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El spanking de Marisa

~~Marisa es una tierna mujercita de 22 años, estudiando aun en la Universidad. Cabello castaño claro, ojos almendra, naricita respingada y boca que denota firmeza en su caracter. El pasado fin de semana, Marisa invito a salir a quien escribe esta pequeña cronica. En principio, el se nego rotundamente, como lo hace siempre que recibe una invitacion de alguna de sus alumnas, pero ante la persistencia de Marisa, termino cediendo, aclarandole que solo salian en un plano de amistad adulta.
 Luego de asistir a una tertulia del grupo de amigos universitarios de ella, que se prolongo hasta las 02:30 de la mañana, cuando el la iba a dejar a su casa, Marisa insistio en ir a bailar. El, que estaba cansado, le pidio no insistir, pero Marisa insistio hasta el cansancio, dibujando constantes mohines en su juvenil rostro. El la complacio finalmente, pero le advirtio que luego la castigaria por tanta insistencia. Aunque un tanto extrañada y sin imaginarse siquiera en que consistiria la naturaleza del castigo, ella manifesto su acuerdo, sin preguntar en que consistiria. (Niñas, aprended a escuchar y no asumais compromisos a la ligera) Habiendo acordado aquello, terminaron yendo a bailar hasta altas horas de la mañana, saliendo de la disco a horas 06:30 a.m. Llegados a la casa de Marisa, ella insistio en hacer ingresar a su acompañante, quien ya no daba mas de sueño. Esta es la historia del spanking de Marisa.
 Entra por favor, insistio Marisa
 Es muy tarde, le dijo el bostezando. Debo retornar a casa, me muero de sueño. Mejor te veo otro dia, ?de acuerdo?
 No, dijo ella. Insisto en que entres.
 Mira Marisa, estoy muy cansado, ademas es mejor que me vaya, porque si me quedo por tu recalcitrante insistencia, la cual al menos esta noche y madrugada fue realmente proverbial, reclamare administrarte el castigo que aceptaste, ?recuerdas?
 Y finalmente ?cual es ese famoso castiguito, a ver? Pregunto Marisa en tono desafiante, parada aun en la puerta y con las manos apoyadas en las caderas, para acto seguido decir: Mejor, ?porque no ingresas y hablamos de aquello, ok? le dijo y le invito a pasar y a acomodarse en el sofa de la sala de estar. El, aunque visiblemente molesto, finalmente accedio, no sin antes decirle:
 Te lo adverti, pequeña Marisa.
 Ella, sin inmutarse y al parecer sin dar por aludido el tema, le pregunto: ?Te invito un cafe?
 El le respondio: No gracias, caprichosa.. Y a continuacion le pregunto: Dime algo, ?Has escuchado hablar del spanking?
 No, respondio Marisa. ?De que se trata? ?Es una palabra en Ingles, no?
 Asi es. Marisa. Spanking podria traducirse como nalguear, ?comprendes?
 Aha, respondio Marisa. Pero eso ?que tiene que ver con nuestra conversacion?
 ?Alguna vez fuiste nalgueada, pequeña Marisa? pregunto el
 ?Jamas!. Ni siquiera por mis padres.
 Ya veo, es por eso quizas que eres tan caprichosa, mujercita. Acto seguido, le dijo: Tu castigo, el que aceptaste recibir, precisamente, consistira en una buena sesion de spanking, proporcionada por mi mano sobre tus jeans.
 ?Que? Dijo ella. ?Estas loco si piensas que habre de permitirtelo!. ?No lo consistiria jamas! ?Lo entiendes?
 El insistio: Marisa, recuerda que lo prometiste y aceptaste ?No tienes palabra?
 Mira, le dijo ella. Si eres un machista chapado a la antigua, ya viene siendo tiempo de que sepas que eso ha pasado a la historia. Yo soy una mujer emancipada, como te habras dado cuenta. Ni siquiera vivo con mis padres, aunque ellos todavia me mantienen, por cierto. Pero, me siento emancipada y, perdona, pero no esta en mis planes inmediatos ser y enfatizo con un gesto de desprecio nalgueada. ?Haberse visto, ja!
 ?Ya terminaste? Pregunto el. En tal caso, es momento para enseñarle a la niña emancipada, cual es la realidad de la vida.
 Y tomandola por la cintura, la obligo a reclinarse de estomago en sus faldas. Ella, sorprendida, trato de zafarse, moviendo freneticamente sus brazos y piernas, pero el la tenia cogida firmemente, habiendo apoyado su brazo derecho sobre la espalda de ella y empujandola por las posaderas, la obligo a terminar de acomodarse en sus faldas, manteniendo su rostro practicamente aplastado contra el sofa.
 ?No, no. No.! Le dijo ella. No voy a permitirte esto. ?No!, volvio a gritar.
 El le dijo: Tu aceptaste el castigo, Marisa, y habre de dartelo. Ya deja de moverte, porque si no habre de bajarte los jeans y proporcionartelo en los calzones, como si fueras la niña que en realidad sigues siendo, dijo el.
 Y sin mas, le aplico una tanda de sonoros chirlos que ella acuso casi inmediatamente, poniendose a brincar e intentando protegerse las partes castigadas, al mismo tiempo que proferia unos ayes de dolor.
 ?Bestia! Le dijo. No te atrevas a continuar, porque si no llamare por ayuda.
 ?Lo haras, pequeña Marisa? pregunto el . Sabe, que si lo haces, estaras incumpliendo a tu promesa, puesto que tu aceptaste ser castigada, aunque no le diste importancia en aquel momento, porque, claro, no te importo mi cansancio con tal de satisfacer tu capricho, ?verdad?
 Pero, entiende, le dijo ella, mientras trataba de zafarse de sus brazos. Jamas pense que este seria mi castigo. Por favor, no lo hagas!. ...Aunque, te confieso, esto tiene algo de excitante. Pero basta, ?esta bien?
 Y se puso mimosa. El, sin dejar de apoyar su brazo en su espalda, empezo a sobarle las nalgas, moviendo sus mano a lo largo de ellas y en forma circular. En algun momento, sin quererlo realmente, su mano se deslizo brevemente entre las piernas de ella, percibiendo una ligera humedad en sus pantalones.
 ?Ummm!. Ella exclamo. Eso esta mejor. ?Sigue, por favor!
 Subitamente, y sin darle tiempo a reaccionar, el volvio a propinarle unos chirlos, esta vez mas suaves y luego, siguio masajeando sus nalgas. Esta vez, ella no se quejo y al contrario, suspendio algo la cola, mientras le decia picaramente:
 ?Uy, maloso!. ?De veras deseas darme de nalgaditas como a una niña?
 Si. Le dijo el. Y despues hasta podria hacerte algo mas. Pero primero, las nalgaditas, aunque...
 ?Que?, pregunto ella.
 Preferiria aplicartelas en tu traserito desnudo, alternando las nalgadas con caricias.
 Ella, tornando su rostro hacia el, mientras le mostraba una sonrisa picaresca, le dijo entre susurros:
 Esta bien, lo acepto. Pero, por favor, no seas muy torpe, ok?
 ?Levantate,! Le ordeno el. Parate a mi lado, mientras bajo tus pantalones.
 Teniendola frente a el, le desabotono los jeans descubriendo unos calzoncitos blancos de algodon que cubrian las muy deseables carnes de Marisa.
 Niñita, le dijo. Aun vistes de algodon, ?eh?
 Ella, algo ruborizada, hizo un mohin infantil con la nariz, mientras se sacaba la chompa que llevaba encima y sorprendiendolo se sacaba los jeans y los botines que llevaba puestos, quedandose solamente con unas medias blancas deportivas que cubrian parte de sus pantorrillas.
 Levanta tu camisa, Marisa le ordeno el y recuestate en mis rodillas.
 Ella, toda obediente, le hizo caso. Cuando estuvo recostada, el le bajo los calzones hasta la base de las nalgas, momento en que ella profirio un ?oh! de rubor, intentando subirselos nuevamente. El se lo impidio, cogiendo su brazo y obligandola a llevarselo detras de su espalda. Finalmente, como una medida de seguridad adicional, le pidio que pusiera sus dos brazos juntos, por debajo de su cuerpo y apretados contra su pecho y coloco su brazo sobre su espalda. Luego, le suspendio el trasero y la acomodo convenientemente. Entonces, empezo a sobarle las nalgas, las cuales ya denotaban un ligero enrojecimiento, fruto de los primeros chirlos.
 ?Umm! Asi, asi dijo ella . ?Sigue, por favor!
 Dandole gusto, el continuo por un buen momento con en el masajeo, alternado con chirlitos suaves y apretujones de las ahora rosadas carnes. Mientras lo hacia, a momentos le separaba las nalgas, descubriendo los ocultos recovecos de sus partes intimas. Ella, por su parte, intentaba contraer los musculos para evitarlo, pero los chirlos y masajes, la mantenian a merced de su habil castigador.
 Mientras sucedia esto, le pregunto:
 ?Sigues pensando en que no te mereciste nunca un buen par de nalgadas?
 Bueno, es cierto que generalmente me comporto con mucha soberbia, o seguramente como tu dirias como una chiquilla malcriada, pero, hasta ahora, no habia pasado por mi mente el ser castigada remarco la palabra, con cierto desden por mi mal comportamiento.
 Y tornando su rostro hacia el, con una sonrisa mezcla de rubor y placer, le pregunto:
 ?De veras que me merezco esta zurra? ?O solo quieres satisfacer tus instintos cavernicolas? ja, ja, ja rio sardonicamente y giro nuevamente su rostro, al tiempo que levantaba desafiante la cola, con un movimiento brusco.
 El, algo desconcertado por el nuevo acto de provocacion, le dijo:
 Escucha, Marisa: No juegues con fuego, por que te puedes quemar, ?entendiste?
 Ella, antes que inmutarse, se arrellano entre sus faldas, apoyando con firmeza ambas piernas contra el piso, mientras le decia:
 Solo amenazas, pero cumplir, no cumples, cavernicola. Y profirio una breve risita nerviosa, no exenta de ironia.
 Entonces, si se desato la verdadera zurra. Apoyando firmemente su mano derecha sobre la espalda de Marisa, el aplico sus habilidades de spanker sobre el trasero de Marisa, que al empezar estaba aun rosado, pero al finalizar quedo convertido en un bonito tomate, tanto por el color como por el brillo, al cabo de interminables ocho minutos para Marisa, a mitad de los cuales empezo a moverse desesperadamente, intentado alejar su castigado trasero de la mano implacable de Micky mientras proferia agudos gritos de dolor, al mismo tiempo que sus ojos se inundaban de lagrimas.
 ?Basta, basta, por favor!, pedia Marisa, mientras el ambiente se llenaba de sonidos parecidos al de un encendedor de cigarrillos al dar chispa: chas, chas, chas . Sus piernas, inicialmente con los pies firmemente plantados en el piso, ahora se movian freneticamente, unas veces levantandose, otras veces abriendose, hasta lograr que sus niveos calzones quedaran colgando de uno de sus tobillos, para luego finalmente volar por los aires. El pudor inicial de Marisa, que durante algunos minutos mantuvo cerradas las piernas, termino por desaparecer, bajo la lluvia de nalgadas que recibio su rebelde y juvenil trasero. Cuando al cabo de ocho minutos interminables para el adolorido trasero de la joven, Micky observo que Marisa habia aprendido al fin la leccion, ceso de zurrarla y la solto, momento en que ella aprovecho para pararse y con el rojo trasero descubierto corrio a su habitacion, diciendo entre sollozos:
 ?Animal!, eres un animal. Asumiendo su enojo y las posibles consecuencias funestas que ello podria acarrear, el, luego de reflexionar por un par de minutos, finalmente se levanto para irse, cuando escucho la voz de ella que lo llamaba desde su habitacion:
 Micky, ?puedes venir un momento?
 El se dirigio a la habitacion de Marisa, para encontrarla recostada sobre la cama, con una crema entre las manos, la camisa suspendida a media espalda y sus carnes rojas expuestas.
 ?Me aplicas un poco de crema, por favor?, le pregunto, extendiendo esta hacia Micky, pero sin voltear el rostro. Cogiendo el pote de crema para el cuerpo, el se reclino hacia ella, sentandose a un borde de la cama, mientras le decia:
 Claro que si, Marisita. No te enfades, ?de acuerdo? Pero entiende que me sacaste de mis cassillas. Al tiempo que decia esto, le empezo a aplicar la crema en las adoloridas carnes, mientras que ella, emitiendo suaves quejidos, le respondia:
 No, esta bien, de veras. Mientras me tocaba mi pompis castigado y te odiaba por ello, me puse a pensar que en el fondo tuviste razon. Me comporte como una niña malcriada. Siempre estuve acostumbrada a hacerlo, a conseguir todos mis caprichos de manera aduladora, a veces, o imponiendo simplemente mi voluntad, otras tantas. Pero, ?sabes, Profe? Hoy recibi mi primera leccion de verdad.
 Y dandose la vuelta, se sento con la crema aun embadurnada sobre las rodillas de Micky, mientras que lo rodeaba con los brazos y le estampaba un largo beso en la boca, al tiempo de decirle picaramente: ?Uy, te manche los pantalones! Ahora deberas quitartelos para que los lave.
 Lo que paso despues, se silva, pero no se canta.

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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