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Categoría: Orgías

Amelia

Cuando en nuestras mentes se introduce alguna idea, por muy difícil que parezca en ocasiones realizarla, siempre nos arriesgamos a conocer hasta que punto puede alcanzar nuestra audacia. He tenido muy buenas experiencias con chicas realmente jóvenes, debo decirles que tengo en la actualidad 54 años y eso no es motivo para que deje de pensar en el sexo, de diversas formas y valiéndome de las más originales astucias, he logrado estar con chicas que van desde los 15 hasta los 22 años, cada una con sus características han sido un exquisito manjar para degustar en la mesa más exigente. Todo está en encontrar el momento, el lugar y la situación oportuna en que abordarlas, dejar que todo fluya de una manera espontánea y al final ambos salir complacidos, sobre todo yo, ya que esa es mi mayor ilusión y mi mayor anhelo. He tenido y tengo sexo con mujeres de mi edad, un poco menores y hasta en dos oportunidades con unas mucho mayor que yo, pero es indescriptible el placer que se siente cuanto uno tiene entre sus manos esas tiernas, duras y jugosas carnitas juveniles.
Hace justo una semana se mudó para la casa contigua a la mía una familia que entre otras cosas, son de muy poco hablar y están bastante poco tiempo en la casa, al parecer el trabajo o váyase a ver que otras obligaciones los mantiene ocupados desde horas muy tempranas de la mañana, hasta bien entrada la noche. Son una pareja relativamente jóvenes, de unos 34 ó 36 años y tienen una hija, que haciendo averiguaciones supe tenía 13 años, pero que clase de niña, es ya toda una mujer a juzgar por aquel cuerpo, aunque no debo exagerar, me refiero de esta forma a juzgar por su edad y su estatura. Lo único que no me ha agradado mucho es su forma de vestir, quien no la conoce y solamente la ve de pronto, tal vez piense hasta que se trata de un chico, lleva su pelo extremadamente corto, siempre usa camisas y unos jeans bastante holgados, casi siempre calza zapatos tenis, se le ve poco relacionarse los chicos del barrio y alguna que otra vez viene de la escuela acompañada de alguna chica casi con sus mismas características en la forma del vestir y del andar.
Tengo en mi mente dando vueltas la idea de que la chica tal vez sea lesbiana o que la crianza dada por sus padres no haya sido la más adecuada para con una niña. Casi se puede decir que llevo un diario con anotaciones de las veces que entra y sale de la casa y con quien o quienes lo hace, hay una chica en particular que es la que más veces ha venido, aparenta tener la misma edad que ella, pero mucho más pequeña y delgaducha.
Con mucha paciencia recorrí cada uno de los rincones de mi casa buscando desde cuál tenía mejor visibilidad hacia la casa de mis vecinos y así poder espiar que hacían, a que se dedicaban cuando permanecían horas encerradas allí; ningún lugar me resultaba apropiado, la ventana de su cuarto daba justo frente a la pared de mi casa que está entre una de las habitaciones y el corredor. Debía procurar un mejor punto de observación y la tarea se me hacía bastante difícil, de lo contrario tendría que subirme al techo y desde ese lugar sería fácilmente visto por todos, incluyendo los que pasaran por la calle.
Al fin tomé una decisión, algo era algo y debía resultar, taladro en mano abrí un hueco en la pared, justo frente a la habitación de la chica, el hoyo era bastante pequeño para no llamar mucho la atención, pero servía para mis propósitos, desde mi observatorio podía divisar parte de la habitación y la entrada al cuarto de baño, ahora sólo quedaba esperar para comprobar en la práctica como funcionaría.
Cerca de las tres de la tarde llegó la chica acompañada por dos amigas más y fueron directamente a su habitación, abrieron las ventanas a todo lo que estas permitían, ampliando así mi ángulo de visión. Las tres se sentaron en la cama y comenzaron a platicar, solamente escuchaba sus voces, pero no podía definir sobre que hablaban, la distancia y la pared me impedían alcanzar tal nivel de detalle, pero yo me conformaba solamente con mirar. Cambiaron en varias oportunidades de posición y lo único que hacían era hablar y hablar. Pasadas las cuatro llegó otra chica, esta sí venía vestida como tal y se diferenciaba bastante de las otras, en su cabello y en todo lo demás.
Cuando llegó a la habitación extrajo de su cartera una cajetilla de cigarros y comenzaron las cuatro a fumar, algo extraño noté en aquellos cigarrillos, pues a las claras se veía no eran de fábrica, bastante toscos y rudimentarios. A medidas que avanzaba el tiempo el tono de sus voces fue subiendo y ya podía escuchar alguna que otra palabra claramente. Amelia, que es como se llama mi vecinita, trajo una botella de licor y también se pusieron a beber. Con el calor propio de los meses de verano, comenzando por Amelia, las chicas poco a poco comenzaron a despojarse de sus ropas hasta que quedaron totalmente desnudas, sus movimientos cada vez se hacían más torpes y forzados, daban claras evidencia de estarse drogando.
Sin saber por que motivo, entre ellas surgió una discusión y dos de las chicas se fueron a las manos dándose buenas trompadas, Amelia trataba de detener aquello y también recibió un buen golpe, al final pudo controlarlas y las sentó bastante distanciadas una de otra. La que había quedado como espectadora de aquel improvisado show se desplomó de pronto y cayó al piso, las otras trataron de incorporarla y la chica no reaccionaba, optaron por acostarla en la cama y por la ventana comenzaron a darme gritos --¡vecino….vecino..!—, moviéndome del lugar donde me encontraba asomé la cabeza por la ventana del corredor y les respondí… me pidieron acudiera urgente para que las ayudara, pues una de las chicas se había desmayado y no sabían que hacer.
Salí casi corriendo y cuando llegué ya me estaban esperando con la puerta entreabierta…ni siquiera habían atinado ponerse la ropa, se apreciaba el estado de nerviosismo que tenían. Me guiaron hasta la habitación y allí estaba la chica acostada, totalmente desnuda y empapada en sudor, comprendí entonces que la liga del alcohol y la hierba que estaban fumando la había puesto en ese estado, no era nada grave, pues respiraba bien y su pulso estaba normal, solo bastaría un poco de tiempo y una buena ducha para que se refrescara.
Convertido de pronto en médico, aunque estoy muy lejos de serlo, les dije que las ayudaría a resolver el problema, solo que Amelia debía quedarse allí conmigo y las demás salir hasta que se les avisara. Poco a poco en mi mente una idea iba tomando forma y aquella oportunidad no podía desperdiciarla.
Lo primero que hice fue sacar a Amelia del gran susto y el miedo que tenía le fuese suceder algo a la chica y poco a poco, a medidas que se iba relajando me contaba su historia y algunas de las cosas que hacían entre ellas. Drogarse y emborracharse era sólo el principio de aquella jornada, pero lo ocurrido a la chica no estaba dentro de sus planes, ya que estaba acostumbrada. La mirada de Amelia no se apartaba del rostro de la chica mientras platicaba conmigo, pasaba constantemente la mano por su cabeza como buscando que esta reaccionase, en ocasiones le daba pequeñas palmadas en sus mejillas, pero todo intento era vano.
Le pedí trajese una toalla y entre los dos comenzamos a secarle el sudor, no pude evitar que el recorrer aquel cuerpecito me produjera una erección de la cuál Amelia se percató inmediatamente y me mirara algo asustada. Continué dándole charla y motivando para que me contase las cosas que sucedían entre ellas después de drogarse y emborracharse, ella, que también estaba casi a punto, totalmente desinhibida me explicaba con todo detalle las orgías que se montaban y como disfrutaban, como sus padres venían muy tarde, les daba tiempo a recuperarse y marcharse antes de que éstos llegasen. Los sudores de la pequeña habían cesado y comprendí que en corto tiempo se reanimaría, con toda intención le pedí a Amelia que la acariciara un poco para ver si eso se recuperaba y mi solicitud no se hizo esperar. Acostándose junto a ella comenzó a pasarle sus manos por la cabeza y las mejillas y casi instintivamente sus manos fueron bajando hasta alcanzar sus teticas. Amelia pegó bien su cuerpo al de la chica y pude notar que se estaba excitando con aquellas caricias, me separé un poco para darle amplitud en sus movimientos y en pocos segundos su boca chupaba aquellas pequeñitas pero hermosas tetas juveniles.
Su mano buscó hasta encontrar el coñito casi desprovisto de vellos y lo acariciaba con mucha ternura y delicadeza; brindándole un poco de ayuda le abrí las piernas a la chica y los dedos de Amelia entraron afanosamente en su vagina después de frotar un poco su clítoris, le pedí una oportunidad para ayudarla y dejándome espacio comencé a chupar aquella rica chochita mientras Amelia continuaba besándola y chupándole las teticas. Aquello me excitó tanto que sin compasión alguna saqué mi verga y alzando un poco sus piernas se la fui metiendo poco a poco, al principio me costaba trabajo hacerlo, pues estaba completamente seco y no quería dañarla, Amelia acercando su cabeza dejó caer un poco de saliva encima de mi verga, justo a la entrada del chochito, esto me permitió metérsela sin mayor dificultad y muy despacio comenzar a bombearla. Cuando estaba tomando un ritmo bastante bueno y ya mi verga entraba y salía con facilidad, la chica lanzó un pequeño suspiro, comenzaba a recuperarse, apresuré mi marcha para no quedarme a mitad de camino. Amelia por su alegría llamó a las otras dos chicas y cuando entraron me sorprendieron con la verga registrando las profundidades de aquella chiquilla.
Poco a poco se fue reanimando y su cintura comenzaba a moverse tratando de tomar el ritmo me yo le imponía, las otras chicas sólo observaban, hasta que logré correrme, lo hice fuera de la chica y las otras miraban asombradas los chorros de leche que yo lanzaba al aire. Tomé en mis brazos a la pequeña y la llevé hasta el cuarto de baño, le di una buena ducha y esto la ayudó a recuperarse completamente, aunque persistía el mareo y la cabeza le daba vueltas.
Cuando salí Amelia me dijo que eso ella nunca lo había hecho y le gustaría probar aunque solo fuese por una vez, como mi verga había perdido un poco de potencia ante la buena corrida que me di, les pedí jugaran un rato entre ellas para yo verlas y dar tiempo a recuperar mi vigor. Excepto la enfermita, las otras tres chicas comenzaron a besarse, chuparse y meterse los dedos unas a otras buscando excitarse, me percaté enseguida que estaba muy prácticas en éstos menesteres por el acoplamiento que tenían y la sincronización de sus movimientos, de tan sólo mirarse ya sabían entre ellas que posición adoptar y que hacer.
Viendo aquel espectáculo mi verga no tardó el volver a levantar su cabeza y disponerse nuevamente para el combate, separándola de las otras y a sabiendas de que aún era virgen le expliqué a Amelia que quizás le doliese un poco, pero que enseguida se le pasaría y lo disfrutaría mucho, aceptó como una persona muy convencida de lo que desea, se abrió de piernas todo lo más que pudo y se dispuso a esperar mi ataque, pedí a las otras chicas me buscaran un poco de crema y ella dijo que no hacía falta, que me echara saliva como había hecho con la otra chica. Así lo hice, ayudado además por mi líquido lubricante que comenzaba a aparecer en la punta de mi verga le coloque la cabeza justo a la entrada de aquella rosadita chocha y casi sin pelitos, arrodillándome en la cama me acomodé bien y puse sus piernitas sobre las mías, la posición era fantástica para una excelente follada, mi único temor era como reaccionaría ante mi embestida.
Pasé mi verga de arriba abajo por aquella rajita en varias ocasiones y cuando estaba bien mojadita la coloqué de forma que no se desviara de su ruta ni un milímetro, haciendo un poco de fuerza a la entrada, con las manos abrí sus labios lo más que pude y tal como si fuese una inyección, en el momento en que menos lo esperaba se la metí hasta la mitad, sentí como algo dentro de ella se había roto y me abría el camino para continuar hasta la profundidad, ella hizo un leve gesto de dolor y su grito fue casi imperceptible, fue un --¡Ay!—seco y en voz baja. La primera parte del recorrido estaba ganada, por lo que decidí continuar hasta el final. Me senté entonces al borde de la cama y con ella encima le enseñé como cabalgar y disfrutar de mi verga. Buena profundidad tenía la muy traviesa, pues se la tragaba completa hasta llegar a los huevo y volvía a sacarla, ayudada por mis manos movía en círculos su cinturita mientras subía y bajaba de mi caballo.
Las otras dos chicas le rogaron las dejara probar a ellas también, con cara de disgusto e insatisfecha se bajó y le hizo señas para que procedieran a lo que habían solicitado. También me confesaron que eran vírgenes, pero que aguantarían el dolor que esto les causara. Ya sin muchas contemplaciones, tome la primera y alzándola en el aire la fui dejando caer sobre mi verga poco a poco hasta que se la tragó completa, después de unos movimientos de cintura que por poco logran que me viniera nuevamente, la baje de su cabalgadura y monté a la otra, la que más mujercita parecía de las tres. Con el mismo procedimiento y la misma técnica la clave hasta los mismísimos cojones, esta por ser un poco más femenina me inspiraba los deseos, sus teticas eran más grandes y sus pezoncitos, aunque pequeños los tenía durísimos y muy paraditos, mientras ella subía y bajaba y daba vueltas a su cinturita, me entretuve en chupar sus pezoncitos, la leche quería salir de todas todas y emprendí una batalla campal por impedírselo, para no dejar de disfrutar aquella hermosura de niña.
No me dio tiempo a sacársela y descargué toda mi leche dentro de ella, a la vez que decía a sus amigas la sensación tan rica que estaba experimentada al sentirse bañada en todo su interior con mi leche calientita. Amelia se disgustó porque la quería para ella y hasta me dijo varias frases de reproche e insulto. Aún con la verga dentro de la chiquilla me puse de pie cargándola y recostándola contra la pared comencé a follarla con más fuerza hasta que mi verga perdió su erección, pero descargando todo su contenido.
Serían aproximadamente las ocho de la noche cuando Amelia percatándose de la hora dio instrucciones de que se bañaran y se fueran al igual que yo, pues sus padres podrían llegar de un momento a otro. Así lo hicieron y yo fui el último en despedirme de aquellas tiernas preciosuras. Pregunté a Amelia si quería ver mi casa y como había quedado sola aceptó. Ella sabía muy bien lo que yo me traía en mente.
En cuanto entramos a la casa me pidió algo de beber que fuese bien fuerte, pues ya se le estaba pasando el mareo que tenía y a ella le gustaba estar así en esas condiciones. Le ofrecí una copa de coñac bastante llena y de dos sorbos la bebió, haciendo muecas y tosiendo al pasar el alcohol por su garganta. Los ojos se le aguaron por la impresión del coñac, pero dijo haberle gustado. La chica era toda una viciosa.
Me comentó que ella nunca había estado con un hombre, siempre lo había hecho con chicas y la experiencia conmigo le agradó mucho, que quería repetirlo allí mismo. Sin darme tiempo para una respuesta se quitó la poca ropa que traía puesta y quedó de nuevo completamente desnuda. Ahora yo estaba en mi terreno y podría imponer las reglas del juego. También me quedé totalmente desnudo y acomodándome en un butacón la hice arrodillar frente a mi ofreciéndole mi verga para que me la acariciase y la chupase. Sus movimientos eran torpes, demostraba su total desconocimiento de cómo hacerlo, poco a poco le fui enseñando e indicándole las partes que más placer me proporcionaban. La chica era inteligente y en poco rato aprendió todo lo que yo le indicaba, me estaba dando una mamada exquisita, sobre todo cuando con aquella pequeña boquita me lamía y me chupaba la punta de la verga, chupaba como quien toma un refresco con un absorbente, sentía que una cosa me halaba desde dentro y me llegaba hasta los huevos. Mientras, los dedos de mis pies jugaban con su chochita y mi mano acariciaba aquella tierna cabecita, subiéndola y bajándola, follándomela por la boca, sin esperar mucho aparecieron mis chorros de leche, ella quiso esquivarlos, pero sujetándola fuerte hice que se la tragara toda, al principio le costó trabajo, pero el sabor de aquel líquido terminó gustándole y me chupó la verga hasta no dejar una gota en ella, después me la lamía como para no desperdiciar nada.
Cambiamos de posición y ahora era yo quien me disponía a mamar, por un buen rato estuve metiendo y sacando mi lengua de aquella cosita tan sabrosa hasta que logré sacarle su lechita, se movía y retorcía ante mis lenguazos y por primera vez la escuché gemir y suspirar por el gusto que se estaba dando, tuvo tres orgasmos seguidos y seguía pidiendo más. Finalmente la complací y dejé que montara sobre mi cabalgadura, su chochita se había dilatado bastante y mi verga daba buena cuenta de ella, era exquisita, apretadita, muy ajustadita y esto me proporcionaba un gran placer, mientras la dejaba cabalgar y daba saltos sobre mi metiéndosela hasta el final, tuve la idea de metérsela por el culito, pero hurgando con mis dedos comprendí que eso sería un salvajismo, ya que ni mi dedo entraba en aquel pequeño culito. De todas formas la viré y la coloqué con sus nalguitas de frente para mi y comencé a jugar con el pasándole mi verga una y otra vez a lo largo de toda su raja, cuando estuve bien a punto la puse a la entrada de su culito y comencé a descargar mi leche bañándole sus lindas nalguitas. La cargué y la llevé hasta el cuarto de baño donde juntos nos dimos una buena ducha hasta dejarla bien limpiecita.
Dándole un apasionado beso en la boca y saboreando su lengüita la acompañé hasta la puerta y nos despedimos, con la promesa de en otra oportunidad volver a repetir todo aquello.
Datos del Relato
  • Autor: Plastilina
  • Código: 2785
  • Fecha: 29-05-2003
  • Categoría: Orgías
  • Media: 4.72
  • Votos: 50
  • Envios: 5
  • Lecturas: 4503
  • Valoración:
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
ZAIRA
invitado-ZAIRA 11-07-2003 00:00:00

SABES NUNCA ME IMAGINE PODER EXITARME CON UNA PERSONA COMO TU A PESAR DE TU EDAD ME ENCANTO ESTUBO ESTUPENDO QUISIERA SER UNA DE ESAS CHICAS PARA PODER SENTIR LA EXITACION QUE TU DAS. TE MANDO UN BESO BYE.

Fernando
invitado-Fernando 01-06-2003 00:00:00

No me voy a poner a hacer un analisis literario, que no es el sitio, pero escribes de pta madre, y muy eficazmente

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