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Bazar femenino (Cap. 1)

Ya que uno de los países donde más se da la sumisión es en España, esta historia se desarrollara precisamente en esa tierra.



En una etapa de la lucha por el poder se llevó a cabo una disputa de quienes eran los que debían y tenían que dar las órdenes a cumplir y quien debía agachar la cabeza para ser sometido. Esta guerra de poder por fin culminó en que por lógica al tener más fuerza un hombre, termino por doblegar a la mujer y así convertirla en su esclava de manera permanente en cualquier modalidad que él lo fuera deseando, ya fuera sexual, como choferes, o simplemente usarlas de esclavas domésticas, teniendo como único derecho el estar a los pies de su marido.



Si consideramos que desde antes del comienzo del siglo XX ya las mujeres eran tratadas y consideradas como simples bestias de carga, el único derecho que podían tener era vivir a los pies de su hombre y agradecerle por permitir servirle como solo el merece, fuera de eso las mujeres vivian sin derechos de ningún tipo, una vez ganada esa guerra de poder, fue fácil domesticar a la mujer y que regresara a ese tipo de sumisión absoluta.



Ya que las mujeres ahora eran simples bestias de carga, los hombres en general decidieron que desde esa batalla ganada, ya no tenían por qué ser vistos como solo hombres o maridos en caso de estar casados, ahora ellos tenían el control y aprovechando esa ventaja empezó la era de que la mujer servía de manera incondicional a su Amo.



Las costumbres cambiaron y ahora solo bastaba dar un solo chasquido o hacer escuchar dos palmadas para que la mujer llegara en dos segundos ante su Amo y esperara órdenes en pose de adoración y estando totalmente desnuda debía y tenía que besarle y lamerle los pies, y en los días de estar complaciente el amo, se le permitía a la mujer chupar la polla.



La comunidad masculina decidió que porque no sacaban más provecho de esta situación en las que la mujer ni permiso de respirar tenía. Se decidió crear un mercado o bazar donde se pudieran llevar a cabo renta, compra, venta o simplemente una permuta de esclavas entre los amos. Si eran rentadas, el marido podía ofrecerlas por día, semana o mes claro está debía recibir una cantidad que cubriera el servicio de la esclava, si se decidía venderla o intercambiar de esclava. Ellas debían estar como reces en un matadero, colgadas de las muñecas y mantenerlas así todo el tiempo evitando que siquiera los dedos de los pies tocaran el suelo.



Teniéndolas colgadas de esa manera, se facilitaba darles vuelta para verificar la calidad de la mercancía, debían ser examinadas por todos los agujeros y verificar que tanto kilometraje tenían ya recorrido sus agujeros. En el caso de permitirle a la esclava poner los pies en el suelo era por el simple motivo de que se había llegado a un trato monetario con el amo de esa perrita, ya en el suelo debía ponerse en pose de adoración, besar los pies de su arrendador o comprador, según fuera el caso y agradecerle se fijara en ella, jurándole mostrarle respeto y obediencia total.



Las esclavas tenían totalmente cancelado el privilegio de estar de pie, hablar sin permiso, así como tampoco tenían permitido el uso de ropa, aun haciendo el más gélido de los días, ellas debían permanecer encueradas. Ya en casa el amo tenía total derecho a usar a su esclava como un simple mueble, cenicero, o como simple mula para que sirviera de algo arando la tierra.



Todo dependía de las necesidades, caprichos o gustos que tuviera el amo en esos momentos de excitación. Un día estando de paseo padre e hijo decidieron visitar el bazar y ver si había algo bueno que llevar a casa, ya que deseaban remplazar el padre su esposa y el hijo a su hermana, ya que se habían aburrido de ver diario las mismas caras, ya era hora de cambiar de modelo por uno nuevo.



Después de algunas horas de ir caminando y checando los escaparates donde colgaban a las mujeres, al padre e hijo les brincó el ojo al ver cada uno a dos posibles candidatas para tenerlas a sus pies. Dos de ellas eran maduras, claro está que el futuro dueño sería el padre, y las adolescentes para el muchacho.



Ambos, padre e hijo decidieron visitar el local de dicho bazar para preguntar cuanto era el costo de esas hembras, el dueño de la mercancía dijo que era mercancía de liquidación, ya que era fin de temporada y que estaba esperando nueva colección de temporada. Les dijo el dueño que si se llevaban a las cuatro hembras les haría una rebaja de 2 X 1. Tanto el padre como el hijo aceptaron la oferta, así que las pagaron y las sacaron del escaparate donde estaban siendo exhibidas. Al sacarlas del mencionado escaparate y como era su obligación, las cuatro perritas lamieron los pies de sus nuevos amos agradeciéndoles que las hayan comprado.


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