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Categoría: Infidelidad

A comer piña todos.

- La verdad no me gusta tragarlos- decía Guille – no me agrada el sabor. Son muy babosos y ¡guacala! me dan ganas de vomitar. Yo prefiero que los eche todos dentro de mi cuquita. No entiendo como es que a ti te gustan demasiado.

- Es que hay un secreto para que tengan buen sabor – aclaró Tania.

- Ah ¿sí? ¿Cuál? - interrogó incrédula.

- Tienes que darle unas tres rebanadas de piña fresca cuatro horas antes de tener sexo.

-¡No manches! – exclamó Guille – ahora si te volaste la barda.

-¡Te lo juro! Tampoco le creí a Mireya cuando me lo dijo. Lo probé y mira que es cierto. Entre más dulce es la piña, mucho mejor el sabor. ¡Inténtalo! ¡No te arrepentirás! Bueno, pruébalo ¡luego me cuentas que te pareció!

Tania se retiró a continuar con las labores finales de ese día en su oficina. Mientras Guille preparaba sus cosas para salir del trabajo, se quedó pensando en la plática con Tania. Ella quería encontrar la forma de complacer a Samuel, su esposo, quien seguido le pedía terminar la eyaculación en su boca en sus sesiones de sexo. Guille nunca había soportado tener esperma en la boca sin vomitar, lo cual interrumpía completamente con un final placentero en sus relaciones sexuales. La consistencia viscosa y principalmente el sabor un poco agrio del semen, según Guille, era muy desagradable a su paladar. Realmente quería complacer a su esposo. Su desesperación la obligó a tratar el tema con Tania, una mujer quizá diez años menor que ella, con una fama reconocida entre los compañeros hombres del trabajo. Casi todos conocían de las maravillas de la boca de Tania.

Toda la tarde estuvo pensando en las palabras de Tania. Le parecía inverosímil la afirmación de esa alocadilla mujer, aunque tenía que reconocer que la fama de Tania era bien ganada. Había decidido hacer un esfuerzo para complacer a su marido esa noche.

-¡Me vengo! ¡Me vengo! – dijo a gritos Samuel, tratando de advertir su corrida a Guille quien, contrario a su costumbre, no retiró la verga de su boca. El esfuerzo de Guille fue en vano. En cuanto probó el semen, inmediatamente se desencadenó en ella el vomito, rompiendo la armonía de su relación sexual. Samuel, no dijo nada, sabía que eso pasaba cada vez que terminaba en su boca. Aunque valoró el intento hecho por su esposa. Cuando Guille regresó del baño, Samuel la abrazó dulcemente y le dijo que debió sacarse la verga de la boca. Guille no dijo nada, se acurrucó en sus brazos y así quedaron dormidos.

Al día siguiente, Guille vio llegar a Tania a la oficina con un traste de plástico repleto de piña. Pasó por el escritorio de Ricardo dejándole el traste al momento que decía:
- Te traje tu desayuno Richard, ¡cómetelo de una vez!
- Gracias por el desayuno, ¡que rico! - le contestó Ricardo.

Tania continuó su camino con una sonrisa pícara en su rostro. Guille registró toda la acción de Tania y Ricardo, ya no le pareció casual que Tania hubiese llevado la piña. A la hora de la comida, Guille pasó por Tania para salir juntas a comer. Tania argumentó que tenía trabajo atrasado y que prefería quedarse. Al pasar por el escritorio de Ricardo, lo observó con todos los papeles revueltos, sin ninguna intención de tomar su descanso. Era claro para Guille porque quedarían ellos en la oficina. Devoró su comida y regresó mucho más temprano de lo previsto queriendo comprobar su teoría.

Sin hacer ruido abrió las puertas de la oficina. Sigilosamente se dirigió al cubículo adjunto al de Tania, los suspiros y gemidos confirmaron que Tania y Ricardo se quedaron a coger en la oficina. Guille escuchó las exclamaciones y gemidos por varios minutos. Ricardo elogiaba la forma como Tania le mamaba la verga. La situación puso muy caliente a Guille, empezó a buscar un sitio por donde pudiera mirarlos. La opción que encontró fue subirse a un escritorio y asomarse por encima de la división de los cubículos. Así lo hizo, pero lo único que podía observar era el reflejo de sus figuras en los cristales de las ventanas.

Se apreciaba a Ricardo semisentado sobre el escritorio con las piernas abiertas sin pantalones. Tania, hincada, tenía sus manos deteniéndose en los muslos y su cara metida entre las piernas de Ricardo. Guille observó claramente como la verga de Ricardo salió poco a poco de la boca de Tania hasta quedar completamente fuera. La lengua de Tania se movió rapidísimo sobre la cabeza del palo de Ricardo con movimientos viperinos. Las exclamaciones de placer de Ricardo se hicieron más fuertes. Tania volvió a sumir su cara entre las piernas de Ricardo metiendo casi toda la verga en su boca. Tania sacaba y metía la verga a su boca una y otra vez, hasta que Ricardo se incorporó poniendo a Tania con su pecho sobre el escritorio. Bajó los pantalones de Tania hasta las rodillas, hizo a un lado la panty y le metió la verga de un jalón. Los gemidos de ambos se mezclaron, Guille seguía, atenta los detalles de la cogida. Tania comenzó a vociferar pidiendo que se la cogiera muy duro, solo paró hasta que sus gemidos se hicieron muy fuertes por su orgasmo. Ricardo estaba a punto de terminar también. Gritó: - ¡Me corro! ¡Ahí van! ¡Ahí van! Tania se levantó como resorte y se hincó para meterse la verga en la boca. Succionó tan fuerte que eran claros los sonidos de las chupadas que le daba al palo de Ricardo. Una exclamación prolongada de Ricardo indicó su eyaculación. Tania ya no sacó la verga de su boca, bebió todos los espermas que pudo. Siguió chupando la verga hasta que se puso flácida. Cuando terminó abrió su boca mostrando una gran cantidad de espermas. - ¡Que riiicos! – dijo Tania con voz poco entendible. – Ahí hay otra gota – dijo señalando la última gota de semen, apresurándose a recogerla con su lengua. Lamió el palo de Ricardo hasta dejarlo completamente limpio.

Guille bajó silenciosamente del escritorio y se dirigió a la salida de la oficina. Caminó por las calles de la Zona Rosa, tratando de recuperarse del asombro por lo que había visto. Era verdad que Tania disfrutaba tragándose los espermas. Aun se preguntaba si sería verdad el cuento de la piña.

Transcurrieron varios días, sin que Guille se animara a intentar el consejo de Tania. Una mañana de viernes, se dio cuenta que Tania le dejó ‘su desayuno’ a Tomas, otro compañero de la oficina. Tomas tendría su último día de trabajo ahí, pues a partir de la siguiente semana estaría laborando en Ciudad Juárez. Ya sabía que ocurriría a la hora del descanso. Quince minutos antes de la hora de la comida, llegó el chofer de la empresa diciéndole con urgencia a Tania que el jefe lo envió por ella pues la necesitaban en otro edificio de la compañía. Tania no pudo negarse y salió tan pronto estuvo lista. Tomas no se había dado cuenta de la situación, Guille lo supo porque él preguntó a ella por Tania. Guille le explicó lo ocurrido. Tomas regresó a su lugar de trabajo. Guille se quedó pensando en la situación. Sabía que Tomas quedó con las ganas de cogerse a Tania, y que además estaba ‘condimentado’ con la piña de la mañana. Pensó en la posibilidad de comprobar la teoría de la piña, era su oportunidad. Pero ¿Sería capaz de serle infiel a Samuel? Supo la respuesta cuando Tomas pasó por su cubículo y le preguntó si iría a comer.

¡No! – respondió Guille- argumentó que se quedaría en la oficina porque no podía salir así.
-¿Qué te pasa? – dijo Tomas interesado.
- Es que…. Este… es ….- con un movimiento rápido de su mano, con sus uñas, se rasgó las medias por detrás de su muslo- es que se me corrieron las medias y no tengo otras de repuesto.

Sin dar tiempo de contestar a Tomas, Guille se puso de pie pidiéndole que le dijera si era muy notorio el rompimiento de las medias. Guille se puso ligeramente de espaldas a Tomas y con su mano levantó su falda mostrándole mucho más arriba de donde termina la media. Tomas abrió los ojos al mirar el blanco muslo de Guille.

- Sí, se nota mucho – dijo Tomas.

- Ya lo ves, porque no puedo salir.

- Pero te puedes quitar las medias y salir sin ellas – le aconsejó Tomas.

- Tienes razón, déjame quitarlas.

Así de espaldas a Tomas, Guille se empezó a quitar lentamente las medias, levantando por completo su falda, con toda la intención de que Tomas la observara, agachándose descaradamente cuando retiró las medias de sus pies. Así quedó unos segundos, mostrándole su espectacular culo. De reojo se dio cuenta que Tomas que parecía una estatua mirándole las nalgas. Se incorporó y observó la evidente erección de Tomas, sin decir nada, caminó lentamente hacia tomas. Se hincó frente a él, desabrochándole el pantalón y sacando su verga. La mano de Guille ayudó a que la verga se pusiera completamente erecta. Unas gotas de semen se aparecieron en la cabeza de la verga. Guille dudó en probar ese líquido pegajoso, la curiosidad - y la calentura- la animaron a probar los mocos de Tomas. Guille estiró su lengua lentamente, recogiendo con ella la mayor cantidad de semen, suspirando y cerrando sus ojos los llevó a su paladar. Ella misma se sorprendió al no encontrar desagradable el líquido probado. Por el contrario le parecieron sabrosos e inmediatamente comenzó a mamar la verga de Tomas con frenesí.
Tomas, ya confiado y repuesto de la sorpresa, se bajó por completo su pantalón y se quitó su camisa. Tomo la cabeza de Guille para guiarle la distancia y fuerza de la mamada. Guille sacó la verga de su boca para masturbarla con la mano, le urgía que descargara todo el semen y comprobar si era igual de dulce como el líquido que probó en la cabeza del palo. Tomo la verga con mucha fuerza, masturbándola muy rápido. Tomas tenía los ojos cerrados disfrutando los cariños de Guille a su verga. Finalmente Guille rompió el silencio:

- ¡Que dura esta tu verga Tomas!

- ¡Así me la pusiste, mamacita! Mámamela otra vez – le pidió Tomas.

Guille obedeció sin chistar, metió un buen tanto de la verga en su boca, y colocó su mano en la base del palo. Masturbaba y mamaba al mismo tiempo la verga. Le dedicó especial atención a la cabeza de la verga, haciéndole miles de caricias usando la lengua, dientes y labios.

-Hhhhuummmmm! – exclamó Tomas al momento que su verga aventó una gran cantidad de espermas dentro de la boca de Guille. Ella no se inmutó, degustó el semen y lo pasó sin ninguna dificultad. Al confirmar el sabor agradable del esperma, Guille pegó su boca con más fuerza a la verga de Tomas, succionando y sacando grandes cantidades de mocos en cada mamada. Esa nueva experiencia en Guille le desencadenó su orgasmo. Siguió mamando la verga mientras tenía su orgasmo, movía la cabeza de un lado a otro, aumentando el placer de Tomas. Guille no paro de mamar hasta que ya no salio nada de leche. Por el estimulo de la boca de Guille, la verga de Tomas continuó erecta.

Con calma y la respiración muy agitada, Guille se puso de pie y se quitó su pantaleta. Levantó su falda y se colocó sobre el escritorio, tal como vio a Tania hacerlo. Con sus manos separó sus glúteos y le habló a Tomas: - ¡Cógeme! ¡Hazme lo que quieras!

Sin pensarlo dos veces, Tomas le dejó ir toda su verga a Guille. Ella cerró sus ojos, dejó que Tomas la poseyera al ritmo y fuerza que él quisiera. Reaccionó al sentir la respiración de Tomas atrás de su oreja al momento que su cuerpo se sacudía por el siguiente orgasmo.

- ¡Así Tomas! ¡Así! ¡Cógeme duro!

Tomas se incorporó y puso sus manos sobre los hombros de Guille para apoyarse y darle unas metidas de verga muy fuertes y profundas. Al poco tiempo, Tomas anunció su venida.

-¡Me vengo! ¡Me vengo!

Guille se hincó nuevamente frente a él. Usando su boca y mano ayudó a que Tomas terminara otra vez, en su boca desde luego. Guille no salía de la sorpresa al probar que tan dulce le sabía todavía el semen de Tomas.

Tomas cayó desfallecido sobre la silla. Guille seguía saboreando la dulzura del esperma. Con su dedo recogía algunos mocos que habían quedado alrededor de su boca. Regreso a la verga de Tomas a beber la ultima gota que se asomaba en el orificio de la verga. Exhausto Tomas comentó:

-¡Vaya que si les gusta la leche a las viejas de esta oficina!

Guille se arregló la ropa, invento una excusa para justificar su comportamiento. Le dijó a Tomas que esa era su despedida, que era un encargo de Tania.

-¡Gracias por la despedida! Las dos son muy buenas cogiendo. ¿Quién les enseñó?

-¡Tu hermana, cabrón! Jajajajaja , jajajaja ¡ - le respondió Guille.

Cuando Tania llegó, Guille le confesó lo que había pasado.

-¿Y a que conclusión llegaste? – preguntó Tania.

-Tenías razón. Me recordó el sabor de la mantequilla. Definitivamente el sabor es lo que hace la diferencia porque su consistencia era la misma. En cuanto salga voy al súper a comprar piña para darle a Samuel.

- ¿Quieres otro consejo? – intrigó Tania.

- Por supuesto – dijo Guille presurosa.

- Dale piña durante dos o tres días antes de tener sexo, de veraz que parece miel.

Guille lo llevó a la práctica. Según me comentó tuvo resultados sorprendentes. Ustedes pensaran – como me pasó cuando intercambie comentarios con Guille - que es una jalada. Por mi parte lo único que puedo decirles es que ya tengo cuatro meses comiendo piña en el desayuno y en el postre de las comidas todos los días. La más feliz de todo esto es, Ely, mi esposa. Hagan la prueba. Luego nos comentan sus resultados. Bye-bye.
Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
  • Media: 4.87
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
alegria
invitado-alegria 09-12-2004 00:00:00

Hola calixto es Alegria de Venezuela como siempre esta muy bueno tu cuento pero me gustaria saber si es solo un cuento o es realidad para poner a mi novio a comer piña. Saludos y muchos besos.

Lizeth
invitado-Lizeth 02-12-2004 00:00:00

Hola mi querido amigo como estas. espero que bien, hace tiempo que no se de ti. bueno me encanto tu relato ya sabes, y pues eh sabido que hay algo de cierto de eso, y tambein se que con manzanas o melon pasa lo mismo, nunca lo eh comprobado pero no estaria mal hacerlo no... bueno cali espero que estes bien y te mando un beso bye... Y la dinamica ya te la sabes ;) conmigo... salud !!! Besos :*

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