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Categoría: Confesiones

Después de divorciarme me volví la puta fácil del edificio

Cuando me acababa de divorciar, mi hijo y yo nos mudamos a un edificio en una zona no tan bonita de la ciudad, pero pues ni modo, para eso nos alcanzaba y eso encontramos. Al momento de mudarme yo salía con alguien, de hecho éramos amantes, pero poco después de haberme separado/divorciado, terminamos. Qué raro, verdad? Algunos de mis vecinos se dieron cuenta de que ya no recibía visitas de mi novio y entonces comenzaron a insinuárseme y pues ya que no era una zona muy bonita, sería muy útil tener amigos que me cuidaran. Aunque la verdad, como verán a continuación, mis travesuras empezaron un poquito antes.

A las pocas semanas de haberme mudado –y la verdad cuando aún tenía novio- era un fin de semana en que mi hijo se iría todo el fin con su papá, de hecho desde el viernes, así que yo aprovecharía para acabar de arreglar el departamento; ya ven que a veces una tarda en desempacar y arreglar todo. Bueno, total que dejé a mi hijo en la escuela y al regresar me encontré a uno de mis vecinos arreglando su coche; se llamaba José y por lo que sabía siempre estaba por el barrio y su esposa trabajaba todo el día.

Pepe – Hola, vecina, buenos días!

Yo – Hola, vecino! Qué madrugador!

Pepe – Pues es que llevé a mi esposa al trabajo y pues ya me quedé revisando unas cositas al carro. Cuando quiera le reviso su motor, soy bueno para meterles mano –la verdad en ese momento no sabía si me hablaba en doble sentido o qué-.

Yo – Ah, muchas gracias, qué amable, vecino.

Pepe – Oiga, y ya se instaló? Qué le parece el barrio?

Yo – Pues justo este fin acabo de instalarme, voy a aprovechar que mi hijo se va todo el fin con su papá para ya terminar. También quiero checar unas cosas de plomería, yo creo que lo voy a decir a unos de mis hermanos que venga o usted sabe de un plomero por aquí?

Pepe – No, pues yo; si quiere yo reviso su plomería, vecina.

Yo – A poco también le sabe?

Pepe – Claro! Para qué andar pagando esas pendejadas?!

Yo – Jajajaja o sea que no me va a cobrar?

Pepe – No, claro que no, bueno, ya si me quiere invitar un taco o unas cervezas, pues no me voy a negar.

Yo – No, pues me parece muy justo. A qué hora lo veo?

Pepe – Usted dígame, vecina.

Yo – Deme una hora, le parece?

Pepe – Como usted diga.

Al cabo de una hora o un poco más, llegó el vecino, yo estaba en pants y una playera delgadita, ya saben look para trabajar en casa. Le ofrecí algo de tomar, pero no aceptó y enseguida se puso a revisar el baño. Estuvo ahí un buen rato, entonces mientras yo estaba en la cocina él llegó a revisar el fregadero, para pasar al cuarto de lavado tenía que pasar casi encima de él, incluso al lavar unas cosas –cosa que él me pidió- estaba parada encima de él y sentí su mirada en mi, más cuando me puse a limpiar la barra que estaba frente al fregadero; sentía su mirada clavada en mis nalgas. Eso me inquietó un poco, debo confesar. Al terminar, después de la una de la tarde, me dijo que ya se retiraba, pero le dije que por qué no pedíamos unas tortas para comer, él me dijo que le encantaban las tortas y se ofreció a ir por ellas. Con mucha pena acepté y le di dinero. Al volver, además de las tortas había comprado unas cervezas, y pues no sentamos en la sala a comer y tomarnos las cervezas. Después de la segunda cerveza, me preguntó que, deberíamos tomarnos un tequila.

Yo – Y eso por qué, vecino?

Pepe – Pues para darle su bienvenida, vecina. Además hay que celebrar que llegó una vecina muy guapa, oiga.

Yo – Ay, gracias, qué amable.

Pepe – Deje voy por uno a mi casa.

Yo – Bueno, yo mientras recojo todo esto.

Pepe – Deje, vecina, ahorita le ayudo a recoger.

Yo – Bueno, aquí lo espero –en lo que iba por el tequila yo fui al baño y mientras orinaba comenzaba a excitarme pensando en la sugerente de la situación; Pepe no me atraía, era un tipo cercano a los 50 años, varios kilos de más, no muy alto, pero se veía que era un cabrón, y me calentaba que un tipo así, además sudoroso y todo, me cogiera, tenía como dos semanas sin sexo y me pongo muy hot cuando se acerca mi período y sin estoy con unas copas encima, pues mucho más, entonces simplemente decidí quitarme el brassiere para que se notaran más mis tetas-.

Pepe – Listo, vecina, tienes unos caballitos por ahí? –se le fueron los ojos al verme sin brassiere y ver cómo se notaban mis pezones-.

Yo – Claro –fui a la cocina a sacar unos caballitos de la alacena, enseguida sentí cómo su mirada se clavó en mis nalgas, yo me tardé un poquito más de lo normal para darle un taco de ojo y después llevé los caballitos a la sala- listo, vecino.

Pepe – Eso, vecina; buenas las tortas, verdad? –dijo mientras servía los tequilas-.

Yo – Sí, oiga; no me sirva mucho porque se me sube…de por sí ya como que se me subieron las chelas.

Pepe – Uno, nomás.

Brindamos y me convenció para tomarme otros dos tequilas y otra cerveza; aunque ya no me terminé el tercer tequila. Estuvimos platicando de tontería y media y me estuvo chismoseando de cosas del edificio: peleas, divorcios, infidelidades…en fin. Durante la plática me di cuenta cómo se asomaba para poder ver mis tetas debajo de mi holgada playera o me veía las nalgas o la entrepierna, para ver si se me marcaba la conchita. Cuando estaba ya en el tercer tequila, fui al baño a orinar por enésima vez, cuando estaba por salir, estaba lavándome las manos –algo mareada, la verdad- cuando Pepe entró al baño.

Yo – Ya voy a…-no me dejó terminar de hablar, mi vecino se me embarró por atrás, enseguida sentí su bulto duro en mis nalgas- que hace, vecino?

Pepe – No te hagas, vecinita, que andas igual de caliente que yo –me besaba los hombros, trataba de bajarme la blusa, me agarraba de la cintura y subió a mis tetas, agarrándomelas bruscamente-.

Yo – No, espere… -yo falsamente trataba de zafarme-.

Pepe – Bien que andas con ganas de una buena cogida, vecina…se me hace que desde la mañana andas ganosa…como sabes que los dos tenemos todo el día…querías que alguien viniera a darte, verdad?

Yo – No, vecino…espere…por favor…

Pepe – Ah, no? Entonces por qué esa playerita que se transparenta todo, vecinita? Y ese pants con que se te nota tu calzoncito? Además te quitaste el brassiere hace rato. Me has puesto las nalgas todo el tiempo, vecinita…andas cachonda, quieres verga –en ese momento sentí cómo se verga palpitó en mis nalgas- no digas que no se te antoja una buena cogida –la verdad estaba súper hot- ya sentiste cómo me tienes, vecinita? Te va a gustar, además tenemos tiempo, mami.

Yo – Y si viene mi novio?

Pepe – Ese güey viene hasta la noche…además ya casi ni viene…-me embarraba rítmicamente su verga en mis nalgas; yo ya no aguantaba la calentura, además tenía razón, mi novia estaba dejando de venir, así que sin más decidí coger con mi vecino. Me había puesto súper hot lo que me dijo y más al sentir su dura verga en mis nalgas, entonces me di la vuelta, me hinqué, le abrí el pantalón, se lo bajé, también sus calzones y le agarré la verga, olía a sudor, a sexo, entonces empecé a mamársela a ese gordo sudoroso de mi vecino; me hubiera encantado tener una cámara para ver una y otra vez lo puta que me puse con ese gordo sudoroso.

Yo – Mmmmmmmmmm…mmmmmmmmmmmm…-sabía amarga su verga, pero no me importó eso ni el sabor saladito del sudor, igual me puse a mamársela hincada en mi baño- mmmmmmmmmmm…qué rica vergota, vecino…mmmmmmmm…

Pepe – Ya ve cómo si andaba caliente, vecina…eso, mámeme la verga, vecinita…ay, qué rico, pinche vecina…se la devora.

Yo – Mmmmmmmmm…mmmmmmmmmm…mmmmmmmmm –volteaba a verlo mientras le mamaba su verga venosa y peluda, a mi me gusta que se recorten el vello también, pero no me importaba nada, sólo quería mamársela- mmmmmmm…-él se sentó en el wc y me dijo que se la siguiera mamando-.

Pepe – Inclínate, mami, quiero verte las nalgas mientras me la mamas.

Yo – Mmmmmm…-se la agarré, la lamí todita, desde abajo hasta la puntita, le lamí y le chupé lo güevos, luego se la volví a mamar- mmmmmmmmmm…mmmmmmmmm…

Pepe – Ay, no mames…usted sí sabe, vecina…eres una golosa, mami…-después de unos minutos me puse de pie quitándome mis pants, me paré frente a él sólo con mi playerita y mis calzoncitos-.

Yo – Te gusta?

Pepe – Me encanta…está re buena, vecina –me dijo acariciándome las piernas y la cadera, entonces me agarró de la cadera tocándome las nalgas con sus gordos dedos y me volteó contra la pared, me subió la playera para ver mejor mi nalgas y me dio una nalgada con su mano pesada, me dolió, pero me gustó-.

Yo – Ay! –entonces se inclinó y empezó a comerme mi colita, me lamió las nalgas, las mordisqueó, las babeó y escupió en mi culito y mi conchita- mmm…qué rico…

Pepe – Vente, mami…siéntate en mi verga, entiérratela –me jaló hacia él, que seguía sentado en el wc y me senté en su verga dándole la espalda-.

Yo – Ay, papi, qué rica la tienes! –me abrazó agarrándome las tetas-.

Pepe – Estás re buena, cabrona! –me inclinó hacia delante para verme mejor las nalgas y cómo me estaba ensartando, yo me movía en círculos y de atrás hacia delante para calentarlo más- así muévete, mami…uy, qué culo!

Yo – Te gusta, papi? Te gusta mi culo?

Pepe – Está riquísimo, vecinita…no mames, así me lo imaginé.

Yo – Y te gusta cómo cojo?

Pepe – Un chingo…se ve que es bien güila, vecina –después de unos minutos así, me di la vuelta para montarlo de frente, me quité mi calzoncito; me senté sobre su verga de nuevo, me entró delicioso, yo estaba empapada; él me quitó la playera y mis tetas estaban frente a su cara- qué ricas tetas tiene, vecina.

Yo – Cómemelas…son suyas, vecino –le agarré la cabeza y lo llevé a mis tetas, empezó a lamerlas y chuparme los pezones- mmm…qué rico…eso me prende un chingo -la verdad es que a los pocos minutos me vine- ay, papi…así, así, síguele…me voy a venir…chúpame las tetas…mmmmmmmmm…cógeme, métemela…ay, así…-él me agarraba de las nalgas y me jalaba hacia él para que entrara más su verga en mi conchita- así, así…mmmmmm…mmmmmmmm…

Pepe – Mmmmmm..vente, mami…vente, putita…ándale…mmmmmmmmm…

Yo – Aaaaaahhhhhh…mmmmmmmm…sí, sí…ay, qué rico…-entonces, sin sacármela me cargó y empezó a caminar hacia fuera del baño-.

Pepe – Ahora vamos a donde te coge tu novio, putita…te voy a dar verga en la cama en donde se las das a tu noviecito…ese que va a venir al rato a cogerte.

Yo – Me vas a seguir cogiendo, papi?

Pepe – A güevo, vecinita…ya vi lo puta que eres…-me puso en la cama y se acostó sobre mi de misionero y empezó a bombearme-.

Yo – Espérate…ay, cabrón! –fue brusca la embestida de su verga- me entró hasta el fondo…ay, no mames –se incorporó para verme mientras me cogía-.

Pepe – Así te gusta, verdad cabrona? Que te cojan duro, que te la metan hasta adentro, verdad? –sus embestidas eran duras y ricas, nunca me habían cogido así-.

Yo – Ay! Sí, papi…así…así me gusta que me cojan –mis tetas se bamboleaban-.

Pepe – Te gusta andar de puta, verdad, vecinita…que te anden cogiendo, golfa.

Yo – Sí, papi…me gusta andar de puta…ay, qué rico me coges, cabrón, no mames!

Pepe – Cogías con puro riquillo pendejo, ahora vas a ver lo que es bueno, putita.

Yo – Ay, sí, papi…cógeme rico…dame más…métemela toda….-entonces me puso de perrito viendo hacia el espejo de mi cuarto, me golpeteó las nalgas con su verga, luego me metió la puntita y la sacó un par de veces, entonces me la metió de un empujón- ay, cabrón! Puta, no mames, qué rica la tienes!

Pepe – Te encanta la verga, verdad, perrita?

Yo – Sí, papi, me encanta la verga…ay, qué rico! –me bombeaba delicioso-.

Pepe – Mira la cara de puta que pones mientras te la meto –en efecto, al verme al espejo vi la carita de putita viciosa de verga que tenía en ese momento; me calentó mucho ver mi cara y cómo se movían ms tetas mientras me embestía mi vecino, eso hizo que tuviera mi segundo orgasmo en poco minutos- te veniste otra vez, verdad putita?

Yo – Sí, papi…

Pepe – Ahora voy yo, cabrona –aceleró sus embestidas, me dijo que me inclinara un poco- qué pinche culote tan rico tienes, puta…mira nada más…-sentí cómo su verga se hinchaba adentro de mi, palpitaba, entonces empecé a apretársela con mi conchita- ay, qué rico aprietas, cabrona.

Yo – Te gusta, papi? Así te la ordeño?

Pepe – Así, puta, sácame los mecos…sácamelos, ándale.

Yo – Sí, papi, échamelos…dámelos…

Pepe – Los quieres, vecinita puta?

Yo – Sí, papi…vente…vente…

Pepe – En dónde los quieres, cerda?

Yo – En mis nalgas, papi…en mi culito…échamelos en mi culo.

Pepe – Ahí te van, putita…ay, ahí van –entonces me la sacó y sentí cómo me echaba chorros de semen en mis nalgas y en la entrada de mi culito, sentí riquísimo cómo me llenaba de su caliente semen…y fue mucho lo que me echó- aaaaaaaahhhhhhh.

Yo – Ay, qué rico, papi, qué rico…sí, vente, vente, échamelos, échamelos…mmmmm…

Pepe – Ay, no mames, qué rico….aaaaahhhhh…qué rico llenarte el culo de leche.

Yo – Ay, sí, qué rico!! –después me la metió un par de veces más- embárramelos –entonces me los embarró con su verga en todas mis nalgas-.

Nos quedamos acostados un buen rato, incluso dormimos un poquito, pero antes de que se fuera, le regalé una mamadita en mi cama. Así empecé a ser la putita del edificio.

Datos del Relato
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