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Categoría: Maduras

Carta de una ardiente madura

Me encanta gozar y descubrir cosas nuevas en el sexo.



A continuación... voy a relatarles una experiencia que vivimos hace un año y que amplió los horizontes de mi mente en lo referente a otras formas de gozar del sexo.



Una colega de mi pareja... con la cuál estaba trabajando transitoriamente... le había pegado duro, es decir, le gustaba y lo calentaba sobremanera, fantaseábamos cada noche con que era ella quién estaba en la cama con él y no yo, esto nos calentaba sobremanera. Todo iba bien hasta que nuestra amiga confesó ante las insinuaciones de mi pareja que era lesbiana...pero que gozaba como una puta, con otra mujer y un hombre, y la excitación aumentó al doble...



y nos volvimos cómplices. Organizamos una cena en casa... mucho vino, luz tenue, ambiente relajado...



Una sorpresiva llamada, hace que mi pareja tenga que salir por media hora... las dos solas, a propósito!... risas, un abrazo y ella no resistió y me besó en una forma tan intempestiva... sus labios húmedos sabían diferente, su lengua estaba sobre la mía y se desató en mi una pasión que nunca había experimentado.



La sorpresa, lo nuevo de la situación, me puso a mil, sentía como latían mis labios y mi concha se inundaba de jugos rapidamente. Me apreté a su cuerpo y pude sentir sus tetas firmes rozarse con las mías. Si bien habíamos buscado esta situación y la salida de mi pareja de la escena había sido premeditada, algo de temor... algo de intriga... aumentaba la excitación...



Sus manos eran una pluma que acariciaba con sutileza mi espalda y descubrieron mi hombro y se deslizaron sobre mi vestido y su boca atrapó una teta mia, rodeaba con su lengua el pezón erecto, me lo apretaba, chupaba con fuerza; la alternancia de estas maniobras me hacían desear que lo hiciera cada vez con más insistencia.



Me entregué a gozar.... me dejé caer sobre el sofá.



Ella comenzó a besar mis rodillas y ascendió por mis muslos que estan bien formados y firmes...rozando su lengua sobre mi tanga...



Yo sentía que un placer diferente y nunca explorado estaba por descubrir. Corrió mi tanga y separó mis piernas, y mirándome a la cara me dijo... Sandrita...dame tu concha!...



Mis labios carnosos estaban turgentes, palpitando, su lengua comenzó a rodear mi clítoris, lo apretaba con suavidad y lo volvía a envolver con su lengua, apretaba y chupaba con más fuerza y luego disminuía.. .esto me enloqueció.



Su lengua se ocupó luego de mi orificio vaginal y empujaba hacia adentro, su nariz -no era casualidad- rozaba mi clítoris. Y cuando yo creía que ya no podía sorprenderme, siguió descendiendo y comenzó a hacer lo mismo con mi culo... el cuál disfruta mucho de las caricias que le prodiguen.



Volvió a mi clítoris y se ocupó de él hasta que exploté en un orgasmo impresionante.



Luego de esto, ella se sentó a horcajadas sobre mí quedando su abierta y húmeda concha sobre mi nariz y retirando su blusa me ofreció sus hermosas tetas a mis labios.



Creí enloquecer cuando sentí esa piel suave que se endurecía al roce de mi lengua. En ese momento entendí por qué para los hombres son tan



maravillosas las tetas de una mujer.



Regresó mi pareja. Ella -lejos de retirarse o ponerse mal- me besaba y apretaba con más dedicación. Carlos se puso cómodo, sirvió vino, se colocó detrás de su espalda y comenzó a sacarle la ropa que yo no me había atrevido a hacerlo y comenzó a besarle el cuello, la espalda, el culo y acariciaba sus tetazas, y me tomaba de la nuca y me apretaba contra esas ubres deliciosas. Luego descendió con suaves caricias por la espalda de ella y la hizo arrodillar en el sillón, siempre a horcajadas mía. Ahora su puta concha quedó frente a mi nariz, me deslicé algo hacia abajo y comencé a saborear su jugos, descubrí su clítoris tenso, y me ocupé de él, como si mamara un pequeño pene. Carlos le acariciaba los pechos y su culazo firme y redondo.



Adiviné sus intenciones y con mis dedos comencé a acariciar su mojada concha y llevar sus jugos hacia su culo.



Le agradó y comenzó a moverse en forma circular.



Presionando hacia atrás, buscando que mi dedo fuese hacia ella. El movimiento era rítmico, y su agujerito se entregaba latiendo, pidiendo más, y su clítoris atrapado por mi lengua, crecía. Carlos acariciaba mi clitoris con su mano y descendió con sus besos. Yo retiré mi mano y dí paso a su lengua, que jugueteaba con su culo. Mi mano ahora se ocupaba de mi clítoris y la de Carlos de su verga, que parecía estallar, se pajeaba en forma lenta..... se incorporó y apoyando el pene en nuestra amiga, empujó en ese agujerito palpitante... que pedía a gritos ser penetrado... lo hizo en forma lenta.... suave.. no pareció dolerle ...



comenzó a moverse en forma leve, pero rítmica....



cada movimiento de él apretaba su clitoris en mi boca y mi mano se hundía en mi concha y así ellos llegaron a un orgasmo simultáneo... infinito...



Carlos se retiró y ella se ocupó nuevamente de mi chorreante concha hasta que exploté en un orgasmo majestuoso.



Esta fue la primera parte de una noche inolvidable... que -obvio- no terminó allí.



Si te gusta pajearte conmigo y me contás algo de vos o de tus amigas, podremos seguir compartiendo buenos y excitantes momentos.



Te cuento que de sólo recordar todo esto, estoy húmeda, excitada y deseosa de una buena paja. Y ahora estando sola... terminaré en algo bueno también, poniéndome mi consolador favorito, en mi puto culo...



Ha sido grato compartir esto contigo. Sandra


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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