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A la deriva

Estamos en 28 de abril de 2392, faltan 11 días para que se celebre el centenario de la liberación.



Si, de pequeña lo leía en los libros de historia, en el año 2087 los gobiernos de la tierra obligaba a familias enteras a abandonar sus hogares para lanzarlos en peligrosas misiones de colonia, reduciendo enormemente la población de la tierra y empezando la carrera por los buenos planetas, la federación europea, los estados unidos, el bloque asiático, la alianza japonesa, la neo-Commonwealth y la alianza ibero-americana.



¿Qué es maravilloso? Je, el 80% de las naves espaciales no llegaron a su destino, fallo en el rumbo, fallo en el soporte vital, fallo en los motores, millones murieron en “el gran destierro”



Los que llegaron a su destino no les fueron mejor, trabajaban como burros en los planetas, enviando el cargamento a la tierra para que los gobiernos terrestres lo despilfarrasen, luego llegaron las guerras por los planetas, algunos exuberantes de vida y vegetación, algunos auténticos edenes, otros, rocas resecas cuyo único valor eran los minerales, me perteneces, decía la tierra, si, los peces gordos de la tierra disfrutaban de las riquezas que expoliaban de los planetas, los colonos trabajaban por un sueldo miserable en condiciones duras y enfermando de extraños virus que podían limpiar el planeta de humanos, dando una nueva guerra por la posesión del planeta.



En el año 2234 la defensora de los derechos de los colonos, Yoko Honda, fue violada, torturada y asesinada con brutalidad tras 12 años de intentar ayudar a los colonos, las noticias de su cuerpo desnudo, lleno de cortes y las palabras puta barata pintadas en sus pechos, encendieron la mecha de la revolución.



En un principio fue duro, las naves de la tierra eran poderosas y nosotros apenas teníamos fábricas, pero los recursos que tenían se agotaron mientras que nosotros improvisamos pequeñas fabricas, creando versiones caseras de naves de combate que apenas podían enfrentarse a los poderosos buques espaciales de los gobiernos de la tierra.



Pero gente como Gabriela España, el general Oswaldo Sastre, la pirata Lulú de Pardie, el capitán Teodore Rock y una larga lista de héroes, en el año 2292, el gobierno de la tierra capituló y concedió la independencia a los sistemas coloniales, reduciéndose el territorio terrícola a una tercera parte, las colonias adoptaron multitud de formas de gobierno, algunos les fueron bien, otros no.



Las diferencias eran notables, también deseaban tener más recursos, pero la débil alianza entre mundos se mantenía, ya que la tierra disponía de una tercera parte del territorio conocido y tenia planes de expansión en cuanto se recuperaran.



Yo formo parte de uno de los imperios coloniales más grandes, el imperio Salas, un gobierno feudal que gobierna (lógicamente) la familia Salas.



Mi nombre es Aurora Gené, ingeniera de motores del galeón real estrella negra.



La carga que llevamos, es al joven príncipe Manuel Salas, motivo, ir al planeta Edo, lugar escogido para celebrar el centenario de la liberación, una gran fiesta y un acuerdo para fortalecer la débil alianza de nuestros planetas.



Hemos tenido guerras en estos cien años, nuestro imperio se enfrentó a los feudos de Strogof, Keynes, Mendez y Chang, también “democracias” como el sistema Unión y UPCA (unión de planetas cibernéticos Aracne) pero eran guerras a pequeña escala que se solucionaban rápido con la diplomacia, nadie se arriesga, nosotros éramos el tercer imperio más grande con 116 planetas (pero el que tiene más planetas habitables, incluso el que tiene más edenes, disculpad mi arranque de patriotismo) el mayor imperio era el feudo Chang con 130 planetas.



¿Muchos? ¿No? La tierra tiene 13240 mundos, aunque la mayoría agotados por su época de despilfarro y por la guerra de la liberación, sigue siendo una potencia a temer, por eso nuestras rencillas, nunca son a gran escala, bueno, ni llegan a media escala, solo a pequeña escala y eso en los conflictos mas chungos, no vamos a desperdiciar recursos en rencillas para que el pez gordo nos coma.



Pues estuvo a punto de pasar, esa es la historia que os contare.



Yo trabajaba manteniendo en forma la nave, un trabajo muy bien pagado, sobretodo en un galeón real, procuraba que los motores funcionasen lo mejor posible.



-leche, ¿puedes comprobar la antena de comunicaciones? Creo que un asteroide ha impactado en ella.



Leche, si, mi apodo, todo por el síndrome Tetis, un defecto genético que te hace segregar leche materna, se manifiesta en la pubertad, normalmente entre los 13 y los 15 años, yo lo tuve desde los 10, es molesto, pero el presupuesto para investigaciones medicas solo da para enfrentarse a virus peores, comprobar la antena, tendré que dar un pequeño paseo espacial, programé mi DAM para que fuese un traje espacial, los nano tejidos se tejieron para dar forma al casco y a un traje totalmente sellado.



Lo bueno del traje espacial era que resaltaba la figura, tenia buenos pechos debido al síndrome, unas bonitas caderas y un culo respingón, además, los trabajos de ingeniería te aumentan la masa muscular.



Mientras salía al espacio, pensaba que podía hacer con mi vida, tenia que mantenerme en forma, alargar todo lo posible mi vida útil en este trabajo, un trabajo muy bien pagado, pero vivimos con el sueldo de mi marido, ¿Por qué? Ahorro para que mis hijas pudieran asistir a la academia Hipatia, una estación espacial desplegada en el planeta Salamanca, un mundo hermoso de vegetación rosada (¿Qué queréis? No todos los exomundos tienen vegetación verde) acabo de cumplir treinta y siete y ya llevo 15 años trabajando y espero seguir hasta los setenta, puede que los ochenta (nuestra esperanza de vida es de 125 años, los ingenieros suelen retirarse a los cincuenta y cinco, es un curro muy duro)



Caminando para comprobar la antena, noté que algo temblaba en la nave, no era un asteroide, al comprobar mis alrededores, vi humo en tres sitios distintos.



¡Dios mío!



La explosión provenía de la sala de soporte vital y de los soportes auxiliares, fui corriendo lo que pude con mis botas magnéticas, todo el soporte vital, volado, vi que una capsula de escape se iba, mientras iba al lugar de la explosión, vi algo apareció, solo fue un momento, una nave azul, cogió la capsula y desapareció, no identifiqué el modelo, no me importaba, no perdí el tiempo en conjeturas, fui corriendo a la sala de soporte vital.



Hijos de puta, el principal y los auxiliares estaban destrozados, pero con un apaño, las piezas que pude recuperar de los auxiliares y mucha habilidad hice que funcionase un 18%.



Llamé al capitán para ver el estado de la tripulación.



Solo había silencio.



Llamé a ingeniería, el pabellón medico, artillería, la planta agroxigenadora, todos los sectores.



El silencio.



Al entrar, solo vi cuerpos flotando, tuve que desviar la energía de la gravedad artificial para mantener el soporte vital, 1200 tripulantes muertos de golpe, por alguien de dentro, por un traidor.



Gotas de agua mojaban la visera de mi casco por dentro.



Eran mis lágrimas.



Pasé cinco días retirando los cuerpos, manteniendo los sistemas de la nave al mínimo para que no nos localicen los carroñeros o piratas, no podía enviar mensajes o balizas de auxilio, un pulso electromagnético frió el sistema y fue imposible repararlo, aquel cabrón lo planeó a consciencia, cinco días en un silencio aterrador, con la única compañía de la inteligencia artificial de la nave.



Echaba de menos recibir los silbidos de mis subordinados cuando me ponía el traje espacial, las conversaciones en el comedor incluso las bromas que me hacían mis compañeras de ducha apretándome los pechos.



Un meteoro impactó en la nave, uno grande.



¡Alerta! ¡Fallo catastrófico en la cámara de éxtasis!



No, no, no, fui corriendo allá, pero no se podía arreglar ese desaguisado, solo podía hacer una cosa.



Manipulé los controles para abrir la capsula que contenía el príncipe Manuel, lo agarré y me fui de ese lugar antes de que reventase.



Llevé al príncipe al puente de mando, aún estaba desorientado y desnudo (no tenia tiempo de coger su DAM (dispositivo de atuendos múltiples, el mismo que tengo yo para convertir mi mono de trabajo en un traje espacial)



Era joven, 17 años, a punto de cumplir los 18, su cuerpo era atlético, un poco delgado para mi gusto.



-¿hemos llegado?



Le explique lo que pasó, se lo tomó con calma, pensaba que lloraría como una nena o que exigirá mi cabeza, pero, este príncipe tenia la cabeza en su sitio.



-¿vio alguna nave? – me preguntó.



-no, hemos pasado por uno de nuestros portales de contacto secretos.



Los portales de contacto nos permiten abrir una puerta de un portal a otro, practico para ir de un sistema a otro, pero pueden emboscarte o sabotear los portales, por lo que todos tenemos portales secretos un poco más lejanos.



-me refiero al enemigo.



Vi una nave azul que recogía una capsula, apareció de la nada y luego, desaparicio.



-mmmm interesante – decía el príncipe - ¿Cuánto soporte vital tenemos?



-podemos vivir, he hecho unos apaños que hicieron que el soporte vital estuviera al 18% pero, lo arregle tarde para los demás.



-entiendo, estamos solos.



Me sorprendía lo tranquilo que estaba.



El me señaló varios puntos de su cuerpo.



-la genocirugia es asombrosa, aquí me dispararon con un laser, aquí, un proyectil cinético, aquí me atacaron con un lanzallamas y…



Me señaló su pene.



Una chica de 15 años me seccionó el pene mientras hacíamos el amor.



-¿Cómo pueden odiarle tanto? – pregunté.



-todos los grandes mandatarios sufren atentados, Ho Chang es la única superviviente de un atentado contra su familia, solo queda ella.



-¿murió su familia? Pero les vi en un discurso el mes pasado.



-hologramas – dijo el príncipe – son hologramas controlados por una I.A.



-los terroristas del planeta Shanghái nunca fueron encontrados – dije.



-¿terroristas? Señora Aurora, se, que nuestras relaciones con los sistemas, puede que incluso parte del populacho de nuestros gobiernos no nos caemos bien, pero… ¿no ha pensado en el sospechoso habitual?



No entendí lo que quería decir, pero dije la facción que más odiaba.



-la tierra.



-si, esos ataques concertados parecen hechos por nuestros rivales o ciudadanos descontentos, pero, ¿tan cerca el centenario? ¿Quién está interesado en que nos matemos? Evidente, todos se miran entre si sospechosamente, pero cada mirada que echamos a nuestro vecino, echamos tres miradas a la tierra.



-parece estar muy seguro, majestad – dije.



-La chica de 15, la dejamos en prisión esperando que la liberaran, pero encontramos el cuerpo de su hermano de 8 años, lo habían matado incluso antes del primer contacto con ella, así se ahorraban la comida para el prisionero.



-cerdos – dije indignada, pero también me dolían los pechos.



-si, la pobre chica confesó todo, que fue coaccionada, que fueron unos tipos grandes con acento terrícola, incluso nos describió el tipo de armas, modelos terrícolas, supimos quien estaba tras mi, ejem, castración.



-¿no tendrá descendencia? – pregunté temerosa.



-si, no te preocupes, la genocirujia es asombrosa, podría incluso formar un equipo de futbol si accediera a acostarse conmigo.



-seguro que se lo dice a todmmmm – dije adolorida.



-¿le ocurre algo?



-el síndrome de Tetis, tengo que vaciármelas, pero perdí mi saca-leches en el espacio.



Con mucha vergüenza, pulsé mi DAM y los nanos tejidos se replegaron a un broche que tenia en el cuello, dejándome casi completamente desnuda, salvo las botas magnéticas, me apreté los pechos sacando la leche que salía como bolitas en gravedad cero.



-¿necesita intimidad? – dijo tímidamente el príncipe.



-no pienso dejarle solo, no después de un atentado – dije sonrojada.



-entonces permítame ayudarla – dijo el príncipe.



-¿perdón? Estoy casada, pero… bueno, si queréis disponer de mi – dije muerta de vergüenza.



-no, me han enseñado unas técnicas para sacar de forma efectiva la leche materna, ¿puedo tutearte?



-si es lo que deseáis.



-entonces, relájate.



Las suaves manos del príncipe manosearon mis pechos, tan dulces, delicados, agarraban con suavidad cogiendo con delicadeza mis pezones por su pulgar y su índice, flotando, empezó a manipular mis pechos, buenos chorros me salían de mis pezones, formando bolitas blancas.



Pero sus manos eran hábiles y mis pechos sensibles, a mi me bastaban con que me los manipulasen para llegar al orgasmo.



Las piernas del joven príncipe se agarraban a las mías mientras ordeñaba con maestría mis senos, inconscientemente mi mano acariciaba sus cabellos.



Entonces cambió el ritmo del manoseo, se concentraba en darme placer, pellizcándome suavemente, moviéndomelos con pasión.



Notaba como algo acariciaba mi concha, era su verga, acariciando mi concha velluda.



-disculpadme bella dama, pero vuestros jadeos, vuestros suaves pechos y el delicioso aroma que desprendéis ha despertado mi pasión, ¿me concedéis el permiso de poseeros?



-mi señor, no soy bonita, es más, podría ser vuestra madre y no pertenezco a la realeza ni a la nobleza.



Era cierto, era una trabajadora cualificada, los nobles eran como llamábamos a las personas que tenían más importancia, las había de dos clases.



Los protegidos, gente que habían hecho un gran logro por el planeta y eran protegidos por la familia real.



Y los que solíamos llamar regentes, son gente que ha creado algún imperio empresarial o que gobiernan en nombre del emperador uno de los planetas del imperio, la mayoría de ellos tenían grandes conocimientos, por eso quería que mis hijas al dejar el colegio estudiasen en la Hipatia.



-sois una mujer hermosa, una madre sacrificada y me salvasteis la vida, pero sobretodo sois una mujer hermosa.



-seguro que lo decís a todas, mi señor.



-solo a las que se lo merecen – dijo susurrándome al oído.



Me frota con su verga mi clítoris, yo, no quería, bueno, quería, pero, ¿Qué pensará mi marido? Además estoy sucia, trabajar en los motores a tantos grados, me hacia sudar.



-¿deseáis que me duche? – le pregunté.



-me gusta tu sudor, tu olor – dijo el príncipe apuntándome con su verga en mi concha.



-mi señor, estoy en mis días más fértiles, si hundís vuestra espada en mi interior, sembrareis en mi jardín – le dije.



El me miró, al principio sorprendido, pero luego sonrió y me abrazó susurrándome.



-me han comprometido para que me case con Ho Chang, sabiendo que el virus que mató a su familia la afectó a ella también, consiguieron curarla, pero todos su óvulos murieron, un día antes de que llegásemos tendrían que despertarme y una concubina yacería en mi lecho, fertilizando sus óvulos, óvulos que serian extraídos para implantárselos a mi prometida, ese era el tratado, su descendencia tendría el  apellido Chang y nosotros de un poderoso aliado militar, pero mi concubina ha muerto.



Un susurro aún más seductor me dijo.



-es vuestro deber ocupar su puesto.



Nerviosa, me agaché, separé más mis piernas y cogí el falo del príncipe apuntándolo en mi concha.



-si es vuestro deseo y por el bien del imperio, disponed de mi.



El hundió su verga dentro de mí.



-oh, sois la gruta más estrecha y más placentera que he probado nunca, decía mientras se agarraba a mi bombeándome



-vos tenéis unas manos mágicas, sin duda la emperatriz Chang estará deseosa de que lleguen las noches.



-si seguís apretando de esa manera, tal vez os llame a mi camarote para que me des “informes”



Me tapaba la cara con mis manos llena de vergüenza, miré el cristal blindado de la nave, mostrando el universo, pero sobretodo el reflejo del cristal, yo agachada mientras el agarraba mis pechos y cogía firmemente mis piernas con las suyas bombeándome, el se acercó susurrándome.



-desactiva las botas magnéticas



Yo obedecí, los tejidos nanoides de mis botas volvieron a mi DAM y nos elevamos por el impulso de las envestidas, girábamos sin control, rodeados por bolitas blancas que eran mi leche, era una locura, sintiendo como me llenan mientras mis ojos veían como todo daba vueltas.



Pero la pasión era eso ¿no? Simple locura.



Las semillas del príncipe me invadieron, llegando hasta el fondo de mi, coincidiendo con uno de los orgasmos más explosivos que he tenido, el me susurró que le limpiase.



Luchando contra la ingravidez, agarré su polla, pero el me agarró las piernas y dirigía mi concha a su boca.



-mi señor, no soy digna de que me deis placer, además está sucio.



-¿no sabéis Aurora que hay una teoría de que cuando la mujer llega al orgasmo, el fluido de su interior es alcalino, beneficiando los espermatozoides con el Y, la señora Chang quiere un varón, por el bien de la alianza, hemos de dárselo.



-entonces, proceded, dije antes de llenarme la boca con su verga.



Era extraño, sabia bien, aparte de que estaba untada con mis fluidos vaginales, me agarraba a sus piernas mientras dábamos vueltas, inconscientemente, metí uno de mis dedos en su culo, el dio un respingo y me di cuenta de quien era el.



-¡lo lamento señor! ¡yo…



-sigue así, bella dama, he de conocer las formas de amar para mi prometida, pensad que sois mi maestra – decía el.



-en realidad, vos sois el maestro, me hacéis tocar las estrellas.



-entonces, hare que vuestro placer os haga arder como el núcleo de una estrella – dijo mordisqueándome el clítoris.



Me mordí los labios, pero no tenia que ser tan egoísta, engullí la verga de mi señor mientras mis manos acariciaban sus testículos y su ano, pero la forma que besaba, mordía y lamia mi clítoris era intensa, me puse las pilas, usando mi lengua para masajear el glande mientras mi dedo se hundía muy dentro de su hermoso ano.



-me corro, pero no lo tragues.



Obedecí, recibí la leche del príncipe en mi boca, el se desacopló de mi y me miró a los ojos, pequeñas gotas de semen salían de mis labios como bolitas.



-tragáoslo, en pequeños sorbos - me dijo el.



Me puse roja como un tomate, pero obedecí.



Me moría de vergüenza al ver sus ojos contemplando mi cuello, un cuello que se movía, un cuello cuyo interior se movía la leche de mi príncipe, mi señor.



Mi amante.



Cuando terminé de tragar, me llevé las manos a la cara muerta de vergüenza, pero el me las apartó y me besó con pasión, su lengua moviéndose dentro de mi boca, quería decirle que hacia un momento había esperma suyo allá, pero a el no le importaba.



De hecho, yo dejé de resistir, ese beso, cálido, dulce, apasionado, me hacia sentir deseada, querida.



Un impactó nos hizo mover violentamente, estábamos siendo abordados, me puse el DAM en modo de combate y prepare el arma.



Nadie tocaría a mi príncipe.



Pero los que aparecieron eran soldados de Chang.



El portal de los Chang estaba a varios miles de kilómetros del nuestro, vieron trozos de nuestro galeón, de modo que fueron a investigar.



Estaban dispuestos a interrogarme, pero el príncipe lo impidió, aún así, me llevaron a unos aposentos.



Allí estaba la emperatriz Chang, una niña de quince años con tantas responsabilidades, ordenó a sus guardias que nos dejasen solas.



Cuando se fueron, Chang me ordenó que me desnudara, obedecí.



Me miró de arriba abajo palpaba mi cuerpo, mi rostro, mis caderas.



Me evaluaba.



-lealtad, musculatura, valiente… - decía Chang, que apretó su comunicador diciendo.



-ala medica, prepárense para el trasplante de ovulo, pero eliminad el ADN del príncipe, implantad parte de mi ADN y conservad el de la madre en lo que podáis.



-majestad, ¡el príncipe es prioritario! – protesté.



La niña me enseñó el video, el video que cogieron de mi DAM.



-tenemos miles de videos  de ese OVNI, pero el suyo es el más claro, observe atentamente.



Mire el video y una serie de ampliaciones mostraron parte de un símbolo, lo separaron y empezaron a compararlo con miles de símbolos de las colonias independientes.



Ninguno coincidía.



-¿un nuevo ejercito? ¿alienígenas? – pregunté.



-algo más antiguo –dijo Chang manipulando el video.



Apareció el símbolo de los gobiernos de la tierra, la parte que se mostraba en la nave, coincidía perfectamente.



Apreté mis puños furiosa, ellos habían matado a mis compañeros.



-señora Gené, no es consciente de ello, pero cuando enseñe ese video en la asamblea de mundos unidos, lo primero que sonará será la palabra guerra, una guerra que no tardará en desencadenar y esta vez no servirán los tratados de paz, son o ellos o nosotros, mi descendencia tiene que ser guerrera, no un bibliotecario como vuestro príncipe, necesito que mi imperio lo dirija un gran general, mientras tanto, yo dirigiré mis huestes contra la tierra, luego lo harán mis hijos, luego, los hijos de mis hijos, será una guerra que durara siglos ¿puede asumir eso?



Pensaba en mis hijas, en mi marido, nuestro planeta capital estaba cerca de la frontera de la tierra, pero la mayoría de nuestro imperio estaba en la parte exterior por un programa de colonias, tenia que avisar de que los trasladasen ahí.



-es hora de que me entregues mi descendencia – decía Chang seriamente.



Epilogo



El año que viene me trasladan al borde exterior, en los nueve años de guerra, hemos entrado en las más feroces batallas, muchas ganadas, otras tuvimos que retirarnos.



Éramos numerosos los mundos y numerosos los voluntarios para la guerra, pero la tierra también era fuerte y no dudaba en usar sucias estratagemas, estábamos muy igualados.



Por gracia del príncipe, mis hijas ingresaron en la academia Hipatia, toda mi familia fue trasladada junto a millones de familias en el borde exterior.



Eso me tranquilizaba.



Hoy mientras entregaba mi informe al almirante de la flota, vi un grupo de jóvenes vestidos con partes de uniformes militares terrícolas mezclados con pieles humanas.



La familia Magallanes, una familia que poseía una gran flota pirata, el pequeño de ellos me miraba atento.



-sed bienvenida capitana María Magallanes, podéis disponer de cualquier cosa de mi nave – decía mi Almirante.



-¿tenéis prisioneros? – decía una mujer con medio rostro cibernético y dientes metálicos que parecían cuchillas, a pesar de tener sesenta años y su pelo moreno empezaba a tener canas, tenia un buen cuerpo cuyos pechos cubrían las cabezas de dos conocidos almirantes terrestres que cayeron en batalla y también tenia un pantalón de cuero ajustado, difícil decir de donde viene el cuero.



-si – dijo el almirante.



-hijos queridos, id a jugar – decía con dulzura a sus “pequeños” vástagos.



Todos fueron menos el menor que continuaba mirándome, parecía desnudarme.



-Vaya Mario ¿te gusta esa ingeniera? Esta buena ¿eh? – decía María sonriendo – nena, mi hijo mañana cumplirá 18 y no ha catado hembra todavía, no se, el muy bonachón no le gusta violar a las chicas, aunque sean terrícolas ¿quieres estrenarlo?



Miré a mi almirante, el me miró a los ojos, ordenándome que lo hiciera, accedí.



-buena hembra, hijo, llévala a mi camarote y encerraos allí, estaréis muy cómodos.



Mientras acompañaba al chico que respiraba excitado sin dejar de ver mi cuerpo, una pregunta me atormentaba.



-¿Por qué solo atraigo los jovencitos?


Datos del Relato
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