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Dalia

Aconteció que cuando comenzaron
los hombres a multiplicarse sobre
la faz de la tierra, y les nacieron
hijas,

Que viendo los hijos de Dios que las
hijas de los hombres eran hermosas,
tomaron para sí mujeres, escogiendo
entre todas.

Dijo Jehová:" No contenderá mi Espíritu
con el hombre para siempre, porque cierta-
mente él es carne; mas serán sus días ciento
veinte años".
Génesis 6:1-3


La noche en que Dalia llegó a la pequeña iglesia en busca de salvación para su alma perdida y pecaminosa fue el comienzo de la tragedia de todos los hombres santos y piadosos de aquel rebaño de humildes ovejas.

Hermosa como una princesa Inca, bella como las ninfas de los bosques, exquisita como la manzana de Adán, hechicera con sus ojos inmensos y negros, seductora con su largo manto de finos hilos de azabache que caía sobre sus hombros firmes y enloqueciendo a todos aquellos siervos del Reino, que un día abandonaron la senda de perdición, para buscar descanso y paz para sus almas descarriadas.

Sólo la vieja Yiya pudo comprender desde el primer momento que el mismo satanás en forma de mujer había entrado a la casa de oración para ocupar el Trono de Dios. Cayó temblando frente al altar; estuvo todo el culto implorando sin poder levantarse. Sentía sobre su maltrecho cuerpo aquella agonía de todos los demonios.

El joven predicador, hombre de mirada profunda y seria, de voz pausada y firme había puesto fin al sermón de la noche:

___He sembrado la buena semilla y sé que ella ha caído en tierra fértil, mi corazón, mi espíritu, la misma voz de Dios me dicen que hay una persona aquí que está pensando suicidarse esta noche. Dios te ama, rompe esas malditas cadenas de tinieblas y corre a los pies del Rubio de Galilea, a los brazos del Carpintero y Sanador de los Pueblos. Cristo murió por todos los seres humanos y el tiene el remedio para destruir los pensamientos malignos de la serpiente antigua, de lobo carnicero...

No había culminado de decir estas palabras cuando apareció en el umbral de la puerta del templo la figura imponente de aquella deidad esbelta, vestida de negro, sus grandes ojos ocultos detrás de la pintura, sus dos tibias palomas que se agitaban en su pecho y que apenas podían ocultarse y su reluciente mata de pelo azabache.

Hubo silencio, un silencio extraño, enigmático, un silencio agónico.

El predicador enmudeció por unos segundos ante la presencia de aquella mujer tentadora. En su mente se libró una cruenta batalla y trató de reprender aquellas voces del infierno que se adueñaron de su pensamiento.

__ Ven hija mía, Cristo te ama y pagó el precio de nuestras culpas y enfermedades-dijo el ministro-

Ella corrió al altar y entre sollozos aceptó la salvación de su alma. El estruendo de alegría se quedó con la Casa del Señor.

__ Hermanos-dijo el ängel de la Iglesia- Hoy las huestes celestiales cantan porque he aquí una pecadora perdida que ha sido rescatada de los brazos del enemigo...¡Alabemos al Señor!

Con mucho gusto y tembloroso el profeta de Dios colocó sus manos sobre la frente candente de aquel "pecado" hecho mujer. Oró al Todopoderoso para que sus faltas fueran perdonadas y fuera hecha una nueva criatura por el poder y la gracia de Jesucristo.

Dalia se levantó, miró al hombre, luego caminó hacia la puerta. Sus movimientos eran enloquecedores,¡Ay mamá!,Sus piernas!..tenía un no sé qué y un qué sé yo que le robaba la respiración a cualquier macho por más santo que fuera.

La noticia corrió como pólvora por todo el barrio...

__ Se convirtió la puta de Dalia...¡Ay bendito se jodió la iglesia- dijo la vieja Isidora.

Aun las hermanas de la congregación no estaban de acuerdo con la presencia de aquella "víbora", era una loba, había que vigilarla de cerca. Sin embargo, los hermanos estaban de fiesta, especialmente los ancianos, los viudos, solteros y sobre todo el ministro.Desde que Dalia llegó al redil siempre llegaban temprano al culto. Nadie quería perder los saludos de la nueva hermana.

¡Cómo gozaban cada vez que el pastor indicaba al final que se saludaran con un fuerte abrazo y un apretón de manos en el nombre del Señor. Los muchachos hacían filas para abrazar a la hermanita Dali, como cariñosamente la llamaban.

Ella había cambiado, ahora no se ponía aquellos vestidos finos y casi transparentes que permitía a los hombres del barrio disfrutar de sus encantos cuando cada tarde pasaba frente al negocio del viejo Severo. Éste estaba muy enojado porque muchos de sus clientes habían dejado la bebida y el cigarrillo, lo que significaba grandes pérdidas para su colmado.
Vestía recatadamente, no había por donde mirar; aquello provocó malestar entre los machos que pensaron en varias ocasiones quemarle la iglesia al pastor.

Parecía una nueva criatura. Era pura, casta, sublime y más hermosa cada día. Aquella manta de pelos negros sacaba a cualquiera de comunión.

El tiempo transcurrió silencioso pero rápido. Cesaron las murmuraciones, los chismes desaparecieron; ya nadie hablaba de la vida indecente de Dalia. Había sido bautizada. Era preciso ver a los hermanitos tratando de ocupar el primer lugar en la orilla del río, querían ver cuando ella saliera del agua... estaban desesperados, aquel vestido blanco y muy fino y delicado segurante se pegaría a su cuerpo...
Ella estudiaba la palabra en un seminario en la ciudad muy reconocido. Se convirtió en la más elocuente de las predicadoras.

Era preciso ver cómo las mujeres, los niños y hasta los hombres lloraban al escuchar su testimonio. Sólo oraba de rodillas en una esquina del altar la Yiya.

Cuando Dalia predicaba a la pobre anciana le entraba un espíritu de lamento que apenas permitía escuchar la voz dulce y melodiosa de la predicadora.

Fue tanto lo que molestó al pastor la actitud de la hermana Yiya que una noche, delante de todos los hermanos de la iglesia, le dijo que el mejor favor que ella le podía hacer a la obra de Dios era que se quedara en su casa.

___ Hermanita, usted tiene hace rato el reino de Dios conquistado, ya los ángeles le tienen su vestido blanco, su nombre angelical y la corona de la vida; además de la morada en el Paraíso, por favor, permita que también alcancemos la gracia divina. Doña Lydia Pérez, sola, atribulada y ofendida jamás volvió a la iglesia.

Cuando Dalia tomaba la palabra, las oraciones eran cortas, los hermanos no cantaban, nadie quería tomar parte, pues, querían todo el tiempo para que aquella santa hablara. Era un espectáculo increíble ver a aquellos hombres de Dios embelesados. Parecían estar bajo los efectos de algún hechizo, bajo hipnosis o endrogados con alguna sustancia divina.

Cada palabra salía con tal dulzura de sus labios carnosos y bien formados, cada palabra salía como una flor de su capullo, como el rocío de la mañana; sus movimientos muy delicados, rítmicos, su expresión, sus miradas, sus lágrimas que caían desmayadas por sus mejillas.¡Era una santa!

___¡Qué pena que no sea católica!-había dicho el cura en la otra iglesia. Sería una santa más entre las Once Mil Vírgenes-

Una noche Dalia no asistió a la iglesia; tampoco apareció el ministro. Hubo muchas especulaciones de todas clases. Sin embargo, casi al finalizar el servicio religioso, llamó la esposa del pastor para notificar que habían tenido un accidente en la carretera y se les había hecho imposible llegar al templo.

Dalia había salido del barrio cerca del atardecer debido a que su madre estaba muy enferma.

Cuando el ministro se enteró de los comentarios que circularon entre los miembros de su iglesia les impuso una disciplina de una semana de oración y de ayuno. Era necesario erradicar de una vez y por todas las cizañas del diablo.

___ Hermanos, satanás anda como león rugiente buscando a quien devorar.- dijo el varón de Dios-

Tres días después Dalia regresó a la iglesia. Había algo extraño en su semblante, su mirada había perdido la gracia y su sonrisa era muy curiosa.

Afuera se escuchaba la voz de la Atalaya de Dios. La Yiya portaba el mensaje de alerta del último tiempo. Una y otra vez repetía las mismas palabras:

__¡Una nube negra se tendía sobre aquella congregación!¡Salid de ahí mientras haya tiempo!

El joven administrador llamó a la policía. La mensajera del reino fue echada fuera del patio de la iglesia y llevada a su casa a la fuerza mientras gritaba:

___¡El diablo se los llevará a todos a las mismas pailas del infierno.

Una tarde de enero ocurrió un accidente en el que murieron dos niños del barrio. Aquellos pequeños eran locura con Dalia, apesar de que no visitaban la misma iglesia. El cura habló con Dalia para que ella fuera la persona que despidiera el duelo de los infortunados. Aquella tarde quedó comprobado, no sólo para los hermanos protestantes, sino también para los hermanos católicos que Dalia era la misma encarnación de un ángel divino.

Sin embargo, aquella situación fue la causante para que las buenas relaciones entre el cura del barrio y el ministro evangélico terminaran e iniciara una batalla de acusaciones. El ministro acusaba al sacerdote de querer convencer a Dalia que su iglesia era la verdadera, fundada por el mismo Pedro y que permanecería sobre las mismas puertas del infierno. La verdadera Iglesía de Jesucristo era Católica, Apostólica y Romana. El pastor decía que el cura quería llevarse a Dalia, que la verdadera iglesia era la suya, que Pedro no fue ningún Papa, pues hasta casado era y Jesús le sanó a su suegra.

Las acusaciones llegaron al punto de acusar al pastor de no tener buenas intenciones con aquella pobre muchacha; que éste era un lobo vestido de oveja pero que tenía olor a azufre del mismo laberinto del infierno.

Hubo enfrentamientos verbales entre los seguidores de un bando y del otro. Sin embargo, las aguas llegaron a su nivel. De la noche a la mañana hubo paz y armonía entre todos. La armonía llegó a tal grado que el Día de Acción de Gracias todos compartieron la cena del pavo. Aquello era un milagro y la santa quien lo realizó fue Dalia.

Ella se había comprometido con el sacerdote de que dos días de la semana visitaría la iglesia y les hablaría a los hombres sobre temas que les ayudarían a mantener a sus familias unidas. Por su parte, el ministro vio con buenos ojos la acción, sin precedente, de su hermanita en la fe. Las que no estaban muy a gusto eran las hermanitas católicas y menos los hermanitos evangélicis. Ellos querían a Dalia los siete días de la semana.

Pero quien no estaba muy de acuerdo con las acciones de la reverenda Dalia era el diablo, pues puso en la mente de la vieja Yiya organizar a todas las mujeres del barrio para expulsar a la bruja hechicera que les había robado a sus maridos. Estaban hartas del nombre de Dalia.

Un domingo no asistieron a la iglesia, ni las hermanitas protestantes, ni las hermanitas católicas, todas se reunieron en el parque de la comunidad y allí demandaron la la expulsión inmediata de "aquella ramera callejera". Era mejor que se perdiera una alma que todo un pueblo- decía la proclama-

Pero aquel domingo el ministro no asistió a la iglesia y Dalia tampoco apareció. El movimiento de la vieja Yiya no progresó. Tanto el mensaje del cura en la misa como el mensaje del reverendo el lunes fue:

___las puertas del infierno no prevalecerán sobre la iglesia de Jesucristo y acusaron a la vieja Yiya de estar loca y poseída por las fuerzas del mal.

Dalia continuó asistiendo a la iglesia. Cada día estaba más exquisita, más sensual, más dura, más enloquecedora, más tierna...¡Ay Dios mío!, más hechicera, más abusadora...

El último domingo Dalia no asitió al templo. Tampoco el domingo el cura se presentó por el barrio; era la primera vez que faltaba en más de treinta años de servicio sagrado.

Muchas cosas sucedieron en el barrio desde que Dalia abandonó su vida de delitos y pecados. Ahora, apenas una semana, se mudó para un lujoso apartamento que el Señor le había dado. Tenía un carrito del último modelo y comenzó a vestir un poquito mejor.

Era un encanto, aquella tela fina se amordaba a su cuerpo, se veía radiante de alegría, brutal, apetitosa, turvadora, linda... Era una mujer santa que le robaba el aliento a los hombres, pero en su mirada no había maldad, su sonrisa angelical, tenía un movimiento rítmico pero santo.

Ahora era muy feliz; la vieja Yiya había sufrido un extraño accidente en su casa. La encontraron muerta con una mirada aterradora y con el nombre del culpable dibujado en forma de D en la punta de sus labios... En fin, era una anciana y posiblemente resbaló y cayó por la escalera.

Dalia era el ángel del barrio, era la estrella de la familia. Todo el mundo la apreciaba. Sólo ella pudo unir a la comunidad, pudo convencer a los hombres que sus mujeres eran mejor que sus amantes y que ella sólo les podría brindar un poco de amor y cariño en el nombre del Señor.

Vivía encantada, por vez primera en su vida supo lo que era la abundancia, el respeto... y también pudo descubrir la falsedad de aquéllos que desde el púlpito la acusaban de ser una mala y pervertida mujer... Ella era igual que todos...

Allá, el ministro les explicaba a los hermanos la necesidad de aumentar los diezmos y el cura planeaba la próxima verbena y un binguito, ya que habían muchos gatos adicionales que cubrir... Y la santa Dalia dormía, como una reina, felizmente sobre su nueva cama de agua.

Fin
Datos del Relato
  • Categoría: Varios
  • Media: 4.72
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  • Envios: 1
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
diana
invitado-diana 13-05-2003 00:00:00

Excelente trama para mostrar lo que es la seducción, la manipulación, el mito y la realidad, el prejuicio. Esto ocurre ocurre mucho en ambientes religiosos. Excelente para hacer un análisis según un enfoque feminista.El eterno arquetipo de la " mujer fatal" (the temptress)

maria
invitado-maria 12-05-2003 00:00:00

Tal y como lo dice el titulo de este coementario, notese que, hasta en los relatos, cuentos, anecdotas y/o fantasias, se demuestra una vez mas que: La religion (cualquiera que esta sea) es el opio del pueblo, pues con tal de "disfrutar" de la presencia de la "santa", hasta comulgaron juntos catolicos y cristianos, jajajajaja, de pelicula, en serio, jajajajaja para ripley, jajajajajaja. Muy bien, autor(a) de este relato, lograste divertirme, sigue asi y mucho exito, espero mas aportaciones de parte tuya. Saludos a Andueza y espero sus comentarios a mi comentario, digo , pa´variar un poco, ¿no? jajajajajaja

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