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Categoría: Maduras

Deber moral

Deber moral



 



SINOPSIS: La pertinaz lluvia y una necesidad fisiológica, ponen a un joven en la antesala de una relación sexual. La madura mujer se olvida de sus frustraciones y se entrega con pasión denodada a su adolescente sobrino



 



ECSagardez



Una necesidad fisiológica y la pertinaz lluvia que caía esa tarde de sábado en el puerto de Veracruz, provocaron un casual encuentro que se convirtió en una obsesión por tener sexo con la mujer que a pesar de sus 40 y tantos años, ya que no decía nunca su edad, aún poseía un hermoso rostro, un cuerpo bien cuidado y unas piernas torneadas, además de unos pies bien cuidados y uñas pintadas sólo de brillo, pero eso si bien arregladas.



Así era la tía Basilisa, quien era prima en tercer grado de mi abuela Faustina, a la cual le tenía un gran afecto y seguido visitaba en su departamento, porque siempre había en su refrigerador algo que llevar a la boca, ya que su especialidad era la repostería y seguido la contrataban para hacer esos deleites pasteleros y flanes de buen sabor.



Recuerdo bien que ese dia, como todos los sábados en que jugaba como local el equipo de béisbol "Aguila de Veracruz", no me perdía el juego y acudía a presenciar el partido. Sin embargo, desde la mañana hubo amenaza de lluvia, pero no me importó el estado del tiempo y me dirigí al parque deportivo veracruzano, con tan mala suerte que en las puertas de acceso estaban los cartelones de que el encuentro se había suspendido y que al siguiente dia se jugaría jornada doble.



 



II



Desconsolado, me quedé pensativo y en eso estaba cuando me dieron ganas de orinar. Por lo que corrí de inmediato al departamento de mi tia Basilisa, quien vivía a dos cuadros del parque deportivo. Al llegar, para mi sorpresa la puerta estaba entreabierta o como decimos en Veracruz, emparejada, o sin el picaporte puesto…



Me asomé y no alcancé a escuchar nada… Incluso me llegué a imaginar que mi tia no estaba, pero la necesidad de orinar era más grande, así que me dirigí al baño que se encontraba en la parte superior y a un lado de él se encontraba su recámara…



Fue en ese momento, cuando escuché algunos sollozos y una pequeña discusión… Pero no le di importancia, porque la necesidad fisiológica se había incrementado… Por lo que me introduje al sanitario para descargar los 350 centímetros cúbicos de orín que mi vejiga ya deseaba expulsar.



De una ventana del baño se podía apreciar la ventana de la recámara de la tía Basilisa, así que al término de haber orinado me asomé y pude observarla sentada en la orilla de la cama, pero de espaldas estaba el cuerpo de un hombre de aspecto juvenil, quien manoteaba y lanzaba improperios, pero sin llegar a golpearla.



Alcancé a ver como mi tia Basilisa se cubría su desnudez con una sábana blanca… Pero no le di importancia, porque en ese momento la situación no era mi problema y apenas era un mocoso de 16 años… ¿Qué podía hacer en ese tipo de bronca?



Salí del baño y me dirigí a la sala, para sentarme en el sofá y tomé una de las revistas que allí se encontraban y me puse a leerlas… No demoró ni cinco minutos, cuando bajó el desconocido, al cual yo no conocía, pero que se veía de aspecto joven, como de unos 20 o 22 años a lo sumo, quien al verme ni siquiera se inmutó y sin despedirse salió a la calle azotando la puerta…



 



III



El ver llorar a mi tía, me había preocupado. Así que ni tardo ni perezozo me dirigí a su recámara y en el momento en que subía la escalera, ella se asomó y se sorprendió al verme. Por lo que me preguntó:



— ¿Desde a qué hora llegaste?



A lo que respondí:



— Tengo varios minutos, tenía ganas de orinar y me vine corriendo, por la llovizna que está cayendo…



Pero agregué:



— Tía, cuando entré al baño, escuché que alegabas ¿quién es ese tipo?



La tía Basilisa intentó desviar la plática… Pero no pudo y se soltó a llorar… Por lo que me le emparejé en el descanso de la escalera y la abracé…



Enseguida sentí el calor de su cuerpo y me percaté de que bajo la bata de seda que portaba no traía ropa interior, porque al acariciarle su espalda, no sentí los tirantes del brassiere… Y poco a poco la fui llevando de nuevo a su recámara…



La tía Basilisa no dijo nada y ya en mi cabeza de adolescente se dejaban sentir los augurios de una tarde de sexo, aunque debo decir que en ningún momento mi tia me había dado motivos para ello… Algo en mi interior me decía que había que aprovechar la situación… Por lo que pregunté:



— ¿Tía, dime qué pasa? ¿En qué te puedo ayudar?



Sólo me alcanzó a decir: "Hijo, me siento frustrada como mujer… Ese joven que viste salir, sólo viene, supuestamente me hace el amor, pero sólo él se satisface y no contento me pide dinero… Pero cuando no se lo doy, se enoja y ha llegado al grado de golpearme"…



Y prosiguió:



— Deveras, qué desdichada soy…



Para ese entonces, yo masajeaba sobre la bata la espalda de mi tía y sentí como poco a poco se iba relajando… Así que la senté en la orilla de la cama y yo me senté en el suelo, mientras le comencé a tomar sus pies para acariciarlos y apretarles sus talones, tomarle sus dedos, uno a uno, hasta que ella comenzó a lanzar ligeros gemidos de placer…



Mis manos se fueron elevando hasta sus rodillas y por algunos minutos no hubo ningún intento de proseguir más allá… Hasta que ella misma abrió sus piernas y me dejó el camino libre para que mis manos se internaran por su entrepierna y llegaran hasta su peludo monte de Venús…



 



IV



En ese momento percibí que la preparación era la adecuada y que mi Tía Basilisa estaba preparada para otras incursiones en su antojable cuerpo… La recosté en la cama, no sin antes despojarla de su bata de seda y pude apreciar la desnudez de su cuerpo… No tenía ni un miligramo de grasa… Su pubis estaba matizado con la frondosidad de vello que provocaron el recorrido de algo líquido que llegó hasta la punta de mi tieso miembro…



La invitación a poseer con mi boca ese manjar de dioses no se hizo esperar y tras comenzar a besarle sus lindos pies, mi lengua recorrió sus piernas, besé también sus rodillas y jugué un poco a introducirlo con unos hoyuelos que se le hacían en el lugar para seguir mi camino por sus muslos hasta llegar a su vagina…



Fue delicioso sentir el aroma de la madura mujer, cuya humedad ya estaba en los labios mayores y pedía a gritos ser introducida por algo… Fue así como mi lengua comenzó a deslizarse con suavidad en ese húmedo agujero y recorrió las paredes vaginales con loco frenesí… Hasta tocar con mis labios su clítoris que erecto pedía a gritos ser succionado y así lo hice…



Lo chupé con fruicción enloquecida… Pero la tía Basilisa ya no pudo resistir más esa caricia y cerró sus piernas alrededor de mi cabeza hasta dejarme por unos instantes sin aire… Su cuerpo se arqueó y lanzó un hondo gemido de placer… Estaba teniendo un buen orgasmo y estaba disfrutando con placer el manantial de fluidos que corría por su cuerpo y desembocaba en mi boca hasta tragármelos todos…



Que delicia sentir en mi paladar el penetrante olor de sus fluidos y probar el agridulce sabor de lo que ella producía en su vagina…



 



V



Cuando la tía lanzó una prolongada exhalación, aflojó la presión de sus piernas y sus manos sujetaron mi cabeza, invitándome a limpiarle con mi lengua su vagina… Unos segundos después, me agarró de la cabeza y me fue subiendo poco a poco para posar sus labios en los míos e introducir su lengua, la cual serpenteó en mi boca y chupó mi lengua, queriendo confundir su saliva con el sabor que aún conservaba de sus fluidos vaginales…



Su mano izquierda, porque era zurda, descendió velozmente y tomó mi verga por el tronco… Ella la buscó con los ojos y mostró sorpresa, al decirme:



— Pero hijo… Tienes un pájaro de miedo…



Su mano siguió bajando el prepucio, hasta que el glande quedó al descubierto y fue ella la que ahora me recostó en la cama y procedió a introducirlo en su boca, no sin antes chupar la cabeza y limpiar los primeros estragos de líquido seminal que ya asomaban…



Su lengua recorrió la parte posterior de la cabeza del miembro y la suavidad y el cuidado con qué hacía el movimiento me excitaron demasiado y a punto estuvo de eyacular con esa caricia…



Pero pude contener mis ansias, desviando mi mente hacia otros pensamientos… No quería culminar y dejar la impresión de que sólo yo me quería satisfacer, porque hubiera sido frustrante para la tía Basilisa…



Así que mientras mi mente divagaba en otras cosas, como la forma en que me iba ir a casa, cuando la lluvia había arreciado y no traía con que cubrirme… Hasta el grado de pensar en mis tareas escolares… Pero el miembro siguió erecto y disfrutando los lenguetazos y las lamidas de la tía Basilisa, quien engullía con avidez el tronco de mi verga, para meterlo y sacarlo como si su boca fuera la funda de una pistola que entraba y salía con renovados bríos…



De pronto, ella se la saca totalmente y se sienta en mi pelvis… Se levanta ligeramente y con su mano izquierda agarra mi miembro y se unta la punta a la entrada de su vagina, jugueteando algunos instantes, hasta que poco a poco desciende y se lo entierra por completo…



Fue ahí cuando al sentirla toda adentro, hace un ligero gesto de dolor… Siente que el grueso de mi pene y lo largo la quema por dentro… Pero conforme desciende y se levanta el dolor va menguando y se transforma en gemidos de placer…



Su hermosa cara se transforma en una máscara delirante de placer reprimido y se le nota a cada movimiento de subir y bajar, la satisfacción de tener los 20 centímetros de verga de un joven que apenas está en la pubertad, pero que ya posee los atributos de un potente macho…



La cara de felicidad es notoria en mi tía Basilisa… La observo, porque mi mente se ocupa de otras cuestiones, menos en que en ese momento estoy fornicando… Ella sigue hacia arriba y hacia abajo… Su jineteo es sorprendente, se nota lo ejercitado de su cuerpo, tiene una condición física endemoniada y hace movimientos circulares que son una delicia…



Poco a poco me voy integrando al acto… Ya no puedo más mantener el control de la situación… Los minutos se iban extendiendo y mi tía demostraba estar satisfecha, pero ansiosa porque no eyaculaba de inmediato…



Fue entonces cuando exclamó:



— ¡Ya vente mi amor! ¡Quiero que nos vengamos los dos juntos! ¡Al mismo tiempo!...



Pero yo no respondía… Mis movimientos ya acompañaban a los suyos… Hasta que no pude más y le dije:



— Ahora tía… Me voy a venir…



 



VI



Poco a poco fue debilitando sus movimientos… Hasta que su cuerpo se puso tenso y de inmediato sentí como sus músculos vaginales apretaban mi verga, como si dos manos quisieran ordeñarme… Fue algo placentero… No lo puedo negar…



En ese instante, ella tuvo su segundo orgasmo y lanzó un alarido al tiempo que decía a gritos:



— ¡Meeeee cccccccoooooooooooooooooorrrrrrrrrrrooooooo!



En ese momento supe que ya no podía aguantar más y le descargué siete chisguetazos de sémen que se introdujeron hasta lo más profundo de su útero…



Fue una sensacional venida dentro de la vagina de la Tía Basilisa, quien no había mostrado recato alguno para tener sexo con su l sobrino, el cual se había aprovechado de su frustrada relación para aparecerse como el mejor de sus consuelos…



 



VII



Toda la tarde y la noche fue de intensa lluvia… Mi tía tuvo una gran idea… Me propuso que me quedara con ella y le hiciera compañía.



— No quiero quedare sola –dijo-



 



En tanto ella hablaba por teléfono para decirle a mi abuela que me quedaría en su casa debido a la precipitación pluvial y al viento que azotaba el puerto veracruzano…



La respuesta de mi abuela Faustina, fue de aceptación y al colgar el auricular del teléfono… Soltó una carcajada y dijo con marcada ironía:



— Esta noche, amor mío, serás solo para mí y no te voy a dejar escapar…



La tarde y noche transcurrió en completa tranquilidad. Ambos nos habíamos duchado juntos. Aprovechamos esos momentos para besarnos, acariciarnos, enjabonarnos los cuerpos y dimos rienda suelta a miles de cosas para que este casual encuentro, fuera el génesis del disfrute de muchas tardes más…



Al rato, ella bajó a la sala porque estaba en espera de una persona que había mandado a hacer un pastel y una gelatina de frutas, las cuales ya estaban terminadas… Se oye el timbre de la puerta y se asoma, era su cliente, quien iba por el pedido…



 



VIII



Llegó la hora de cenar y tras hacerme unas ricas tostaditas y disfrutar un flan de queso, procedimos a tomar el café en la sala viendo una película de Pedro Infante que se exhibía en la televisión…



Serían las doce de la noche y aún con la lluvia que golpeaba las ventanas y el viento que en su ulular parecía lanzar gemidos al chocar con la copa de los árboles y las palmeras… Llegó la hora de irse a la cama…



Así que apagamos la televisión… Y como dos adolescentes enamorados, subimos la escalera tomados de la mano para meternos a la recámara que lucía una tenue iluminación… Ella intentó ponerse un ligero camisón, pero no la dejé, quería disfrutar la desnudez de su cuerpo y poco a poco le fui quitando la ropa que portaba… Una playera gris con un estampado: "Sólo Veracruz es bello" y una falda color verde hierba, además de despojarla de unas sandalias, tipo japonesas.



Era una delicia ver ese cuerpo delgado con unos senos firmes y pequeños y la aureola que se marcaba en cada uno de los pezones, por lo que no desperdicié el tiempo y me arrojé a ellos para besarlos, chuparlos y mordizquearlos con suavidad…



La reacción no se hizo esperar, esos pezones se pusieron duros como piedras y el hechizo que me causaban me obligaba a seguir chupándolos y lamiéndolos hasta arrancarle a ella jadeos de intenso placer…



Mi mano la despojó de su calzón blanco con estampado tejido al frente como una redecilla que parecía la puerta secreta de su peluda vagina… Al meter un dedo en en su entrepierna pude notar que ya estaba húmeda y que sólo estaba en espera de más caricias…



Me arrodillé y posé mi lengua sobre su vello púbico y empecé a lamerle, hasta que ella misma comprendió que tenía que abrir la secrecía de su vulva. Con un ligero movimiento de piernas se logró el cometido y mi lengua pudo explorar con mayor libertad el fruto sabroso que mi tía Basilisa me estaba regalando…



La intensidad de mis chupadas y lamidas se hicieron más evidentes, hasta que llegue a poseer con mis labios el clítoris que erecto pedía acción a raudales… Lo estuve chupando y recorriendo con mi lengua…



Esto hizo que la tía Basilisa se enardeciera a más no poder y comenzó a jadear con más y más intensidad, hasta que todo su cuerpo se convulsionó y así parada como estaba, dejó escapar un bramido y una cascada de jugos salió como un torrente del interior de su cavidad para encontrarse con la humedad de mi órgano gustativo. Fue un deleite disfrutar el sabor agridulce de esos líquidos…



 



IX



La intensidad de su orgasmo fue tal, que a punto estuvo de caer, porque sus piernas ya no le soportaban… Así que tuve que intervenir para llevarla casi cargando hasta su cama, donde la deposité con fébril emoción y con las enormes ganas de introducirle mi miembro que estaba como una piedra…



Ella lo tomó con su mano izquierda y lo sopesó… Sólo me alcanzó a decir desesperada:



— Metémelo hijo… Ya no aguanto más… Métémela toda y con fuerza…



La invitación fue más que evidente y no se podía desairar… Le abrí las piernas y las subí a mis hombros… La planta de sus pies quedaron a la altura de mi rostro y comencé a besarlos, me introduje el dedo gordo del derecho y luego el del izquierdo, mordí sus talones. Mientras mi verga se introducía a su vagina con tal fuerza que al chocar mis huevos con sus nalgas, logré arrancarle un gran suspiro…



Pero no pasó a mayores… Mientras mi miembro se convertía en un émbolo que se introduce en su empaque y el vaivén se hacía más intenso… Yo disfrutaba del aroma de sus pies y jugueteaba con sus dedos… Eso estaba poniendo a mi tía a más de mil por hora…



A ambos nos deleitaba la acción de este palo, porque en su rostro se veía como lo disfrutaba y yo estaba entregado en este momento a hacerla feliz y hacerla olvidar sus frustraciones sexuales…



Los movimientos de ambos se fueron haciendo más rápidos y con gran fuerza, ella movía su cintura en forma circular y yo trataba de acompañarla… Pero mi interés era demostrarle, quien era el macho y se la sacaba toda, hasta la punta, para penetrarla con más fuerza… Disfrutaba ver como su dilatado agujero presentaba los signos del grosor de mi enhiesto pene.



Los rítmicos movimientos de ambos se hicieron más frenéticos, hasta que sin previo aviso, los dos tensamos nuestros cuerpos y procedimos a fundirnos. Ella cerrando sus piernas a través de mi cintura y yo metiéndole mi verga hasta el fondo, para descargarnos y hacer que nuestros jugos se hicieran uno solo…



Fue para la tía Basilisa un orgasmo de pronóstico reservado… Porque sólo alcanzó a ponerse un cojín en la boca y lo mordió para amortiguar el grito más estentóreo que pudo haber escapado de su garganta… Yo por lo consiguiente gruñí como un animal salvaje y a punto estuve de lanzar un fuerte bramido como de animal en celo…



Ambos nos miramos y con los ojos nos interrogábamos… Nos preguntamos con la vista si habíamos disfrutado o qué había pasado…



 



X



Una cosa si era clara… Tanto la tía Basilisa como yo, nos habíamos entregado sin reparo alguno al placer sexual y lo habíamos disfrutado como nunca en la vida… No fueron necesario las palabras para evidenciar cuanto habíamos disfrutado…



Ella, como la experimentada y madura mujer… Se había percatado de haber retornado a las delicias del sexo con su joven sobrino…



Yo por lo consiguiente, había conseguido a través de las enseñanzas de Santa y Remedios, mis maestras del sexo, poner en práctica el control mental para no llegar a la eyaculación precoz y hacer que mi tia disfrutara de los tremendos polvos que habíamos tenido y que seguiríamos teniendo por mucho tiempo…



Además, de que no deseaba que siguiera sufriendo con emberbes jovencitos que sólo la utilizaban para sacarle dinero, creyéndose los gígolos que no eran…



Saber la situación me hizo enternecerme por mi tía Basilisa y hacerle el amor cuando ella quisiera, porque era para mí un deber moral por convertirse ella, en su entrega al acto sexual, como un miembro importante de mi joven vida sexual…


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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