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EL REGRESO DE ZOSER

El galope de un caballo a toda velocidad a través del polvoriento camino del desierto rompía el silencio de la fresca noche egipcia en la que hasta ese momento lo único que se podía escuchar era el canto de los grillos y el aullido de algún chacal. Un ávido jinete monta con gran maestría un corcel blanco que en mitad de la noche y con la luna llena arriba alumbrando, avanza como un rayo azulado por pedregales y ásperas sendas.
El jinete que recorre los caminos del desierto entre palmeras y roquedales, que avanza veloz hacia la ciudad imperial, que cabalga junto al Gran Río oyendo el rumor de sus aguas y sintiendo la humedad de sus riberas, no es otro que el amo de Egipto, Zoser… Faraón del alto y el bajo Egipto. Con sus tropas vuelven de sofocar una rebelión tribal en el sur, sus generales, oficiales y tropa quedaron atrás acampados a escasos kilómetros de la ciudad debido a una inesperada tormenta de arena, pero el Faraón no puede aguantar más allí, necesita a su reina… a Mernett… y totalmente decidido, y aún sin haber amainado del todo la tormenta, montó su caballo favorito y emprendió el camino hacia su amada. Desde hace un mes que partió a la guerra no ha estado con ninguna mujer, quería estar totalmente concentrado en la batalla… ahora que aquello pasó sólo tiene una idea en su cabeza… volver con ella, sentirla, abrazarla, amarla… poseerla y hacerla suya. Con esos tórridos pensamientos Zoser llegó hasta los arrabales de la ciudad y pudo divisar encaramado a una loma el palacio, su hogar. Una vez allí y acompañado de dos centinelas se dirigió hacia los aposentos reales, pero antes decidió darse un buen baño, lo necesitaba. En la habitación de los aseos, inmensa, con una bañera enorme llena de agua caliente, humeante, una tenue luz de dos antorchas ilumina la sala, e incienso perfumado da un olor embriagador y sensual a un ambiente de total calma y relajación. Una esclava morena de enormes ojos, ataviada con una túnica corta masajea a Zoser, éste tiene los ojos cerrados y está metido en la bañera, el agua le cubre hasta el vientre, mientras tanto la otra esclava, esta negra, le frota todo su cuerpo con fruición y ternura a la vez, estas esclavas nunca habían visto antes desnudo a Zoser, y habían escuchado rumores en palacio acerca de lo bien dotado que está el Faraón, así que cuando éste se incorporó una vez terminado el baño y pudieron ver su pene, sus ojos se abrieron de par en par y una de ellas no pudo reprimir un leve suspiro de asombro… los rumores eran totalmente ciertos, Zoser, un hombre moreno alto, guapo y bien formado además, tenía un miembro viril que en estado de excitación alcanzaba casi los 30 cm de longitud y con un grosor tal, que el brazo de una de aquellas esclavas no lo superaba. Las esclavas mientras lo secaban no podían apartar la vista de aquel pedazo de carne que en aquellos momentos ya estaba bien inflamado por el deseo y una de ellas, la de color, hasta se relamía imaginando como mamaría aquella enorme polla y el placer que sería tener aquella herramienta en sus manos… Zoser, se dio cuenta enseguida de la situación y quiso complacer a la esclava, una mirada bastó para que ella entendiera y supiera lo que tenía que hacer… la cogió entre sus manos, jamás había visto una polla igual en toda su vida, la beso… olía a hombre, estaba caliente y palpitante, la metió poco a poco en su boca, tuvo que abrirla al máximo para que entrara… y poco a poco empezó a darle una mamada que hacía que Zoser cerrara los ojos por el placer que le daba aquella caliente boca, se la metía hasta el fondo de su garganta y aún sobraba más de la mitad, realmente aquella esclava sabía utilizar su boca y su lengua, mientras la otra le besaba el cuello y le acariciaba todo el cuerpo… ¡basta! dijo el Faraón, ya está bien, no quería llegar a eyacular, a correrse, su semen, su caliente leche la tenía guardada para Mernett, su reina.

Mernett está en sus aposentos, en su cama, en su tálamo nupcial… durmiendo desnuda, sintiendo como la brisa, que mueve los visillos del ventanal, acaricia su delicada y perfumada piel, parece una estatua de mármol color crema, lisa y tersa, de lado, una mano cae por fuera de la cama mientras una de sus piernas está algo flexionada, sus pechos tienen sus pezones erectos por el frescor de la noche y está totalmente depilada por sus sirvientas y esclavas que la atienden en todo lo que necesita. El Faraón llegó hasta los pies de la cama y quedó extasiado contemplando la belleza de su esposa…“¡Amada Mernett!... despierta porque tu faraón está aquí…” con esas palabras Zoser la sacó del apacible sueño en el que estaba sumida, estaba preciosa esa noche, con su collar de azabache como única prenda sobre su bien formado cuerpo… gritó de alegría y lo abrazó… y rápidamente buscó su boca y empezaron a besarse largamente, despacio muy despacio, saboreándose mutuamente, enredando sus lenguas en un abrazo eterno, ambos sabían lo que querían, mañana habría tiempo de hablar de cómo había ido la campaña y de cómo ella lo había pasado en su ausencia… ahora sólo querían sexo, devorarse, ambos estaban muy calientes y excitados después de tantos días sin verse y sólo deseaban gozar y disfrutar del sexo. Mientras se besaban, Mernett con una mano agarró el pene de su faraón, estaba totalmente excitado, todo el cuerpo le tembló al sentir aquel pedazo de polla entre sus manos de nuevo, estaba enorme, se le hacía la boca agua sólo de pensar en tenerlo dentro de su cuerpo… entonces él la cogió en brazos y la puso sobre la cama, la besó por su cuello, y le dijo al oído que la amaba y que esta noche iba a disfrutar como nunca. Mernett ya tumbada en la cama… con sus piernas ligeramente abiertas deja entrever un precioso sexo de labios rosados y carnosos totalmente rasurado y hambriento de sexo, Zoser deja caer sus manos sobre las rodillas de su amada y abre lentamente sus piernas… queda extasiado ante la visión de su esposa abierta para él, deseosa de ser comida y lamida y por supuesto… penetrada. Posó su mano sobre su precioso coño, lo miró, suavemente abrió los labios y los beso, después muy dulcemente separó los labios internos, abriendo bien su raja deliciosamente húmeda ya, hasta que su erecto clítoris apareció triunfal, mientras Zoser besa la parte interna de sus bien torneados muslos, así acercó su cara a su sexo, al coño de su amada Mernett, caliente y huérfano de sexo desde hace días, ella de la misma excitación movía sus caderas instintivamente… ufff como deseaba que le diera lengua ya… Zoser acercó su boca, y sintió el calor del sexo de su esposa, lo besó y con su lengua abrió sus labios, recorriéndolos de arriba hacia abajo sintiendo su delicioso sabor, con sus manos abrió aún más sus piernas dejando a la reina de Egipto totalmente expuesta para él y para su portentosa lengua, empezó a darle un con ella en su clítoris, notando como se endurecía por momentos, mientras con un dedo le penetra su delicioso ano, su pequeño agujerito, ella temblaba de placer, sus piernas se contraían involuntariamente con cada lametón de aquella lengua que la estaba matando de placer, mientras Zoser clavaba la mirada en la cara de Mernett… totalmente desencajada de gusto y con su lengua relamiéndose sus labios. Sus caderas se mueven rítmicamente con la lengua que la devora y que explora su sexo… ahora la pone dura y la penetra con ella, la lengua del faraón es larga y la nota como entra muy hondo… , entonces echa las sus piernas hacia atrás y su precioso culito queda a su alcance, se lo come todo, enrosca su lengua en su agujerito, en su ano, ella entre gemidos está a punto de tener un orgasmo, pero el Faraón para de comerle su coño, él quiere que se corra con su polla dentro, clavada hasta el fondo de su alma. Mernett entonces toma la iniciativa, quiere ese pene, quiere esa polla, quiere ese pedazo de rabo de su esposo, por el cual ha suspirado durante largos días y sobre todo interminables noches de deseo y calentura… lo coge y lo observa, es un portento de la naturaleza, hinchado, caliente, lleno de venas y sobre todo enorme, la polla de un faraón, la polla de su amado Zoser, acaricia sus testículos, sus pelotas, hinchadas y plenas de semen, lo besa, abre su boca y con la punta de su fina lengua acaricia su capullo, pasa la lengua de arriba hacia abajo por todo el tronco, y chupa sus testículos también, mientras Zoser observa como ella le trabaja la polla, abre la boca al máximo, y empieza a entrar, ella se siente totalmente desinhibida, caliente, chupa con delectación, metiéndose la polla hasta el fondo de su garganta, mientras acaricia sus pelotas y su ano, el faraón está totalmente a su merced y eso la hace arder de deseo… así, recorrió con su lengua todo el borde de su fantástico capullo, se la volvió a meter en la boca y empezó a mamarla con gran fuerza, mientras oía como Zoser gemía más y más con cada chupetón que le daba ella… el faraón entonces sintió que había llegado el momento de darle aquella polla como ella se merecía, se acercó a su oído y le dijo que deseaba entrar dentro de ella, poseer a su reina, ella le contestó que también lo deseaba, quería tener aquel pene encajado hasta lo más profundo de su cuerpo, de su alma. Zoser la cogió por las axilas y la hizo incorporarse, así de pie, frente a frente, empezó a rozar su polla por el chorreante sexo de su amada, Mernett estaba pegada a Zoser abierta de piernas y totalmente excitada le suplicaba: “métemela mi faraón, ensártame, párteme en dos, soy tuya”, el miembro de Zoser empezó a empujar con insistencia, no hizo falta mucha fuerza para que la gorda cabeza si acomodara en la vagina de Mernett, ésta cerraba los ojos de gusto al sentir como su sexo se abría al máximo, un par de empujones más… y ya está hasta la mitad, los ojos de la reina de Egipto se abren sintiendo como aquella polla, aquella pitón se abre pasó por su cuerpo, entonces rodea con sus piernas a Zoser, lo agarra por su cuello y levanta los pies del suelo… y de un solo golpe se clava ella misma, auchh!!!... el gemido pudieron oírlo en todo el palacio, Mernett casi se desmaya al sentirse penetrada totalmente por aquella tranca, entonces Zoser empezó a darle su polla en un mete-saca terrible sintiendo como con cada embestida llegaba hasta el fondo, hasta hacer tope, la reina con aquel trozo de carne dentro de su coño está como loca, fuera de si, quería que la amara como nunca, todos aquellos largos días de espera habían merecido la pena ahora que estaba haciendo el amor con su amado Faraón… Zoser seguía embistiéndola con su portento de pene al tiempo que le acariciaba el ano con un dedo, la puso contra una columna de la estancia como queriéndola dejar allí clavada, el mismo edificio parecía temblar con cada acometida, así estuvieron durante unos minutos en un baile erótico, exquisito, interminable… hasta que por fin sintieron que se venían ambos al mismo tiempo en un orgasmo bestial que casi les hace perecer de gozo, Mernett notó como todo su sexo se llenaba hasta su útero de semen caliente, del ansiado néctar de su Faraón, que rebosando caía hasta el suelo en blancas y espesas gotas… se quedaron extasiados mirándose el uno al otro, Zoser asomándose y casi cayendo en aquellos embriagadores ojos de su amada, le dijo que la amaba y que estaba muy feliz de regresar a su lado para juntos coger las riendas de los destinos de su reino, de la tierra del Gran Río… de Egipto.
Datos del Relato
  • Categoría: Fantasías
  • Media: 4.22
  • Votos: 54
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