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El mejor polvo de mi vida....

¿Cómo estás?, le dije con voz sensual y baja.



“A tope”, me respondió. Las cinco letras tenían toda la contundencia posible. Es curiosa toda la intensidad que podemos implantar con solo unas letras. Su piel desnuda y sudada, junto a la mía lo decían todo. Hacían innecesarias el resto de palabras que existen.. Nos entendíamos con solo mirarnos.



Mi cuerpo permanecía tumbado, duro, erecto, tieso, dentro de ella que permanecía montándome, con la certeza de quien se ve dominadora de la situación. Mi polla sentía todo su calor, un calor descomunal, junto a una humedad, jamás descubierta en ninguna otra mujer. Es sorprendente como follamos Cris y yo, (David), desde hace cuatro meses. Lo que parecía un encuentro casual y único, se convirtió en algo más, en un acumulado de citas, buscadas y apetecidas y en una complicidad que nos esta llevando a tener un sexo que acaricia la excelencia. Tras ocho polvos y once horas enérgicos el uno con el otro, en aquella primera vez, nos dimos cuenta que nuestra compenetración a la hora de follar era insuperable, incomparable, privilegiada….



A priori no teníamos nada en común, ella una mujer de bandera, exclusiva, mágica, de 51 años y yo un hombre, de 35, con el corazón recomponiéndose, tras una ruptura sentimental. Pero entre las sábanas, desnudos, somos capaces de conseguir que no haya más mundo alrededor que nosotros mismos. Los polvos cada vez son más largos, rozando los 50 minutos e incluso la hora. Siempre finalizamos con el chochete y mi polla, incendiados, sin avaricia de tener sexo durante los días sucesivos al encuentro.



En esta última ocasión, juntos, como en cada uno de nuestros encuentros, el apetito sexual se apoderaba de nosotros, convirtiéndonos en dos esclavos de una pasión imposible de controlar.



No tengo demasiada noción a que hora aconteció. El hotel permanecía ya en silencio. Era la segunda noche consecutiva que pernoctábamos allí, así que podéis suponeros que llevábamos ya unos cuantos polvos, a cual mejor sin duda. Follar con esta mujer es un regalo del cielo, sensual, sexual, elegante, golfa, excitante, embriagadora, según el momento.



En ese momento ella me cabalgaba con un arresto que lo desbordaba absolutamente todo. Me quedaba atónito con su forma de mover las caderas sobre mí, con su balanceo, con su mirada de completo deseo, pese a haber follado ya tantas veces juntos.  No solo era capaz de acariciar su cuerpo desnudo, también era capaz de desearla con la mirada. Su coño empapado emergía cada vez más calor. Las miradas en penumbra lo decían todo, era tan evidente que aun queríamos más y más. Nos deseábamos.



Pasan los meses, pero nuestro deseo no decrece, al contrario, va en aumento. Nos hallamos  bien juntos de madrugada, y en cuanto nos corremos con un polvo que siempre supera al anterior, en calidad, al cabo de pocos minutos volvemos a sentir  una dependencia a flor de piel, y la consecuente necesidad nuevamente de compartir fluidos, de tocarnos, de acariciarnos, de besarnos. Ese es nuestro lema, “hay que dar rienda suelta a la pasión, sin miedos, con complicidad extrema”. Porque no lo podemos evitar, no se puede evitar, en cuestión de follarnos sublimemente,  la lucidez sirve de poco. Es como si estuviéramos programados para darnos placer el uno al otro. Ahí estábamos de nuevo,  empujándonos, empapándonos. Estaba impaciente, lo reconozco, ya intuía que iba a ser probablemente mi mejor polvo con Cris.



Montaba  sentada en mí y yo con mis ojos embriagados de placer podía, perfectamente observar su silueta, la silueta del mejor cuerpo que ha pasado por mis manos. Veía claramente su gominola completamente grandiosa, su pequeño mechón de pubis, su cintura, sus lunares arrebatadores y sus pechos, no demasiado grandes, pero,  tallados a la perfección, embriagadores..



Solo con mirarla un instante, se me pone dura….. Y en cada movimiento suyo, mientras me regalaba el placer inmenso de las contracciones de las paredes de su vagina, que estrujaban mi polla, mi dureza iba a más, era como si fuera a estallar…. No sabía si eran los efectos del calor o la embriaguez de la situación, pero mientras cabalgaba y cabalgaba, nos mirábamos como si nos invadiera la euforia.



Su fluido empezaba a salirse, empujado por sus impulsos y la dureza de mi miembro, ya casi en plena enajenación.  Seguíamos nuestro juego particular, sus caderas perfectamente sincronizadas con las mías. En estos cuatro meses hemos adquirido una complicidad descarada que ya no nos sorprende, al contrario, que nos hace cada vez más cómplices el uno del otro y que nos sirve para incitar a follarnos más y más.



“Cariño como vas, yo estoy apunto”, le comenté…. El placer se acrecentaba por cada cabalgada, en una combinación de atrevimiento y deseo exagerados.  Era como un volcán que estaba a punto de explotar. Cris que es sexual por naturaleza, más incluso que una mujer en plena adolescencia, se divertía, porque sabía que mi cara lo decía todo y que estábamos  a punto de tener un orgasmo cósmico, Ambos lo sabíamos. Aquello no lo hubiera parado ni el fin del mundo.



“David me vuelves completamente loca”….”Aguanta, aguanta”, me indicaba en un tono sensual claramente lleno de intención.



Mis ojos contagiados de ardor, y mis manos deseosas, ante tanta belleza, ante ese cuerpo desnudo que me vuelve completamente loco, y ante esos lunares que me hacen perder la noción, lo decían todo.



La necesidad de empaparse juntos, empezaba a ocupar por completo nuestras mentes. El pensar en corrernos era un circulo vicioso que hacia nacer mas deseo.



Llevábamos follando ya dos días, sin apenas comer y sin apenas dormir, pero nos mirábamos con la sensación de tener las mismas ganas del principio de la cita. Nos tocábamos intentando abarcar todo del otro. Mi mirada empezaba a nublarse, ante el placer apremiante. Nos estábamos follando de una forma muy intensa, sin acusar el cansancio. Sus ojos lo señalaban todo.  Al igual que los míos, Me miraba picara, golfa, consciente de que el momento llegaba. 



Al unísono mientras sus caderas hacían círculos rematadamente perfectos, sus piernas empezaban a descontrolarse, Las mías empezaban a temblar, todo en una perfecta combinación de sensaciones casi imposibles de relatar…..



Sus, “diosssssssssssssssssss, madre, siiiiiiiiiiiiiiiiiiii”, se combinaron con mis “ahiiiiiiii, ahíiiiiiiiiiiiiiiiii”,  Fue tan sublime que, tras sentir como la última gota de semen quedaba en ella, las lágrimas brotaron de mis ojos, emocionados al descubrir una vez más que, el haberla conocido es sencillamente un regalo que me ha caído del cielo. Y que pese al paso del tiempo, aún no conocemos nuestros límites.                          



No sabemos que somos, no sabemos que sentimos el uno por el otro. Solo estamos al tanto que somos “algo”, sin descripción completa y que entre unas sábanas, podemos hacer que no exista nada más en el mundo que nuestros cuerpos, pidiéndonos sexo una y otra y otra y otra vez. Estamos tocando la excelencia, porque esta mujer es,  sublime……Dios!!, me apetece follarla de nuevo.


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