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Categoría: Confesiones

Camila y su preocupación

Me llamo Camila y si estoy aquí contando esto es porque no soporto la culpa y creo que lo único que podrá acallar la voz que desde mi interior me injuria, será mi confesión.

Hasta ayer yo era una chica de 24 años, linda y vistosa, teniendo en cuenta lo que me decían mis amigas y las cosas que me decían los hombres con los que me cruzaba. Lo pongo en pasado porque realmente no sé si seguirá siendo así.

Les cuento que a mis 24 años peso 60 kilos, que mis ojos son de color celestes, mi tez broncínea, mi cabello negro azulado, como ala de cuervo dicen que es su color, que me llega hasta la mitad de la espalda y unas medidas de 97, 63, 95, todo distribuido en mi metro setenta y cinco de estatura, no es necesario decir más para que se den cuenta que no miento cuando digo lo que me decían mis amigas.

Estuve de novia con Facundo durante 7 años, nos habíamos conocido en Bariloche, durante el viaje de egresados que habíamos realizado cada uno con su colegio.

Si bien él vivía en Santa Fe y yo en Buenos Aires, nos veíamos por skype todos los días y como mínimo nos encontrábamos tres veces por año pues eran las ocasiones en las que él venía a Buenos Aires.

Él aun estudiaba Ingeniería en Sistemas y yo ya, hacía 2 años que me había recibido de Licenciada en Ciencias Políticas.

Si bien a los 24 años ya había tenido varios orgasmos, todos provocados por mis manitos, aún no había mantenido relaciones sexuales personalmente, digo esto porque en más de una ocasión nos habíamos masturbado por Skype, Facundo en su habitación y yo en la mía.

Él sabía que yo quería llegar virgen al altar, y si bien en más de una ocasión me pidió que se lo tocase o que lo hiciésemos analmente o bucalmente, yo no acepte porque para mí eso no es llegar virgen e impoluta al altar, pues mi vagina podría estar como cuando salió de fábrica, pero el resto de mi cuerpo no. De allí que me mantuve en mis trece todos estos años, aguantándome la calentura en más de una ocasión, pero sin cejar en mis deseos de llegar impoluta al casamiento.

En varias ocasiones Facundo me pidió hacerlo, y ante mi respuesta que solo lo haríamos después de casarnos, él me decía que si no lo hacíamos dejaríamos de salir, porque él quería poseerme ya y no sabía cuánto tiempo más pasaría hasta que nos casásemos, pues él recién estaba por la mitad de la carrera y quería tener entre sus brazos ese cuerpo que ya había visto varias veces en la computadora, pero yo me negaba sistemáticamente a sus pedidos y como seguíamos siendo novios, pensé que lo decía en bromas, pero la última vez que nos vimos, fue realmente en serio porque me cortó el rostro y nuestro noviazgo se fue por la rejilla de los desechos.

En varias ocasiones traté de hablar con él por Skype y hasta una vez fui a Santa Fe, pero siempre me dijo que si quería que lo nuestro continuase entonces tendríamos que acostarnos. Yo no quise dar el brazo a torcer, un poco, muy poco en realidad, porque quería llegar sin haber mantenido contacto carnal con ninguna persona y otro poco, mucho a fuer de ser sincera, por amor propio, por no querer dar el brazo a torcer.

Cuando me di cuenta que ya todo estaba perdido, que no había forma de volver atrás, decidí entonces quedarme sola, hasta pensé en hacerme monja, pero mis amigas me convencieron de que no lo hiciese y que me entregase a los brazos de cualquiera antes de buscar otro novio o de entrar al noviciado.

Fue así como tome la decisión de viajar a mi trabajo en el ferrocarril San Martin, en lugar de hacerlo en el ferrocarril Urquiza. Yo trabajo en la zona de Tribunales por lo cual me da lo mismo viajar en uno o en otro, en lo que a tiempo de viaje se refiere, ya que si bien uno me deja en Retiro y el otro en Lacroze. Si bien lo que ahorro de tiempo en el tren Urquiza lo gasto en subte, lo que ocurre es que el viajar es, por lo menos para mí, totalmente distinto, pues en el Urquiza viajo sentada, pues lo tomo en la estación Lemos, que es terminal, mientras que en el San Martin eso es imposible, pues ya llega lleno a la estación San Miguel que es donde lo tomaría.

Siempre viaje en el ferrocarril Urquiza, salvo en dos ocasiones en que el mismo no funcionó, y nunca tuve problemas, siempre lo hacía o durmiendo o leyendo, en cambio en el San Martín, como lo hice parada no solo no podía hacer eso sino que tenía que estar cuidándome de los amigos de lo ajeno, los pungas como se los llama, y de los que aprovechan lo apretado que se viaja para dejar volar sus manos y tocar a cuanta mujer pueden sin importar su estado, color, edad o silueta.

Comencé entonces, hace dos semanas, un lunes a viajar desde San Miguel hacia Retiro y la verdad no me gusto porque sentí manos por todo el cuerpo y las veces que protesté, me trataron de loca o me dijeron que era porque el tren estaba lleno y que si quería viajar cómoda lo hiciese en remis.

Al día siguiente no quise repetir la situación por lo que volví a viajar en el ferrocarril Urquiza, sentada, pero al otro día recordando, lo que mis amigas me dijeron en lo referente a tener sexo con cualquiera, y teniendo en cuenta que si uno quiere resultados distintos no tienen que hacer siempre lo mismo, volví a viajar en el San Martín, esta vez fui con pantalones y no me importó que me tocasen esa parte prominente de mi figura llamada culo y como a la noche, recordando esos toqueteos me masturbe, repetí el día jueves, día en el cual hubo algunos toqueteos, pero estos cesaron cuando llegamos a la estación Morris pues allí se colocó detrás mío un hombre que, en uno de los tantos bamboleos que hizo el tren, me hizo sentir su verga; esta se apoyó como tantas otras en mi culo, pero en lugar de separarse de éste cuando cesó el movimiento, siguió apoyada en él. Pensé que era porque lo estaban apretando contra mí, lo cual era cierto en parte pero lo cierto es que él deseaba tener su pija apoyada en mi culo. Por el movimiento del tren el roce era muy lindo y noté como se le estaba parando, lo que me calentó, y como yo había ido buscando guerra, al llegar el tren a Caseros comencé a mover lenta y disimuladamente, en círculos mi culo, notando como cada vez más aumentaba la excitación de ambos; en mí me daba cuenta porque mi vagina no dejaba de destilar humedad y en él porque su pija estaba cada vez más grande y dura. Creo que de seguir haciendo esto hasta el fin del recorrido hubiese tenido un orgasmo, pero al llegar a San Peña se paró, para bajar, la señora que estaba sentada a mi lado, por lo que puteando, internamente, me senté, porque una cosa es estar buscando tripa y otra es regalarse. No bien me senté él ocupó el lugar que yo ocupaba y pude, de reojo, ver la pija que había estado apoyada contra mi culo, pues esta, aunque su pantalón era de vestir y por lo tanto un poco suelto, se marcaba perfectamente, lo que me dio una idea del tremendo pedazo que tenía ese hombre. Solo permanecieron mis ojos observando su entrepierna uno breves segundos pues no quería delatar los deseos de sentirla y luego al levantar mi vista, vi que se trataba de un hombre de unos 40 años, con saco y corbata, barba completa perfectamente cortada, cabello corto color miel, ojos castaños, boca grande, nariz pequeña y piel blanca. Él al ver mis ojos toparse con los suyos me sonrió y yo, movida no sé por qué, le dedique una leve sonrisa, creo que me ruborice por lo que inmediatamente aparté mis ojos de los suyos.

Al bajar mi vista vi que no llevaba anillo, por lo que me puse feliz, tal vez no tanto porque no estaba engañando a su mujer sino porque eso significaba que tal vez él decidiese casarse conmigo, ¡yo y mis deseos de casarme!, estaba buscando un macho para hacer algo que nunca había hecho y que pensaba que no haría hasta después de casada y me vino el pensamiento de casarme.

Él bajo en Chacarita y yo seguí hasta Retiro, soñando despierta con ese hombre que durante unas estaciones había apoyado su miembro en mi cola.

Al día siguiente viaje, en el mismo vagón, en el mismo horario esperando encontrarlo pero no tuve suerte. El lunes pasó lo mismo, es decir tuve que soportar como el viernes toqueteos, que no pasaban de eso, porque la mayoría se calienta solo tocando un poco, sin ir a fondo, pero el martes volví a sentir que me apoyaban, y al mirar de reojo vi que era él. Esta vez pude sentir su pija apoyada en mi culo hasta Chacarita, porque no se bajó nadie como para que me sentase. Cuando el tren estaba por detenerse me di cuenta que me colocó algo en el bolsillo trasero de mi pantalón. No resistí la tentación de ver que decía, pero estaría mal si lo veía ahí por lo que aprovechando que un asiento quedó desocupado me senté y vi que decía. En ese papelito estaba, muy bien escrito, por lo que asumí que ya lo traía en su bolsillo, “Espero encontrarte mañana”. Mis piernas temblaron y creo que de no haber estado sentada me hubiese caído.

Al otro día nos encontramos y se repitió la rutina, es decir su pija contra mi cola desde Morris hasta Chacarita, y mi culo haciendo círculos lenta y disimuladamente alrededor de su palo desde Hurlingham hasta Chacarita, pero esta vez no solo fue eso sino que recorrió con sus manos mis piernas y al bajarse me dijo hasta mañana. Todo el día estuve pensando en él y a la noche recordando su perfume y sus roces me masturbé teniendo un orgasmo como hacía mucho tiempo que no tenía.

Decidí ir por más, por lo que al día siguiente, en lugar de viajar con pantalón me puse pollera. Inicialmente, como venía ocurriendo desde que nos vimos, apoyó su pija contra mi cola, ese día tardó un poco más de lo habitual porque había un pendejo que no paraba de sobarme el culo con una mano que parecía dormida. Cuando logro ocupar el lugar adecuado me la hizo sentir y yo apreté mi culo contra su pelvis. A los pocos minutos comenzó a tocar disimuladamente mis caderas y ahí se dio cuenta de que ese día yo llevaba pollera en lugar de pantalones. Sentí como su verga pegó un salto y como su mano derecha recorría la parte superior de mi pierna y me apretaba, por debajo de la pollera, el glúteo derecho. Sentí como esa mano recorrió todo mi glúteo y luego fue hacia adelante para tratar de tocar mi concha. Coloqué delante de mi cuerpo la cartera, para que no se diese cuenta el señor que estaba sentado y disfrute de sus dedos acariciando, por sobre mi bombachita, mi húmeda cuevita. Sin lugar a dudas se dio cuenta de lo mojada que estaba, porque corriendo mi bombachita trato de llegar a mi conchita con sus dedos. Fue en ese momento en que tuve un atisbo de lo que estaba por pasar y apreté sus dedos con mi cartera, al tiempo que le pise, con uno de mis tacos el pie izquierdo. Él contuvo un grito y yo dándome vueltas le pedí disculpas y me corrí para que dejase de apoyarme. Creo que entendió porque no volvió a colocar su mano aunque su pija se volvió a apretar contra mi culo.

Bajó el señor que estaba sentado en el asiento que se encontraba delante mío, por lo que yo me senté y él ocupo mi lugar, pero solo por una estación pues en Villa del Parque se desocupó el asiento que estaba a mi lado y se sentó él, no habíamos llegado a La Paternal cuando abrió su portafolio, tomó una hoja y escribió su mail y su teléfono y me lo pasó diciéndome a las 21 estaré en casa.

Esa noche a las 9 lo llamé y le pregunté si tenía Messenger, cuando me dijo que sí, le dije que le escribiría por ahí y le corte. Al hacerlo me di cuenta que no le había dicho quién era, pero supuse que se habría dado cuenta, conecté el Messenger y comencé a escribir. Me presenté como Camila, la chica del tren y ahí empezamos a intercambiar escritos, hasta que me preguntó si tenía Skype, recordando los ratos agradables que pasé con mi novio de esa forma, le dije que sí y me pidió que me conectase. Cuando estuvimos conectados de esa forma, la conversación se tornó más fluida y fuimos conociéndonos. Así supe que tenía 43 años que era contador y que se llamaba Nicolás. Me pidió disculpas por lo acontecido durante la mañana y me dijo que se debió a que hacía mucho que no estaba con una chica tan buena, físicamente obvio, como yo, a lo que yo le dije que no que era él quien tenía que disculparme sino yo ya que no me había animado a llegar más lejos porque temí no poder contenerme y que si bien quería dejar de ser virgen, no deseaba que fuese así. El me miró y riéndose me dijo que me dejase de joder, que era imposible que una hembra como yo aún fuese virgen, pero como yo le juré y recontra juré que era virgen y le dije que me agradaría dejar de serlo con él, me creyó y me dijo que sería un honor poder desvirgarme aunque deberían pasar unos días ya si bien al otro día viajaría como era habitual, la semana próxima no lo haría porque por cuestiones de trabajo se debía trasladar hasta Mendoza. Le dije que bueno que no era problema pues si había aguantado 24 años bien podía aguantar unos días más. Se rio y empezó a preguntarme cosas de mí, poco a poco la conversación fue subiendo de temperatura y cuando estaba por bajarse los pantalones para mostrarme esa pija con la que tanto soñaba mi madre me llamó para cenar, por lo que pidiéndole disculpas corte la comunicación, no sin antes darle un beso a la pantalla. Al día siguiente, nuevamente lo sentí detrás de mí pero esta vez antes de apoyar su instrumento contra mi cola me saludo y me dio un beso en la mejilla. La temperatura inmediatamente me subió, un par de grados, y me di vueltas para no sufrir con su pija apoyada en mi culo. Debió darse cuenta de ello porque me dijo que ese día no pasaría nada y me repitió que durante la siguiente semana no viajaría pues ya esa tarde se iría a Mendoza, pero que nos comunicaríamos por Skype y que así podríamos ir conociéndonos un poco más. Le dije que sí, que tenía muchas ganas de estar entre sus brazos y que contaría los segundos hasta que regresase. Se rio y ese viaje fue de risas, pequeños toques, como los que le hizo a mis pechos, a mi entrepierna o yo a la suya.

Esa noche traté de conectarme con él pero fue imposible, no obstante si lo hicimos casi todos los otros días y ahí sí lo vi desnudo y él me vio a mí.

Recuerdo que cuando se sacó el calzoncillo, quede impresionada por la pija que tenía ya que si bien era solo un poco más larga, o por lo menos eso me pareció, que la de Facundo, era mucho, y cuando digo mucho me refiero a mucho-mucho más gorda que la de mi ex. Como con él, nos masturbamos y empezamos a conocer cuáles eran nuestros puntos más sensibles.

Un día le comenté que para evitar que me tocasen estaba viajando, como lo había hecho durante muchos años, en el otro tren y eso lo puso contento y me dijo “Así me gusta, cuide la mercadería porque solo yo la comeré”, nos reímos y después de masturbarnos cortamos la comunicación y me fui a dormir.

Ese lunes volvimos a encontrarnos en el tren y quedamos en no ir a trabajar al día siguiente. Él vivía en Bella Vista, por lo que yo bajaría ahí y veríamos lo que hacíamos. Esa noche no nos conectamos por Skype, ya que yo estaba con mucho miedo y al día siguiente yo estaba temblando, no de frio, porque era una mañana hermosa, cálida, bien de verano, pero yo temblaba. Quería dejar de ser virgen antes de llegar al matrimonio, no quería ser una puta pero lo que había llevado a que terminase con Facundo me había convencido que no necesitaba llegar impoluta al altar, por lo cual me había decidido a hacerlo, pero dentro mío tenía miedo ya que era muy grande el paso que iba a dar y una vez dado ya no había retorno, pues se era o no se era.

Nicolás se dio cuenta de lo que me pasaba por lo que en lugar de ofrecerme ir directamente a su casa o a un hotel, me propuso ir a dar una vuelta en el barquito que tenía en el puerto de San Fernando, por lo cual hacia ese lugar fuimos y después de dejar el puerto atrás, me atrajo hacia él y me dio un beso. Ese beso profundo, sentido, deseado hizo que la barrera que tenía comenzase a levantarse y se terminó de levantar cuando, en lugar de magrearme, me ofreció que preparásemos el almuerzo, no porque tuviese hambre, sino porque me mostro que si bien quería estar conmigo no era algo que no pudiese esperar.

Mientras preparamos el almuerzo no dejo pasar oportunidad de tocarme, apoyarme o decirme cosas con doble sentido. Yo le respondí de la misma forma y luego de almorzar le propuse que nos fuésemos a dormir un rato, pero él me dijo “mejor que ir a dormir ¿por qué no aprovechamos el sol y nos bronceamos un poco?” cuando le dije que no había llevado malla, me dijo que eso se solucionaba no usando él tampoco malla y uniendo lo dicho a la acción se quitó la ropa y quedando como Dios lo trajo al mundo me dijo “vez que fácil que se soluciona” y viendo que yo no sabía que decir agrego “dale que más voy a verte que no haya visto ya en la pantalla”. Eso fue lo que me decidió a quitarme la ropa ya que tenía razón puesto que ya nos habíamos visto todo, y si bien no es lo mismo ver por pantalla que ver al natural, la esencia es la misma, por lo que después de sacarme la ropa, le dije que ya estaba lista para tomar sol, a lo que él me dijo, “aun no pues falta que nos pongamos protector solar”, y tomando un pote de protector me dijo “ya tenemos todo, vayamos a cubierta” y tomándome de la mano me llevó al lugar de cubierta donde podíamos tomar sol uno al lado del otro; ahí no bien me acosté boca arriba comenzó a colocarme protector solar, primero por la cara, y luego por el cuello, los pechos, la panza, los laterales de mi vagina, las piernas y los pies, pensé que le iba a dedicar más tiempo a las zonas de mi frente que sabía que eran más sensibles, pero ¡No!, como todo un caballero me puso protector sin excederse en el tiempo ni en la profundidad de los toqueteos propios de la distribución del gel, luego me hizo dar vuelta y me encremó toda mi parte trasera, sin excederse tampoco tocándome el culo. Si bien me hubiese gustado que me franelease me puso contenta que no lo hiciese, pues ello me dio confianza, de estar a su lado, pues intuí que no era solo sexo lo que deseaba.

Me pidió que yo le pusiese protector algo a lo que inmediatamente accedí. Se colocó inicialmente de espaldas por lo que le cubrí toda su parte posterior de protector y al darse vuelta y ponerle en la parte delantera, vi cómo se pene ya estaba medio parado; hice como que no lo note y le comencé a poner protector en sus pies y empecé a subir por sus pierna. Al llegar a su zona genital le puse alrededor del pene, y luego pasé a vientre, pero él me dijo “te olvidaste de mi amigo” y agarrando la parte de piel que se había corrido de su glande lo cubrió y me dijo que le pusiese; yo inicialmente no le había puesto por dos motivos:

Uno era el de no excitarlo, ya que él no lo había hecho conmigo y el otro porque no me animaba a tocarlo ya que nunca había tocado uno, pero como me lo dijo entre risas y se había corrido la piel para cubrir el glande, lo hice. Realmente la tenía gorda, ya que apenas podía rodearla con mi mano. Después de protegérsela continué con su barriga, su pecho, su cuello y su cara.

Fue ahí cuando me dijo “listo, ya podemos tomar sol”. Me tumbé a su lado y tomamos sol durante unos 10 minutos, luego me tomó la mano y me hizo colocar boca abajo y se colocó de igual forma. A los pocos minutos comenzó a hablarme, agradeciéndome por estar pasando el día con él y a medida que hablaba su mano derecha recorría mi espalda desde el cuello hasta el inicio de mis glúteos, a los cuales nunca acarició, y pasados otros diez minutos se levantó y dándome la mano me hizo levantar a mí. Estando los dos de pie, me dio un beso y a medida que nuestras lenguas se fundían una con otra comenzó a apretarse contra mí. Sentía como su miembro se estaba endureciendo y como yo me estaba comenzando a mojar. Cuando sentí que sus manos comenzaron a acariciar mi espalda y llegaron a mis glúteos yo comencé a mover mí vagina alrededor de su miembro, fue en ese momento en que comenzó a doblar sus piernas hasta que acabamos de rodillas sobre las tablas de la cubierta, para inmediatamente terminar acostados en el piso, su cuerpo sobre el mío. En ningún momento nuestras bocas se separaron y fue en ese momento en que tomándose el pene, con la mano derecha, lo acomodó en la entrada de mi vagina. Empezó a introducirlo, pero yo lo paré diciéndole que se tendría que colocar un preservativo porque yo no me cuidaba ya que al no mantener relaciones sexuales con nadie no lo necesitaba. Él entonces me dijo, que no me preocupase que no acabaría dentro de mí y que si me penetraría sin preservativo era para que sintiese mejor lo que era perder la virginidad. Lo deje hacer y seguí sus indicaciones como la alumna que en ese campo era, por lo cual ante su indicación no pensé en que me iba a doler, en que iba a dejar de ser virgen, o en que me iba a embarazar; pensé en que hermoso era entregarme a un hombre que me quería, por lo que yo era como mujer y no como un pedazo de carne, que deseaba mi carne no por ser un caníbal sino para enseñarme lo que era ser mujer, por lo cual me relajé y cuando su pene se introdujo dentro de mi vagina y fue entrando hasta que sus testículos golpearon contra mis nalgas solo sentí un pequeño dolor que rápidamente fue reemplazado por un calor que, comenzando en mi vagina, se extendía por todo mi cuerpo hasta chocar con el que emanaba de mis senos que eran succionados por su boca. Cuando su pene estuvo totalmente dentro mío, Nicolás se mantuvo quieto, diciéndome me comenzase a moverme yo cuando ya no sintiese ninguna molestia, ya que eso sería una indicación de que mi vagina se había ya habituado a su pene. No creo que haya pasado mucho tiempo desde que sentí el dolor, que me produjo el rompimiento del himen, hasta que comencé a girar en círculos mis caderas, eso sirvió para que él comenzase el clásico mete y saca que había visto en las películas que empleé muchas veces para masturbarme; lo hacía metiéndomela rápidamente y sacándomela lentamente diciéndome que me relajase cuando la metía y cerrase mi vulva, para no dejarlo salir cuando él la sacaba. Fue a los pocos minutos de hacer estos movimientos que yo sentí mi primer orgasmo con un pene. No fue igual a los que había tenido en mis masturbaciones, fue mucho más intensos y me lamente de no haberlo sentido antes, pero lo pasado no puede volverse a hacer por lo que disfruté de ese orgasmo y me dispuse a disfrutar de muchos más, pero Nicolás, después de dos movimientos, de entada y salida, más me la sacó y tomando mi mano hizo que le agarrase el pene y me dijo mostrándome la mano ensangrentada “Aquí está la prueba de que ya no eres virgen” y me lamió la mano primero y luego hizo lo mismo con mi concha; se tragó toda la sangre que salía de mi concha y su lengua recorrió desde mi clítoris hasta mi ano, introduciéndose en mi vagina, soplándomela y dándole pequeñas succiones a mis labios, no se durante cuánto tiempo lo hizo, solo sé que nuevamente tuve un orgasmo; después del cual él se colocó un preservativo y metiéndomela me dijo que había llegado el momento en que él acabase. Fue ahí en que comenzó a moverse como un poseso y al llegar, haciéndomelo saber con un profundo grito, volví a llegar yo. Ahí me la sacó y tendiéndose a mi lado se sacó el preservativo y, dejando caer en mi mano el semen que en él había, me dijo “así como yo tomé la sangre de tu virginidad toma vos el semen de quien te hizo mujer” y me llevó la mano a la boca para que yo lo tragase, cosa que sin pensar hice.

Luego me dio las gracias por haberle dado bolilla y por haberle entregado mi virginidad, a lo que yo le respondí que yo le daba las gracias a él porque me había hecho mujer y me había tratado como creo que se debe tratar a una dama. Él comenzó a succionar mis pechos, no sé durante cuánto tiempo lo hizo, lo que sí sé es que su miembro volvió a ponerse duro, por lo cual se puso otro preservativo y me hizo sentar sobre su palo diciéndome que así podría moverme cuanto quisiese; tuvo razón pues una vez dentro no fue necesario que lo hiciese salir ya que con solo mover mi cadera circularmente, lo sentí en toda mi caverna, por lo cual al poco tiempo logré otro orgasmo; al sentirme llegar ,él la sacó y poniéndome boca abajo me empezó a besar la espalda, luego, saltándose mi cola y mis piernas, me besó los pies y después de chuparme todos los dedos de los pies, subió con sus besos por mis piernas, hasta llegar a mi cola, la cual beso con fruición y luego de ponerme de rodillas se acostó sobre mí, pensé que como en las películas porno me la metería por el ano, ¡pero no! Dirigió su pene a mi vagina y metiéndomela comenzó su mete rápido y saca despacio, a lo que yo, ya sabiendo que debía hacer, me relajaba cuando me la metía y contraía ni vagina cuando me la sacaba; fue de esta forma en que lléganos nuevamente juntos.

Ahí él se dejó caer durante unos minutos sobre mi espalda y luego de sacarse el preservativo, me dio vuelta y, desparramó su semen entre mis pechos, para luego pararse y dándome una mano para que yo hiciese lo mismo, me llevo al baño y me dijo que me lavase. Cuando lo hube hecho y salí del baño lo vi ya vestido dirigiendo el barquito hacia el puerto por lo cual me vestí y fui a su lado. Al llegar al puerto, bajamos y llevándome a su coche me condujo a mi casa.

Durante el viaje de regreso, en el barco me dio muchos besos por toda la cara y en el coche no dejó de acariciar mis piernas y decirme que me amaba y que deseaba que repitiésemos lo hecho una y mil veces más.

Le pedí que me dejase en la estación de San Miguel, pues quería pensar en lo hecho antes de llegar a mi casa, cosa que hice mientras esperaba el colectivo y durante el tiempo que este tardó en recorrer las 30 cuadras que separan la estación de mi casa.

Al llegar mi madre me preguntó que me pasaba porque, no solo había llegado tarde sino que además estaba con cara de preocupación, a lo que yo le dije, que era por cuestiones de trabajo, que estaba muy cansada y que como no tenía hambre me iría a dormir directamente; en realidad si tenía hambre, pero no quería que me viese preocupada, preocupación por lo que había hecho. Lo cierto es que no logré conciliar el sueño y hoy no solo viaje en el ferrocarril Urquiza, para no encontrarlo, sino que todo el día me estuve cuestionando si hice o no lo correcto pues si bien me agrado lo que aconteció ello está en contra de lo que siempre pensé, de allí que relato esto para ver si algún comentario me hace inclinar la balanza para un lado o para el otro.

Gracias.

Camila

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