Lo que voy a relatarles, aún hoy me parece imposible... Pero, 10 años después, lo sigo viviendo Tenía 19 años, hacía seis meses que me había casado, luego de 5 años de noviazgo. A una cuadra de nuestro apartamento, había un bar, y como en todos los bares, afuera se reunía una barra de vagos a tomar cerveza. (en este caso eran 8 o 9, 2 o 3 pardos y 4 o 5 negros... todos unos mugrientos). -Disculpen mi lenguaje, pero en ese tiempo aún era una chica fina y delicada... Casi todos los días, compraba allí los cigarrillos para mi marido. Y por supuesto, cada vez que me veían, no les quedaba cosa por decirme. Una noche, luego de comprar cigarrillos, salí rumbo a mi casa... y al pasar frente a ellos, uno dijo... -¡¡¡Qué pedazo de ojete tenés guacha!!!... Es cierto que yo, apurada y distraída no me había cambiado los escandalosos shorts que había lúcido durante la tarde para mi esposo. Pero, eso en definitiva, no autorizaba a esos negros sucios a decirme las porquerías que me decían. -¡¡¡Mirá eso!!!... Mirá cómo el short le parte al medio el ojete... Los ignoré, y seguí caminando, pero oí que uno decía... -Esta mina, después que yo le parta el culo a vergazos, van a ver lo putita que se va a poner... Me giré y pude ver cuál de ellos había sido. Tendría que haberlo adivinado, exactamente el peor de la barrita, un negro de más de 2 metros, siempre desprolijo y con barba de dos o tres días... No me equivoco si les digo que era el líder de la pandilla, y que además era un delincuente que ya había estado preso... Crucé la calle y entré en la zona más oscura de mi trayecto, esos 40 metros restantes hasta mi entrada, eran una boca de lobo... De pronto escuché la voz del negro, había venido detrás de mí... y empezó a decirme las groserías y ordinarieces más sucias que nunca había escuchado. -Tengo la verga dura putita, me enloquecés moviendo el ojete de esa manera... -Parecés una puta callejera buscando pija... -Y... La vas a terminar encontrando... Yo caminaba como si no lo oyera... -De pronto diciéndome... -Hasta mañana putita culona... Se despidió descaradamente... Nunca había sido tratada tan vulgarmente, pero el negro al tratarme como a una cualquiera, y decirme tantas groserías y ordinarieces... Aunque me joda decirlo, me dejó excitada... Por suerte mi marido estaba dormido y no se despertó... Pues si me tocaba hubiera notado que estaba empapada... Aprovecho esta pausa para hacerles unos comentarios, en los 5 años de noviazgo. Nosotros nunca tuvimos relaciones sexuales, pues mi esposo entendía que yo debía llegar virgen al casamiento... Lo acepté porque era su religión, su creencia... Algunas veces, cuando habíamos estado un rato solos chuponeando y de manoseo... Cuando él se iba, yo quedaba bastante excitada, pero me las arreglaba haciéndome tremendas pajas, sacándome la leche a fuerza de pepinos o bananas, enseguida me picó la lujuria y pensé ahora voy a tener que usar berenjenas... Mientras me desfilaban las imágenes por la cabeza. Con el tema de su religión, yo nunca le había visto la pija, y la noche de casados, cuando llegó el momento esperado, la verdad es que me lleve una fea sorpresa, porque tenía una cosa chiquitita, era como mi dedo índice... Yo no conocía otra y creí que con eso me iba a bastar... Pero lo que nunca pensé fue que, luego de la primer semana mi marido empezara a dejar pasar cada vez más días entre una noche de sexo y la otra... Era muy cariñoso, pero la verdad es, que aunque fuera tan chiquita, después de haberla probado quería más y tantos días entre una y otra me hacían pasar muchas ganas... Dos días después, José, mi marido, viajó por trabajo, a un pueblito a 200 km de la capital, dejándome sola por 10 días... Cerca de las 10 de la noche, recordé que José me había dejado un dinero para que se lo llevara a don Pedro, el dueño del bar, no sé por qué motivo... ni me importa... Me apresuré para llegar antes de que don Pedro cerrara, y crucé a llevárselo... Al entrar pasé entre la barra de vagos, le di el dinero a don Pedro y despidiéndome de él, salí del boliche rumbo a mi casa... Al entrar en la boca de lobo que eran los 40 metros más oscuros de mi trayecto. De nuevo, escuché la voz del negro... –¡¡¡Sí Pendeja!!!... –¡¡¡Seguí caminando así... pendeja Puta, que voy a hacerme una paja mirándote bambolear ese tremendo culo que tenés!!!... Me volví para ver si el negro era capaz de pajearse en plena calle... ¡¡¡y sí!!!... ¡¡¡El negro había sacado una bruta garcha y caminaba detrás de mí pajeándose en plena calle!!!... Nunca creí que existieran pijas de ese tamaño, pensaba que eran exageraciones de los videos porno... Aquella situación, y sobre todo el pedazo de verga que tenía el negro degenerado, hicieron que mis pezones se hincharan y pararan duros de calentura... Así que, sin pensarlo mucho... Con mi pepa ensopada, y los pezones como piedras... Comencé a caminar más lento y mucho más provocativa que antes, el negro degenerado lo notó y me dijo... -¡¡¡Qué divina que estás guachita!!!... -En estos 10 días que tu maridito no está... -Te vas a volver Mi Putita... -Te voy a tener ensartada de la mañana a la noche... -Y cuando yo no tenga ganas, te voy a hacer garchar por mis amigos o te saco a la calle a garchar por plata... Las cosas que me decía y sobre todo aquella enorme verga, que no se iba de mi cabeza... Me tenían con una calentura como nunca antes... Seguí la marcha, pero a esa altura ya era consciente de cómo iba a terminar aquello... Por primera vez me iba a garchar otro hombre, mi marido había sido hasta ahora, el primero y único en mi vida... El negro caminaba tan cerca de mí que sentía su aliento en mi nuca, de pronto sus manos tomaron mi cintura, me atrajo hacia él y me apoyó en la cola su enorme pedazo de carne dura y caliente... -Como un reflejo condicionado, empecé a levantar la cola... El negro, sobándome el culo con su guasca, me dijo... –Mirála putita... -¿La querés, verdad?... Sintiendo aquel pijón refregándose en mi cola... No me aguanté y se lo miré... ¡¡¡Dios... Mío!!!... ¡¡¡Qué tremenda pija... nunca lo hubiera creído!!!... -Dale, hacéme una paja... dijo... –Estás loco– respondí... -Dale, no seas mala... aquí está oscuro... hacéme una paja... Me insistió... Viendo que realmente pretendía que lo pajeara en la calle... Recaliente y a esa altura totalmente emputecida... le dije... -Pará... Negro hijo de puta, para que correr riesgos en la calle, si yo estoy sola en el apartamento... Espero que me entiendan, con la tremenda calentura que tenía en esos momentos, manoseada por todos lados por el negro y teniendo en mi mano aquel socotroco de verga negra, gorda, larga, caliente y palpitante... Cómo pensar en las posibles consecuencias... Y así ocurrió, en definitiva, lo que todos ya habrán adivinado. Subí con el negro a mi apartamento... En esos momentos serían las 10 y 30 de la noche... En el ascensor entró a chuponearme, traté de que no lo hiciera por miedo a los vecinos, pero no lo logré. Cuando llegamos a mi piso ya me llevaba con las tetas de afuera y recaliente... Apenas entramos, me preguntó dónde estaba el dormitorio se lo señalé y prácticamente me arrastró. Al entrar me empezó a sacar la ropa, cuando estuve en bolas, me tiré en la cama, y me pidió... -Ponete en cuatro patas Putita que voy a romperte ese culo divino... Me montó por detrás, me escupió el ano y me apoyó en la cola la cabeza de su verga dura y caliente... Yo, con un reflejo condicionado, levanté la cola... -Pero había algo que el negro no sabía, mi cola era virgen... mi marido nunca me la había pedido y yo menos ofrecido... -Mi amor! Tenes el culo bien cerradito- -¡¡¡No por favor... por la cola no, no seas malo... nunca lo he hecho por ahí... por favor!!! El negro me preguntó... -¿El pelotudo de tu marido no te come el culo?... -No...nunca me pidió la cola...- respondí , -¿Tenés el mejor culo de la ciudad y tu marido no te lo coge? - -¡¡¡No nunca me lo ha hecho por atrás!!! -¡¡¡Que pedazo de boludo!!!... -¿Así que tenés el ojete virgen?... -Siii... respondí casi susurrando... Soy virgen de la cola... Fue escucharme decir eso y enseguida se arrodilló frente a mí, me hizo abrir bien las piernas y me empezó a chupar la concha... También me dió vergüenza decirle que eso tampoco me lo hacia mi marido... El negro estaba dándome duro, su larga, gruesa y áspera lengua golpeaba con fuerza en mi clítoris y en algunos momentos me lo succionaba tan fuerte que me parecía que iba a enloquecer. Mientras tanto sus dedos empezaron a jugar con mi cuerpo y de a poco, me los hacía sentir pasando por mi culo. Todas aquellas sensaciones eran totalmente nuevas para mí, nunca me habían chupado la concha de esa manera, o mejor dicho, nunca me la habían chupado. Me sentía en manos de un hombre, de una manera tan primitiva, tan animal, que por primera vez en mi vida estaba totalmente entregada a un macho y el beneficiado era el negro... No pasó mucho cuando, con mis piernas temblando y la espalda cimbrada, tuve un enorme orgasmo, nunca antes sentido... Viendo atónita un sorprendente chorro salir de mí pepita... Después de mi loquísima acabada, creo no haberme desmayado, pero sí perdí el sentido de todo. No sé cuanto tiempo habrá pasado, de pronto reaccione y Arnoldo conmigo en los brazos estaba haciéndome girar en la cama... Ponete en cuatro me dijo abrí las nalgas. Yo lo hice y el me ensartó la concha, con aquel descomunal pedazo de pija y entró a darme unos brutales guascazos... No podía creerlo, aquel tremendo cipote me había entrado fácilmente... A la vez que cada ensartada del negro me hacía soltar bufidos, como si fuera una yegua, seguía largando leche... Sentía que la concha se daba vuelta por el grosor de aquella verga. De nuevo me cambió de pose y me hizo sentar arriba de aquella vez. El negro era como una máquina cogiéndome. Después de sacarme no sé cuántos polvos imponentes. El negro se tomó un descanso. Rato después con el negro en bolas en mi cama de matrimonio... Yo, también en bolas... Le acariciaba el pijón y (confieso)... Hacía comparaciones... Solo ahí me acordaba de mi pobre marido... cuando comparaba... Eran 13 o 14 cm contra 28 o 29... De grosor ni hablar... Y además... ¡¡¡Qué macho!!!... Me había echado 5 o 6 polvos... Y me había sacado otros tantos... Pensar, cuantas veces, le fingía los orgasmos a mi marido, para que no se sintiera mal... Nunca había sentido tanto placer, tenía la concha dilatada y hinchada. En un momento que el negro fue al baño me la agarre, me la abri y ví como todavía me chorreaba leche. Me sentía una puta y me gustaba, el negro me había mostrado una manera de gozar que yo no conocía... quería seguir cogiendo. El negro volvió del baño y evidentemente se me veía la calentura y las ganas de seguir... Me preguntó pasaste bien Yo entregada y absolutamente emputecida. Le respondí qué te parece. Entonces el negro me dijo... -Bueno Putita., si pasaste bien, supongo que ahora te vas a animar... -¿Animar a que?... -No te hagas la chota. Vení al piso y ponete en cuatro patas... Ordeno... Yo, muerta de miedo obedecí, me bajé de la cama y en el piso me puse en cuatro patas con el culo bien en alto... El negro me calzó el pulgar en el orto y me lo empezó a trabajar para dilatarmelo... Le pedí que me dejara subir a la cama porque el piso estaba muy frío... Me subí a la cama y no necesito decirme nada, solita volví a ponerme en cuatro patitas... Y ahí sí, el negro no espero más y arrancó a darme... Lejos de tratarme con cuidado, comenzó a empujar con fuerza, cada vez con más firmeza, tratando de abrirme la cola por primera vez... -Despacito por favor... - Le pedí El negro, desesperado y cada vez más violento, empujó y empujó hasta que sentí un fierro, largo, grueso y caliente, que me llegaba hasta las tripas, después salía casi todo, y volvía a entrar topando en el fondo... -¡¡¡No tan fuerte no, me duele mucho!!.. Le dije... -Me estaba rompiendo el culo... No satisfecho todavía, me dijo... -A ver sentate, se puso boca arriba, con aquel vergón bien duro apuntando al cielo como el asta de una bandera y yo me le senté arriba Era tremenda garcha, sentía como se me abría el ojete, me ardía y me dolía, pero la verdad es que me gustaba. Y sentada a caballo en el pijón, largué otro polvo hermoso del orto, y a esa altura ya estaba pidiendo que no parara, quiero más pija, más pija en el orto le decía. El negro hijo de puta para usarme, me preguntó... -¿Qué te pasa putita qué es lo que querés? -Quiero más pija, mucha pija en mi orto, le decía babeando de la calentura. -¿Como no te dolía mucho!!.. Me preguntó -Si, pero me gusta... -Y me gusta largar leche por el ojete... Ante esa confesión el negro se aburrió de darme pija por el ojete. Mientras tuvo fuerza me estuvo dando verga, me garcho tanto rato y enculandome tan fuerte que me sacó sangre del culo. Pero, también me sacó dos o tres polvos increíbles. Que no hubiera imaginado que se podrían sentir en el culo. Cuando eran las cinco de la mañana, lo sé, pues sentí al camión de la basura... El negro volvio a ponerme boca abajo... Y saltándome encima me garchaba el orto, no sé si por cuarta o quinta vez. Y, como desde el principio, sin lástima ninguna. La diferencia era que ahora yo pedía más pija y más pija. El negro me llenó el culo de leche, de nuevo y volvió a dormirse... El hijo de puta, dormía despatarrado y en bolas, en nuestra cama matrimonial... Donde le había chupado el vergón hasta aburrirme... Donde mamé toda la leche que me daba... Nuestra cama matrimonial, con manchas de sangre que me salieron del culo, cuando me dejé desvirgar el ojete, por el negro vergudo. En fin, en nuestra cama matrimonial... Donde por primera vez... Me garchó... ¡¡¡UN MACHO!!!... Después la sigo y les cuento... Chauuu Un Beso Tatiana... Tati “La Regalada” MIS RELATOS ILUSTRADOS LOS ENCUENTRAS EN https://fionalaguachita.blogspot.com/ Agradezco sus comentarios y les recuerdo que si es su deseo contactarme mi email es emputecidaporelorto@gmail.com Pero Por Favor no me traten con respeto, Soy una Puta...