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Categoría: Incestos

Daniel el Travieso es mi hijo 3ª parte

…Daniel era mi solución. Los días pasaron y esa necesidad imperiosa de follar de mi hijo se me clavó en la cabeza… me moría por hablarlo con él, pero el hecho solo de pensar en el incesto me cohibía sobremanera, y que mi hijo pensara que soy una puta más. Por ello tracé un plan, poniendo una buena ropa provocativa, tomando las posturas más eróticas frente a Daniel intentaría seducirlo sutilmente, y así fue mi hijo se mostró súper motivado con ello, hasta llegado el momento estando ambos en el sofá del salón lo encaré…



-“¿Cómo estas hijo con tu tema sexual?” 



-“¿Cómo decirte, tú eres mi madre? Sabes tanto de ello como yo”



-“Siempre queda algo que contar…Vamos Daniel, soy tu madre y tu mejor amiga… ¿Hoy no me ves diferente?”



-“Pues… no…no como siempre creo. Llevas tan poca ropa como estos últimos días…”



-“No me lo creo cariño, hoy bien que estas disfrutando mirando mis tetas y mi culo. Seguro que unas buenas pajas te haces en mi honor”. Se puso muy ruborizado pero no se marchó avergonzado, eso una buena señal… continué sonsacando un poco más buscando mi fin… “Además si pudiste contarme el problema que le expusiste a tus amigos, ¿Por qué no contarme a mí más detalles sobre el mismo?” Aquellas palabras dieron en la diana porque se relajó y se acercó a mí diciendo…



-“Bien, tomándote como amiga tal vez como me dijiste la última vez te contaré que estoy peor. Cuando tenía novia me pajeaba constantemente con la esperanza de que algún día pudiera mojar, pero ahora lo hago pensando en ti o contigo otras veces… pero me parece que llegar a más contigo es muy difícil”.



-“¡¿Tú crees…?! Me parece hijo, que tú lo llevas mejor que yo… porque a mí nadie me ha tocado en años hasta que tú lo has hecho, y tampoco aguanto más”.



-“¡¿Me dices que con tus ligues no te va bien…?!”



-“Efectivamente cariño, y cuando vamos a conocernos mejor resulta un insulso, un guarro o es un machista empedernido, nadie con quien gozar de un buen polvo…”



-“Eso es grave mamá, estás en una edad aún de merecer… y si llevas varios años estarás que trinas ¡¿No?!”



-“Ya ves hijo… yo no soy de piedra… y tampoco me quedo satisfecha al 100% con nuestras pajas y si estamos de acuerdo creo que podríamos dar un paso más…” Nos quedamos mirándonos sin pronunciar palabra unos segundos… “Dime hijo, ¿Qué piensas del Incesto?”



-“Siempre he oído que es una degeneración…”.



-“Pero tú no piensas que lo sea cuando me miras como me miras…y hacemos los que hacemos ¡¿No?! Al fin y al cabo tenemos sexo juntos y eso ya es incesto en cierto modo…”



Habíamos entrado en una dinámica de mutua confidencialidad mostrándonos abiertos en un tema tan tabú para muchas relaciones filio maternales…me alegró haber podido romper el hielo de esta conversación tan deseada por mi parte, necesitaba aclarar mis ideas con Daniel y saber que pensaba realmente de nuestros encuentros masturbatorio compulsivos. Entonces vi que los pantalones de Daniel revelaba una erección que por estar a mi lado no podía ocultar.



-“Eso es diferente, mirarte es como un juego, y nuestro manoseos un entrenamiento, en cambio lo otro no…”



-“Sabemos que es un juego divertido que bien te gusta como a mí, pero masturbarnos mutuamente es algo más que un simple juego erótico, se pude decir que es un previo al apareamiento… sino mira cómo se te ha puesto la verga solo de pensarlo”, se puso colorado, a lo que insistí… Mira Daniel, tenemos dos meses hasta que comiences las clases pasándolos en casa aburridos, a no ser que tú no quieras que sea así.



-“¿Y qué has pensado?”



-“Bueno tenemos dos opciones… una es continuar como estamos u otra romper definitivamente la línea roja entre tú y yo. Sé que te gusto como es evidente por tu erección y nuestros tocamientos, pero también sé que es mucho más de cómo les he gustado a los hombres…”



-“¿Te refieres a que somos madre e hijo…?”



-“Eso es cariño ¡¿Pero sabes qué?! Tú también me gustas y es más desde hace unos meses has despertado en mí un renacer de mi juventud… ¡Has revivido el DESEO en mí! Para mí eres la única salvación a mi vida sexual anodina, si no es contigo es con nadie. Sé que lo que te digo es una locura pero así son las cosas”.



Entonces Daniel ni lerdo ni perezoso me quiso dar un beso, lo paré diciéndole… -“No cariño para… que están las gacetas asomadas a las ventanas, vamos dentro de casa”.



Bajamos la persianas a medias y corrimos las cortinas del salón lejos de las miradas ajenas nos abrazamos y nos besamos, Daniel me metió un dedo por debajo del tanga y empezó a jugar con mi vagina al tiempo que me daba un masaje descomunal de lengua, hasta que casi me hizo terminar, después me puse en cuclillas y bajándole los pantalones de deporte, saqué a la luz su cipote inhiesto. No era para menos… viendo el gran falo de Daniel comprendía porque se mostraba tan arrogante con sus novias, su verga es descomunal, con una venosidad asombrosa y por demás de cabezona, la tenía todo el glande mojado con liquido pre seminal… se lo limpie con la punta de la lengua primero para después intentar metérmelo en la boca, era realmente delicioso percibir el tamaño de aquello entre la lengua y el paladar, así que me limité a comerle la cabeza, y masajearlo con la dos manos a los minutos mi hijo me tomo de la cabeza, y me dijo…



-“Por favor Mamá cómetela a toda, no dejes nada”. Pero como hacerlo era muy grande, y por más que intenté, cuando me llego a la garganta di una arcada, no obstante él estaba muy salido. Te deseo”, exclamó en el momento que me deslizaba por su cuerpo…



-“Lo sé, mi amor”, contesté una voz cargada de pasión que no reconocí como mía.



Se quedó mirando mientras yo profundizaba mis caricias. La lujuria que vería en mis ojos fue lo suficiente como para dejarme hacer, y así sumiso a mis deseos poniendo tono de puta, susurré en voz baja… -“No sabes cuantas veces imagino haciéndote una mamada”. Dando por sentado que yo lo deseaba como él. Me encajé su polla y con una dulzura sin par, me apoderé de ella usando mis labios sintiéndola crecer dentro de mi boca, endureciéndose y atravesándome hasta el galillo…, comencé a besarle el capullo para respirar, a lamerlo rodeándolo con mi lengua y probando con mis dientes el saliente del contorno de su glande, notaba como se le iba inflamando dentro de mi boca… cada vez más larga, más gorda y mucho más dura.



-“¡Mamá! ¡Ummm! ¡Mamá que gusto…!



Su chillido de auxilio para mí fue la confirmación verbal de su deseo y sacando mi lengua recorrí con ella toda su verga venosa y rígida, mientras con una mano lo agarraba fuertemente y con la otra le acariciaba con ternura los testículos. Ese triple tratamiento y muy a mi pesar, consiguió su objetivo que no era otro que excitarme…



-“La tienes hermosa, mi amor”, satisfecha al ver que su miembro viril había alcanzado su tamaño máximo.



Tras lo cual empecé a lamerlo de arriba abajo sin dejar de masturbarlo lentamente. Aunque resulte difícil de creer, en ese momento me embargaban dos sentimientos contrapuestos. Por un lado, estaba totalmente excitada, pero por otro, estaba destrozada por no haber conseguido evitar que mi crío cumpliera sus deseos…



-“¿Me amas?” pregunté con una sonrisa mientras le daba otro lametón.



Tardó en contestar porque no podía decirme que su amor por mí hasta ahora había sido de otro tipo y no fue hasta que sentí que de sus ojos se vidriaban replicando un rotundo y sincero. Al oírle pegué un grito de alegría y abriendo la boca, comencé a meterme alternativamente cada uno de sus huevos sin dejar de masturbarle. Últimamente me había especializado en comerle la polla a mi hijo… me había conformado en ¡Una gran come pollas! Aunque ya lo era de antaño, solo que ahora además era una pervertida incestuosa. Para entonces su excitación era brutal. Deseaba culminar la su felación con su verga hasta el fondo de mi garganta pero incapaz de materializar mi deseo seguí jugando con su falo con mis manos…



-“¿Quieres sentirla en mi boca?” Insistí con lujuria sin esperar respuesta y sin previo aviso, abrí mis labios y me la metí hasta el esófago.



El ritmo que imprimí a mi mamada fue lento pero constante. Buscando maximizar su gozo, cuando veía que estaba muy excitado paraba durante unos instantes para acto seguido reiniciar la felación con mayor ardor… “¡Me encanta!” Reconoció derrotado mientras usando sus manos presionaba mi cabeza contra mi cipote. Para mí el hecho que encajara toda su extensión en mi boca fue el banderazo de salida, e incrustándomela por entera hasta el fondo de mi garganta, empecé a sacar y a meter su verga sin quejarme. La precisión que demostraba al hacerlo así como el calor y humedad en aquella barra de dura carne, me hicieron temer que no tardaría en correrse. Noté al chico hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no derramar su simiente demasiado pronto. Sin embargo me sentía cada vez más segura de lo que estaba haciendo. Aceleré la velocidad de mi mamada y llevando una de mis manos a mi coño, me empecé a masturbar mientras le preguntaba excitada…



-“¿Te gusta cómo te la está mamando mamá?” “Sí”, confirmó con un chillido tanto su pregunta como su claudicación. Su entrega lejos de satisfacerme, me azuzó y sin dejar de acariciar mi clítoris con los ojos inyectados de deseo, le solté… -“Te prometo que a partir de hoy no tendrás queja. Seré tuya cuando, donde y cuantas veces quieras”.



Debió de ser el detonante porque tras varios días sin relaciones se terminó de una forma que nunca en mi vida había visto a alguien derramar tanto esperma, por más que intente darle gusto aunque sea tragándome su leche, y de tragar una cantidad considerable cuando acabó de eyacular, había semen escurriendo por mis comisuras labiales, y también bastante sobre mis tetas. Me hizo notar el primer lechazo prevenida por el endurecimiento de su glande y sus evidentes jadeos más pronunciados… después siguieron cinco o seis más. Nos enderezamos, nos arreglamos y le dije…



-“Sé que no es lo más normal esto que hacemos, y será nuestro secreto, pero realmente a pesar que la tienes tan grande, más de los que una mujer puede tragarse, mi necesidad podría quedar calmada si tú deseas seguir…, no obstante si tú te sientes arrepentido lo dejamos aquí… no quiero presionarte. Si por el contrario decides seguir con esta locura, te espero en mi habitación cuando te recuperes ¡Mamá te estará esperando para jugar en nuestra cama!”.



Me fui a mi alcoba con la mirada feliz y la seguridad que vendría a por lo suyo. Su madre lo estaría esperando anhelante porque realmente deseaba aquello y sobre todo lo necesitaba, mi coño estaba ardiendo de tener una polla tan majestuosa como la de mi hijo. A los cinco minutos entró sin necesidad de golpear la puerta para pedir permiso, aquella habitación ya era suya también. Para la ocasión vestí de una bata con un culote de encaje transparente sin sujetador. Al abrir la puerta, estaba allí un hombre con su cuerpazo y no mi niño con sus 16 añitos… desnudo sin pudor con su pija a mil mirando al techo de lo dura y empalmada que la tenía…, entró diciendo…



-“¡Mama te deseo y quiero ser tu amante para siempre, me vuelves loco y tú no tienes culpa alguna de mi deseo! ¡Solo tengo esperanzas de estar contigo!”



-“Anda entra cariño… mamá te está esperando demasiado tiempo para que la haga feliz…”.



No alcanzó a entrar cuando la puerta la cerré de un golpe al tiempo que nuestras bocas se fundieron en un beso apasionado. Sus manos descolgaron mi poca ropa dejando caer mi bata, y mi hijo sin dejar de abrazarme contra su cuerpo se concentró en mi exuberante culo que tanto ojos le había puesto, así fue que noté como exprimiéndomelo miraba por el espejo, el manoseo que me daba me gritaba la lujuria que me tenía reprimida y que como un tiro de escopeta salía raudamente, yo feliz… -“Las pajas que me he hecho con esta imagen y ahora lo voy hacer realidad”.



-“Por supuesto mi amor… Ahora puedes tomarme soy tuya, Daniel, no me mires como a tu madre, mírame como a una amante que nunca te va a abandonar…”



Me empujo delicadamente hasta que me depositó sobre la cama, entonces de un maniobra precisa se puso entre mis piernas y empezó comerme la vulva de mi vagina sobre las bragas, para luego correrlas y hacerlo sin nada mediante. El chico sabía bien lo que hacía cuando encontró el clítoris de su madre con su lengua y se dedicó a intercalar movimientos suaves con otros más fuertes variando, matizando su maestría que consistía en meterse toda mi vulva en su boca para succionar con fuerzas mientras la lengua taladraba el canal por donde nació, alternándolo con lengüetazos en el clítoris bajo el capuchón… me lamía la pepita dura y descarnada con tal fuerza que me electrificaba todo el cuerpo. La situación había hecho llegar al máximo de la calentura y cuando estaba por venirme en un orgasmo total, Daniel se acopló sobre mí asiendo su estoque rígido logrando mi brutal orgasmo frotando su duro capullo contra mi enardecido clítoris blanquecino de tan erecto que se hallaba. La sensibilidad de ese momento me hizo explotar en una nueva versión de masturbación fálica clitoriana. Quedé con los ojos en blanco por unos segundos del gustazo que me atolondró dejándome casi inconsciente del subidón orgásmico. Un poco recuperada, cruzamos nuestras miradas y mis ojos le suplicaron que arremetiese con todo su cipote dentro de mi coño sin miramiento alguno… Encontró la bocana de mi chumino calenturiento, y de una estocada intento penetrarme sin éxito la primera vez, no era la falta de lubricación sino la falta de uso por los años lo que me la mantenía tan cerrada, unido a que soy de vagina estrecha. Un segundo intento su glande dilató mi coño… Entonces todo lo que sería dolor, mi hijo lo revirtió en gozo al clavármela sin lástima. No hizo otra cosa que levantar mi cadera poniéndose mis piernas en sus hombros, y allí se pechó los kilos de mi cuerpo…. De esta forma a la verga se lo pusimos fácil…no le quedaba otra que entrar sí o sí, la sensación fue única de dolor placentero, pero la perversión de mi hijo que ya era mi amante, pudo más y la excitación fue total, mi coño generosamente lubricado empezó a gozar de semejante mástil. Quien me iba a decir a mí hace unos meses que me iba a entregar en cuerpo y alma al vicio sexual más intenso y placentero que jamás haya experimentado. Y que encima, para colmo, la persona con la que me iba a enrollar era, ni más ni menos, que mi propio hijo. Siempre me había parecido un chico atractivo con un encanto arrebatador, pero ni en mis sueños más eróticos y húmedos había llegado a imaginarme entre sus brazos y gozando del sexo en toda su expresión. Aún ahora, cuando lo cuento me pongo cachonda y necesito masturbarme para calmar mi sed de deseo y pasión. Sin duda, aquel polvo se estaba convirtiendo en uno de los mejores de toda mi vida. De repente, empezó a hacerme un masaje en los hombros al tiempo que me arremetía fuerte y rotundo con su falo hasta bien dentro de mi coño. Podía sentir sus manos fuertes y poderosas ejerciendo presión sobre mi cuello y excitándome por momentos hasta hacerme perder la cabeza. No me reconocía a mí misma ante tal reacción, pero decidí dejarme llevar y aprovechar aquel momento al máximo. Cuando menos me lo esperaba, mi hijo acercó su rostro hasta el mío y me plantó un beso con lengua en toda la boca que consiguió excitarme de la cabeza a los pies. A partir de ahí, me lancé al ataque elevando mi cadera, enrollados con mis brazos rodeando su espalda y mis piernas alrededor de su cadera empujándolo y ejercitando una perfecta sincronía de apareamiento con mi  hijo.



El ímpetu lujurioso que nos invadía nos hizo retozar como verdaderos animales en celo, frotando nuestros cuerpos follando con unas ganas locas. Se notó que no podíamos esperar ni un segundo para empezar a follar a saco y apaciguar así el tremendo deseo que invadía nuestros cuerpos. Puede que aquello no fuera nada normal en absoluto, pero no podíamos frenar las ganas de joder que sentíamos en aquel momento. Por lapsos de tiempo cortos ralentizaba y de nuevo la clavaba a fondo empujando con desazón impetuosa de llegar hasta el estómago de su madre con su ariete. Abría mis piernas con un rápido movimiento de manos y su cadena jugaba magistralmente metiendo su polla grande y dura hasta el fondo de mi coño caliente. Yo creía morirme de placer cada vez que me penetraba y me empotraba contra la cama de matrimonio. Me dejé hacer en todo instante, mostrándome abierta y receptiva a vivir aquella experiencia sexual al máximo. Nuestros cuerpos sudorosos se rozaban constantemente, uniéndonos en una espiral de vicio y perversión sin afín. Nos daba igual que alguien nos pillara en plena faena a través de las cortinas de nuestra habitación, porque sólo por el morbo de la situación en sí, ya valía la pena. Agarraba mis tetas mientras me empalaba sin fin dejándome notar su dureza entre mis apretadas paredes vaginales, las cuales las comprimía con mis músculos vaginales para percibir más fuerte en mi ajado conejo hambriento de su dura verga… el gran falo atorándome de carne. La sensación era notable así me tuvo como diez minutos haciéndome sentir sus grandes pelotas golpear en mi culo una y otra vez. Percibía su glande que horadaba mi conducto uterino, llegaba hasta mi vientre de lo hermosa y profunda que la metía. Mis gritos no se dejaron esperar cuando aquel tormento de placer me sucumbía en arreones insondables. Se me estaba secando la boca de la hiperventilación, por lo que busqué alivio en sus labios, su lengua, su saliva me libraron de la resequedad sin dejar de empujar como un jabato. La fortaleza que imprimía mi hijo, me hacía pensar que su deseo por mí era mucho mayor que el esperado diciéndome que no podía más…



-“Tengo mucha leche para ti mamá. La he guardado en mis huevos varios días para vaciarme dentro de ti… ¡Llenarte con mi esperma es mi sueño, mamá!”



-“¡Sí hijo, lléname! Mamá está muy receptiva y quiere toda tu leche en su coño…”



Sorprendentemente la sacó sin llegar a eyacular y eso dio una tregua a nuestra fogosidad, la así de la base y se la meneaba observando cómo sus ojos se blanquearon al tiempo que llevaba la cara hacia el techo. Me posicioné a cuatro patas y sin mediar palabra colocó su cuerpo detrás de mí enfilándome con aquel torpedo en mi coñito entreabierto, mojado y deseoso de recibir su ración de leche. El pobre chaval estaba a punto de prodigar otra corrida salvaje veinte minutos después de la primera, ¡Bendita juventud! Con las tetas colganderas afianzándose en mis caderas se penetró hundiéndome la polla hasta la base aplastando sus cojones en mi coño, aquel falo había ensanchado lo suficiente para no dañarme en tal atoramiento de mi coño. Llena de carne dura presta al combate arremetía sin compasión haciendo deslizar todo el tallo a lo largo de mi ajado conducto vaginal, tocando cada una de las terminaciones nerviosas con su hinchado cipote que me mataba de gusto. Así me tuvo sometida a la placentera tortura de su rabo como unos diez minutos más, hasta que no aguantó un segundo más tras haberme sacado otro orgasmo confundido con las demás sensaciones, y se comenzó a vaciar llenándome el vientre de esperma tibio recién ordeñado de sus orondos testículos. De repente, noté tu lefa caliente inundándome por completo. Aún y así, siguió follándome al mismo ritmo batiendo su semen dentro de mi receptáculo vaginal, hasta que yo también llegué a uno de los mejores orgasmos. Me corrí como  nunca antes lo había hecho. Los chorros de esperma espesa llegaron a mi más profundo conducto uterino, notaba cada aldabonazo de lefa espesa inundar mi fondo vaginal, era increíble la verga de aquel muchachito, pero no menos notable la cantidad de semen que lanzaba por su gordo, duro y brillante glande. Toda aquella lechada terminó dentro de mi profunda vagina, en el mismo cérvix, tal vez porque deseaba que me dejara preñada o porque me vencí sumisa a sus deseos… él prefería follarme a pelo y correrse dentro de mí, algo que nunca podía ni debía hacer con las chicas que salía. Exhaustos, nos tumbamos sobre las sábanas blancas empapadas de sudor, flujo vaginal y semen. De manera tímida nos prometimos no contarle a nadie lo que acababa de ocurrir en aquella habitación. En cualquier caso, estaba claro que aquella no iba a ser la última vez que tuviéramos un encuentro sexual de aquel tipo, se había abierto la veda y no pararíamos de follar día tras día durante los aburridos días de verano caluroso. Un adolescente salido con las ganas de Daniel iba a ser muy difícil de contentar ¡Es un macho de los que quieren coño a diario!



Una pareja formal. En la cena todo estuvo normal, la conversación se tornaba sobre cualquier cosa menos para lo que parecía un acto cotidiano, follar juntos, sin embargo siempre se escapaba alguna mirada cómplice mostrando felicidad, le dije a Daniel en medio de la cena… -“He leído que para sacarse el estrés no hay nada mejor como jugar a la Play, ¿Tu Daniel tienes unos buenos juegos, verdad?”



-“Si Mamá, pero debes tener cuidado porque produce adicción, después estarás todo el día y toda la noche jugando con ella”.



-“Eso me han dicho, pero en fin como no tengo vicio alguno ¿Qué mal puede ser que agarre ese? Si no tienes problema jugaré contigo”.



-“No hay problema mamá, te enseñaré lo mejores trucos. Son juegos para dos o más, no es divertido jugar solo”.



En realidad ambos sabíamos que solo era una la excusa para estar juntos más tiempo compartiendo cosas que nos gustaban, entre otras follar desesperadamente. La cocina era mi fuerte y donde yo le enseñaba a él, todo ello ocasionaba compartir tanto tiempo, que siempre había un momento para aparearnos como animales salvajes. Mi hijo era todo un amante, un semental consumado, me hacía lo que quería cumpliendo todas mis fantasías y yo las suya, era así que su madre se ponía lencería, se disfrazaba de enfermera, de colegiala para él… me hice de varios disfraces para adoptar diferentes roles para nuestros juegos. Por mi parte para satisfacerlo, en mis ratos libres y practicando con una plátano Ecuatoriano gigante logré engullirme todo el pedazo de rabo de mi hijo, el día que lo logre, sus ojos se quedaron como platos, logrando en una eyaculación sin igual de la que no deje escapar ni una gota para su completa felicidad. Inconscientemente no me estaba preocupando follar a pelo y que acabara su semen dentro de mi útero. El tema paso por el sexo anal, apenas empezamos con nuestro amorío, enseguida intentó darme por el culo, pero le fue imposible, primero porque mi ano no resistía semejante cabeza, y otra por el dolor que me podía producir, por eso le dije que me diera tiempo que si él me hacía feliz yo le haría feliz, y vaya si me hacía una mujer feliz. Empecé a decirle que era mi esposo, mi mejor amante y que no quería que se fuera porque no quería dormir sola. Necesitaba un cuerpo aunque solo fuera para hacerme compañía. Otras muchas veces me quedaba en la habitación de Daniel jugando, pero había días que quería dormir en mi cuarto, por ende si él no tenía objeción le pedía a Daniel que durmiera conmigo. En ningún momento puso la menor traba, le encantaba dormirse a mi lado después de haberme follado bien, como a mí.  El mismo viernes estando con Daniel en el desayuno me dijo…



-“Cuando terminemos de desayunar quiero jugarte una partida de en la Play”.



-“De acuerdo una partida y me marcho a hacer unas compras”. Terminada la partida me maché diciéndole… “Ya sabes en mi ausencia nada de nada… lo quiero todo para mamá. Además esta noche dormirás conmigo en mi habitación y para ello te tengo una sorpresa, así que durante el día ni una sola paja, quiero que disfrutes al máximo conmigo y te necesito cargado a tope… ¡No te imaginas como me gusta que me llenes!”.



Cuando cenamos a las diez estaba con mi bata cuando sonó la puerta. Daniel entró, y no dejé que me tocara, lo hice sentar en la cama para luego alejarme, entonces deje caer mi bata para dejarme ver con conjunto de lencería blanca, Daniel inmediatamente agarrándose la verga se quiso parar a lo que lo detuve…



-“Espera esto es la entrada, quiero verte bien duro para que tengas tu premio”. Demás está decir que le hice todas las poses me agachaba acariciando mis piernas, le mostré mi vulva de frente y de espaldas, me abrí los cachetes del culo para que se concentrara en mi ano, y cuando me pidió que parara que no daba más entonces se levantó, y poniéndome en cuatro patas sobre la cama, le dije…



-“Hijo quiero que me encules con esa verga maravillosa”.



Al tiempo que pensé si el tratamiento que había hecho con la banana serviría como lo hizo con mi garganta. Daniel ante la visión de su madre en lencería erótica, poniéndole el ano en bandeja y pidiéndole que le diera por el culo, se quedó inmóvil hasta un chorro de baba se le cayó…



-“¡Daniel espabila cariño! En la mesilla hay un gel lubricante, úsalo”.



Tomó el gel, pero antes se agachó y me devoró el coño desde atrás, me lo chupaba, me lo lamía y mordisqueaba, por mi parte con una mano en el clítoris me daba mayor estimulación. Estando en aquel trance sentí la lengua lamer mi botoncito anal produciéndome un escalofrío de gozo… solo mi hijo se ha atrevido a lamer mi ano y ¡Cuánto me gustaba lo que hacía! Me vicié y siempre se lo pedía, una lamida del ano me ponía tono A los pocos segundos percibí la gorda cabeza de Daniel intentando entrar en el mismo, y de repente como si hubiese dado una bocanada sentí como mi culo se comía el gran capullo del chico…, la sensación era de dolor y placer. El muchacho sabía muy bien lo que hacía, en vez de apretar más, se detuvo, así mi ano se acostumbró a si dimensión, para luego sacarla volverla a lubricar, repitió la acción unos centímetros más adentro, hasta que a los minutos ya mi culo se había tragado por completo aquella aparatosa verga, y el placer me empezó a invadir. Daniel consciente de esto me empezó a embestir con más fuerza, hasta que en un momento tomándome por los hombros me hizo sentir los testículos en mi mullida vulva, para luego sacarla toda menos el glande y volver a empezar, estaba a tope dándome por el culo a más no poder, cuando empecé a notar que temblaba. Entonces tomándome por la cintura y a un ritmo un poco más veloz, me dijo…



-“¡Pídeme mamá que te joda por el culo todos los días! Lo tienes de puta madre…”



-“Sí cariño… Dame por el culo hijo, jódeme con todo ¡Quiero sentir tu pelotas golpeándome…!”.



Con una mano lo agarré de su culo y lo empujé para que me fondeara el culo deseado por todos los hombres y que ahora era todo de mi único hijo, mi único macho, el único semental que dejaría me inseminara de ahora en adelante. Daniel estaba fuera de sí, le miraba la cara en la forma que podía porque el pródigo embate de semejante pedazo de polla en plena virilidad, no me daba mucha libertad de movimiento. Estaba totalmente desencajado, si bien sus movimiento pélvicos eran seguros, profundos, contundentes y constantes, sus expresiones faciales se desdibujaban, su ojos se blanqueaban, para luego mirar como volviendo en sí y así perderse de nuevo. Me agarraba del culo firmemente para que no tuviera posibilidad alguna de escapar de sus arremetidas, en cada una me sacaba todo el aire de los pulmones, y ya en esos momentos presentía que no me podría sentar cómodamente en varios días… ya tenía una previa experiencia con su padre.



Por Dios, cuando decidí darle este gusto a mi hijo no pensé que lo pudiese disfrutar tanto, ni tampoco que me diera por el culo de esa forma tan bestial, ¡No es el tratamiento que se le da a una madre…! Me fue imposible pensar que me usaría como a una PUTA. Pero así era, me sentía como la perra de mi hijo, su zorra y PUTA a una sola vez. El ritmo de la follada anal se volvió frenético, tuve que morder la almohada, mi esfínter estaba al límite del aguante, sus manos pasaban del culo a los hombros para hincarme con mayor fortaleza, y de ahí a mis tetas que utilizaba como unas riendas pellizcándome los pezones, sabiendo que tanto me gustaba… me trataba a placer empalándome una y otra vez notando sus cojones golpear sin cesar mi culo. El tiempo se difuminaba en el espacio de aquella habitación, no éramos conscientes de cuantos minutos andaba follando mi ajando culo, cuando escuche… “¡AHHHHH!” Y los chorros de esperma caliente me invadieron el colon dándome un placer extraño pero único, mucho más gozoso que cuando su padre se vaciaba sin contemplaciones. Mi hijo no me había desvirgado el ojete pero después de tanto tiempo es como si lo hubiera hecho, y yo estaba encantada de habérselo entregado. La cara de Daniel no volvía en sí en tanto se hallaba eyaculando dentro de mí hasta cinco lefazos. Acabado la extrajo y se tumbó rendido, exhausto cual soldado tras la batalla, y así pasaron los minutos, hasta besándome me confesó que estaba agotado, que era el mejor polvo imaginado en toda su vida…



-“¡Deseo que no sea el último!”  Le dije susurrona en su oído como si alguien pudiera escucharnos. Desde entonces los días de vacaciones que me quedaron y después a mi vuelta al trabajo los fines de semana sobre todo, la casa se convirtió en una total orgía sin que nadie nunca pueda sospechar absolutamente nada de las perversiones entre una madre y su hijo. Durante la semana estoy bastante agotada del trabajo y él debe centrarse en los estudios, eso no quita que un polvo caiga antes de dormir haciéndonos solo bien a los dos. Ni que decir que mi coño lo tengo constantemente lubricado y cubierta mi imperante necesidad sexual que comenzaba a desbordarme. Por otro lado la mejoría de Daniel en los estudios ha sido notable, comenzando el bachiller con las notas más altas de toda su trayectoria escolar… ¡Me siento orgullosa de mi HOMBRE!



Nunca lo había hecho. Nunca lo habíamos hecho. ¡Hay tantas cosas nuevas en mi vida! Daniel y yo nos hemos ido de fin de semana como premio a su trayectoria… Juntos, aparentemente como madre e hijo, pero realmente como dos amantes furtivos. SERÍA NUESTRA LUNA DE MIEL. No deseaba conducir, así que hemos tomado el tren hasta nuestro destino, un pequeño hotel de costa que aún no ha colgado los precios de verano. Estamos en mayo. Dos noches con sus días para descansar y disfrutar. Iremos a la playa, comeremos y cenaremos por ahí, barato pues no podemos permitirnos grandes dispendios y, sobre todo, nos amaremos. Si soy la primera mujer de Daniel, se merece tener su primera escapada romántica, aunque yo quiero ser la única. Al llegar al hotel elegimos una cama de matrimonio para dormir juntos. Nos duchamos y nos preparamos para salir a dar una vuelta buscando un local idóneo para cenar. Mi hijo ha querido jugar antes de salir, pero lo he retenido con espera a esta noche, quiero que sea especial nuestra noche de bodas, aunque él está deseoso de darme verga. Después de cenar paseamos por una feria y nos montamos en los autochoques. Juntos, envestimos a todo aquel que se atreve con nosotros. Me defiende como se espera que un hombre defienda a su mujer, pero se comporta como un crío en los juegos. La vuelta al hotel es agradable… Siento un intenso cosquilleo que recorre las piernas hasta el estómago cuando lo tomo de la cintura, pues hemos tomado una calle vacía. Es poco más alto que yo. Hacemos muy buen pareja pese a la diferencia de edad, a esas horas de la noche nos confundimos como dos novios enamorados.



Debería deshacer el abrazo cuando enfilamos la calle del hotel, más céntrica y concurrida, pero ¿Qué tiene de malo que una madre y su hijo se abracen? Voy colgada de él literalmente, cogida de la mano con los brazos entrecruzados y nuestros dedos también. En el ascensor me apetece besarlo, nunca lo he hecho en los labios fuera de casa, pero no me atrevo. Parece que Daniel me ha leído el pensamiento. Se me acerca y me abraza. No quiero… decido soltarme. La puerta puede abrirse en cualquiera de las cuatro plantas del hotel y podemos tener un problema. Es al cerrar la puerta de la habitación que lo tomo del cuello y acerco mis labios a los suyos. Será cómico que sepa masturbar a una mujer o realice los mejores cunnilingus de la ciudad y que en cambio no sepa besar con lengua como es debido. Otra tarea en la debo instruirle. Nos desnudamos de pie, lentamente. Sus labios recorren mi cuello, mis pechos, deteniéndose en mis pezones que sorbe como a mí me gusta, bajan por mi vientre ya no tan plano, se enmarañan en mi monte de Venus que hace semanas que llevo perfectamente arreglado hasta llegar al objetivo…



-“Bebe mi niño, bebe, bébete a tu madre”.



Levanto la pierna para facilitarle la labor, apoyándola en su hombro adolescente, pero no me permito llegar al orgasmo. Aún no, cariño. Lo tumbo en la cama boca arriba. Ahora soy yo la parte activa del juego, así que lo voy desnudando pieza a pieza, lentamente, sensualmente. Ya no es aquel crío que se corría a los pocos segundos de notar mis labios alrededor de su glande. Ha ganado experiencia. Ya es todo un hombre. Chupo, lamo, lo preparo pues hoy será el primer día de la segunda parte de la vida de mi hijo…



-“¡Pero no te corras! ¡Eh! Te quiero entero para mi coño…”



Podría permitírselo, pues su empuje juvenil le dota de una velocidad de recuperación encomiable, quiero que el acto sea completo. Cuando considero que es el momento, me siento a horcajadas sobre él tomando con la mano su inhiesto mazo semejante a un buque para dirigirlo a puerto. Me mira sorprendido, anhelante. En su juvenil inocencia no ha previsto lo que le venía encima y lo puta que su madre puede llega a ser. Mi experiencia con tantos hombres me ha dotado de una gran naturalidad para lo que otras realizan con torpeza. Respira profundamente sin dejar de mirarme a los ojos…



-“Te quiero, te quiero con toda mi alma”, le confieso justo cuando mi cuerpo baja para acoplarse con mi amor. ¡Dios, siento la polla de su padre! Por tamaño, por forma, por grosor, por temperatura. POR AMOR. Sé que puede pasar, sé que va a pasar, pero aun así asumo el riesgo. La primera vez en esta aventura quiero sentirla completamente, desnuda como en su primera vez… quiero que me sienta nítidamente, inmaculado. Solo un par de veces hemos follado con condón, el resto lo hemos hecho a pelo, al natural sintiéndonos cada pliegue de nuestros genitales. Comienzo el vaivén, lento, suave para que nuestros sexos se conozcan perfectamente, se compenetren. Voy ahondando un centímetro más a cada sentón, notando su fabulosa verga abrirme por dentro…me parte y me llena de carne endurecida electrificando mi vientre, mi clítoris mi ser entero.



-“¿Te gusta amor?” “Sí”, jadea forzado.



Quiero a mi hijo, lo amo. Así lo siento, así se lo digo mientras su virilidad me llena completamente la vagina a fondo. Subo hasta rozar su glande en mis labios y vuelvo a caer metiéndome todo el rabo hasta las pelotas  una y otra vez en sentones que produce un chapoteo de nuestros cuerpos y sexos mojados inconmensurablemente sensual. Me abalanzo sobre su pecho alcanzo su boca, su lengua angosta comienza a lidiar con la mía dentro de un acoplamiento perfecto. Mis caderas no han dejado de moverse y ahora noto como su pelvis responde sincronizada con el mete saca…, se escucha lo mojado de mi coño mezclados con mis gemidos y sus jadeos, lo veo a punto de reventar soltándome todo el cargamento de esperma bien nutrido de potenciales “Danielitos Traviesos” que me aman tanto como me ama mi hijo. A los pocos minutos de haber iniciado la tremenda cabalgada me siento la mujer mejor follada del mundo al percibir la avenida de leche acercándose. Noto el endurecimiento de su masculinidad entre las paredes de mi coño apretado, lo siento convulsionarse y soltar todo el aire de sus pulmones provocando la gran evasión de lefa de sus gónadas para llenar mi vagina de millones de espermatozoides…. Siento los aldabonazos de esperma inundar mi más profunda intimidad, el lugar donde solo su padre me sembró y ahora es ese fruto el que pone su semen en el mismo lugar… Por momentos pienso que las pastillas dejen de ser eficaces con la ingente cantidad de lefa.



-“Sí, córrete mi niño, córrete dentro de mamá mi amor ¡Este es el hogar de tu leche!”



Suspiro sin dejar de moverme sensualmente mientras se termina de derramar colmando mi vagina de esperma maravilloso. Su primera vez en nuestra luna de miel, su bautizo en la fornicación vaginal. Cuando un macho llena el coño de una mujer por primera, es justo que descargue todo su engrudo en el conducto de la vida, sin embargo a Daniel se lo he permitido siempre… ¡¡Divina juventud!! Su miembro viril no pierde fuerza en ningún momento aunque los espasmos se hayan apagado. Lo aprovecho. Ahora soy yo la que necesita llegar a la meta buscando mi orgasmo, mi clímax, mi éxtasis. Aumento el ritmo, me pellizco los pezones…



-“¡Cómeme las tetas mi amor, chúpamelas!” Le pido sin sacarla de mi interior.



En pocos minutos, el HIJO heredero del trono toma posesión de su hembra…, mi Daniel me transporta quince años atrás cuando el rey Berni me hacía tocar el Cielo, me vuelve a follar sin haberla extraído tras su copiosa y monumental corrida, me está dando de nuevo con todo ¡Mi hijo se ha proclamado un fornicador nato! No se le ha bajado la dureza y aún lo veo con ansias de volver a inseminarme…. Es fiel sustituto de su padre aguantando más de cinco minutos a toda máquina hasta que logro mi más preciado desparrame, corriéndome con la verga de mi retoño horadando mi conejo hambriento. Notaba mis tetas que iban a reventar clavando los pezones en el pecho de mi hijo. He de decir que mi pezones erectos son como mi dedo meñique de grande y se mostraba evidente mi excitación, oscuros, enormes como rosetones y espigados como brotes de esparrago. Él seguía perforando con su verga dentro de mi vientre a la vez que me apretaba contra él cogida de las caderas. No podía aguantar ese baile ancestral de cópula animal, ¡Cómo deseaba ser follada por aquel muchacho, por mi hijo, el semental joven de mi vida!  



Sin poderlo evitar mis manos se deslizaron, le cogí por las nalgas haciéndome sentir más su potente tronco endurecido, embobada en su mirada tierna y lasciva a un tiempo. No cabía la menor duda de lo que deseábamos ambos, quizás como refuerzo de nuestro amor o por experimentar algo completamente nuevo o simplemente no era más que consecuencia del fluir de la naturaleza humana…, simple y natural atracción animal. Sus manos se metieron por debajo hasta agarrarme las nalgas, mi culo apretado y macizo dejó de ser mío para pertenecer al semental de mi hijo. Con los ojos cerrados arrimé mi mejilla a la suya, le deseaba. Sus dedos me atenazaban y yo movía las caderas como una zorra caliente para sentir su polla presionarme bien dentro de mi vientre… tiesa, dura como un tronco de roble no me dejaba fantásticos pollazos. Llevé mis dedos recorriendo todo su terso cuerpo sudado que arremetía sin compasión a punto de reventar. Hacía tanto tiempo que no gozaba tanto de un hombre empalmado que no recordaba el trabajo de hacerlo, máxime cuando el cipote del susodicho macho es de un tamaño poco común. Deslicé mi mano por todo ese pedazo de carne hasta llegar a sus gónadas, ¡Menudos testículos se gasta también el chaval! Pensé de inmediato, no es de extrañar que sea una verdadera fábrica lechera. Apenas los podía envolver con una mano todos ellos…, los sopesé como calculando la cantidad de leche que albergaban todavía. Por un momento quería sentir toda su lefa dentro de mí, necesitaba ser follada por mi hijo por toda la noche, necesitaba ser follada por aquel monumento a la potencia sexual simplificada en su inmenso falo.



Le di un beso en la boca, con lujuria y pura lascivia ante su mirada atenta. Él gozaba del espectáculo que le daba su madre… era de locos, no parábamos de transferirnos todos los fluidos de nuestros cuerpos…saliva, sudor, semen y fluido vaginal. No daba crédito a lo que estaba ocurriendo tumbado con mi coño abierto para que lo llenase mi macho totalmente abalanzado sobre su madre despatarrada. Me poseía clavándome su fantástico espolón, por momento recatada, no podría mirarle a los ojos mientras me penetraba…, quizás por eso me coloqué de espaldas a él como una perra caliente en celo, me abrí de piernas ofreciéndole mi raja del culo abierta, mi ano y la raja entreabierta de mi chumino mojado y chorreando de lefa e hirviendo de fiebre…. Al parecer era menos vergonzosa que me viera en dicha posición, mostrándole mi más guardada intimidad en firme desventaja ante el macho. De frente es donde podría dominar sus miradas, sus embestidas, su fortaleza y porque no decirlo su cariño hacia mí mientras me amaba horadando mi coño. En esa postura le dejaba el terreno libre para que pudiera reventarme a pollazos si así lo deseara. Sumisa le noté desde atrás para que me follara a su libre albedrío, sentí la cabeza enorme de su polla entre mis labios vaginales deseosos de que entrase entre ellos, y lo hizo aquel enorme champiñón encendido. ¡Se clavó en la vagina caliente, mojada y desesperada que su madre le ofrecía!  Empecé a menear mis caderas como una perra en celo, a sentir como entraba una y otra vez llenándome cada vez más la vagina a cada empellón, haciéndome gozar como nunca lo habían hecho en los últimos diez años por lo menos. Me cogía de las caderas con gran fortaleza, y la clavaba una y otra vez haciendo que mis tetas bailaran a su son, duras, con los pezones erectos y balanceándose a su ritmo como si fueran de gelatina. Mis gemidos de perra se hicieron ostensibles pese a querer evitar ser oída, me avergonzaba que mi hijo me pudiera escuchar como disfrutaba su madre, pero tras unas clavadas hasta el fondo donde noté el golpeteo de sus huevos, me hizo gritar y sus jadeos se unieron a los míos desinhibiéndonos por completo. El chasquido de mi culo contra su cadera, mis gemidos y sus jadeos envolvía la estancia de los sonidos de la lujuria, aquel coito no podría terminar más que con su semilla en mi útero de nuevo. El ritmo se tornaba brusco, rápido y demencial. No esperaba menos de un adolescente con tal ímpetu, en donde  acoplados por nuestros sexos como dos perros en celo, fornicábamos en plena locura de lujuria cual dos desconocidos. No verle la cara me ayudaba a disfrutar mucho más de mi semental, mis pechos sobre las sábanas, apoyada en mis codos casi mordiendo la almohada resistía los embates del grueso y largo cipote de mi hijo entregado a la causa espoleando con todo su cuerpo. Por un momento bajó el vaivén haciéndome notar su glande duro y gordo entre mis apretadas paredes vaginales. Mis músculos vaginales actuaban a la par succionándolo hasta que noté un cálido y cremoso chorro de leche que brotaba potente como la lava ardiendo, llenándome la vagina del esperma espeso de mi hijo. Yo no me corrí, pero el chico debió de correrse como pocas veces lo había hecho, pues no paraba de soltar lechazos a cada convulsión entre esténtores y gemidos que no podía evitar el pobre muchacho.



Me había clavado todo el rabo hasta las mismas pelotas, y en esa posición con un leve mete saca vaciaba todo su semen contenido en sus ciclópeos huevos. El muy cabronazo gemía como un verraco al tiempo que desahogaba toda su contenida virilidad, toda su semilla fértil en lo más profundo del coño de su madre en escandalosamente largos chorros de leche haciéndomelos notar compulsivamente. Caí boca abajo sobre la cama con todo su contenido espermático chorreando por mi raja al no poder contener tanta leche en su interior…, en ese el último empellón que me arrimó con generosa energía caí derrumbaba sobre el colchón a medida que iba extrayendo su verga de mi interior. Al acabar de salir su gordo capullo, brotó su espeso semen en un grueso borbotón deslizándose entre los labios hasta mancharlas sábanas. Rendida y colmada de su masculinidad le invité a mamársela limpiándosela, en tanto se recuperaba de tan anhelada batalla… Por fin mi cabeza paró de desear contener la esencia de su virilidad dentro de mi coñito calenturiento por ese día. La lógica no me estaba permitida en mi raciocinio, dada la ausencia de anticonceptivos en tal acto de lujuria. Sí, había dejado de tomarlos para descansar en los días menos fértiles supuestamente. Mirándolo bien en perspectiva solo podemos decir que fue un acto animal, salvaje y puramente cavernícola de satisfacción carnal con un hálito de amor, al menos de mi parte, pues amaba a Daniel…Como hijo, como amante y como hombre dotado de una masculinidad que toda mujer debe saborear una vez en la vida. Recuerdo lo que repetía siempre mi amiga Meche… “A una mujer no la completan hasta que una buena tranca no te metan” Efectivamente mi querido niño era el poseedor de la tranca que me ha completado



Por fin quedo completamente saciada, en cuerpo y alma, mientas Daniel tras volver a eyacular en las profundidades del útero materno…, se queda unos segundos dentro asegurando la total descarga y finalmente extrae su badajo cayendo rotundo a mi lado. Prefiero ponerme encima pero en la postura del misionero y a cuatro patas me ha parecido que he sido bien ser follada y a él le ha venido mejor hacerlo así. Una segunda follada hace un rato lo ha dejado rendido y exhausto. Lo he dejado descansar, cual soldado después de la batalla donde se queda profundamente dormido unos minutos más tarde. ¡¡Es un buen amante, como su padre!! También con él haré lo imposible para mantenerlo a mi lado. Se parece tanto a su progenitor que las tres veces que ha eyaculado en mi interior, he sentido algo extraordinario en el corazón de mi matriz… ¡¡Lo mismo que cuando Berni me preñó!! En unas semanas saldremos de dudas, sabremos si su viril esperma ha logrado bendecirme con la preñez de mi vientre, su vientre, su hijo… nuestro primer retoño nacido del NUEVO AMOR. Los días siguientes se perpetúan de la misma forma… amanecemos follando antes del desayuno y volvemos a follar en la siesta, para acabar con una buena clavada a pelo antes de quedarnos dormidos hasta el día siguiente. Han pasado tres semanas de la vuelta de nuestra “Luna de Miel” y me siento extraña…vómitos y náuseas. El test de embarazo confirma mi malestar ¡MI HIJO ME HA PREÑADO! No espero mucho en decírselo a su vuelta del Instituto… será el padre más joven de entre todos sus amigos y conocidos. Será nuestro secreto pero él ya será mío por siempre, porque en mi vientre tengo su fruto y espero no sea el último ¡Estoy predispuesta a que me preñe otra vez! Me gusta que me folle.. Y a él follarse a su MADRE.



FIN



Este es mi correo...  trovo_decimo@hotmail.com  por si deseas contactar conmigo, sugerirme o contarme alguna de tus fantasias que leeré encantado. ¡Muchas gracias!


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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