella lo notó y me rodeó con su cuerpo, quedando fundidos juntos y abrazados. Me eché sobre ella, quien me abrazó a la vez que separaba un poco las piernas y sintió mi durez, soltando un gemido de placer. La guió perfectamente a su cuca, como ella la llamaba, y mmmmmmm la penetré hasta el final. Cielo santo, que ardor, no podía pedir más. Primero con torpeza y luego con algo más de soltura, comencé a hacerle el amor a Gabi, que ya estaba perdida, al igual que yo, en nuestro mundo de placer, se movía a la vez que yo, impulsándose con las caderas para recibir mis empujes. Vi sus pechos moviéndose al ritmo de nuestro baile amoroso y su cara era una hermosura, desencajada por el torrente de placer que le estaba dando. Su cuca ya empezaba a chorrear mientras que yo seguía penetrándola con tanta fuerza como podía. Contemplar aquella mujer con su rostro hermoso desencajado por el placer era para mí el no va más. Con sus piernas me daba un impulso extra para que le llegara al fondo. Gemíamos tanto que temíamos alertar a los otros huéspedes.



 



-Aaaaaaaaaah dame bebito……….aaaaaaaay mi bebito lindo…..mi niñoooo…no te detengas…ya me viene niñito…me vieneeeeeeee…



 



-Te deseo Gabi…voy a hacerte gozaaaaaar…mmmmmmm aaaaaaaaaaah vamos Gabi…damelo yaaaaaaa…damelo chama………



 



-No puedo aguantar más chamooooooooo….aaaaaaaayyyyy que bien……se siente ricoooooooo….mmmmmm aaaaarrggghhhh yyyyyyaaaaaaaaaaaaa………



 



Sus gritos se unieron a los míos cuando nuestros orgasmos se fundieron en uno solo, o quizá muchos pequeñitos. Lo que sí sé es que gozamos como auténticos salvajes y empapados en sudor nos abrazamos, sin que me hubiera salido de ella. Bajo aquella tenue luz, Gabi parecía un ángel. Estaba radiante. Estuvimos en silencio durante varios minutos, hasta que al final, tuve que romperlo.



 



-Quiero confesarte algo. Eres la primera mujer con quien lo hago.



 



Gabi puso una cara de sorprendida. No era para menos.



 



-¿Pero que me dices bebito?. ¿En serio he sido la primera?.



 



-Es cierto Gabi-contesté, viendo su cara entre sorpresa y satisfacción-. Ha sido la primera, y no me arrepiento. Te adoro.



 



Volvimos a besarnos con mucho cariño, y minutos después, tenía a Gabi en cuatro sobre la cama, conmigo detrás, curvado sobre ella, con mi cuerpo dándole calor y placer por todas partes. La di placer hasta volver a reventar como si la vida nos fuera en ello. Tras derrumbarnos, quedamos echados un poco más, pero aún nos quedaba una última vez. En una pirueta, Gabi se agarró de los barrotes de la cabecera de la cama al poco de tenerla penetrada otra vez, de modo que quedó sostenida en el aire entre la cama y yo. Llevé mis manos a su culo para aguantarla bien y bombeamos juntos hasta que ya no pudimos más. Quedamos dormidos como dos bebés, abrazados. Jamás amé a una mujer como amé a Gabi durante aquella noche de Junio. Y nada mejor hubo, aparte de eso, que verla por la mañana a mi lado, aun durmiendo. Recordando no nadie sabía de mí, me dirigí a recoger mi ropa, desperdigada por tantos sitios que tardé un buen rato en encontrarla toda. Cuando estaba a medio vestir sentado en los pies de la cama, unos brazos me rodearon y sonreí cuando unos tiernos labios besaron los míos.



 



-¿Ya marchas Iván?. Quédate un poco más conmigo-suplicó-.



 



-No le dije a nadie donde estaba. Mis padres y mis amigos se preguntarán donde he estado. Tengo que decirles donde estoy.



 



-Puedes hacerlo por el celular, bebito. No te quiero dejar ir.



 



-Yo no puedo quedarme. Quiero irme a casa y ver a mis padres.



 



-¿Es que ya no te intereso-preguntó sarcástica-?.



 



Me puso esa carita tan dulce de cordero degollado que no pude resistirme. Me desquité la ropa y ella descorrió la sábana de su cuerpo con la que se cubría del frío, sabiendo que yo iba a ir a calentarla. Me enseñó nuevos placeres que aun me hacen suspirar de emoción. Cuando me iba a marchar, vi dos lienzos, uno sin terminar y otro terminado con el nombre "La Gata", y entonces quedé de piedra. ¡¡Gabi era la pintora que se escondía tras el pseudónimo!!, ¡¡era ella la dueña de la exposición de pintura!!. Mi sorpresa fue mayúscula. No me fui sin decírselo, y ella me hizo jurar guardar el secreto, prometiendo, cada que vez que tuviera una exposición o un viaje cerca de mi cuidad, venir a verme, algo que siempre ha cumplido hasta la fecha(y no han sido pocas ocasiones precisamente), y aunque mi vida tomó un nuevo rumbo desde aquel primer encuentro, siempre he reservado el mejor trozo de mi corazón para Gabi, mi primera mujer, mi furor latino, mi ángel de pasión, mi gran amante peruana…


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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