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Categoría: Maduras

Alicia le descrubre el paraíso

Alicia, era una señora de unos 40 años, pero muy bien llevados. Tenía un pelo rubio al que se le notaba que pasaba asiduamente por la peluquería, unas piernas preciosas y un cuerpo, bien cuidado a pesar de la edad.



Trabaja en una biblioteca, en la recepción, cosa que le dejaba bastante tiempo libre, ya que su trabajo era por turnos de mañana o tarde, lo que le permitía ir a exposiciones y de vez en cuando, poder escaparse a algún viaje de aventura siempre que podía por vacaciones a destino exóticos; Yemen, Islandia, Egipto…



Acababa de separarse, después de un matrimonio largo, aunque sin hijos, debido a que se acabó el amor, por parte de su marido lo que le hizo pasar malos tiempos. Esto hizo que se abandonara un poco y hacía que no saliese mucho y lo cierto es que quería darse un tiempo antes de volver a buscar un corazón.



Le gustaba bastante chatear por Internet, aunque no le gustaba eso de que la gente anduviese buscando pareja por Internet, ya que no lo veía normal, hasta que un día cambió.



 



Un día, aunque ella no se acuerda muy bien, se suscribió a una página de relatos eróticos y de contactos para conocer gente. Esto se tradujo, que un día, curioseando viera una foto de un chico de 20 y pocos. No era un chico muy guapo, aunque tampoco era feo. Al verlo no sabe muy bien pero de dentro le surgieron las ganas de conocerlo, ya que solo pretendía conocer gente y compartían gustos en viajar.



A los pocos días, estaban hablando. Él era de un lugar bastante cercano a dónde ella vivía, por lo que después de un tiempo, se conocieron en lugar intermedio simplemente para hablar y conocerse, aunque no pasó nada.



La amistad continuaba, hasta que ambos, les coinciden las vacaciones y deciden viajar, debido a su instinto viajero. Ese instinto les llevó hasta las Repúblicas Bálticas, conociendo su arte, cultura, gastronomía…pero siempre como amigos, por lo que a la hora de llegar al hotel, dormían en camas separadas.



Una noche en uno de estos lugares, ambos no podían dormir. En la habitación se notaba algo especial entre ellos. Comenzaron a hablar de sus cosas y de los problemas amorosos de ambos. Ella le contaba sus problemas que había tenido con su marido y el a su vez le contaba, que a pesar de su edad, nunca había tenido una relación estable con una mujer, ya que había tenido problemas de familia y las chicas, lo rechazaban, por lo que a pesar de su edad continuaba siendo virgen. Esto fue el paso definitivo para que ella tuviera la luz verde.



Al poco volvían a estar durmiendo, pero de repente, algo lo despertó. Era ella, que poco a poco empezaba a besarlo con suaves labios, sobre su cuerpo. El no sabía que hacer, hasta que ella le dijo, que no hiciera nada, simplemente que todo sería natural. Sus labios continúan besando su cuerpo mientras el, le iba quitando el camisón de encaje que ella llevaba. Sus besos comenzaron a hacerse apasionados, el acariciaba con sus manos sus preciosos pechos, eran preciosos, algo caídos, aunque preciosos.



Ella, solo cerraba los ojos mientras le guiaba. Estaba al rojo vivo, mientras el comenzaba a besar su precioso tesoro. Estaba algo rasurado, pero el no paraba de besarlo, después de tanto tiempo, el por fin, lograba lo que tanto quería.



Ella, le comenzó a enseñar, quería agradecerle de la mejor manera, todo lo que había echo por ella, por lo que le dio una noche de auténtica pasión. No paraba de jadear, porque aunque el no se había estrenado nunca, lo hacía bastante bien y lo cierto es que en ella, conseguía algo que con su marido no lograba y era disfrutar en la cama. El no se podía creer que por fin lo lograba, aunque no quería que eso acabase nunca. De vez en cuando el tenía que parar ya que necesitaba descansar, por lo que ella aprovecha, para basjarse y comenzar a besar y "comer" suavemente su pequeño soldado. Lo comía, como quien saborea caviar, poco a poco, degustando, cada parte de su soldado, mientras los ojos de él, estaban en el paraíso. Ella poco a poco, volvía a introducir al soldado en la guerra, mientras el, saboreaba sus preciosos pechos. Ella volvía a comenzar a jadear ya que conseguía que su punto G, se excitara.



Al poco ella, pidió, que le diese por detrás. Él no quería. Lo veía como algo sucio, aunque la pasión que le estaba dando aquel, momento, hizo que le hiciese caso a ella. Comenzó poco a poco, como con miedo, ella le decía que siguiera, hasta que el soldado, alcanzó el frente de la batalla, ella gritó de placer. Hacía mucho, que no disfrutaba, ya que su antiguo marido no le daba la pasión que ella quería.



Así estuvieron hasta casi entrado el amanecer. Al día siguiente no fueron capaces a penas de conocer la ciudad, ya que ambos estaban muy cansados, pero las 4 noches que les quedaban, las pasaron como si fueran lo último de la existencia, mientras ella, le enseñaba los placeres del sexo.



 



Hoy en día, ambos, viven juntos, a pesar de su edad. A los ojos del resto de la gente, dicen que son compañeros de piso, pero a los ojos de las paredes, son dos guerreros, que van prácticamente cada noche a la guerra. Uno con su pequeño soldado, dispuesto a morir en combate y otra como su enfermera, dispuesto a curarlo.


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