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Amante designado (1): La mujer del padrino y su amiga

Acababa de terminar la secundaria, aprobado el ingreso a la universidad, buen estudiante. Era el orgullo de la familia, sobre todo de la abuela, para ella todos los nietos son los mejores.



La familia se dedica a la producción agrícola, vivimos en el interior de la provincia de Buenos Aires, en una pequeña localidad, las posibilidades de roce y experiencias sexuales no son las óptimas, pero igualmente he tenido el debut sexual como todos los varones de la familia, bien precoces.



Cuando entramos en la pubertad es costumbre que demuestren sus habilidades en sexo, “se hagan machos” decía el patriarca de la familia, el abuelo Juan.



El padrino Eugenio, fue el que me hizo conocer y frecuentar los “piringundines” nombre coloquial del sitio donde se frecuenta la compañía femenina para relaciones fáciles. Apadrinando en la experiencia y el afecto de Eugenio, buscó a la mejor de sus amigas y me obsequió la primera experiencia en carne viva.



- Judith, este es Luis, mi ahijado, necesito que hagas de él el mejor machito que hayas conocido. Lo dejo en tus manos. –ahora se dirige a mí: - Te dejo en las mejores manos… bueno en las mejores piernas…



Eso fue el preámbulo del ingreso al delicioso mundo del sexo, bonita mujer, cuarentona, busto imponente, generosas cadera, rubia, estimo que teñida, pero todo lo que pueda decir de ella es la imagen que un adolescente deslumbrado con su primera mujer, mi vida pasa por la magia de entrar al mundo de los adultos, salimos, tomada de mi brazo hasta el auto del padrino, caminaba sobre nubes de algodón.



Esa mujer me sacó del mundo erótico de ajusticiarme a mano propia, llevarme al paraíso sensual de la primera vez dentro de una mujer. Me enseñó todo y más, cada sesión de sexo, hubo muchas, era una enseñanza de vida, no solo era hábil para el sexo, sino que hacía docencia.



- Debes aprender a tratar a una mujer, conocer qué y cómo le gusta que se lo hagas, ejercer autoridad, enseñarla a ser una mujer de servicio. Todo en su medida y armoniosamente, aprendiendo estas simples enseñanzas y con este “aparato”, grueso y largo, harás felices a todas las mujeres que se metan en tu cama.



- Te hago feliz?



- Claro que sí, sos pendejo, pero aprendiste pronto a manejar esta poronga, debes tener alguna precaución si vas con alguna pendejita que sea algo estrecha, tienes un arma mortal, ahora todas las hembras son tuyas, úsalas y disfrútalas.



Judith merecía este sentido recuerdo, por haberme dado las herramientas para seducir, gozar y hacer gozar a cuanta mujer se me cruzara en la vida.



Había llegado a la gran ciudad, había venido muchas veces, para los del interior Buenos Aires es el objetivo, deslumbrarse por las luces y sobre todo vivir su noche.



Había llegado en la mañana, breve descanso y la invitación de mi padrino, quería que lo acompañara esa noche, saldría cola esposa y una pareja amiga, cena y luego asistir a un pub y baile.



- Luis me gustaría que nos acompañaras así comienzas a conocer la noche porteña, te aseguro que lo pasarás bien, no te imaginas lo buenas que están la minas (mujeres), lo pasaras re-bien.



- Sí, lo pasarás bien, te presentaremos alguna pendeja (jovencita) o una… como “tu madrina”…, ah creas que tu padrino fue todo generosidad, es que acostumbramos beber un poco de más, y en la zona de boliches (pubs) abundan los controles de alcoholemia, por eso necesita un conductor designado, lo serías? Andale di que sí eh? -insinuante y seductora.



Premiado por ella, besito de madrina, algo húmedo, en la mejilla. Me tomó fuerte del brazo, y me llevó a la cocina para prepararme un café, recién levantado de la frugal siesta, era tiempo de comenzar a alistarnos para la salida.



Conducía el auto, pasamos a buscar a la pareja, Eduardo y Grace, ésta sestada adelante se roba mi atención, está bien buena, cada tanto relojeo (mirar discreto) vestido ajustado bien mini, mostraba unas piernotas para el infarto, bien tetona con pronunciado escote que me cortaba la respiración, su mirada agradecía el halago de que un pendejo codicie a una madura.



- Estos tipos se tomaron “hasta el agua de los jarrones” (beber de más), ahora ni tenerse en pie. Así que muchachito… tendrás que hacerte cargo de nosotras, ”madrinita” y “tía” Grace, queremos bailar. Vamos!! - Ellas mandan.



- Vamos, enséñale, no hagas esperar a tu “madrina”. –risas de ellos y ellas.



Sería una obviedad que fue “esa” noche soñada, con los dos hombres cargados de licor, dos maduritas apetecibles permisivas y “regalándose”, claro, para el baile. Estaba maravillado con poder abrazarme a estas suculentas maduritas, colmado los ojos, manos y sentidos de este pendejo de 19 años no podía con la magia de esta noche jamás imaginada, ellas pensaban lo mismo, aprovechando la penumbra de la pista se frotaban cuanto se les antojaba. En esa zona donde nadie se interesa por el ajeno, cada quién está en su mundo privado, hacer o dejarse hacer, casi todo es posible.



Ely fue quien me sacó a escena, preparar el terreno, Grace la más atrevida, aprovechó el meloso bolero súper lento, bien alejados, me llevó hasta recostarse contra la pared acolchada. – Aprovéchate de la “tía” Grace,



Bajó el bretel, los pechos desbordan el soutién, me ofreció el pezón derecho para una golosa y discreta mamada. Me abraza para proteger de ojos ajenos la deliciosa mamada, estrujándome, frotando su entre pierna en mi rodilla. El infierno pasional nos consume por igual, ella dice que llegó al borde del orgasmo, era tiempo de volver con los amigos, acomodó el “tetamen” y nos regresamos, escondía la tremenda erección pegándome a sus caderas, moviéndonos como danzando.



Mantuvo la posición, tomó al Ely de la mando para cederle el lugar y encubrirme la erección.



- Llévalo para que se le baje, estuve jugando y se le puso como una estaca. – Te la clavó? - No me faltaron ganas, me falto tiempo y lugar, es tu turno “madrina” juega un poco y tráelo entero…



- Era cierto!, Qué cosota. Cómo te puso la guacha (atrevida) de Grace.



Me había descolocado, de pronto esas dos hembras abusando de mi calentura, ambas se me ofrecían como en delirio de un sueño erótico del que no quiero despertar.



La esposa del padrino, se conformó con el abrazo y sentir la “cosota” apoyada en la raja, corto “manoseo” y volvimos a la mesa, yo previo paso por el baño para dar tiempo a que la cosota esté más discreta.



La madrugada los había encontrado bien “entonados” era tiempo de emprender el regreso, primero pasamos a dejar al padrino, luego Ely me acompañó para dejar a los amigos en su casa y volvernos.



Grace me pidió ayudar a subir al dormitorio al marido, el licor no le permitía conservar la vertical al caminar, acompañarlo hasta el dormitorio del primer piso es trabajo de hombre, por eso te trajimos.



- Ayuda a subirlo y vuelve por el café. – sonrisas cómplices de ambas.



Dejé al Edu, volví con las “chicas”, estaban exultantes, haciendo café y sonriendo. Tan pronto llegué me acaparó Grace, tomó de la mano y llevó hasta el escritorio, soltó la mano y se colgó de mi cuello, ese casi orgasmo en el pub apremia sus ganas, puso mis manos en su cintura, y se colgó del cuello, comió la boca, todo en un instante.



La pasión y la calentura mandan, descubre las tetas, me las pone en la boca, quiere al glotón que se las coma, atenazo las nalgas, los dedos llegan hasta lo profundo, ano y vagina sienten el efecto de la rapiña del macho joven.



Colgada del cuello, pone la pierna en mi cadera, baje pantalón y calzón de una, de un tirón desgarré la tanga, entré en ella con la brutal exigencia de la calentura extrema. Tantea, peso y grosor, inspira profundo se prepara, puedo sentir que sus ganas dicen ya! y el miedo dice cuidado! El tiempo apremia, la calentura exige, no es tiempo para la filosofía del quiero y no debo…



- Ahjjjjj, qué gorda se siente. Me entró todaaa!!! Me abristeeee



El grosor del miembro se escurre entre los jugos, de un golpe me mandé a fondo, la calentura me había convertido en un toro, embestía como para atravesarla, salvaje violencia del deseo ardiendo en mis venas, solo escucho sus gemidos como venidos del más allá, encerrado en mis propias sensaciones. Era una mujer para morir en el intento por trascender, sentía una mujer auténtica, gozando, sintiendo al hombre que la atraviesa con el ardor de la juventud, me abraza con fuerza no quiere perderse los latidos de un joven que se está graduando en la escuela de su placer.



Duró mucho menos de lo que estoy acostumbrado las sensaciones me hicieron perder la concentración, su calentura exigía poner lo mejor de mí. – Ay… qué bueno es sentirte así, me estás llevando al cielo. Estoy llegando, llegaaanndooo… Ay! Qué bueno.



Se apretó bien fuerte, sentí sus talones en mis costillas, tenazas que quieren llevarme a la fragua de su sexo, agitada forjando mi verga a la medida de su calentura. Un segundo estertor, la estremece.



Ella sabe leer los mensajes corporales, comprende que me estoy conteniendo.



- Vamos, vamos, te quiero ahora, ya! acábame… -entendió la duda. –Dentro, dentro… por favor…



Mi sexo responde a su orden, estalla en una profusa acabada, sentí el ardor del furibundo chorro, siento el conducto dilatado al máximo, un segundo chorro, otro y otro… Toda la descarga fue mientras me tenía retenido dentro suyo, sin poder hacer ese típico movimiento para vaciarme, todo a la medida de su necesidad.



Retenido en la intimidad de su sexo, respirando dentro de su boca, el desgano post eyaculación no tuvo lugar, el intervalo fue saltado por la calentura de Grace y la potencia de mis diecinueve, fue cierto eso de “dos sin sacar”



Contenido dentro de ella, sin sacarla, la senté sobre el escritorio, colgando, recostado en ella tengo libertad de movimientos. Los gemidos y jadeos se confunden, el semen batido por mi poronga, entrando y saliendo, la dinámica de un polvo deliciosamente amoral, pasiones encendidas a full, tensiones propias del estallido emocional suben al tope.



No podía comprender la intensidad de las emociones, esforzado por extinguir mi masculinidad en la apremiante eyaculación. Inmerso en mis propias sensaciones percibo el gemido que acompaña su orgasmo. El éxtasis deviene del estallido emocional, quietud y silencio coronan la épica de esta locura, sudados y agotados nos besamos poniendo el alma.



Me retiré, de su sexo, absorto veo el semen escurrirse por sus muslos, se pone en cuclillas para dejarlo salir. Aprovecho la oportunidad para ponerle la poronga en la boca para que la limpie.



- Hmmm, qué rico. Dame esta última. –lame una gotita que asoma del ojo del glande.



Acalorados y sudados llegamos a la cocina, Ely tenía listo el café. Mientras me lo bebo, ellas cuchichean y me miran, ríen y miran. Terminado de tomar el café nos despedimos, Grace me besó en la boca y nos fuimos.



La madrina estaba exultante, burbujeante y alegre como cuando se descorcha el champagne. No paraba de mirarme y acariciarme el pecho, bajando a la pierna, y más adentro, hasta posarse sobre “el bulto” que se notaba crecido.



- Woww, qué bueno eh!. Ahora me doy cuenta… la recomendación de Grace, me dijo que estabas hecho un demonio, por lo que puedo palpar estás a full. Me gusta, me gusta. Habrá algo para “la madrina”. –frotando con ganas.



Entré el auto en el garaje, me pidió que me quede un momento, que sube para avisarle al padrino que llegamos, que la espere. Subía los escalones de a dos, en el regreso bajaba de a tres.



- Me extrañaste? Volví rapidito, para probar si aún tienes ese demonio que dijo Grace. Muestra a la madrina, esta cosota que tanto alabó mi amiga.



Esta vez me saqué hasta los zapatos, quería mostrarme, quería gustarle, desde que llegué no podía apartar los ojos de sus tetas. La muy puta se vino solo con el vestido, cuando lo levantó!!! La “peludita” me sonríe, los labios brillosos de jugos, desea mi boca.



La colchoneta para el gym sirvió de improvisado lecho, metí la cabeza entre sus piernas, le comí la conchita hasta que se mordía la mano para no aullar, temblando me pidió que saliera, que no podía contenerse. Al tercer pedido aflojé el acoso, cambie la boca por las tetas.



- Mamando sin morder!



Se las exprimí como pocas veces deben haberle hecho, nuevamente la subleva la excitación. Estaba jugando a excitarla más de lo debido quería hacerla sentir una diosa del sexo, comerla toda. De pronto me sentía dueño de la situación, el que ordena, ella la sumisa.



- Vamos putita, desnúdate, monta en tu macho.



Diosa total, moviéndose, sabía todas las coreografías eróticas, ondulando el vientre, subiendo y bajando, la vagina hábil y fuerte para exprimir la pija. Mis manos en su cintura, ayudan a elevarse y empalar al descender.



Cabalga briosa hasta que el orgasmo la atrapa en sus redes, se detiene, tensa la espalda, endurecida y silenciosa, mirada perdida, lengua inquieta frotándose los labios, sin respirar. Un instante después sonríe, otra vez el vientre ondulante, las caderas evolucionando en círculo. La convulsiva expresión de gozo dio paso a la calma, montada en su joven amante, apoyó la mano en mi pecho, bajando despacio para darme el premio: sus tetas llenaron mi boca de pezones turgentes.



- Aguantador mi hombre eh! No sé cómo te cogió Grace, pero la madrina te lo hará mejor.



Terminó de amamantar y salió de la verga, se hincó entre mis piernas y comenzó a pajear, ofreciendo el espectáculo de que no pierda un solo movimiento de la magistral mamada. Sabía cómo llevar la excitación al tope, maestra en mamona me llevó al punto de no poder soportar las delicias de eyacular en su boca.



- Vamos, ven, dale la lechita a mami, hmmm, toda, porfa…



El gemido me salió del alma, era un estertor de la vida que se me escaba en el chorro de semen que derramo en su boca. Sabias manos de Ely colaboran moviendo la verga para sacar todo el semen. Terminada la descarga, me retuvo en su boca, lamiendo y agitando suave la pija en su boca, disfruta sentir el semen de su hombre, aún después de salirme siguió moviendo el fluido masculino, haciendo buches espumosos, mostrarme como se los traga.



Quedamos tendidos en un reparador abrazo, la mano de Ely posada sobre la verga, luego de los polvos a su amiga y este en su boca, se conserva “morcillona” como a la espera de algo más.



- Bebé, qué potencia!, qué machito tenemos eh! Quedaste con ganas de más? -sonrío. – yo tengo ganas de más, pero tengo miedo que tu padrino se despierte, mejor lo dejamos para otro momento.



Me comió la boca, un beso de lengua como para recordar toda la vida, me compartió el sabor de mi propi semen que aún retenía la aspereza de su activa lengua.



No estaba bueno correr más riesgos, sobre todo después de cuatro polvos, del franeleo a que me sometieron estas dos lobas en el pub, exprimido por Grace y ahora por la madrina, me sacó hasta la última gota de semen, claro que el milagro de la juventud puede con estas dos fieras del sexo, pero con buen tino Ely también entendió que no estaba bueno jugar en demasía con la suerte, el padrino podría despertarse.



Era tiempo de entregarnos al reparador sueño, sobre todo este “sacrificado laburante del sexo”, ja!, que había salido en la madrugada rumbo a Buenos Aires, cinco horas de bus, y luego cena, pub, baile y sexo a full, era tiempo de reponer fuerzas.



No me costó nada dormirme, tan pronto apoyé la cabeza en la almohada entre de un salto en imperio de Morfeo.



Bien entrada la mañana, estimo que casi era mediodía, el sol tamizaba sus rayos entre las tablillas de la cortina, cuando viajando en el mejor de los sueños eróticos puedo sentir como ese sueño parece tan real que hasta puedo sentir como si manos y labios acarician mi verga, que pareciera que nunca deja de estar en alerta erección…



Abrí los ojos y… no era parte de un sueño, o sí lo era, pero ahora despierto siento que el contacto físico es real. Ely, la madrina, se ha metido en mis sueños y en mi cama y está acariciando y lamiendo el falo triunfal, que la hizo disfrutar ese glorioso orgasmo esta misma madrugada, en el garaje. Pero como dicen en las series de tv, este hecho será parte de otra historia, mañana se las sigo, es mucha tensión para esa lectora madura que siente revivir esos momentos como cuando estaban latiendo en su sexo.



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Nazareno Cruz


Datos del Relato
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