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Escenificación de fantasía

~Saludos: Pongo aquí un relato que no es inédito del todo, que ya lo he puesto antes en algún otro sitio, aunque ahora lo reviso y corrijo bastante para ponerlo aquí… La cosa va de fantasías mías sobre exhibicionismo nudista femenino, que beben directamente del fenómeno del “streaking”, pero que sobretodo son obsesiones masturbatorias mías, y que siempre me llevan más a una realidad virtual e imaginaria que a ninguna otra cosa.

 Como es una obsesión monotemática y muy particular mía, siempre que he buscado expresarla por la red he deseado obtener alguna respuesta que se identificase con esto tan mío propio… Alguna vez me han respondido algo, pero nunca tanto como en el caso que relato, aunque en realidad ahí me viera yo más comprometido de lo que jamás hubiera querido…

 El relato es largo, y aún lo alargo más intentando explicar muchas cosas lo mejor posible… Y a lo mejor también es bastante más tonto que verdaderamente erótico… No se… A ver quién se atreve a leérselo todo, y a ver si hay a quien le sugiera algo todo este montaje de fantasía escenificada de “streaking” y exhibicionismo nudista, con masturbación añadida…:

  1. Sobre mí mismo.

  Siempre que he expuesto así en la red cualquier cosa sobre mi erotismo más personal he dejado claro que mis fantasías más íntimas y preferidas han versado siempre sobre exhibicionismo nudista femenino y masturbación. Siempre que he escrito y expresado algo de eso ha sido para darle vueltas a lo mismo. Necesito dejar claro que yo no tengo inquietudes exhibicionistas propias, sino sólo esas fantasías sobre exhibicionismos nudistas femeninos, que al final las convierto en puras “películas” virtuales, fantaseadas y construidas muy a mi manera.

  A mí sólo me inspira el tema de exhibicionistas femeninas corriendo en desnudo integral por lugares públicos… Y luego, todo lo que yo me invento y le añado a esas imágenes por mi cuenta.

  Lo último que puse en algún sitio fue un foro que no tuvo mucho éxito. Preguntaba yo, más o menos, si alguien sabía de gente que se dedicara a filmar vídeos de exhibicionismo nudista en público, de páginas Web con posibilidad de contactar, por si acaso mis sugerencias pudieran ser tenidas en cuenta por alguien… ¡Sí, vale! Reconozco que era un poco descabellado, pero…

  Ahora mismo estoy bastante motivado para exponer este texto. Lo que pasa… es que puede que mi relato tenga algo más de alcance, incluso a mi pesar. Es una suerte que sea inventado… Pero digamos que, aún así, no todo lo que contiene la historia me enorgullece que digamos. En realidad, y ya pasado el momento y la calentura, me daría infinita vergüenza y hasta miedo que, por algún descuido o indiscreción, pudieran llegar a divulgarse las imágenes que quedaron filmadas y que yo mismo protagonicé, junto con esa compañera que me arrastró a ello. Se trata de un juego que seguro que parecerá una tontería y, además, practicado en bastante intimidad, pero que, para mí, fue especialísimo…

  2. Un contacto.

  Digamos que, a raíz de ese último intento de foro, me salió almenos una contertulia, con la que ya desde el principio sólo me comuniqué a base de “privados”, a través de aquella Web en cuestión. Me vino directamente a contactar a mi perfil y nunca dejó ningún comentario en mis rollos a la vista del resto de usuarios. No diré su nombre ni su Nick tampoco. A mí me firmaba como “ML” (Y que conste que tengo su permiso para publicar esto aquí)… Me decía, resumiendo mucho, que le sugerían bastante mis ideas locas. Es decir: Que ella admiraba bastante todo eso del atrevimiento de echar a correr en desnudo integral y por sorpresa en lugares públicos, ante todo el público posible. Para ella también era una fantasía que le sugería morbo erótico y le gustaban mis añadidos imaginados de estimulación y goce físico.

  Para los más “puristas” del llamado “streaking”, de la irrupción de alguien corriendo en pelotas por lugares públicos, se supone que hay que verlo como una provocación, o una travesura, o una payasada, o como se le quiera llamar, pero nunca algo de connotaciones eróticas ni sexuales… ¡Pues lo siento! me he dicho siempre yo, pero a mí no hay nada que, sexualmente, me provoque más que la audacia de una chica atreviéndose a hacer algo así, de manera tan gratuita y espontánea… Soy varón heterosexual, así que establezco una buena diferencia entre lo que me provoca el exhibicionismo nudista de una hembra y el de un varón en circunstancias similares. ¡Y es el femenino el que me provoca, claro! ¡Y me provoca mucho!: Todo lo que se pueda llegar a encontrar sobre casos de chicas corriendo desnudas por sitios públicos, por estadios deportivos en pleno partido o lo que sea, son mi inspiración máxima y mi base principal para las fantasías, ya personalizadas del todo, que normalmente me guiso y me como yo solo… Y, en nuestros intercambios de mensajitos, “ML” siempre pareció entenderlo y estar de acuerdo, sin muchas objeciones.

  Ella me decía que seguramente nunca se atrevería a tanto, pero que le daba hasta envidia y todo ese tipo de atrevimiento “streaker”. “ML” se me mostró siempre como alguien con sinceras inquietudes exhibicionistas. Sugiriendo y dejándome claro, cada vez más, que mis ideas de combinar en la misma acción el “streaking” puro y duro con una masturbación real y efectiva le atraían y le agradaban. Algo muy grato para mí…

 Podría poner aquí toda una selección de los correos que fuimos intercambiando, pero claro: Como todo esto es imaginario, en realidad me los tendría que inventar…

  Incluso si sólo fuera por esos únicos intercambios de impresiones yo ya me daría por satisfecho. La manera que siempre tuvo “ML” de exponerme y expresarme su afinidad con mis fantasías tan monotemáticas ya era todo un regalo.

 Fuimos profundizando más, en nuestro intercambio de correos privados, siempre basados en lo mismo: en que esa imagen de una chica irrumpiendo a la carrera y en pelotas por lugares públicos desde casi siempre ha sido lo que a mí más “me da para paja”. Más que el porno más explícito ni ninguna otra cosa.

  3. Algunas referencias preferidas.

  Sheila Nichols corrió completamente desnuda por un estadio de Londres en plena final de cricket, en 1989. Era un encuentro retransmitido por televisión y la hazaña de la tal Sheila fue captada de lleno por varias cámaras (quizá por todas las que había en el estadio) y bien divulgada. Yo aún he podido encontrar fotos y hasta vídeos diferentes con varias tomas diferentes de la misma acción.

  Jacqui Salmond, una chica que se lo quitó todo, todo, menos las gafas, y correteó así ante el público en un campo de golf. Creo que eso fue en el 2000. Jamás he encontrado un vídeo de eso, pero sí es el caso del que he podido encontrar mayor cantidad de fotos bien explícitas y, además, bien nítidas y enfocadas.

  Son sólo dos buenos ejemplos reales del tema del “streaking” femenino, que me inspiran mucho y que luego contribuyen también mucho a mis fantasías más personalizadas. Luego está la manera cómo mi propia imaginación me lleva también a identificar mi propia masturbación con esas escenas, ya retocadas por mi fantasía. Y de cómo acabo yo imaginando (por esa especie de identificación con mi propia paja) que esas exhibicionistas nudistas alcanzan el orgasmo simplemente con esa acción de ir corriendo desnudas… Esa es la fantasía ya “virtual” del todo:

  Hace ya mucho tiempo que añadí a mis fantasías el detalle de algún supuesto (imaginario) artilugio, introducido en el chocho, que proporcionara el roce adecuado, la estimulación física, y hasta el orgasmo y todo, a una señorita que simplemente fuera corriendo desnuda, con eso encajado y discretamente oculto en su intimidad. Esa es la verdadera motivación imaginaria de las exhibicionistas nudistas de mis fantasías, como si fuera algo así como “el más excitante y atrevido juego erótico que se pudiera inventar para practicar de manera individual”. Y esa es la idea definitiva que al final hasta ha llegado a moverme a exponer estas fantasías mías, ya antes de ahora y en otros textos o foros…:

  Resumiendo: La imagen imaginaria e idealizada del todo que acompaña mis masturbaciones siempre es la de una u otra lozana y preciosa exhibicionista, que se atreve a desnudarse bruscamente, o bien a irrumpir ya directamente desnuda, por lugares públicos, corriendo, y hasta algo así como reivindicándose en público en su desnudez, en su morbo exhibicionista y en el placer que ello le supone, con mi añadido imaginario de cosecha propia, que consistiría en esa especie de dildo imaginario, que no se viera nada desde fuera, pero que “ella” lo llevara incrustado y le proporcionara roce, goce y hasta orgasmo explícito en esa actitud y en esa situación… Completamente desnuda, en plena vía pública y a plena luz del día…

  El bullicio de estadios deportivos en pleno partido tampoco es que sea mi escenario preferido para este tipo de cosas, pero sí son los lugares más habituales en los que se ha llegado a dar la travesura del “streaking”. O, en todo caso, son los lugares en los que hay más cámaras, de fotos y hasta de tele, que permiten que la hazaña quede más inmortalizada y documentada, y que luego (sobretodo gracias a esto de Internet que tenemos hoy en día) aún se puedan seguir encontrando vídeos y fotos de tal o cual caso. También son escenarios ideales si es que el “reto streaker”” ha de entenderse como el de batir récords de testigos y público, claro (irrumpir en pelotas en público, ante la mayor cantidad de público posible).

  Pero no es del todo el caso de mis fantasías. Personalizando del todo la fantasía a mi pleno gusto yo prefiero ponerle un entorno sólo urbano (no me preguntéis por qué, que no lo se). Calles y plazas no necesariamente muy transitadas ni pobladas. Como marco ya me vale. Sólo necesito situar ahí a esa chica imaginaria, que se atreve a desnudarse y a echar a correr en bolas, con ese algo que la masturba y etc. ¡Y hasta el mismísimo orgasmo!...

  Otra imagen que yo tengo muy grabada es la de una vieja película. Es una de miedo, de zombis, pero la escenita está muy al principio y no tiene nada que ver con el resto del argumento: El protagonista inicia un viaje en moto y se dirige a las afueras de la ciudad. En una ancha avenida la moto del protagonista, junto con varios otros vehículos, es obligada a detenerse por un semáforo. Cuando los vehículos se paran y la luz de peatones se pone en verde, una chica que hay plantada en la acera inicia su acción. Sólo lleva puesto una especie de gabán o bata. Se lo arranca, lo deja caer al suelo y sale corriendo completamente desnuda, cruzando al trote el paso de peatones por delante de todos los vehículos, levantando la mano derecha y haciendo la “V” con los dedos. Con un evidente truco de doblaje hacen ver que la tía grita “¡Libertad!” como unas cuatro veces en lo poco que dura la escena, como si quisiera darle un algo de reivindicativo a su acción… De todos modos he visto alguna versión de la misma película ¡y con el mismo doblaje castellano! en que los falsos gritos de “¡Libertad!” de la chica ni siquiera están, y la escena transcurre sin más sonido que la música de fondo.

  Esa escena la vi por primera vez hace milenios. Pusieron la peli en el vídeo de un bar justo cuando yo ya casi me iba, pero aún llegué a ver ese momento. Y se me quedó…

  No es una tía con físico de top-model. Lleva un pelo muy abombado que casi hace sospechar que sea una peluca. Las tetas le bailan de manera demasiado exagerada y poco armoniosa tan pronto echa a correr… Es algo que me fascina y me da morbo, aunque no me parezca realmente estético. Se puede llegar a apreciar que lleva zapatillas, y resulta que ese es un detallito que me gusta. Me basta con que el desnudo sea integral de los tobillos hacia arriba. Por mí tampoco hace falta que corra descalza por el asfalto. Yo les suelo “dejar puestas” unas zapatillas discretas y cómodas a mis exhibicionistas imaginarias. No unas deportivas aparatosas, pero sí cualquier cosita sencilla para correr con comodidad sin riesgo de lastimarse los pies.

  La escenita aquella es muy breve y hasta casi fría (salvo por el hecho de mostrar un descarado desnudo integral de frente). Sólo son dos o tres tomas de la tía alternadas con otras varias de los vehículos que esperan al semáforo. Al final vuelve a cambiar el semáforo y ya no se sabe qué más pasa con la exhibicionista después de que cruce la calle. Dudo mucho de que a casi nadie le pueda excitar ni sugerir apenas nada algo tan fugaz y visto-y-no-visto.

  Pero a mí, esa tan breve representación de un “streaking” femenino y urbano, siempre me ha resultado de lo más paradigmático (valga la palabreja). La imagen de un desnudo femenino brusco y por sorpresa echando a correr en medio de la cotidianidad de la vía pública es la base principal de lo que a mí me motiva.

 Viendo la escena siempre desearía que se alargase más; que a la cámara le diera por continuar siguiendo a la exhibicionista, en vez de volver a seguir al tío de la moto; que llegara a haber algunas buenas tomas desde atrás, para verle también el culo; que se viera hasta dónde llega su acción más allá de cruzar el ancho paso de peatones…

  Y (esto ya es sólo ese delirio mío): Que se acabara corriendo viva, gritando aún lo de “¡Libertad!”, ahí en medio de una calle o plaza cualquiera de aquella ciudad…

  4. La cita.

  Este tipo de cosas le estuve transmitiendo yo a “ML”. Y ella sumándose y mostrándome afinidad con todo eso… Al final, y aunque todo estuviera basado en premisas mías, la cosa fue iniciativa suya casi del todo. Yo sólo me dejé llevar.

 Nos acabamos citando, para conocernos en persona. Y estaba medio claro que la cita sólo podía basarse en esa única temática de la que nos habíamos escrito tanto. No teníamos otra. Sólo el tema este del exhibicionismo “streaker”, con las connotaciones eróticas que a mí me apetece imaginarle… Y que a “ML” parecían gustarle y hasta entusiasmarle también…

  Procuro no extenderme en detalles, aunque igualmente me salga bastante rollo. Nos acabamos citando y ya está. La confianza que surgió para prestarme, sobretodo yo, a ese encuentro, no la se explicar. Surgió y punto, sólo así, a base de intercambios de mensajitos.

 La situación era que, siendo los dos de España, resultó que no estábamos tan y tan lejos, geográficamente hablando. Poco a poco nos habíamos atrevido a ir intercambiando referencias para situarnos y, al final, “ML” me recibió en donde nos acabamos citando: Una casita en las afueras de un pueblo pequeño, después de un viajecito en coche por mi parte, sólo medianamente largo. Ahí nos conocimos ya en directo y nos vimos cara a cara por primera vez, nos saludamos y fuimos iniciando un repaso en vivo de nuestras conversaciones.

 Ya había quedado claro de antemano que el hecho de llegar a citarnos y conocernos en vivo no pretendía ser un encuentro sexual. Sí que los motivos del encuentro eran bastante provocativos para ambos, porque por fuerza estaban basados en compartir aquellas afinidades de fantasías sobre exhibicionismo. No sobre nada de sexo más convencional ni directo… Aún así yo llegué ahí sin ninguna idea clara de lo que “ML” pretendía en realidad de aquella cita. No más allá de conocernos en persona y de hablar cara a cara de esas cosas.

 “ML” me empezó a sorprender bien pronto con sus iniciativas para ilustrarme y documentarme a su manera sobre el tema. Se puso a contarme que, más allá de mis fantasías inventadas, habría toda una variedad de posibilidades. Me dijo que hay casos de gente que tiene orgasmos sólo con practicar algún tipo de ejercicio o gimnasia, sin siquiera masturbación ni nada. Luego también me comentó cosas sobre que depende mucho de la persona, de su sensibilidad, de cómo se le adapta a cada cual uno u otro juguete erótico… Para rematar me mostró un pequeño artilugio raro, especialmente diseñado para llevar oculto del todo dentro de la vagina de la usuaria, sin que se viera desde fuera aunque llevara el coño destapado y a la vista, para que le proporcionara roce y masturbación en las circunstancias que ella quisiera. Me explicó que estaba hecho de partes móviles que se activaban con los movimientos del cuerpo, del andar y del correr, para proporcionar un roce estimulante. También tenía algunos añadidos esponjosos y absorbentes, que prevenían de excesos de flujo vaginal para, digamos, evitar chorretes de fluidos muslo abajo… Era, en definitiva, ese objeto ideal para lanzarse a la aventura del “streraking” femenino con masturbación incluida… ¡Mi fantasía!...

 En un momento dado me dijo: “Es la persona más que el aparato. Yo este lo he probado y a mí sí que me funciona muy bien y, además, yo tengo facilidad para correrme con sólo un poco de motivación. Soy así como multiorgásmica... A la mayoría no les funcionaría igual aunque quisieran”…

  Los que me estéis leyendo tenéis que entender que yo, en realidad, soy un tipo bastante pusilánime y retraído. Que no se me puede sacar así como así ninguna buena predisposición para casi nada. Y eso incluye que ni siquiera para aventuras sexuales ni eróticas demasiado comprometidas ni a ciegas…

  Lo que me pasó con “ML” en aquel encuentro fueron, creo yo, dos cosas: La primera es que todo fuera tan basado en mis propias fantasías. Quiero decir por parte de ella, que me daba repetidamente la razón en que mis ideas le resultaban excitantes y que se dedicaba a completarlas con sus propias aportaciones… Eso a mí lograba motivarme mucho, claro.

  Lo segundo, diría yo, fue la manera que tuvo ella de no esperar ninguna predisposición por mi parte, sino más bien de darla por supuesta. Después de haberme prestado ya a aquel encuentro en persona yo, simplemente, ya no supe hacer nada más que dejarme llevar…

  Después de que habláramos de ese aparatito suyo, tan ideal y apropiado para un supuesto “streaking masturbatorio femenino” la cosa ya empezó a pasar a mayores, para mi nerviosismo creciente.

 Resumiendo mucho: Me incitó a que me pusiera yo una ropa más cómoda y fácil de quitar (¡¿?!) que la que llevaba yo puesta de casa. Me proporcionó ella misma una simple camiseta y un pantalón de chándal de perneras anchas y elásticas. Ella llevaba también una camiseta, y una sencilla falda holgada hasta poco por debajo de las rodillas, y que iba apenas abrochada con una tirita de velcro de lo más fácil de abrir. Y que, una vez desabrochada, quedaría abierta del todo sin nada que la sujetara… Un poco más tarde, para colmo de morbo, “ML” me dejó claro por anticipado que ya se había encajado el aparatito y que además no llevaba ni la más mínima prenda de ropa interior, por debajo de esa simple camiseta, ni de esa falda tan fácil y rápida de quitar…

  Luego nos montamos en su coche (un 4x4 negro) y nos dirigimos al lugar, a través de pista forestal, más que de carretera propiamente dicha, y abandonando todo entorno medianamente urbanizado para meternos por parajes de campo y monte pelado, hasta unos pocos kilómetros más allá, después de un desvío con cadena y letrero de “Prohibido el paso”, que “ML” despreció alegremente. Me hizo bajar a quitar la cadena, para que pudiera pasar el coche, y luego volverla a poner…

  5. El escenario.

  Si lugares ya hay, si se buscan… El sitio que me descubrió “ML” resultaba algo insólito y sorprendente, pero estaba ahí. Existía y, aún así, estaba totalmente deshabitado y desprovisto de presencia ni actividad humana de ningún tipo. Al menos no en una mañana de día festivo como era aquella. No tenía el tamaño de una población, pero sí por lo menos el de un barrio. Se llegaba a él sólo por aquella pista forestal y aquel desvío cerrado al público. Se encontraba sobre una cierta loma pelada. Estaba cercado por valla metálica, cerrada con un candado, del que “ML” tenía la llave, y se trataba de todo un complejo de edificios bajos, como almacenes o garajes de una sola planta. Algo parecido a un polígono industrial, sólo que curiosamente aislado y alejado de sitios habitados ni rutas transitadas. Tenía suficiente extensión como para formar unas cuantas calles y callejas, asfaltadas aunque sin aceras, con tramos incluso notablemente largos y anchos. Paseando por ahí, entre los edificios, no se veía que estuviéramos rodeados sólo de puro campo y monte. Realmente parecía un escenario urbano del todo… Cualquier cosa que uno hiciera por ahí podía hacerse perfectamente la ilusión de que lo estaba haciendo en calles y lugares públicos de una verdadera población… No por calles muy pintorescas que digamos. Sin portales de viviendas, ni tiendas, ni escaparates. Casi sólo edificios monótonos con puertas de garaje, pero eso daba más bien igual. A pesar de todo era un más que suficiente entramado de “verdaderas calles”, que sumaban mucho trecho total para recorrer…

  La naturaleza y utilidad del lugar no viene tampoco a cuento, ni yo la llegué a saber muy bien. Diré que al parecer arranca de un pozo de extracción y unos depósitos de agua. También hay una pequeña estación meteorológica y no se qué otras cosas. Luego está todo el resto de extensión de almacenes y garajes que se fue haciendo en otras épocas, pero que hoy en día parece ser que ha acabado bastante en desuso. “ML” tenía acceso al lugar por cosas de su trabajo, fuera el que fuese. No al interior de la gran mayoría de edificios, pero sí al candado de la valla exterior, que permitía acceder al recinto y pasearse libremente por él.

  Lo interesante para el caso era que, en aquel momento, estaba razonablemente garantizado que teníamos todo el lugar para nosotros solos.

  6. El plan.

  “ML”, que entre otras cosas se ve que es fotógrafa, o algo así, y sabe algo de eso, me invitó a pasear por ahí, mientras ella iba montando y situando un dispositivo de cuatro camaritas de filmar repartidas por diferentes puntos. Se entretuvo apenas un poquito con el situar y centrar cada una de las cámaras en el punto que ya tenía pensado para cada una. Después de dar una buena vuelta por ahí ya habíamos vuelto al punto de partida. Entonces me llevó a repasar otra vez el recorrido. Esta vez con las cuatro cámaras ya situadas y explicándome la idea general, sin esperar ninguna aprobación ni nada por mi parte. Como he dicho antes “ML” parecía en todo momento dar por supuesta mi predisposición a aquella historia, aunque ni siquiera me hubiera explicado bien en qué consistía lo que ella tenía pensado… Y yo que me dejaba llevar…

  “Yo le doy al mando a distancia desde aquí ¿vale?” Me dijo desde un rincón previo a donde comenzaba aquella “calle”. Luego avanzó unos pasos, conmigo siguiéndola, y se situó ante una de aquellas puertas de garaje que cerraba aquella calle por aquel extremo. “Nos ponemos aquí. Justo aquí ¿vale? Y empezamos.”… Delante de nosotros se extendía todo aquél primer trecho de “calle” hasta bastantes metros más allá, donde torcía hacia la izquierda. “Esa de ahí es la número 1” dijo señalando al frente y refiriéndose a una de las cámaras. “Nos verá desnudarnos aquí mismo y nos estará captando mientras echamos a correr por todo este trozo”… Avanzamos hasta donde ella dijo. Luego se volvió y señaló hacia atrás. “La número 2 la he puesto ahí detrás. Nos captará más o menos a partir de aquí y hasta la esquina. Yo creo que lo más guay del todo es que quedemos bien filmados de frente y de principio a fin, pero que la película tampoco quedaría completa si no quedamos también bien retratados desde atrás en algún momento, así que he pensado que, por lo menos una de las cuatro cámaras…”… “Vale”, dije yo…

 “Cuando volvamos esa esquina la número 2 ya nos perderá”, siguió contando ella mientras hacíamos ese paseo de reconocimiento por el circuito, “pero ahí está la número 3, que nos estará enfocando de frente  por todo este trozo desde el mismo momento en que aparezcamos por ahí”…

 El trozo que cubría la cámara número 3 era una especie de calleja que, otra vez torciendo hacia la izquierda, desembocaba de lleno en la calle más ancha y larga de las que conformaban aquel lugar. Cuando llegamos a aquel punto “ML” señaló hacia delante y siguió diciendo: “Y allá al fondo está la número 4, que nos verá aparecer por aquí y nos estará filmando todo el rato mientras corremos hacia ella por toda esta calle”.

 Toda aquella “calle” era la más larga y ancha del recinto. No sabría decir seguro si serían como cien o más metros, o así. Bastante trecho, en cualquier caso, para ir avanzando hacia delante, enfocados todo el rato de frente por esa última cámara y cada vez más de cerca.

  Cuando volvimos otra vez al punto de partida (un punto ciego intermedio entre la cámara 1 y la 4, bastante más cerca de la 1) “ML” aún me acabó de definir la situación y la idea a la que yo me estaba prestando sumisamente sin ni siquiera haber sido consultado antes. Nervioso, excitado, experimentando esa especie de mezcla de apuro y convicción a la que llamamos morbo.

  “Yo pulso el mando desde aquí y las cuatro cámaras se ponen a filmar a la vez ¿vale?... Entonces empezamos… Que te quede claro que sé que esto no tiene por qué funcionar como si fuera algo ensayado ni nada. Que yo he marcado un trecho con las cámaras, pero que salga como salga. Que empecemos desde ahí y nos dejemos llevar y lo gocemos ¿vale? Pero que no hay por qué obsesionarse con las cámaras… Que lo ideal sería recorrer todo ese trozo y correrse ya del todo dentro de la calle grande y delante de la cámara 4. Pero que tampoco importa mucho. Sólo que lo hagamos y consigamos disfrutarlo como salga”… “Vale…”, dije yo.

  “ML” dejó su bolso en un rincón, después de sacar de dentro el mando a distancia para activar las cámaras. Se ve que el dispositivo consistía en que al darle al botón las cuatro cámaras se pondrían a grabar al mismo tiempo. Si se encendía la lucecita que tocaba significaba que la cosa estaba en marcha. Si sólo una de las cámaras no recibía la señal no se encendería la lucecita y ninguna funcionaría. Pero “ML” ya había hecho el test oportuno y estaba confirmado que todo funcionaba.

  Con una expresión y un tono ya deliciosamente nervioso “ML” me dijo aún: “Yo me conozco y creo que soy capaz de correrme dentro de ese trecho… Llevo el estimulador encajado desde hace rato y… en cuanto eche a correr y me roce todavía más… Bueno… Pero… ¿Y tú, qué…?”…

  ¿Que yo qué?... Pues la verdad es que yo estaba que se me iba la situación por todos lados y en todos los sentidos… Estaba empalmado y, aunque sea vergonzante confesarlo, lo que me costaría sería no correrme enseguida, a la vista del juego que estábamos a punto de iniciar, mitad real y mitad simple simulación, pero de sobras excitante para mí y, además, en pareja. Compartiendo plenamente aquello con una fémina de verdad que asumiera del todo ese papel de las exhibicionistas de mis fantasías…

  7. Desnudos.

  “¿Sabes qué…?” Me dijo “ML”, mientras aún nos demorábamos un poquito más. “Me mola lo de hacerlo dando voces y gritando ¡Libertad! Como en la escena aquella de peli que me descubriste… ¿A ti qué te parece?...”

 A mí me pareció estupendo, genial y fenomenal… No para hacerlo yo también… Yo me sentía temblorosamente dispuesto a hacer y a vivir aquello, acompañándola a ella, pero tampoco a echarle mayores gestos ni teatros por mi cuenta. Pero sí que me parecía magnífico que a ella le apeteciera interpretar su papel y su rol echándole todo lo que le saliera de dentro como para hacerlo más vistoso e incluso ajustado a mis propias fantasías. “ML”, al parecer, sí estaba bien predispuesta a intentar que la escena quedara bien rotunda y convincente por su parte, por más tarada que fuera la idea y la intención.

  “Estás preparado ¿no?”… Yo estaba preparado, excitado, nervioso y empalmado. El bulto en el pantalón de chándal que llevaba se notaba relativamente poco, porque aquel pantalón elástico era bastante holgado y también porque, modestia aparte, a mí la picha no se me pone hacia delante, sino que se me levanta hacia arriba del todo, señalándome al ombligo. Así que la erección a mí no me produce ninguna “tienda de campaña” demasiado incómoda ni forzada… El problema principal, tal como estaba yo en aquel momento, era lo que ya he dicho: El exceso de excitación a punto de explotar. El peligro de correrme ya demasiado enseguida…

 “Vale… Vamos a lo que vamos y sin dejar que nos corte nada ¡eh!... Yo pulso el botoncito y, a partir de ahí, no hacemos más comentarios ni nada ¿vale?... Nos situamos en el punto de partida, nos centramos en lo que tiene que ser la acción y lo hacemos ¿vale?”… “Vale…”, dije yo, tocándome un poco con la mano desde el bolsillo del pantalón…

 Con la idea general dándome vueltas en la cabeza aún se me ocurrió de repente una pequeña duda sobre la “obligada” brusquedad del inicio de la acción. Me atreví a plantear: “Lo que pasa es que a mí me costará más quitarme el pantalón que a ti esa falda… Me lo tengo que sacar sin descalzarme, mientras que tú sólo te abres y dejas caer la falda sin más complicaciones…”

 “Vale…” Me respondió ella. “Empiezas tú y yo te daré algo de tiempo antes de desabrocharme la falda… ¡Ah! Y acuérdate que siempre por en medio de la calle, que he puesto todas las cámaras centradas ahí. Ni más hacia un lado ni al otro. Todo el rato por en medio ¿eh?”... “Vale…”.

  “ML” pulsó el botoncito, se encendió la lucecita y dejó el mando dentro de su bolso, ahí en un rincón. Inmediatamente me empezó a empujar suavemente para que yo fuera avanzando y me situara bajo el marco de aquella puerta de garaje. Ahí ya nos estaba captando la cámara 1. Yo había entrado en cuadro el primero y “ML” casi pegada a mí, a mi izquierda… Lo más bonito es que a los dos nos salió así de dentro la convicción de centrarnos en la acción y en la fantasía de protagonizar una verdadera hazaña exhibicionista (por más rocambolesca y absurda que fuera). No nos volvimos a mirarnos el uno a la otra ni viceversa. No nos entró la risa tonta ni nada semejante… Yo me quité la camiseta y la tiré a un lado. Inmediatamente me bajé aquel pantalón de chándal tan holgado y elástico (no he llegado a comentar que “ML” también me había convencido antes de que valía la pena que tampoco me dejase puestos los calzoncillos. Que sólo ropa exterior de pura apariencia y lo justo para desnudarse con la mayor brusquedad y rapidez)… Yo lo acaté ¡Es que todo eso, en realidad, lo sacaba de mis propias fantasías!

 El caso es que tampoco me costó mucho forzar, primero una pernera y después la otra, de  aquel pantalón tan ancho y elástico, para conseguir quitármelo del todo con cierta rapidez, sin sacarme las zapatillas y por encima de ellas, y tirarlo también a un lado junto a la camiseta.

 De repente estaba desnudo. Desnudo, excitado y empalmado. A plena luz del día y sabiendo que una cámara me filmaba. Inmediatamente me llevé la mano derecha a la polla. No volví la vista ni nada. Sólo eché a correr, al trote. Al paso de quien corre sólo por hacer ejercicio… Sin volverme descaradamente en ningún momento capté vivamente, pero sólo de reojo, a “ML” echando a correr a mi lado. Ya también tan desnuda como yo. También en zapatillas pero, por lo demás, en pelotas de arriba abajo. No tardó ni dos pasos a levantar la mano derecha, con los dos dedos haciendo la “V”, y gritar “¡Libertad!”… Y lo volvió a gritar otra vez sólo dos o tres pasos más allá… Por entonces yo estaba seguro de que ya nos filmaba la cámara 2, y de que ya estaba sentenciado que más adelante podríamos recrearnos en vernos filmados tanto de frente como de culo en aquella situación y en aquella acción.

  Yo me agarraba la polla tiesa mientras íbamos corriendo por todo aquel trecho tan bien cubierto por las cámaras, pero no me machacaba apenas. Me hubiera corrido enseguida. Aguanté la sensación excitante de desnudez exhibicionista, inédita para mí en mi propio cuerpo. Me resistí como pude a la excitación que me provocaba el descarado gritar “¡Libertad!” de “ML”, que corría a mi lado, asumiendo mucho mejor que yo mismo ese rol de atrevida exhibicionista nudista… Pero sí me dejé llevar bastante por la pura fantasía, por el morbo de imaginar lo que podría ser la atrevida escena que estábamos protagonizando los dos juntos. La lotería de torcer por una esquina y exponerse a cuanto público hubiera más allá, sin saberlo de antemano antes de volver esa esquina. Del festín de miradas que nos proporcionaría el irrumpir por sorpresa en tal o cual calle, después de torcer abruptamente tal o cual esquina… “ML” había dado algunas de esas voces de ¡Libertad! así como un poco pensando en las cámaras. Sobretodo a la vuelta de las esquinas y con cada cambio de cámara. Como si quisiera imaginar que era una buena manera de anunciarse y de decir “¡Eh, miradme, que voy desnuda!” a todo el imaginario público que pudiera haber presente en la calle…

  Yo, en realidad, es que aprovecho tanto que mis fantasías sean tan inventadas, tan solamente mías y tan imaginarias… Es que me las personalizo tanto, tanto…:

  … Bueno… que yo, en realidad, ni siquiera he sabido explicar aún aquí todo lo que a mí me apetece imaginar y “desimaginar” de ese tipo de fantasías tan mías: Yo, en mis imaginaciones, más bien destierro casi toda clase de público “normal”. Que ni siquiera pueblo de gente “normal” las calles de mis fantasías por las que pongo a correr a mis exhibicionistas inventadas… Lo que más me gusta imaginarme a mí serían así como zonas peatonales de tiendas y escaparates, con grupitos de chicas que van paseando. Chicas que son las testigos y el público de esa acción exhibicionista. Que la aplauden y la saludan con una grata mezcla de sorpresa, excitación sincera y admiración plenamente cómplice… Serían todo chicas que podrían intercambiar en cualquier momento su papel de público con el de la propia protagonista… Desde luego, y hasta donde me permite mi fantasía, lo que sí que erradico del todo es el público variopinto de posibles marujas fondonas, obreros groseros, niños, ancianos… No me gusta nada de eso. Me da como que la hazaña de correr en pelotas en plena vía pública necesita y merece ser apreciada y correspondida por un público idealizado y atractivo que muestre admiración unánime, sincera y cómplice por el espectáculo…

  … Y algo de eso vendría a ser lo que estaba yo imaginando después de torcer aquella segunda y última esquina, cuando ya nos metimos de lleno en la calle principal. Aquella más larga y ancha. “ML” gritó otra vez ¡Libertad! Pero cada vez iba jadeando y casi gimiendo más sonoramente (yo, posiblemente, también)… Seguimos avanzando unos pasos, al trote y parejos todo el rato. Yo me seguía aguantando, más que dejándome llevar aún. “ML” volvió a gritar lo de “¡Libertad!”, pero esa vez le salió como un poco entrecortado y entre jadeos… Los gritos más sonoros de “ML” fueron captados por los micros ambientales de casi todas las cámaras, independientemente de que estuviéramos  más lejos o más cerca de cada una ni de que nos estuvieran captando o no en ese momento. Sin embargo hubo una cosa que no quedó apenas registrada en ningún micro. Cuando estábamos corriendo por en medio de aquella calle principal, dejando ya la cámara 3 bastante atrás, pero aún un poco lejos de la número 4, que ya hacía rato que nos filmaba bien de frente, “ML” se estaba deshaciendo cada vez más en puros gemidos y jadeos. Y me dijo, como en una especie de exclamación susurrada, porque su respiración no dio para más en ese momento: “¡Me voy a correr!”…

  Un momento después pareció hacer acopio de fuerzas para volver a gritar “¡Libertad!”… Y un par de pasos más allá ya fue glorioso del todo…

  Sin dejar de correr, y conmigo corriendo a su lado, oí cómo “ML” gemía y jadeaba aún más sonoramente si cabe. Tuvo un último impulso entusiasta de volver a gritar “¡Libertad!”… Pero ya no le salió… Fue magnífico oírla gritar jadeando, justo a mi lado: “¡Li… ber…!”... Y que el resto de la palabra ya no consiguiera ser nada más que un colofón de gemidos tan inconexos y sonoros como bien explícitos.

  Yo tampoco pude más. Ya me machaqué del todo a fondo. No me costó mucho. Estaba a reventar, así metido en medio de todo aquel juego. Bien acompañado por el concierto de gemidos de gusto de mi compañera sucumbí también y eyaculé aparatosamente… Me había masturbado a mano, como siempre… Pero en esa situación tan excepcional y compartida me corrí como nunca…

  Estábamos ya a pocos pasos de la cámara 4. La teníamos ahí delante. Yo, de momento, ni siquiera fui consciente de lo rematadamente bien que nos había salido el numerito. Sobretodo con respecto a las cámaras. ¡Ni ensayado, ni no ensayado ni leches! Ella porque le salió así de bien y yo porque me supe aguantar y dejarme guiar por sus señales hasta que fue ya preciso e inevitable. En ese sentido y casi contra todo pronóstico ¡había quedado redondo!

  “ML”, a mi lado, gemía y jadeaba exhausta. Una vez alcanzado el orgasmo ya habíamos dejado los dos de correr, pero ella, a diferencia de mí, aún se movía bastante. Se sobó y se masajeó los pechos, el pelo… Se pasó las manos por los costados, como abrazándose ella misma. Hizo levemente la “V” con los dedos una última vez, levantando un momento la mano de cara a la cámara. Luego se volvió de espaldas a la cámara, como muy a propósito para que esa número 4 le captase también el culo como remate de la filmación, y dobló el cuerpo hacia delante para masajearse también un poco los muslos, con todo lo que eso comportaba de exponer el culo incluso un poco en pompa, durante un momento, ante el objetivo.

 Mientras tanto yo seguía simplemente ahí, agarrado aún a mi polla y como más aturdido que otra cosa. Luego ella ya se volvió otra vez. Compuso algunos gestos como de apuro ante la situación, mirando a un lado y a otro, y me tomó la mano izquierda, con su derecha, para arrastrarme fuera del encuadre de la cámara como con cierta urgencia. Escenificaba así lo que sería el apuro de encontrarse en esa situación, tan violenta como buscada a propósito, de después del clímax. Saciados y exhaustos, sin nada que ponernos ni donde ocultarnos e intentando ya huir de esa situación a la que nos habíamos lanzado…

  Estoy diciendo bastantes cosas que, en realidad, no pude apreciar bien hasta visualizar lo filmado. Como final de la aventura en vivo digamos que ella me llevó de la mano hasta el rincón donde tenía el bolso. Sacó el mando a distancia y paró las cámaras. Luego sacó pañuelitos de papel para que nos limpiáramos un poco los dos. Aunque parezca sorprendente sólo en esos momentos tuve buena y verdadera ocasión de recrearme viéndola en vivo y en directo aún desnuda. Y ella a mí creo que también. Nos habíamos metido tanto en la intención cómplice de lo que tenía que ser nuestro número de “streaking” que no nos miramos en ningún momento mientras duró la acción. Nos centramos en hacerlo y experimentarlo, juntos codo con codo, pero de cara adelante, para las cámaras, para nuestro propio desahogo individual, alimentando con la imaginación todo lo que la situación no tuviera de real del todo…

  En fin, que recogidas las cámaras y todo, y de vuelta ya a la casa de “ML”, nos dedicamos a visualizar el vídeo y eso…

  8. El vídeo.

  Las cuatro cámaras se pusieron a filmar a la vez, así que todas registran un buen rato, entre antes y/o después de que estuviéramos nosotros pasando por delante, sin captar nada de interés. Sólo el escenario vacío. De todos modos los micros ambientales de las cuatro cámaras llegan a registrar, aunque a veces sea muy de lejos, sobretodo los gritos de “¡Libertad!” de “ML”. Así que yo considero que el “documento completo” de nuestro jueguecito sería la versión íntegra de todo el rato que filmaron todas las cámaras, incluso con sus trozos más “muertos”.

 Luego, claro, la versión más grata y consumible ya sería el montaje que hizo “ML” sólo de los momentos en que aparecemos físicamente ante cada una de las cuatro cámaras. Aún así yo le pedí que en la copia que hizo para mí lo incluyera todo. Lo íntegro y lo ya montado que, total, en un CD cabía todo bien de sobras.

  Al principio se nos ve llegar por un lado del encuadre (cámara 1) y situarnos ante aquella puerta de garaje. Representaría que somos una morbosa pareja de exhibicionistas dispuesta a jugarse la estampa por el sólo gusto de protagonizar un tórrido y suicida “streaking”, alcanzando el orgasmo a base de correr desnudos en plena vía pública y a plena luz del día. Despreciando del todo las consecuencias. Dejando atrás y abandonada del todo la ropa que nos quitamos bruscamente, para que la cosa sea aún más comprometida y sin vuelta atrás. Por el morbo de experimentarlo de esa manera, como he dicho antes, casi suicida…

 Yo me quito la camiseta y la tiro a un lado. Inmediatamente me bajo los pantalones para empezar enseguida a forcejear lo que haga falta para quitármelos del todo pasando por encima de las zapatillas, intentando que sea lo más rápido y limpio posible para quedar enseguida bien desnudo del todo…

  Lo que puedo ver en el vídeo, y que no capté en vivo en su momento, es la actitud y los gestos de ella. Yo tengo cara como de apuro en todo momento. Ella también. Lo que pasa es que ella le da más matices… Cuando nos situamos ahí para iniciar la acción, bien enmarcados por el portón aquel, “ML” mira hacia los lados con expresión bastante nerviosa. Con ese sólo gesto consigue crear la ilusión de que está controlando supuestas presencias de gente por los alrededores, como si la pusiera aún más nerviosa la inminencia de que esos imaginarios testigos fueran los que apenas un momento después presenciarán su (nuestra) desnudez por sorpresa. Me encanta ese detalle…

 Y otro detalle que me encanta es el de que en ningún momento nuestras expresiones (sobretodo la de ella) fueran ni un poquito risueñas ni mucho menos jocosas ni nada de eso. “ML” muestra todo el rato una expresión de cara bien contorsionada, con los colores subidos, tanto más según va avanzando la acción. Como de goce y de morbo intensos. De esas expresiones de goce erótico intenso que casi se parecen más a gestos de sufrimiento que de placer. En todo caso de morbo bien asumido y tomado en serio…

  En el vídeo se ve cómo me quito la camiseta y procuro que el quitarme del todo los pantalones sea también rápido y no demore ni trabe ese inicio de la acción. Cuando ya voy por la primera pernera del pantalón es cuando ella se quita su camiseta y se queda con las tetas al aire. Sacándome yo ya la segunda pernera y tirando a un lado los pantalones ya quitados del todo, ella hace sólo “riiip” (el sonido del velcro desabrochándose, que yo ni siquiera recuerdo haber oído en vivo en su momento) y tira también a un lado esa falda que ni siquiera tiene que sacarse por los pies porque, una vez desabrochada, queda ya abierta del todo.

 Echamos a correr los dos a la vez y ella levanta la mano derecha y hace la “V” con los dedos y grita “¡Libertad!”. Con esa carita sonrojada y de goce intenso.

 A “ML” le bailan las tetas al correr, lo cual agradezco infinitamente cuando miro el vídeo. Pero no le bailan tampoco tanto ni de manera tan grosera como a la chica de la escena de aquella película, lo cual agradezco incluso más y todo.

 Vale que no la he descrito físicamente, ni la voy a describir tampoco. Digamos sólo que un cuerpo estupendo como para no desmerecer en nada de nada para exhibirlo desnudo (por lo demás, ella ya lo sabe…).

 A mí tampoco me voy a describir. Ya bastante he puesto sobre que mi picha en erección se alza hacia arriba del todo, y no hacia delante.

  La cámara 1 nos sigue captando durante unos cuantos pasos y esos dos primeros gritos de “¡Libertad!” de “ML”, que de momento no baja el brazo derecho ni deja de hacer la “V”.

 Luego está la número 2, captándonos durante casi el mismo trozo, pero tampoco no desde el principio, aunque sí hasta un poco más allá que la 1. Digamos que desde el primer grito de “¡Libertad!” de mi compañera, hasta que desaparecemos por la esquina. Sólo que en este caso filmados desde atrás. Retratando bien nuestros culos al aire.

 Buena parte de lo captado por la cámara 1 y por la 2 es lo mismo. Una repetición desde dos vistas diferentes y con las mismas voces de “¡Libertad”! de ella, registradas por dos micros diferentes. La 2 no nos ve desnudarnos y la 1 nos pierde de vista antes de la esquina, pero la mayor parte intermedia de lo que filman las dos es el mismo trozo de recorrido. Una desde delante y la otra desde atrás.

  Para cuando salimos del encuadre de la cámara 2 ya estamos de lleno en el de la 3. “ML” vuelve a gritar lo de “¡Libertad!”, como para presentarse ante la nueva cámara. Pero a partir de ahí sus gesticulaciones ya se vuelven más variadas y convulsas. Abandona el gesto del brazo levantado haciendo la “V” para llevarse las dos manos a los pechos y luego una de ellas a oprimirse el pubis, como para intensificar la masturbación que se supone que le está proporcionando el juguete que lleva incrustado y oculto en la vagina. Todavía se le contorsiona más el rostro, y así está filmado. No dejamos de correr los dos juntos y no perdemos el paso.

 Torcemos la esquina final y nos metemos por en medio de esa calle más larga y más ancha. Ya no nos ve la cámara 3, pero la 4 ya nos está filmando de lleno. De momento desde bastante lejos, pero corremos directamente hacia ella y cada vez se nos aprecia mejor y más de cerca. “ML” multiplica sus gesticulaciones (yo voy todo el rato más o menos igual). Vuelve a gritar “¡Libertad!”. Gime y jadea, y se soba a sí misma y se oprime el pubis sin dejar de correr. En algún momento, como por la mitad de ese trecho, es cuando me dice a mí lo de “me voy a correr”, que yo oigo en el momento, pero que no se llega a apreciar en las grabaciones. Luego levanta la mano otra vez. Otra vez hace la “V” y otra vez grita lo de “¡Libertad!”. Y lo vuelve a intentar una vez más, pero ya no le sale la palabra. Sólo un intento voluntarioso pero frustrado mientras sucumbe al éxtasis que le obliga a soltar sonoros gemidos que le impiden acabar de articular palabra coherente alguna… Glorioso…

  Yo… Bueno… Yo voy corriendo a su lado, también excitado y masturbándome… No creo que pueda decir que yo dé tan bien en pantalla. Voy corriendo agarrado a mi polla, todo el rato al lado de ella, y me dejo ir y me machaco ya del todo casi sólo en esos últimos momentos. Y me corro como nunca, junto a ella. También está filmado cómo llego a eyacular al lado de ella, y justo cuando a ella se le ha trabado ese último intento de gritar “¡Libertad!” por culpa del sucumbir a su propio orgasmo… Luego ya vienen esos últimos momentos “post-clímax” que he descrito antes, y ya desaparecemos del encuadre.

  El vídeo quedó estupendo. No digo que no. Y la situación, así simplemente vivida en vivo y en su momento, fue magnífica, también para mí… Otra cosa es lo que yo me hago después sobre el tema: Para empezar, que mis fantasías tampoco se corresponden con ningún tipo de exhibicionismo masculino, ni mucho menos con el mío propio.

 Yo, en el vídeo, me veo todo el rato, como poco, ridículo y absurdo. Y lo vería igual de cualquier protagonista masculino, aunque no fuera yo. Entiendo perfectamente que a cualquiera le resulte grotesca la imagen de un tío corriendo desnudo en público a la vez que se masturba visiblemente. Lo entiendo y hasta lo comparto.

 Por eso me alegra que, en buena parte, no fuera más que un simulacro y una escenificación fingida, que para mí ya fue más que suficiente… Pero de todos modos, y aunque no hubiera verdaderos testigos vivos, también creo que hacer algo así delante de cámaras filmando no es del todo inocente ni impune. Que ya tiene su puntito de perversión asumida.

 Estoy convencido de que “ML” no se hizo más prejuicios ni historias y que simplemente le gustó idear aquel montaje de “parejita exhibicionista” sin que le importara o, quizá, ni siquiera supiera tener en cuenta que a mí no me va nada más que el exhibicionismo y la desnudez femeninas. ¡No el mío propio, por Dios!... Supongo que a ella le parece igual de bien la versión masculina que la femenina o, sobretodo, la “mixta” en la que me metió a mí.

  Aún así yo ya reconozco que el jueguecito también funcionó plenamente para mí… A mi manera de sentirlo, que es un poco diferente. Para mí es un poco más complicado y hasta algo “conflictivo”. ML asumió del todo lo que a mí me apetece imaginarme sobre chicas exhibicionistas, con todo el añadido de masturbación incluída y eso. Yo sólo me dejé llevar y me sumé a vivirlo tal cual. Experimenté todas aquellas sensaciones más bien sólo como esa cierta “identificación” en vivo de lo que serían las propias sensaciones de ella (o de cualquier otra exhibicionista femenina de mis fantasías) vividas así en directo, aunque sólo pueda ser, por mi parte, en versión masculina y por identificación directa con mi masturbación propia… Pero no porque ninguna “versión masculina” de ese tipo de acción a mí me resulte atractiva ni nada. Todo lo contrario… No se si me explico…

  Bueno. Aquí lo dejo, sea como sea… Con todo lo satisfactorio que me resultó según me vi metido y lo viví tal cual… Pero también con todo el recelo que me da el hecho de que todo eso esté filmado… Yo tengo una copia y “ML” tiene la otra… En realidad ella tiene las grabaciones originales… Cuando me entregó el CD con mi copia me dijo: “Ahí tienes tu video personalizado de streaking con masturbación. ¿Te mola o qué?...”.

 ¡Sí claro! ¡Anda que no!... Sólo espero que esas imágenes no salgan nunca de ahí, que eso hoy en día puede llegar a ser demasiado fácil y chungo… Nos prometimos mutuamente atesorar esas imágenes, mantenerlas bien guardadas y disfrutarlas sólo en modo de uso personal. En eso confío…

  Pero bueno… Que tampoco pasa nada. Que todo esto es inventado y no ha ocurrido nunca de verdad…

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