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Bazar femenino (Cap. 4)

Unas cuantas horas después de que las esclavas domésticas regresaron de los establos, las nuevas mulas se presentaron a los pies de sus Amos, una iba para reportarles que su turno de noche arando las tierras había finalizado y deseaba suplicarle le permitiera ir a los establos a descansar unas cuantas horas, uno de los Amos le permitió ir a pastar y beber un poco de agua de los bebederos para caballos. La otra mula se presentaba ante su Amo para comunicarle que empezaría su turno de día para el arado.



A la mula que terminaba su turno, se le autorizaron cuatro horas de descanso, ya que después tenía que dirigirse a vender la cosecha al mercado y regresar antes de que empezara su turno para ser mula nuevamente. La esclava que iniciaba su turno en el arado se retiró lo antes posible y de esa manera evitar un severo castigo por estar sin hacer nada, mientras tanto la mula que terminó turno agradeció su permiso de descanso para después salir a entregar la cosecha.



Los Amos ordenaron a las esclavas domésticas avisaran a las yeguas que se dispusieran a cabalgar. Debían hacer el recorrido semanal y checar que todas estuvieran desempeñando bien sus obligaciones y verificar los avances en el perímetro. A los pocos minutos las yeguas estaban listas para su cabalgata por toda la hacienda la cual duro unas cuantas horas. Al regreso a la casa principal, las yeguas fueron llevadas a los abrevaderos de las caballerizas y poder hidratarse después de la cabalgata bajo el rayo del sol.



Mientras tanto la mula que estaba fuera de horario, terminó su tiempo autorizado de descanso teniendo que ir a entregar la mercancía, y regresar a tiempo para retomar sus funciones del arado. A su regreso, antes de dirigirse para retomar su turno, pasó a besar los pies de su Amo y desearle tener una buena noche. Inmediatamente se dispuso a trabajar con gran dedicación y entrega.



Al día siguiente las esclavas domésticas fueron a despertar a su Amo correspondiente como cada mañana besándole delicadamente los pies, y de inmediato llevarles el desayuno a la cama, para que al término del mismo empezaran a bañarlos como cada mañana. Después de su baño matinal, sus Majestades se dirigieron a su sala de reposo llevando a sus esclavas de relevo para que los atendieran como unos reyes que eran, mientras tanto las esclavas que los habían bañado retomaban sus labores acostumbradas.



Las esclavas relevo se dedicaron a abanicarlos y adorarlos, y al parecer eran más entregadas que sus mismas compañeras los Amos decidieron que ese día, las perras de relevo iban a estar por completo a sus pies. Las esclavas fueron asignadas ese día para realizar los trabajos domésticos mientras las relevos estuvieran sirviéndolos personalmente. No tenían otro camino más que el de acatar los deseos de sus dueños absolutos, por lo que se inclinaron a sus pies, los besaron y se retiraron a cumplir con todas y cada una de las tareas de ese día.



Esa hacienda no solo era la más grande y productiva de los alrededores, sino que además era la que mejores esclavas tenía, tanto en físico, como en servicio a los pies de los Amos. Algunas de las esclavas de las haciendas vecinas había que estarlas arreando y darle de latigazos, ya que hacían sus deberes mal o eran realizados fuera de los tiempos autorizados, todo lo contrario de la hacienda más productiva, donde las esclavas servían por miedo a ser desechadas y terminar siendo mercancía ofertada en el bazar



Con el pasar de los años, las esclavas domésticas fueron cambiando, la esclava madura que era madre del joven falleció Amo y su hija la cual también era una esclava continuó toda su vida siendo esclava de su ex hermano y ahora Amo universal toda su vida adulta desde que las mujeres perdieron esa guerra de poder.



El padre del joven Amo, ya cansado por la edad, heredó a su hijo la corona como Amo principal, y al poco tiempo el padre falleció de causas naturales, quedando así el joven Amo como único dueño de las tierras y de todas las esclavas que entregaban la vida a los pies de su Amo universal de por vida.


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