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Categoría: Confesiones

AMALIA

Llegué como a las siete de la noche a un pueblo del altiplano guatenalteco, era una noche lluviosa y la temperatura ambiente estaba entre los 9 y 10ºC. Preguntando llegué a un hotel pequeño pero muy acogedor, pedí una habitación por cierto muy bonita con todos sus servicios y decorada de un gusto excelente, y me sirvieron una cena exquisita. Al día siguiente a la hora del almuerzo conocí a la dueña del lugar, de unos 35 años, alta de un bonito cuerpo, todo en su lugar y de rostro muy hermoso, hicimos amistad y platicamos mucho durante los diez días que estuve en el pueblo. Durante ese año fuí como seis o siete veces al lugar por razones de negocio, y siempre teníamos charlas muy amenas, yo me sentía atraído hacia ella y por supuesto notaba que yo le gustaba a ella demasiado. Me enteré por ella misma que había venido Guatemala hacía unos quince años, cuando ella recién cumplía 20 años de edad y acababa de contraer matrimonio con un hombrte mayor que ella 12 años, ambos eran de nacionalidad Italiana, fundaron el Hotel y les iba bastante bién, hasta que el esposo apareció muerto cinco años después en circunstancias no establecidas en un viaje que hizo a la ciudad capital, de este matrimonio tuvo una hija. Con Amalia que así es su nombre, salimos una ocación a un baile de coronación de la reina de la feria del lugar, estuvimos bailando muy alegremente, pero a pesar de la atracción del uno por el otro, no pasó a mayor cosa que la de un beso apasionado antes de irnos a dormir, no me atreví a nada más por el respeto que le tenía. En una ocasión, casualmente me la encontré en la ´sala de ventas de nuestro negocio, y precisamente ella estaba hablando con mi Madre, cuando yo llegué, y supe que había montado un pequeño supermercado, y estaba comprando un poco de nuestra producción de aceite vegetal. Ese día almorzamos juntos, por la tarde fuimos al cine, en sí pasamos juntos la tarde como dos adolecentes enamorados, nos dejamos arrastrar por nuestros instintos, y la llevé a un apartamento, los besos eran ardientes, poco a poco con caricias le quité la ropa, besé todo su cuerpo, sus senos blancos hermosos, duros y pezones rojos grandes, su vientre plano cuya piel se enchinaba bajo mi lengua y mis labios saborié su vagina exquisita, su clítoris pulsaba en mi lengua, su jugos agridulces corrían por mi mentón, eran diez años de abstinencia sexual, que ahora explotaban en una serie de orgasmos increíbles, sus largas y torneadas piernas, apretaban mi dorso, me puso boca arriba y empezó a trabajar con su lengua y labios en mi pecho, bajo a quitarme los calzoncillos dejando escapar mi pene en toda su magnitud estaba como loca, su expresión fué inmensa al ver mi pija enorme y gruesa, la chupó a todo lo largo, mamaba la cabeza exquisitamente, lamía en círculos, yo sentía que ya explotaba dentro de su boca, ella se dió cuenta y lentamente empezo a besarme subiendo hasta mi boca, nos dimos vuelta ella quedó boca arriba, abrió sus piernas y mi verga empezó a deslizarse lentamente en su cuerpo, me fuí hasta el tope y empezó el mete y saca lentamente, ella aprisionaba con sus paredes vaginales, yo sentía su presión, su vagina estaba humesa y caliente, sentí cuando se vino, y segui dándole, poco tiempo después se vino justo en el momento, que yo me corría con chorros de semen caliente, en su interior, fué explosivo y delicioso, y jadiendo los dos nos fundimos en un beso apasionado y dulce a la vez.
Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 4.36
  • Votos: 84
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