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El café derramado

Se acercó a su Sr con el café en la mano. Tropezando y cayendo un poco de café en el piso. Lo miro con miedo, y como si conociera lo que su amo le iba a pedir le entrego el café, se puso en cuatro y comenzó a lamer el café del piso.



-Mmmm.



Escucho suspirar a su amo, y un escalofrío recorrió su espalda causando que levantara el culo aún más debido a la excitación.



-Eres una putita muy buena, te mereces un premio. Acércate.



Se puso de pie y se paró frente a su amo. Él se encontraba sentado con las piernas entre abiertas y ella se paró justo entre ellas rozando levemente las rodillas de su Señor con sus piernas.



-Hoy te has portado muy bien, y esa faldita de colegiala que escogiste me gusta mucho -dijo rozándole los muslos por debajo de la falda que acababa de elogiar.



Ella seguía de pie, sin moverse disfrutando del suave roce de los dedos de su amo.



-Solo quiero complacerlo mi Señor -le respondió ella deseando que le ordenara complacerle. Y aun absorta en sus pensamientos miro desconcertada como su amo alejaba sus manos para recargarlas en los descansabrazos del sillón donde estaba sentado.



-¿Qué usas debajo de la falda?



-Lo que me pidió mi Señor, una tanga negra.



-Muéstrame.



No lo dudo, ella complacería a su Señor levanto su falda y dejo a la vista la pequeña prenda de ropa interior que su amo le había pedido. Le gustaba eso, que su Señor la viera justo como él deseaba tenerla.



Su Señor se irguió un poco y con el dedo índice de su mano derecha rozo su coño justo donde la tanga abría sus nalgas.



-Se siente húmeda, ¿estas caliente perra?



Al oír eso, ella gimió bajito y tembló aún más que al sentir el dedo entre sus piernas. –Si mi Señor, lo estoy. ¿Le molesta?



-Así, te quiero puta, caliente y mojada -dijo el con un tono burlón que ocasiono que ella ahogara un gemido.- Date la vuelta quiero ver como se ve la tanga en tus nalgas.



Se dio la vuelta y sintió las manos de su amo presionar sus muslos desde las rodillas hacia arriba.



-Mmmm Señor… -dijo ella entre gemidos al sentir los pulgares de su Señor rozando su coño.



-Inclínate y abre las piernas, puta



Ella lo hizo, y su amo comenzó a bajar la falda muy despacio, hasta que la sintió en los tobillos.



-Me gusta tu culo, muévelo, muéstrame que tan cachonda estas.



Comenzó a menearse lento, gimiendo bajito de izquierda a derecha, mordiendo sus labios y rozando con sus manos sus propios muslos.



-¿Asi mi Señor? AH!!! Mmmmm!!!



Aun se movía cuando sintió las manos de su amo jalar la tanga ocasionando que los labios de su vulva se abrieran, ella seguía moviéndose fascinada por la tela rozando contra su coño húmedo.



-¿te gusta? Estas muy caliente putita -suspiro su Señor y le quito la tanga rompiéndola- deja de moverte. Inclínate más.



Ella lo hizo apoyando sus manos en las rodillas, cuando sintió, ambas manos de su Señor, apoyándolas cada una en una nalga y abriendo mucho dejando expuesto su ano.



-Mi… Señor… -dijo ella jadeando.



-Se ve muy apretado, no mentiste sobre que nadie lo ha penetrado -dijo su amo muy cerca de su culo, se alejó un poco y beso la nalga derecha- Sera un manjar -y sin avisarle o prepararla comenzó a lamer su ano. La lengua de su Señor era húmeda y cálida, tan suave y certera. Podía sentirla de arriba, abajo sumamente lento, tomándose su tiempo en probarla; ella estaba temblando, arqueando la espalda y levantando aún más el culo, mientras los dedos de su amo presionaban sus nalgas y las abrían más para acceder más fácil a su culo.



-Mi Señor -suspiraba entre gemidos. Sentía como su vulva se empapaba y comenzaba a crecer en ella una urgencia de tocarse.– Ah!!! Mi Señor… -ahogo un grito. Había sentido la punta de la lengua de su amo penetrar su esfínter abriéndolo un poco.



-Estas goteando perra. Híncate frente a mí, y baja el cierre de mi pantalón.



Lo hizo, se arrodillo ante él y pudo ver como la verga de su amo se encontraba duro contra la tela del pantalón. Voltio a verlo mordiéndose los labios, quería que su Señor la viera excitada y dispuesta a usar su boca para complacerlo. Bajó el cierre y ayudándose con la mano saco la verga dura y húmeda de su dueño. Se acercó y lamio la punta, gimiendo de placer.



-¿Quién te dio permiso de lamerme perra?



Se alejó del regazo de su amo y aun hincada se inclinó hacia delante y con las manos sobre el piso le pidió perdón. Su dueño la miró enojado y le pidió que se recostara boca abajo sobre sus piernas.



-Te estabas portando tan bien perrita, pero me desobedeciste, mereces un castigo.



-Si mi Señor -respondió ella sabiendo que le daría nalgadas. Sus pechos estaban erguidos y sus pezones eran duros y erectos. Cerró los ojos esperando el castigo, anhelando las manos contra sus nalgas.



-¡Eres una puta!, ¿Sigues mojándote? -le dijo mientras rozaba con sus dedos su coño- Mis dedos se resbalan dentro -le susurró en el oído haciendo que mojara aún más la mano de su Señor– Serán 5 azotes, cuéntalos.



-Uno -dijo ella sintiendo la mano frio y húmeda sobre sus nalgas- Dos -gritó arqueando la espalda al sentir calor subiéndole por los muslos- Tres -ahogó un grito mordiéndose los labios para no gemir- Cuatro -solo quería que su Señor la hiciera suya con su verga- Cinco -frotó un poco su entre pierna con el muslo de la pierna de su Señor.



Su amo le pidió que se levantara y que le mostrara el culo rojo por las nalgadas. Ella lo hizo sintiendo como su flujo le mojaba los muslos.



–Siéntate sobre mis piernas puta.



Y siguiendo sus órdenes se sentó sobre las piernas de su amo, sintiendo como la verga dura y húmeda le rozaba el culo. –¿Lo sientes perra? -le dijo el, respirando fuerte sobre su nuca. -Tómala con tu mano y métela en tu coño ¿eso quieres no puta?



-Si mi Señor, lo deseo, quiero su miembro duro -gimió ella mientras tomaba el pene de su dueño y se lo metía en la vagina.



Resbaló dentro por lo húmeda que se encontraba. Lo sintió duro y tibio, no pudo resistirse y comenzó a mover la cadera en círculos sobre el regazo de su Señor, y mientras lo hacía su Señor le abrió las piernas y comenzó acariciar su clítoris con una mano y con la otra a jalarle los pezones. Ella no podía pensar en otra cosa más que en él placer que subía de su entrepierna para invadirle el cuerpo.



-Mi Señor -dijo gimiendo, y temblando- voy a terminar si sigue mi Señor, le suplico, déjeme correrme.



-¿Eso quieres puta? ¿Venirte?



-Sí, mi Señor, eso deseo.



Su dueño abrió las piernas de ella por completo para dejar al descubierto su coño, dejó de masturbarla y le puso los dedos en la boca para que los lamiera y los mojara aún más, le pidió que siguiera moviéndose pero que se recargara en su pecho para poder verle la vulva abierta y mojada. Ella lo hizo y sintiendo como el miembro de su Señor se tornaba aún más ancho y duro.



-Tócate para mi puta.



Ella bajo las manos abrió los labios de su sexo y comenzó a acariciar con rapidez su clítoris, mientras gemía, su dueño rodeaba con su mano derecha el cuello, para poder hacerla para atrás y ver como se tocaba, y apunto de venir, su amo le dijo: -Termina -y lo hizo, exploto con el miembro de su Señor dentro, empapándole los muslos a su Señor.



-Me ensuciaste perrita.



Ella sabía qué hacer, se levantó y se hinco frente a su dueño comenzando a lamer su corrida de los muslos de su Señor, viendo como la verga de su dueño estaba dura, y pensando, quiero tenerlo en mi boca…


Datos del Relato
  • Categoría: Dominación
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