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Categoría: Incestos

El esclavacho caliente

Mi hermana, hermosísima desde niña y dueña de una despampanante figura física y una inteligencia como prodigiosa, tres años mayor que yo, supo desde siempre imponerse a mí en absolutamente todo, sino también hacerme rabiar torturándome de las maneras más diversas maneras haciéndome caer casi de continuo en rabietas desesperantes con las que ella gozaba de la manera más sádica.



A medida que nuestra niñez iba dándole paso a la adolescencia y crecíamos ambos, la superioridad de ella iba creciendo de manera cada vez más enorme, y mi inteligencia en vez de avanzar retrocedía, aunque mi agraciada figura física fuese un encanto que seducía a cuanta mujer me viera.



De nada me valía tal cosa, si mi hermana, hermosísima ella también, era inmensamente superior a mí en absolutamente todo, y sabía hacerme caer como ella quisiera, en esos estados de rabia desesperante al verme sádicamente torturado por ella.



No pocas veces sentía yo ese deseo como alocado de asesinarla, y si en alguna ocasión no lo intenté...fue porque el miedo al fracasar y temer su represalia atroz me detuvo dejándome sólo con el deseo frustrado. Ella era físicamente también muy, pero muy superior a mí, y sabiendo ella eso, me vivía amenazando con agarrarme y someterme a torturas monstruosas si llegaba yo a intentar cualquier ataque a su persona.



Aquel día cuando en mi ser estalló "aquella rara cosa", fue cuando muy próximo yo a cumplir mis 18 años, la escuché decirme aquello que me regurgitó la sangre al oírla decirme así:



-"Voy a dejarte enamorado de mí y caliente como un burro, y vas a ser mi esclavacho caliente y te voy a disfrutar haciéndote saltar ríos de leche por la verga...prepárate porque lo que sigue, será eso!!!"



Confieso, que algo así como una electricidad como erótica... me recorrió entero. Mi hermosísima hermana hacía lo que quería conmigo y yo no podía contrarrestar absolutamente nada nunca, y aquella sentencia... me condenaba desde ya, a una cosa que se me venía sin poder yo hacer nada por evitarlo.



Recuerdo que una enloquecida mezcla de odio y una impotencia atroz me dominó entero, y queriendo yo saltar sobre ella para descuartizarla si ello pudiera hacer me dominó en el deseo de hacerlo posible, pero una vez más, mi miedo y esa impotencia me dejó tieso, mientras mis entrañas genitales sentían ese timbrar erótico que me estaba llamando a aceptar mi destino por ella anunciado, y atrapado en esa rabia e impotencia, me puse a llorar pataleando como chiquillo mañero, mientras mi hermana, así viéndome, comenzaba a danzar brazos en alto en burlona mofa, dirigiéndome morisquetas socarronas. ¡Qué hermosa quedaba eso haciéndome!!! Sabiéndome inofensivo y aprovechando tal cosa, se acercó así bailando, para moverme bien el culo frente a mis bolas, y pegándose a mí, me lo refregó obscenamente.



Entonces, una voraz llamarada candente tomó posesión de mi ser, y aunque lloroso y con rabia cediéndole el paso ahora a un placer invasor, caí de rodillas a sus pies... y comencé a besarle el culo y bajar decididamente mis besos por sus piernas hasta llegar a sus pies besándoselos.



Llorando, comencé a gritarle que había ya conseguido de mí hacerme lo que de mí había dicho hacerme, y que yo ahora no era más que un esclavo suyo y que podía darse el gusto de hacerme todo lo que quisiera, y que mi orgullo ya no existía en mí y que ella... era ahora mi dueña absoluta.



Soltando las carcajadas mi hermana saltaba frenéticamente feliz aplaudiendo y golpeando sus palmas en sus piernas mientras saltaba como alocada, y procediendo a agarrarme y arrancarme la ropa a tirones hasta dejarme completamente desnudo así poseído yo en excitación sexual donde mi erección mostraba la exageración de mi calentura, largó ella un grito de sorpresiva exclamación viendo la dimensión de mi pene en despampanante erección asnal, y soltando las carcajadas, comenzó a darme una soberana paliza con un cinto que había allí a su alcance, diciéndome que esa paliza sería el preámbulo de las cosquillas y pajas que seguidamente sobre mí vendrían.



Los cintazos que mi hermana me propinaba así completamente desnudo me hacían arrancar gritos que delataban una mezcla erótica de sufrimiento e innegable placer que mi hermana festejaba con las más estridentes carcajadas, mientras me azotaba con frenética velocidad y fuerza.



Era el comienzo bautismal de una relación que ya era realidad entre ella y yo. Ahora, yo era el esclavo caliente y ella mi dueña absoluta.



Mis gritos de dolor y placer entreveraban esa cosa masoquista que ya era realidad en mí, y una dicha monstruosamente invasora y avasallante me dominaba entero disfrutando lo que mi hermana me hacía. ¡Cómo se reía ella!!! Aquel fino cinto subía y bajaba sobre mi desnudez con velocidad y fuerza alocada en las manos de ella azotándome sin piedad, y una oleada repetida de placer inaugural dominaba mi flamante masoquismo entregado por completo a ella.



Por fin cansada de azotarme, jadeante y feliz, me atrapó para llevarme hasta la cama donde me arrojó con fuerza, para lanzarse encima mío comenzando la más atroz manoseada cosquilleante que arrancaba de mí desesperaciones y gritos pataleando desesperado debajo de ella así torturándome ahora. Desnudo por completo yo y con mis carnes ardientes por la paliza recibida de ella, y caliente en eroticidad monstruosamente atroz, era ahora el objeto de sus manos cosquilleándome y atrapándome el chorizo al que comenzaba ella a masturbar haciéndome entrar en eclosiones de alocado placer disfrutando en una loca mezcla de sensaciones múltiples que me tenía prisionero en ellas.



-"Soy tuyo, soy tu esclavo, soy tuyo, tuyo, tuyooooo!" Gritaba yo mientras ella reía soltando las carcajadas y mi verga comenzaba a escupir tremendos chorros como interminables de leche cremosa y abundante saltándome lejos para ella largarse todavía más fuerte las carcajadas, que mezclaba con gritos y alaridos de grotesca algarabía gozosa. To... era un gemir y suspirar y gritar poseído por orgasmos que parecían hacerme entrar de lleno en la locura más absoluta.



Perdido por completo en una entrega absoluta a mi hermana, la dejaba hacerme y ella era la más desenfrenada cosa avasallándome a su antojo en una desmedida orgía dominante donde mi cuerpo era el juguete de sus deseos.



Comenzó a mamarme y hacerme lamerle el culo, lamerle la concha y lamerle los pies; lamerle las axilas y lamerle las tetas... todo, todo me hacía lamerle. Y me forraba y me volvía a forrar... y a pajear y a cosquillear... y yo, era un juguete de ella.



Y desnudo me montaba y me hacía sobre mis hombros llevarla acaballada siendo que es ella mucho mas grande que yo y yo mucho mas flaquito y menor, pero igual me lo hacía.



La conciencia de saber que era todo eso la nueva cosa a regir entre nosotros, dominaba en mi sentir una cosa de dificilísima explicación. Ella mismo me lo dijo diciéndome que debía yo resignarme y entregarme a tal cosa sometido y feliz, que así lograría yo no sólo superar tal cuestión sino... ¡gozar sabiéndome de ella esclavo!



Mi hermana... había avanzado un gigantesco paso más en su dominación sobre mí. (Continuará)


Datos del Relato
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