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Categoría: Confesiones

El enfermito

Soy Marcos, y siempre pensé que tengo problemas sexuales. Empecé a masturbarme hace años, y desde entonces no puedo parar de hacerlo. Claro que no me salía leche al principio. Me tocaba el pito lleno de cosquillas, escalofríos y temblores, y terminaba con las manos meadas. Solo salía una agüita mezclada con pis. Pero ahora que tengo 18 sí que me sale leche, y bastante.

En el colegio no puedo evitar tocar a mis compañeras, o dejarles notas guarras en sus carpetas. Me gusta dibujarles tetas, pitos con huevos grandes y peludos, o alguna concha abierta con gotas de leche y culos con moretones. Me encanta ver cómo se sonrojan y me insultan, porque sé que mis actitudes las calienta, pero saben que es incorrecto.

Tengo como 20 compañeras, pero solo una me la para como nadie. Se llama Soledad. Si bien molesto a todas por igual, ella es la que más me pega. Es a la que más le hago bromas pesadas. Debe creer que la odio. Pero ni ahí. Me encanta, desde primer año, y como soy medio tonto no me animo a acercarme de otra forma. Y bueno, le toco la cola cuando pasa cerca de mí, le saco la lengua, le digo chanchadas, o le quito la hebilla del pelo. Para colmo se sienta frente a mí.

Ella pareció ser la más feliz de todas cuando el año anterior me suspendieron por 3 días del colegio, pues, la profe de química me descubrió viendo un video de una morocha que cogía con 2 negrazos en mi celular. Todavía no sé cómo la vieja no me lo hizo bosta contra el piso.

También la sigo al baño cuando va solita, y le saco fotos sin flash. De hecho, una de las mejores fue hace poco. Todos entraban y se ubicaban en sus bancos para tomar la clase, y yo le bajé el pantalón de un tirón. Todos le vieron esa cola hermosa tras una bombachita negra!

Paralizado y todo, tan rápido como pude le tomé la foto. Algunos aplaudieron y otros la silbaban o le decían cosas. Por suerte ella logró arreglarse antes de que entre la insoportable de historia. Creo que por miedo no me buchoneó. Eso sí, en el recreo, cuando me vio solo me plantó flor de cachetada.

Algunas veces la veo adentro del baño trepado a una pared que tiene una ventanita, y se me re moja la puntita de solo ver su bombachita algo gris por sus flujos mientras hace pis. Cuando ella sale de su cubículo debo esperar un rato en el baño de hombres porque, no hay manera de bajármela. Cuando tengo este tipo de oportunidad, llego a mi casa, me meto en la ducha y me pajeo frenéticamente, unas 3 o 4 veces. Después me queda toda la cabecita roja y me arde, pero nadie me quita lo pajeado. ¡jejeje!

Entonces, satisfecho y liviano me pongo a ver tele, o a jugar a la play, o hago la tarea. En ese rato dejo de pensar en ella. Pero en cuanto veo alguna peli con alguna escena medio fuerte, la guacha vuelve a mi memoria, y me duele el pito porque se me para sin control.

Hace poco en el colegio nos pusieron juntos para hacer un trabajo práctico con otros 2 compañeros, Camila y Dylan. A Sole no le gustó para nada porque piensa que soy un degenerado. Así que le prometí portarme bien, para intentar doblar su pensamiento, aunque sea un poco. Ese mismo día pero más temprano me había pegado porque le dejé un preservativo en la cartuchera.

Sole ofreció su casa, porque a todos nos quedaba cerca. Esa noche pensé en cómo hacer para robarme una bombacha o un corpiño de ella. Lo planeé, y en cuanto llegué a la casa, lo primero que se me ocurrió fue pedirle pasar al baño.

¡por el pasillo a la izquierda!, dijo ella con un mate en la mano. Camino al baño vi la puerta de una habitación, y encima de la cama algo de ropa. Era su pieza porque estaban sus zapatos en el suelo.

Ella adivinó mis intenciones y se levantó a cerrar dicha puerta. Me miró mal y me dijo: ¡es ahí el baño tarado!

¡me encantaba verla enojada!

Entré, hice pis, y mientras miraba para todos lados hubo algo que me dejó sin aliento. La cortina de la ducha estaba entreabierta, y colgada de un grifo había una tanga. Sol estaba recién bañada y con el pelo mojado, así que no podía ser de otra persona.

Con el pito al aire corrí hacia ella y la tomé en mis manos. Estaba marroncita, pues, aún no la había lavado. Sentí que la pija podía tocarme la frente cuando me la puse en la nariz y me pajeé sentado en el inodoro; hasta que Sol golpeó la puerta preguntando si estaba bien.

¡Sí pendeja, ya voy!, le dije bastante agitado. En ese preciso momento había empezado a acabarme entre los dedos, ya que su voz provocó la explosión.

Me la vé las manos, le di un beso a la bombachita y la dejé en su lugar. En menos de lo que creí estábamos haciendo la tarea con las chicas, ya que Dylan no vino y ni avisó.

De repente Cami recibió un llamado al celu y salió al patio a contestar. Yo miré a Sol que leía un libro, y le escribí en un papel: ¡qué linda es la bombacha del baño!

Ella se levantó roja y me pegó una nueva cachetada. Entonces le dejé otro mensaje en el libro: ¡me la guardé en el bolsillo del pantalón nenita!

Más enrojecida aún se levantó rumbo al baño para comprobar si lo que le decía era cierto. Entonces vi su cara de tigresa mientras volvía a pegarme al descubrir mi mentira, aunque esta vez fue una piña en la cara. Sentir el enojo hecho furia de la chica que me gusta es hermoso porque puedo darme cuenta de que le importo. Encima yo sabía que su novio la gorreaba con una piba de 19, que además de ser fea es re turrita.

Cuando ella me pegó la agarré de la cintura y la apoyé contra mi cuerpo. Su corazón palpitaba de rabia. Pero en cuanto le empecé a tocar la espalda, la cola y el pelo se fue calmando como toda una gatita asustada.

¡igual sos un cochino nene, no te presto más el baño!, decía con la voz apagada aunque con dulzura, justo cuando oímos que nuestra compañera regresaba, y nosotros nos despegamos rápidamente.

¡seguro se dio cuenta de todo, pero se hizo la re chota!, me escribió Sol en un papel mientras terminábamos un resumen. Esa noche no pude dejar de pensar en ella rogando que se diera otra situación parecida.

Miré algunos videos pornos en la PC, me pajeé unas 3 veces y me fui a dormir con el recuerdo de su bombachita en la nariz.

Al otro día en la escuela, cuando tocó el timbre del recreo todos salimos a comprar golosinas. Cuando volví al aula encontré una nota en mi carpeta de Sol que decía: ¡entre nosotros no pasó nada!

Me dio bronca porque ella retrocedía lo poco que yo había logrado avanzar. Así que me salió el malo de adentro y grité al curso: ¡Sol dice que entre nosotros no pasó nada, pero ayer nos re tranzamos, y la muy zorra me manoteó el pedazo… para mí la guacha quiere que le pegue una buena culeada!

Ella estaba parada frente a mí con su peor cara de culo, y apenas se dio vuelta indignada, aproveché a pegarle y manosearle el orto. Ella reventó en llanto y salió corriendo del aula hacia el baño de mujeres. Ni me conmoví. Al contrario. Creo que hasta me excitó verla llorar. Su nota me había enojado de verdad.

Mientras ella regresaba le dejé una nota junto al dibujo de su bombachita sucia que decía: ¡dale, si te encanta que tu novio te cague… aparte, todavía me falta tocarte la concha pendeja idiota!

Vi cómo la leía mientras la profesora la retaba porque no se podía salir del salón así nomás. Ella le explicó que no se sentía bien, y se salvó de las amonestaciones, entretanto yo le decía: ¡seguro que le vino y se manchó toda profe!, y todos en el curso se descostillaban de risa.

Sol se sentó y me ignoró todo lo que pudo.

A la salida del colegio Camila me dijo que aún teníamos que terminar el trabajo grupal, pero que Sol no pondría su casa. Así que Cami ofreció la suya. A la semana, tipo 6 de la tarde nos juntamos allí, y justo coincidió con una reunión de la madre de Cami y sus amigas. Así que nos fuimos con libros y todo a trabajar al patio.

Todos usábamos el wifi de la casa para buscar información, por lo que cada uno permanecía fijo en su celu dispuestos a terminar y poder irnos de una buena vez. Ninguno hablaba. Sol me miraba cada vez peor, ya que seguía enojada conmigo por lo de la escuela, y con Camila también por reírse. Pero esa tarde estaba super bonita, y encima el sol la hacía brillar aún más. Tenía una ropa suelta con la que parecía muy cómoda, el pelo suelto y los ojos claros como el cielo. Yo no paraba de mirarla, y ella se molestaba más.

De repente a los 3 se nos cayó el internet, y Camila entró a la casa para reiniciar el router. De paso nos traería algo para comer. Entonces le escribí un sms a Sol.

¡Quiero verte la bombacha ahora!

Ella se puso colorada, pero cuando quiso pegarme la esquivé y se cayó sobre mí perdiendo el equilibrio. La agarré de la cara y comencé a besarla con una calentura que logró robarle algunos gemiditos. Le comí la boca con toda mi pasión, porque eso les gusta a las pendejas según mi hermano mayor. De a poco le fui llevando la cabeza a mi pija que latía imparable. Sol se resistía. Decía que estábamos en casa ajena. Pero después de que me pegó otra vez cuando le bajé el pantalón, le robé otro beso que fue como un chupón y le dije: ¡dale pendejita, pegame una chupada!

Creo que mi beso le gustó tanto que bajó lentamente, empezó a olerme la pija y la piel, y de toque se la mandó para adentro. No la chupaba tan bien pero a mí no me importaba. Tenía el calor de su boquita envolviéndome el pito, y encima le re miraba la bombacha rosa que se le mojaba adelante. ¡Hasta llegué a tocarle la vagina por adentro!

¡mirá si Cami te ve chupándome la pija chanchita!, le murmuré, cuando en eso escuchamos que a lo lejos venía Camila trayendo unas galletitas. Tuve que acabarle en la boca sin preguntarle, y ella se la sacó para escupir todo mi semen en el suelo. Entró llorando a la casa, pero yo quiero creer que fue de alegría, aunque hasta hoy no me habla.

Ya veré cómo ganarme su atención otra vez, porque me encanta!

Fin

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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