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Categoría: Intercambios

Confundida y poseída

Aquel sábado por la mañana recibí un llamado telefónico,
era mi hermana mayor que necesitaba de mi ayuda pues
deseaba ir a una fiesta con su marido y requería de
alguien que cuidara su bebé.
No es problema quedarme con mi sobrino esta noche, de
manera que cuenta conmigo para esta ocasión le dije a
Irene.
En realidad siempre iba en ayuda de mi hermana cuando
ella me necesitaba, desde pequeñas habíamos tenido una
buena relación y cuando ella se casó, este estrecho
lazo familiar se mantuvo como de costumbre.
Irene generalmente me decía que era feliz en su
matrimonio con Ernesto y que él llenaba sus anhelos
y satisfacía plenamente sus deseos sexuales.
En especial me hablaba de lo fantástico que era
su esposo en el aspecto sexual y que su fantasía
erótica no tenía fin. Todo esto me produjo a través del
tiempo, una imagen muy excitante y enigmática de
la personalidad sexual de Ernesto, mi cuñado.
Muchas veces lo imaginé disfrutando de mi hermana
de diversas maneras y practicando junto a ella
las mas excitantes situaciones sexuales.
Finalmente llegaba a la conclusión que todo aquello
era producto de mi propio morbo y que tal vez
todo se resumía a que mi hermana se había casado con
un hombre muy sensible eróticamente.
Llegué a la casa de Irene temprano, sin embargo ella
y mi cuñado ya estaban preparados para acudir a la
fiesta que se les presentaba aquella noche de sábado.
Mi sobrino, un bebé de un año, dormía plácidamente
en el dormitorio matrimonial.
Tuve tiempo de conversar con ellos y pasamos un
momento muy agradable antes que se fueran en busca
de diversión.
Irene me dijo que debía acostarme en la cama de ellos
para acompañar mejor al bebé y que a su regreso
yo debía cambiarme al dormitorio vecino.
Le digo que todo está bien y finalmente se despiden
al salir de casa dejándome sola con mi pequeño
sobrino. De pronto la casa se me hace muy grande y
en esta soledad no sé que hacer. Veo algo de televisión
pero luego me siento cansada... entro a la habitación
de Irene y de Ernesto y puedo comprobar que el bebé
no ha perdido su sueño y sigue descansando.
Me acuesto en la cama de ambos y me excito ligeramente
al sentir que estoy acostada en el mismo lugar donde
mi hermana y mi cuñado hacen el amor, las imagines
en mi mente se suceden y no puedo evitar verlos
realizando calientes poses de sexo. Me levanto
de la cama intentando liberarme del morbo que me
posee y camino por el dormitorio donde me sorprendo
al encontrarme con un bello y lujoso ejemplar del
famoso libro Kama Sutra, pero hay algunos más, tal
vez no tan conocidos como aquel. Hay títulos como...
"Fantasías eróticas en el matrimonio"..."El arte
del goce solitario.."... en realidad, una considerable
colección de literatura erótica que seguramente
encenderá las pasiones y deseos de mi querida hermana
y su especial esposo.
Regreso a la cama con alguno de aquellos libros y
me dedico a mirarlos y leerlos con alguna rapidez,
realmente se tomaría mucho tiempo tomar conocimiento
de toda aquella carga literaria. A los pocos minutos
concluyo que no fue una buena idea haber consultado
aquellos libros pues en breve tiempo me han dejado
con una calentura considerable. Ya no sé cómo detener
la idea de auto consolarme y mi tibio y latente
sexo, ruega por ser consolado. Pero me resisto a la
idea y creo que una ducha tibia podrá calmar los
deseos que han sido provocados por aquellas ardientes
páginas.
Voy prontamente a la ducha y el agua constante me
da el consuelo de apagar relativamente mi excitación,
me siento mejor y me dedico a jugar con los jabones
y perfumes que mi hermana mantiene en el lugar.
Termino mi baño y siento como mi piel ha quedado
fresca y perfumada con las esencias de Irene, todo
se siente mas suave y agradable, debo regresar ahora
al dormitorio para vigilar al bebé.
Ahora estoy nuevamente en el dormitorio, cubierta
con una bata de mi hermana y busco en algún cajón,
un pijama que me pueda servir para dormir.
Solo encuentro una colección de bragas eróticas
y una camisa corta de seda que es justamente para
dormir. Vestida con la ropa de mi hermana y perfumada
con sus perfumes, me acuesto finalmente para descansar.
Aún estoy excitada con tanta fantasía pero también
estoy cansada de manera que apago la luz y me
propongo dormir.
Dormía profundamente cuando alguien intenta despertarme,
compruebo que han pasado dos horas y es Irene quien
intenta hablarme:
Hola, soy yo, Irene - me dice - me sentí mal en la
fiesta y decidí regresar a casa. Ernesto se ha quedado
allí pero regresará pronto.
Casi dormida le respondo a mi hermana: Está bien Irene,
espero que no sea muy grave. Iré al otro dormitorio
para que te acuestes en tu cama.
No, no. Yo iré al otro dormitorio, tu estás casi
dormida y no debes interrumpir tu sueño, que tengas
buenas noches - termina diciendo mi hermana -
Irene tenía mucha razón, pues me dormí nuevamente
casi sin darme cuenta y ya estoy de regreso en el
mundo de los sueños.
Mas tarde... creo que fue un sueño el que me hizo
sentir la agradable caricia de unos labios que
rozaban tenuemente la piel de mis muslos. A Aquellos
labios se unió una lengua húmeda y tibia que arrancaba
nuevas y deliciosas sensaciones.
Es un sueño muy real, me dije para mí, pues siempre
me sucede cuando me duermo muy caliente. Si me hubiese
masturbado, esto no estaría sucediendo.
Pero aquellos labios, aquella lengua y mientras mis
piernas eran separadas por tibias y suaves manos,
seguían otorgándome deliciosos y excitantes placeres,
y ya se encontraban cerca de mi sexo.
Mi mayor anhelo fue entonces que aquel sueño no
se desvaneciera y que yo fuera alcanzada en mi sexo
por aquellos labios, por aquella lengua y por aquellos
dedos también.
Como leyendo mis pensamientos, esas manos tibias y
anhelantes comienzan a despojarme de mis braguitas,
en realidad las braguitas de mi hermana. Sin esta
prenda, mi sexo se transforma de inmediato en la
mayor delicia de aquellos labios, de aquella lengua.
Es un artista experto el que me está dando el más
exquisito y refinado sexo oral, pero la intensidad
y lo maravilloso de mi placer me llevan a despertar
y a caer en cuenta que aquello no es un sueño, sino
una ardiente realidad: Es Ernesto !!, ha regresado
de la fiesta y me ha confundido con mi hermana mayor.
No lo puedo culpar... la oscuridad, el perfume que
llevo puesto, la ropa... todo es de Irene y me ha
confundido.
Mi sorpresa es enorme al comprender este error por
parte de mi cuñado pero mi placer también es enorme
y no me deja reaccionar, sólo puedo sentir como
van en aumento todas las sensaciones que me sumen
en la complicidad de este caliente acto oral.
Por arte de magia, las imagines de los libros eróticos
vuelven a aparecer en mi mente y me siento protagonista
de muchos de los grabados y fotografías que allí
pude ver. También puedo comprobar lo que pensaba
secretamente de mi cuñado y medito sobre lo afortunada
que es mi hermana cuando cae en sus manos.
Y ahora yo estoy en sus manos y sintiendo la plenitud
del placer que puede otorgarme mi sexo cuando es
manejado de manera tan experta.
Mi clímax se aproxima y solo debo ahogar cualquier
gemido de placer por miedo a ser descubierta, el
momento llega y en el torbellino del goce solo se
tomar sus hombros y apretarlos con desesperación
mientras disfruto de la caliente culminación de
este sexo oral.
Mi cuñado concluye su admirable labor y el pequeño
rumor de su sonrisa me dice que se siente plenamente
satisfecho de haberme provocado tan inmenso placer.
Sin permitir un descanso, me toma de las caderas
y comprendo que me desea en la posición de la perrita,
me acomodo de esta manera dejando todo mi trasero
a su disposición penetrándome de inmediato y llenando
mi vagina con su considerable miembro sexual.
Al sentir la invasión de mi sexo, dejo escapar un
pequeño gemido que afortunadamente no logra desvelar
mi secreto de mi cambiada personalidad por mi hermana
Irene.
Ernesto tiene mucha energía en los primeros embates
y me transmite toda su ardiente sexualidad, esto hace
que mi propia sexualidad le corresponda y me transforme
en su perrita caliente al servicio de su placer y
del mío propio. El acto es intenso y mi cuñado toma
todo lo que está a su alcance: mi espalda, mi pelo,
mis muslos, mis senos... puedo sentir entonces el
leve aroma del alcohol desde su piel. Concluyo que
por esto no he sido descubierta, seguramente ha
bebido lo suficiente en la fiesta como para confundirme
con su esposa.
Pero en este sexo que mantengo con mi cuñado por error
o por cualquier otro motivo, me hace correrme una vez
más y desciendo hasta la almohada para ahogar los
gemidos de placer que pudieran escapar involuntariamente.
Ernesto ya sabe que me ha hecho gozar nuevamente y
ahora me dispone en la cama con la cara hacia arriba
para hacer el amor de la manera mas típica y
acostumbrada.
Nuevamente renuncio a mi deseo de decirle finalmente
que no soy su mujer sino su cuñada pero esta posición
es una de las más excitantes para mí y nuevamente
soy incapaz de decir la verdad.
Realmente mi cuñado ha llegado de la fiesta con un
desesperado deseo de follar y de seguro que ha dejado
de lado muchas de las primicias que suele practicar
de las cuales algunas me ha contado mi hermana.
En un instante ya estoy nuevamente penetrada y
sintiendo la energía de su sexo intenso, como esta
posición favorece mucho mi placer, no tardo en
sentir un nuevo orgasmo, solo que esta vez me es
imposible acallar mis suspiros y gemidos de
intenso placer... Mi cuñado ahora va en busca de
su propio placer y se acerca a mí para besarme y
acariciarme hasta donde la postura se lo permite.
Creo que esta variación le permite descubrir quién
soy realmente aún cuando no estoy plenamente segura
de eso.
Pero creo que poco a poco lo está descubriendo,
pues algo ha cambiado en él, ahora el sexo que
me está dando es diferente, más fuerte e intenso.
Ya no tengo dudas de que Ernesto sabe que está
follando con su cuñada y la novedad
de esto le está provocando un placer aún mayor...
pero mi último orgasmo borra todos mis pensamientos
y ahora mis declarados gemidos de placer provocan
el propio placer de mi cuñado que descarga todo
su cuantioso semen dentro de mi vagina.
Ernesto se queda descansando sobre mí y dentro de mí
mientras pienso que voy a decir cuando descubra
ya realmente quién soy yo.
Luego, el enciende la luz... lo miro y me mira sin
mucho asombro, entonces intento justificar por qué
no le dije antes que era su cuñada y no su esposa.
En realidad... - le digo tímidamente - yo..
No tienes que decir nada, desde el principio sabía
que eras tú - me dice Ernesto - Tal vez la culpable
es tu hermana que siempre me habla de ti diciéndome
que eres una mujer muy ardiente pero que no has
tenido la oportunidad de gozar del sexo plenamente.
Y al saber que dormías en mi cama, en esta oscuridad,
y mientras Irene dormía en el otro dormitorio, sentí
el incontrolable deseo de hacerte el sexo oral y
luego follarte para sentir y comprobar si eras tan
caliente como lo dice tu hermana. Además, dejé
varios libros por el dormitorio sabiendo que los
leerías y te calentarías con ellos, pero debes pensar
que todo esto fue un sueño... un sueño muy real y
erótico que nació desde las paginas de aquellos
libros.
Ahora te dejaré dormir aquí mientras yo voy a acompañar
a tu hermana para que cuando se despierte mañana, yo
esté a su lado.
Fue lo último que me dijo mi cuñado antes de dejarme
sola en el dormitorio matrimonial donde yo por una
noche, fui su ardiente mujer.
Datos del Relato
  • Categoría: Intercambios
  • Media: 5.25
  • Votos: 63
  • Envios: 6
  • Lecturas: 4488
  • Valoración:
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