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El fantasma, la cadena y tu cuerpo

Hola Vanesa!!  como estas? Antes de que digas algo, quiero que me escuches primero… sé que la última vez que nos vimos las cosas no estuvieron bien. La verdad no sabía que el difunto era tu compañero, jamás me imagine que mis comentarios me harían meter la pata…de verdad me disculpo y aunque ya ha pasado un año, todavía se me cae la cara de la vergüenza por el impase.



No te preocupes, no muchas personas entienden las cosas que pasan por la cabeza de alguien que se suicida. Todos tendemos a juzgar la vida desde la barrera y eso es la tarea más fácil – respondió Vanesa



De nuevo te reitero mis disculpas y ojalá me perdones por todo lo dicho… cómo tú lo dices, no sabemos que pasa por la ropa del otro y más cuando toma una decisión tan radical frente a la existencia – asintió Jorge



Tantos años de estudiar juntos y jamás me imagine que Mario era tu compañero…. La verdad llegue al funeral porque un profe me insistió



No te preocupes…ya paso- manifiesto Vanesa



Para reivindicarme quiero invitarte a comer o a bailar; sé que te gusta y espero que no digas que no- dijo Jorge



¿Porque no?  Hace rato que no salgo a ninguna parte. ¿Si quieres me recoges en mi casa el sábado en la noche?  - dijo Vanesa



Ok, no hay problema, nos vemos a las siete de la noche- manifestó Jorge



Me despedí de beso en la mejilla y me fui para clase de seis… me fui pensando en que era la oportunidad de pasar la vergüenza por mis comentarios oscuros el día del velorio.  La verdad me llamo la atención conocer un poco la historia definitiva del porque Mario se suicidó.



 El sábado muy puntual la recogí a las siete, se despidió de la mamá y se subió al carro. Tenía un bluyín descaderado y una blusa blanca, que dejaba ver su sostén blanco con encajes; con el pelo recogido y sin maquillar… la verdad se veía especial, nunca me había fijado en ella y la verdad, no estaba nada mal físicamente, pero lo que más me llamaba la atención era su personalidad.



Fuimos a comer al Uvero, una de las playas más lindas de Punta Cana, charlamos toda la cena, conociéndonos más de lo que la universidad permite. Los dos estudiábamos en la UNIBE (Universidad Iberoamericana) y jamás se nos pasó engancharnos. Pero esa noche fue especial… luego nos fuimos a una de las discotecas más cocidas la SERENIS. Pedimos unos tragos y nos dedicamos a bailar casi hasta los dos de la mañana.



Cuando salimos comenzó a llover, le preste mi chaqueta y corrimos al carro, pero fue imposible cubrirnos ante semejante diluvio. Ya en el carro reímos un rato, su sonrisa brillaba como los animales bioluminicentes en la marea baja del verano y su pelo ensortijado tenia ritmo como la bachata de Juan Luis Guerra.



El agua volvió más transparente su blusa, dejando ver los pezones oscuros que cubrían gran parte de sus senos turgentes; era idílico el momento… me miró fijamente y poso su lengua en mi boca. Después me dijo… ¡vamos!! Quizás en tu apartamento tengas ropa para prestarme, no quiero que me dé una gripe…me dijo



Nos fuimos rápido en medio de la lluvia que no paraba de caer… al salir del carro, me cogió de la mano y salimos corriendo. La puerta de la entrada no habría con la llave; estaba atascada, lo que ocasiono que nos mojáramos aún más… reímos por nuestra mala suerte, voltio y me dijo… dame la llave, ¿quizás a una mujer le haga caso?  ¡Y fue como si hubiera dicho ábrete sésamo!! La puerta se abrió.  



Ya en la sala, corrí al baño y saqué una toalla y se la pase. Comenzó a desvestirse delante de mi… su sostén blanco tenia hermosos encajes. Luego quito sus botas y medias, para luego dejar caer el bluyín… se percató de que la miraba y me dijo… ¿qué haces?  ¡Sólo respondí- admiro tu belleza!!



Se sonrió y me dijo… ¿ven ayúdame con la espalda? Me acerque y me paso la toalla, el aroma de su perfume me hacía volar a la estratosfera de mi apartamento. Tomé la toalla y comencé a realizar círculos por la espalda, siguiendo el hilo de sus bellos suaves que llegaban a sus nalgas. La ceda dental se perdía en sus montañas, tersas, lujuriosas, indómitas…



Se volteó y tomo la toalla para secarme la cara, la tela se había impregnado de su olor, casi que fue directico a mi cerebro para hacerme perder en la primavera de su cuerpo.



Quito los primeros botones de la camisa y la tiró de un solo golpe…los demás cayeron al olvido, porque no tenían razón de sostener nada. Mi cuerpo estaba perdido en la luz de su poder…recorría mi pecho, haciendo círculos en las tetillas, seco mi abdomen y mi cuello…se acercó aún más y poso la punta se su lengua en mis tetillas que respondieron al contacto poniendo erectas…mordisqueo la punta de cada una y las chupo con vehemencia… mientras besaba mi pecho, sus manos hábiles sacaron mi correa, para luego quitar los últimos puntos de resistencia de mi desnudez



Termine de quitar el bluyín que traía puesto y retire mis pantaloncillos negros…la ropa volaba como cuando llega la marejada y los vientos golpean los patios de las casas, los colgadores de ropa de las matronas, no pueden ofrecer resistencia ante el huracán.



Se quedó mirando mi desnudez y se acercó a terminar se secar la ingle, tomo mi verga en sus manos y la paso por su cara, la olía como buscando el aroma del macho que excitado golpea la hembra con su turbulencia.



Abrió su boca y la metió lo más profundo que pudo, llevándome al cielo donde me recogían las nubes. Casi no podía contenerme ante tanta embestida… se paró y me cogió el rostro para besarme como queriendo deshacer los besos del pasado



La tome de los brazos y la cargue en los míos, llevándola hacia el dormitorio y posándola en la cama.  Me quede mirándola unos segundos y luego baje para quitarle el sostén…se arqueo para poder llegar a las llaves que llevan al paraíso, dejando salir fulgentes senos, que se pavoneaban dominantes. La aureola del Pezón era grande, de esos que recubren toda la parte del frente del seno, pero el pezón era como una cereza pequeña, manjar y deleite de los dioses. Tenía una cadena de oro con uno dije en forma de corazón que fundía entre sus tetas, haciendo un conjunto para no olvidar



Los bese como nunca había besado, su olor de hembra me había cautivado. Baje siguiendo la carretera de bellos que llegaban a su ombligo, tan suaves y tersos que golpean entre sí, dejando una carretera por la saliva de mi lengua.  Di vueltas en su ombligo y seguí bajando por esa carretera de bellos aún más gruesos, que se agolpaban en mi lengua. Con los dientes tome sus tangas y las arranque como con rabia, quería ver el néctar del olimpo. Su concha depilada, expedía un olor a perfumes a madrugada. Nunca antes le había bajado tanto a una mujer.



Decidí que esa sería la primera vez que mamaría una concha. Le abrí los labios superiores y lentamente fui metiendo li lengua, sentía ese sabor agridulce de sus fluidos y ese aroma de mujer en celo que me atravesaba el alma… perdí la razón por unos segundos y cuando volví en mí, le estaba chupando toda la raja, de arriba abajo, como chupando el helado esperado toda la vida.



¿Me preguntaba porque no lo había hecho antes? ¡Que delicia es mamar la concha de una mujer Dios mío!! Me decía para mi…. Se vino en un orgasmo bestial que me lleno la garganta. Trague su almíbar cómo lo hace el colibrí.



¡Me dijo… Penétrame que no aguanto más!!  ¡Yo le dije, espera me pongo el condón!!  No, no!! Quiero sentir tu piel, quiero sentirme contigo como uno solo, no me niegues la oportunidad de vivirte completamente.



Fue como si me tocara con esas palabras…entre como si la espera hubiera sido de mil años, las estrellas volaban por todos lados. Sentía su vulva caliente apretándome la verga, chupándola lentamente…solo me decía ¿te gusta cómo te lo hago? ¿te gusta cómo te como Mario?  Me miraba como sus ojos salvajes, dándome el poder para entrar en su mundo y regarlo con mi esperanza.



Me vine, me vine como nunca lo había hecho…llené sus entrañas con el néctar de la vida   y fue mía y fui suyo.



Nos quedamos dormidos abrazados, como queriendo estar la vida entera…



A la mañana siguiente nos vestimos y fui a llevarla a la casa. Cuando nos despedimos, me dijo que fue hermosa la noche con tanta lluvia…yo solo le pregunte- ¿porque me había llamado Mario, cuando la estaba penetrando? Solo me miro y guardo silencio…



Entendí que era muy temprano para hacer reclamos y que debía entender que aun los fantasmas rondan la vida de Vanesa.



Se despidió con un beso y me dijo que me llamaría el lunes.



Efectivamente el lunes me llamo, hablamos largamente y quedamos de vernos el viernes. Cada día cada encuentro era más intenso que el primero. Era como perderse en la locura de ese sexo turbulento, pero un amor que se iba fortaleciendo en mí.



 



Paso una semana en la que no me contestaba el teléfono, hasta que el sábado me llamó y me dijo que nos veíamos en el apartamento.



Llego como una diosa, con un vestido azul, tacones negros y con el pelo recogido… me beso y me tumbo el mueble. Saco su vestido, tenía un liguero negro y unas tangas rojas, su cara maquillada. Era como un ángel que venía a salvarme de la tristeza y la soledad vivida.



Nos quitamos la ropa con la furia del tornado, cada segundo era como la eternidad de Sísifo. Se montó en mi verga y la clavo en sus entrañas como olvidando el dolor con cada envestida. Se apretaba al mueble y decía- ¿te gusta como se lo hago?  ¿te gusta cómo me como esta verga? Yo solo la miraba y veía su miraba perdida hacia el otro sofá.  ¡miraba y me decía… te amo, te amo!! Soy tuya, cógeme como quieras…



Follamos toda la noche, como si el tiempo se hubiera detenido… casi que no podía pararme de tanta entrega.



A la mañana siguiente pidió un taxi y se fue, no quiso que la llevara a casa. Ese día fue pletórico, fue hacer el amor para quedarse toda la vida a su lado.



El lunes cuando arreglaba la cama en la mañana encontré la cadena de oro, estaba bajo la almohada. Sonríe cuando la vi… vi que el dije tenía una abertura. Cuando lo abrí   encontré una foto pequeña de Mario adentro. Me llené de Furia por esa situación… comencé a llamarla incesantemente al teléfono… de nuevo no me contestaba.



Decidí ir la llevarle la cadena a la casa y hacerle el reclamo por esa situación. Cuando llegue y toque la puerta me abrió la madre de Vanesa. Le pregunte por ella y sólo me respondió…Vanesa murió hace una semana, esa se suicidó… ¿usted no sabía?  Yo me quedé perplejo frente a esa revelación.  



Solo pude decirle… aquí le dejo esta cadena de Vanesa, se le quedo en mi casa. Luego le dije… ¿usted me está diciendo la verdad señora?  ¡Yo estuve con Vanesa el sábado!! 



¡!Usted está loco chico!! Me respondió la señora… entra y mire la foto de ella en la ceremonia de entierro.  Tenía el vestido azul y la tenían maquillada en el féretro.



Desde ese día, me quedé solo, me vine a vivir a NY y no quiero saber nada de Republica dominicana.



 



Posdata: ¿Mito urbano o no? quise escribir la historia de Quike, el hombre solitario de Queen NY, que me compartió su historia este verano en los EEUU


Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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