EL JUGUETE DE PAPÁ
Yo había nacido con mucha diferencia de mis hermanos mayores. En realidad para llamar a las cosas por su nombre mis padres no me esperaban ni en mil años. Fui un accidente y como tal Salí medio fallado, dirían los viejos conservadores de la tierra y de la vida de los demás.
Por supuesto que nunca hicieron mella en mi tales comentarios. Igualmente mis padres jamás me dijeron que les había arruinado la vida ni nada de eso, jamás fui maltratado ni física ni mentalmente. Solo que me gustaron desde chico, creo yo, algunas cosas, y nunca las oculte, ni hice nada para taparlas, me considero un ser libre y eso vino conmigo desde mi nacimiento.
Recuerdo que a mis diez añitos quizá, por casualidad vi a mi padre bambolear una tremenda cosa entre sus piernas mientras se daba una ducha. En ese entonces mi padre andaría por los cuarenta y tantos. Y desde aquel día quede embelesado por ese manjar que llevaba entre sus piernas. Creo que ahí supe que me gustarían los hombres. No sabía cuánto. En aquella ocasión no me vio, pero creo fue la primera imagen que tuve de alguien desnudo, y fue un hombre y fue mi padre.
Siempre habíamos jugado a la lucha y a la pelota también con él, y a revolcarnos en el patio sin ningún problema, pero creo que después de aquel día lo mío fue totalmente intencional. Cada vez que nos trenzábamos en lucha, yo trataba de buscar su entrepierna, que fuera casual, pero siempre tocaba, palpaba, a la vez que le restregaba el culo, sin saber muy bien lo que hacía, porque no tenía ni idea de sexo y esas cosas, era más bien una reacción intuitiva, casi de animal.
Fue pasando el tiempo y descubrí las pajas. Violentas pajas, tirando leche por todas partes de mi casa. Espiando a mi padre y viendo muchas veces como el mismo se tocaba, sin llegar a la explosión, pero se acariciaba de una manera, que su verga se inflaba y era un tremendo garrote que yo deseaba totalmente. Soñaba con ese pedazo de carne que poseía mi padre entre sus piernas.
Mi padre era un hombre fuerte. Alto, con unos brazos armados y fibrosos, vello no muy abundante en el pecho sobre todo. Unas piernas formadas en la práctica amateur de futbol sobretodo. Ojos claros, cabello abundante, afeitado todos los días, una dentadura perfecta o casi. Tenía una nalgas soberbias, marcadas, aun duras, tan duras como las mías, que eran mucho más jóvenes que las de él. Conocía además, los huevos, eran grandes, y cuando colgaban con su verga a medio levantar parecían más gordos y ricos. Allí abajo tenía pocos vellos, creo que se los recortaba, tal vez a mi madre le gustaba que allí hubiera pocos pelos. Nunca le pregunté.
Mi cuerpo era más bien natural, ya que yo no practicaba demasiados deportes. Mi vida era más bien sedentaria. No me sentía muy atraído por los deportes, pero si por los hombres, lo que me resultaba extraño.
Mis ojos eran también claros, mi cabello ondulado, no lo usaba largo por aquellas épocas. Luego si me lo dejaría un poco mas crecido. Hombros poco anchos, poco vello. Brazos delgados, pero lo raro es que mi cola siempre fue de resaltar, es como si una parte femenina me fuera delegada por herencia ya que mi madre tenía una soberbia cola de hembra. Ni siquiera mi hermana tenía un trasero como el mío que era muy parecido al de mi madre. Cosa que tal vez no paso desapercibida por mi padre, ni por muchos hombres.
Tenía sueños calientes con mi padre, así fue pasando el tiempo. Entonces cuando llegue a los dieciséis, ocurrió que un amigo de papá que era como un tío para la familia, me inicio en los caminos de conocer el sexo de otro hombre en la piel. Con ese hombre comenzó mi derrotero de aprendizaje para tener entre mis manos una poronga, de besarla, de chuparla a esa poronga de sacarle el jugo hasta vaciarle los huevos a aquel tío ficticio, al que por otro lado nunca le entregue mi culito, aunque él hasta llego a rogarme que se lo entregara. El nunca lo supo, pero eso era para una sola persona en el mundo, al menos por vez primera.
Así comencé a chupar muchas vergas, a veces paseando por la plaza, algún viejito calentón me veía pasar con mi cola contoneándose para aquí y para allá y ya me empezaba a seguir y a rogar que vaya con él a un lugar solitario. Cosa que generalmente hacia y allí le mamaba la verga hasta hacer acabar al tipo en cuestión. Cuando quería que le diera la cola, la cosa ya cambiaba y me retiraba del lugar a toda prisa.
El tiempo siguió pasando y note que en casa había una especie de tensión. No lograba detectar que es lo que sucedía, pero algo pasaba. Yo había empezado a ir al gimnasio para ponerme un poco más aguerrido. Salía y entraba en casa a cualquier hora. Nos estábamos viendo poco con mi padre sobre todo, a quien lo seguía espiando cuando podía y me hacia una flor de paja en el mismo momento generalmente.
Igualmente notaba la tensión y veía cierta crispación en mi padre sobretodo. No sabía si podía preguntar o no de todo lo que estaba pasando. Por supuesto que la vida fue pasando y lógicamente por la vida misma, quede solo en mi casa conviviendo con mis padres. Mis hermanos, tres, ya se habían marchado a otros rumbos.
Un día de esos entre en la casa y se ve que nadie me escucho. Yo pude entonces escuchar el siguiente diálogo.
__Pero cuando vas a perdonarme mujer…
__No es tiempo__ dijo mi madre
__La tengo dura todo el tiempo, apiádate de mi…por favor…__ casi suplicaba mi padre. Creí entender lo que sucedía allí, y no quiero decir que me alegre pero casi.
Para el fin de semana mi padre me anuncio que mi madre se iba de casa en viaje de amigas por unos cuantos días y entonces la alarma dentro de mi sonó de manera brutal y tuve ahí mismo una erección. Mi padre siguió hablando de que deberíamos hacernos cargo de la casa, las comidas, etc, etc.
Al día siguiente cuando mi padre retorno del trabajo, lo recibí en modo sensual, ardiente, casi de loca. Tenía una musculosa suelta, y unos pantaloncitos ajustados bien metidos en la zanja de mi culo precioso y tentador. Note que sus ojos se abrieron de manera descomunal. Sé que sucios pensamientos cruzaron por su mente.
Cada vez que lo cruzaba por la casa me ponía a recoger algo del suelo para mostrar mi cola soberbia y hermosa. Provocando. Así hasta la hora de la cena. En que me coloque un delantal sin quitarme para nada el pantaloncito metido en la zanja. Mi padre sospechaba que me gustaban los hombres y nunca me reprimió para nada. Pero me miraba embelesado y caliente.
Bebimos, comimos y luego comencé a recoger entre bromas y tocamientos, en un momento mi padre me dio un chirlo en el culo, seguramente para ver mi reacción. Nos trenzamos en lucha, apiñados en el sofá del living. Tratando de no romper nada. Nos revolcamos en la alfombra. En un momento entre apretada y apretada, el quedo sobre mis nalgas, y por fin pude notar que estaba duro como una piedra.
__Tienes algo en el bolsillo del pantalón padre__ le dije socarronamente
__Ehh ¿Qué dices bebe?
__Que tienes tremendo pedazo de carne muy duro, eso digo…__ ataque a fondo
__Ehh pero, qué dices, esto no está bien…__ balbuceo confundido, saliendo del lugar
__No te avergüences papa, tienes tremenda erección y yo puedo ayudarte a bajarla, quiero ayudarte…__ le dije y me acerque a su cuerpo caliente y fuerte, el tragaba saliva, pase mi mano ardiente por el muslo de aquel hombre conmocionado, desesperado, caliente. Toque su pecho por debajo de la remera y note sus pezones alzados, los pellizque. Le respiraba muy cerca de su rostro. Baje la mano salvaje y la pase por sobre el pantalón, y su poronga dura se notaba palpitante y rocosa.
__No sabes lo que sueño todos los días con tu juguete papa, quiero chuparte todo, quiero que me poseas, quiero entregarte todo de mi…__ le dije susurrando en su oído y lamiéndolo
__Espera ohhh espera bebe...no se puede…__balbuceaba confundido y ardiendo, en tanto yo aprovechaba para besar su barbilla
__Si se puede, si estas volando de calentura tanto como yo, se te nota, estamos solos, te ofrezco mi cola virgen…__ le bese suavemente los labios por vez primera. Gemíamos, tome una de sus manos y las lleve a mis nalgas, la paso tímidamente, y mientras abría la boca y el beso era más caliente, más profundo, sus caricias empezaron a ser mas fatales, crudas, salvajes.
__Ohhh bebe, no está bien…__ dijo en un respiro, pero su cuerpo decía otra cosa. Afloje su cinturón, baje el cierre y tome su dura barra de carne latiendo. Ya babeaba, era tal la lujuria y el morbo del momento, los besos fueron intensificándose como las caricias, me apodere de su pedazo definitivamente, sus pantalones cayeron del todo, amase sus bolas, el clamaba por un lado que parara y por el otro su poronga se ponía cada vez más firme. En los movimientos que hacíamos con nuestros cuerpos, me quite el pantaloncito, así el pudo meter sus dedos en la raja y después el solo fue a mi agujero dilatado, ya le había puesto crema en abundancia.
Llegue a su poronga. Abrí la boca y la comí, mi padre dio unas sacudidas casi esquizofrénicas. Lamí sus huevos, arrancando gruñidos de loco de su garganta. Estuve unos cuantos minutos chupando y tragando su verga y sus bolas, mientras él se despachaba hundiéndome los dedos en mi culo virgen aun de cualquier garrote.
No quise que acabara en mi boca, quería que me la metiera ya mismo.
__Quiero tu juguete en mi culo papito, quiero que me la metas, penétrame, es todo tuyo papi…__ entre gemidos le rogaba
__¿Estás seguro bebe?__ Entrecortadamente balbuceo mi padre
__Si quiero, quiero que me rompas el culo, siii hazlo. Aquel hombre que se había mantenido dudoso, temeroso, incrédulo ante lo que ocurría tomo mi rostro y me beso libremente, de manera profunda, caliente, soberbia, metiendo su lengua hasta lo mas profundo de mi garganta. Nos habíamos colocado de rodillas, los dos, frente a frente, y yo me aferraba a su mástil como si fuera un ancla. Estaba tan erguido. Tan rocoso. Era una verga preciosa, venosa, gorda. La masajeaba y el con la mano libre que tenía también me pajeaba suavemente la pija mía que estaba erecta y rozagante.
Yo me aguantaba las ganas de largar toda mi leche y el también. Mi padre, debía decir, mi macho, me puso en cuatro y se fue directo a mi agujero al rojo vivo. Aun cerradito, aun virgen de toda verga. Y con su traviesa lengua, con su ardiente boca comenzó a besar, a lamer, a chupar ese objeto del deseo. Llenándolo de saliva, hundiendo su lengua sin detenerse durante algunos momentos que me dieron un placer y un gozo intenso y del que nunca había sido consciente. Mi culo se abría irrefrenable, de manera inmediata, quería sentirlo dentro de mí. Sentía que mi ojete palpitaba de manera salvaje, única, esa lengua me daba inmenso placer. Solo podía retorcerme y gemir. Mi pija latía, pulsaba, de manera sedienta, dándome un placer que yo desconocía, porque mi culo estaba siendo atendido, y esa combinación nunca me había ocurrido. Mi padre trabajaba con su lengua salvaje, Yo movía mis caderas en círculos, atrayendo a la vez mi cola contra su cara.
Luego de esos movimientos, mi macho dejo de besar y chupar mi trasero en llamas, y con su verga erecta recorrió la casa buscando una crema. Mi corazón daba golpes sin control. MI culo en pompa, entregado, fue cubierto por la crema que trajo aquel hombre que me daba tanto placer y me provocaba un morbo infinito, casi una locura. Hundió uno de sus dedos en mi virgen colita. Yo bufe y gemí, me estremecí, abriéndome poco a poco.
__Ohhh estás seguro bebe de continuar con esto…no sé…yo…estoy tan caliente…__ dijo aquel hombre aun con un resto de moralidad en su cuerpo que le pedía a gritos que me hiciera suyo de una buena vez.
__Siii papi, hazlo ya, te entrego mi virginidad quiero que seas mi macho...soy tu puta…__ dije yo totalmente caliente y con mi cuerpo entregado para que aquel macho se despachara a placer, conmigo. Paseo su pedazo de carne por mis nalgas. Las golpeo una y otra vez con su garrote duro, potente. Babeando. Las paseaba por mis carnes enceguecidas de gusto y de gozo. Por fin la metió entre mis cachetes. La apoyo en la entrada de mi agujero palpitante, deseando, empujo y yo me queje, aun estaba fuera de mi. El mordía mis orejas, y las babeaba, mi pija estaba que reventaba.
Empujo otra vez, muy despacio, con mucho cuidado, logrando que la cabeza de su machete penetrara por fin en mi cuerpo. Sentí mi carne desgarrarse. Un dolor infinito. Agudo. Un pinchazo. Siguió abriéndose camino dentro de mi canal que se iba ensanchando tramo a tramo. Empujo un poco más. La morcilla de mi macho iba abriéndose paso indefectiblemente dentro de mí. Los gruñidos de mi macho se hacían más potentes, tanto como su penetrada que me llenaba de dolor, de ardor, pero aguantaba estoico. El mordisqueaba mi cuello, lo saboreaba, daba la sensación que quería arrancarme un pedazo.
__Ahhh ya la tienes adentro bebe, ahhh, ohhh es tan estrecho, ohhh siii, ahhh…__ gemía totalmente caliente mi padre. Su juguete estaba clavado lo más hondo en mi cuerpo. Atravesado, penetrado, sodomizado. Me bombeaba con delicia. Con suavidad, sudando, endureciendo sus mandíbulas fuertes, rodeándome con sus brazos fuertes, viriles, seductores.
__Ohhh papi, duele, ay, ay, pero quiero seguir, no la saques, no la saques, déjala adentro, ohhh, ay, ay, tu verga me encanta, papi, me estas desvirgando, ahhh, soy tuyo…__ le decía yo ensartado como un insecto emputecido y salvaje. El macho empezó a ir y venir por mi túnel recién abierto del todo. Restregando su poronga por las paredes de aquel sitio acuoso, ahora mas sedoso, babeante, emanando líquidos que venían de lugares recónditos e íntimos.
__Ohh bebe no sabes cómo me siento cogiéndote…
__¿Te gusta papi?__ preguntaba yo gimiendo y lloriqueando como loca.
__Siii claro que me gusta, no ves como me has puesto, ohhh, si es tan estrecho, uhhh creo que voy a acabar en cualquier momento, ya no aguanto, ohhh, ohhhh__ gemía y gruñía aguantando hasta el final. Queriendo retener ese momento para siempre. El dolor había desaparecido mágicamente y solo quedaba el placer, la lujuria, el morbo. Solo quedaban sus manos aferradas a mis caderas de puta, y el macho dándole velocidad a sus bombeadas, sus bolas golpeando mi trasero, una y otra vez. El juguete de papa me volvía loco, lo deseaba tanto desde hacia tanto tiempo que todo aquello parecía un sueño. Hasta que sentí los escupitajos y el grito ahogado de aquel hombre que me largaba toda su leche. Llenando mi agujero de miel pegajosa, blanca, poderosa. Chorreando entre mis muslos. Acariciando mis bolas gordas y duros por la calentura que no se había terminado ni mucho menos.
El quedo dentro de mi culo con su vara aun escupiendo sin bajarse del todo. La sentía latir .
Caímos, el arriba mío, y así llevo una mano a mi pija que ardía, y lentamente comenzó a acariciarme, a tocarme, como nadie lo había hecho. A pajearme mientras me besaba el cuello, lo mordía. Pasaba su lengua por mis orejas, todo mi cuerpo temblaba de emoción. Súbitamente gemí, me retorcí, lloriquee y largue mis jugos en una de sus manos, luego aquel hombre me dio de comer de sus dedos embardunados de mi joven simiente, trague con placer. El juguete de papa salió de mi culo y así termino de caer el néctar que tenia dentro de mí. Chorreando mis piernas, mientras el me abrazaba aun por detrás, busco mi boca y nos besamos fogosamente. Todo era tan candente. Tan volcánico.
Luego de un rato de arrumacos y abrazos me levante de la alfombra y me retire al baño. Después de hacer mis necesidades me di una ducha ligera, para quedar nuevamente limpio. Entro mi padre con su juguete bamboleante y temerario. Se quedo un buen rato en el baño. El también se dio un baño.
Cuando salió yo estaba tirado en la cama, en s la cama de nuestros padres. En la cama donde se había revolcado con mi madre infinitas veces. No opuso resistencia ni le asombro nada de aquello. Se tiro a mi lado desnudo como yo. Olía a fresco, una fragancia a potro salvaje que me volvió loco de inmediato. Bese sus pezones gordos y parados. Los chupe largamente haciendo que comenzara a gemir nuevamente. Lamí sus sobacos. Mirando como su garrote crecía otra vez.
__Mira tú juguete esta levantando otra vez, estas muy caliente…__ dije yo en un susurro ardiente, besando su boca.
__Tu me pones así…__ contesto él, luego de dejar mi boca. Con mis manos me apodere de aquel rígido machete. Lo sobe con ganas, con deseo, escuchando como aquel macho empezaba nuevamente a gemir y a retorcerse de lujuria. Lo pajeaba fuertemente, ya con el pedazo totalmente erecto, listo para otro encuentro. El metía un dedo en mi cola. Esta vez yo mismo me había preparado el culo con una gran cantidad de crema. Así que sus dedos entraban fácilmente en mi enrojecido ojete. Volvía a besar mi boca, a tragar mi lengua y a jugar con ella. Nos fuimos girando y rodando en la amplia cama de papa, para quedar en un sesenta y nueve fantástico. Con toda su vergaza en mi boca y a disposición, con sus huevos, comiéndolos de manera brutal y el a su vez devorándome el culo, metiendo su lengua lo más profundo posible, abriéndome el anillo a su antojo. Repasándome una y otra vez, mientras yo lloriqueaba, y me entregaba a su poder, a su encanto, a su virilidad, a su olor.
Después de un rato y con su poronga como hierro, soltó mi ojete de su boca, salió de allí y acostándose frente a mí, levanto mis piernas en sus hombros, y sentí el frio recorrer mi espinazo, mientras me ensartaba ricamente, su ariete potente entro en mi, de una manera casi natural, entre arrumacos y besos, lamidas. Me penetró por completo y esa vez ya me molesto menos, iba y venía dentro de mí y mi pija se endurecía con cada embestida de aquel macho en que se había convertido mi padre para mí, me besaba en la boca, pasaba su lengua por mis labios y luego me chupaba un buen rato mi lengua.
__Ohhh bebe que culito sabroso tienes…__ jadeaba hablándome al oído
__Es todo para ti papi…__ le susurraba como una puta a su oído. Gruñía bombeando su enorme pedazo dentro de mi culo dilatado y receptivo.
__No sabes cuánto tiempo espere por ti…ahhh…__ gemía lloriqueando
__Ahhh eres tan dulce bebito, putita de papi, ahhh cariño…__ serruchaba en un momento suave y lento, en otro con más ímpetu, con mas ritmo, con más potencia, pero siempre con la misma pasión animal. Estaba tan duro dentro de mí Mi cola estaba tan abierta y resbaladiza que el pedazo no tenía problemas en entrar, y cuando lo sacaba un instante para volver a clavarlo era la gloria. Yo lloriqueaba con ahínco, reverberación, como un eco pagano. El olor a sexo traspasaba todo el cuarto. El juguete de papa estaba bien clavado en las entrañas de su hijo, que era yo, era quien lo poseía, era todo para mí. Su machete seguía perforándome con gusto, estaba a cada instante mas cómodo y relajado con aquel pedazo de carne dentro de mi cuerpo, algo con lo que hacía rato soñaba y ahora en ese momento era realidad. Había dejado de ser una fantasía. El cuerpo del macho sobre mí, abriéndome por completo. Entregándome a sus deseos. Dándole mi virginidad.
El era todo fuego sobre mí, apuraba sus embestidas, ya llegaba el momento culmine, aquella vez fue mi primera vez que solté mi leche sin siquiera tocarme, tal era el estado de excitación y calentura. Cuando mi macho largó su semen en mi interior por segunda vez, yo ya me había acabado como la perrita, la hembra que era.
Otra vez quedamos unos momentos enganchados. El juguete de papa en mi interior aun latiendo inflamado. Nos besábamos sin fin. Pellizcaba mis pezones erguidos. Así estuvimos unidos un buen rato, hasta que el cansancio nos venció y nos quedamos dormidos. No sé cuando salió de dentro de mí. Solo sé que dormimos uno al lado del otro, pegados, hasta el día siguiente.-