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Hola, me llamo Bonzo y les quiero contar acerca de mi primera vez. Ocurrió cuando tenía 18 años, es decir, hace 4, y fue una experiencia inolvidable en mi vida, no sólo por haber sido desvirgado sino por lo particular del caso, que es lo que paso a contarles.
A esa edad todavía me encontraba confundido en cuanto a mi sexualidad. Siempre fui delgado, de rasgos finos, suaves, con un pelo largo que desde atrás hacia confundir a más de uno. Sucedía que mientras las mujeres me parecían sumamente exitantes (incluso he tenido relaciones con ellas) siempre fantaseaba con hombres; incluso, cuando miraba películas porno me excitaba imaginarme en el lugar de la mina y no en el del hombre.
Por aquellos tiempos mataba mi angustia como lo hacen todos los adolescentes: a pura paja, siempre imaginándome penetrado por un regio macho. La cosa duró más o menos así hasta que conocí a Darío, mi vecino.
Con mi viejos vivíamos en un departamento del barrio porteño de Caballito. Darío se mudó al departamento contigüo al nuestro. El tenía unos 35 años, era un tipo alto, calvo, de contextura robusta pero de aspecto fuerte, rudo, tenía una presencia bien masculina. Desde el primer momento en que lo ví sentí algo, pero no sabía que, me la pasaba pensando en el, en acercarme cada vez más a concretar mis fantasías. Todas las noches soñaba con lo mismo: su cuerpo velludo que me acariciaba y que violentamente me daba con su sexo sin parar; puras fantasías que no se iban a concretar de parte mía debido al terrible miedo que me paralizaba al momento de tomar alguna iniciativa; además, no había un rasgo en él que denotara homosexualidad alguna o una tendencia a tener relaciones con pibes; era como un salto al vacío, para colmo era mi vecino.
Mientras tenía esas fantasías, fui entablando una amistad con él, como era profesor de guitarra encontré la excusa perfecta. Iba a su casa casi todos los días con el pretexto de tocar algo, escuchar música o ver videos. Sin embargo, a pesar de que nos llevábamos muy bien la situación se hacía cada vez más insostenible; verlo y no poder expresarle mis sentimientos era una tortura. Tenía mucho miedo al que dirán y por eso no me animaba a tener nada con él. Por suerte, las cosas fueron cambiando. Fuimos teniendo más confianza, hablábamos ya cosas íntimas o de esa índole como de mujeres y nos animábamos, incluso, a hablar de sexo. El me dijo que le gustaban mucho las mujeres pero que siempre había tenido fantasías de hacerlo con un hombre, casi como para ver que pasaba, su confesión me puso un tanto nervioso, no pensé que fuera tan honesto conmigo. A pesar de ello, sus palabras me pusieron a mil, yo sentado junto a él escuchando todo eso no hizo más que calentarme muchísimo, creo que mi expresión en el rostro fue muy evidente e hizo que él se diera cuenta. En ese momento me dijo:
-Te gustan los hombres?
No supe que responderle, bajé la vista y no le dije nada, moría de vergüenza y el no contestarle nada terminó por darle una respuesta.
-No hay porque tener vergüenza, si te gustan los hombres está todo bien, con su mano tocó mi cara y me levanto la vista haciendo que nuestras miradas se unieran.
-Dame la mano me dijo dulcemente, yo se la dí mecánicamente, no podía creerlo pero, inesperadamente, puso mi mano sobre su ingle, lentamente, me la fue corriendo hasta llegar a su pedazo; casi no podia respirar, tenía como un nudo en la garganta debido a la excitación.
-Te gusta?, me dijo mientras yo me encontraba paralizado, era la primera vez que tenía entre mis manos una pija que no fuera la mía, parecían de hace miles de años las tardes en que me masturbaba pensando en ese momento.
-Si, respondí timidamente.
Yo tenía mi mano apoyada pero no hacía ninguna fuerza, estaba atónito. Cuando él la quito yo seguí con mi mano apoyada. No quería soltarla más.
-Querés verla? , me preguntó con una sonrisa casi pícara.
Yo casi me muero, era el momento que había esperado toda mi vida, no hizo falta que le contestara, mi cara super excitada lo decía todo.
Inmediatamente, se paró quedando su paquete a centímetros de mi rostro.
-Es todo tuyo, me dijo. Basto que dijera eso para que enseguida le desabrochara el jean, tenía puesto un boxer que le marcaba todo un trozo que empezaba a erguirse, lo toqué suavemente y con la punta de mi lengua comenzé a recorrerle todo el tronco hasta llegar a la punta (lo había visto hacerlo a una negra con un tipo que tenía un pedazo descomunal) ahí me detuve haciéndole muy despacio círculos que lo volvían absolutamente loco, yo no sabía si lo estaba haciendo bien o mal, de vez en cuando le preguntaba como hacerlo pero el solamente quería que siguiera. Cuando sentí que estaba totalmente erecto pusé mi mano dentro del boxer y saqué ese pedazo caliente y venoso que tantas ganas tenía de comerme. "Comerme una pija", la sola frase ya era excitante y yo estaba por hacerlo. Lo que sentí fue majestuoso, por primera vez tenía una pija en mis manos, estaba sumamente caliente; era una pija normal, debía medir unos 17 o 18 cm, pero era muy gruesa, y lo que más me llamaba la atención era lo venosa que era, tenía una vena que parecía una pija en miniatura, eso hizo que me calentase aún más, y sin mucha experiencia pero con muchas ganas me tragué ese pedazo de carne. Era una sensación rara, me atragantaba muchas veces debido a la inexperiencia, el olor de su sexo me calentaba increíblemente. Dario me indicaba cuando hacerlo más lento y cuando hacerlo más rápido, pero la calentura que tenía hacia que se la chupara con desesperación y no lo escuchara, en un momento y cuando parecía que Dario iba a acabar, me detuvo con sus manos y me dijo:
-Pará, siempre tuve fantasías de hacerlo con un hombre pero podría ser más excitante aún si te producís un poco, no?
-Producirme? le pregunté extrañado. Ahí mismo Dario me explicó que su fantasía no era hacerlo estrictamente con un hombre sino con un travesti, con un tipo que haga de nena para él. La idea no me pareció nada descabellada ya que en varias ocasiones había fantaseado con vestirme como toda una gata.
Claro, las ganas las tenía pero de donde íbamos a sacar la ropa, me preguntaba. Dario me explicó que guardaba algunas cosas de una chica que había convivido con él hacia un tiempo y como nunca las vino a buscar se las quedó. Me dijo que era muy parecida a mi y que no tendría problemas en que me entrara. Cual fue mi sorpresa al ver que toda la ropa era propia de una atorranta bárbara, había tacos con punta aguja, medias, portaligas, vestido de leopardo, absolutamente todo lo que me había imaginado, no podía creer que no fuera a buscarlas. Agarré todas las cosas y fui al baño para "producirme". Dario, super caliente por que su sueño de hacerlo con una "nena" estaba por cumplirse, fue a la cama a esperarme.
Estando en el baño casi me muero, estaba hiper agitado, mareado, hasta casi afiebrado. En realidad lo que tenía era una calentura bárbara. Se estaba dando todo junto, mi primera relación con un hombre que, para colmo, gustaba que sus amantes se vistieran de "nena", justo lo que yo había fantaseado. Lo primero que hice fue afeitarme las piernas, no me costó tanto ya que no soy muy velludo, luego me puse unas medias negras y me probé unos tacos, al comienzo no podía sostenerme en pie pero después pude tomarle la mano, después siguió el portaligas, una tanga bien cavada del mismo color, un vestido ajustadísimo de leopardo. Me mojé todo el pelo y me peiné. No me puse maquillaje pero no hacía falta. La impresión en el espejo era shockeante, era toda una mujer. Mi excitación, que a esa altura era mucha, se elevó aún más.
Cuando salí del baño y me vió Dario, casi se desmaya, no lo podía creer. Caminé hacia él con pasos gatunos, con mis manos me acariciaba todo el cuerpo, introducía mis dedos en mi boca sacándolos muy suavemente, le estaba haciendo un verdadero show, el que él había esperado desde hacia mucho tiempo. Me puse de espaldas y separando mis piernas me agaché ofreciéndole toda esa humanidad que él iba a poseer en minutos. Le decía cosas como:
-Esta putita te la va a comer toda y va a hacer todo lo que vos le pidas, esta putita te va a cabalgar tanto que te va a doler ir a mear.
Me tomó por detrás y comenzó a hacerme suaves caricias por la espalda mientras me daba besos por todo el cuello. Yo estaba completamente hecha una mujer, hasta hacía gestos y todo, eso lo ponía más loco aún. Gemía y hacía leves gestos de resistencia. Luego, me senté en el pie de la cama y retomé lo que habíamos dejado minutos atrás. La polla de Dario estaba a pleno nuevamente. Mientras se la chupaba le decía cosas como te gusta cómo te la chupa tu putita?, eso pareció volverlo loco, quería que le siguiera diciendo cosas por el estilo, yo en mi papel de gato, lo complacía, Quiero que me des por el culo toda la noche, sabés? papito, porque tu nenita esta en celo y sólo vos podes calmarla.
Después de lamérsela por unos 15 minutos, Dario me dijo que me pusiera en cuatro que por fin llegaba el momento de romperme el culito virgen. Yo que estaba super caliente comenzé a ponerme un poco nervioso, quería que me hiciera el culo pero al mismo tiempo sabía que iba a dolerme bastante. Le dije que tuviera mucho cuidado y que lo hiciera despacio. El me tranquilizó diciéndome que me lo iba a dilatar muy bien. Acto seguido, Dario comenzó a meter su lengua por mi ano, su humedad me hizo estremecer y mi agujero comenzó a relajarse. Estaba totalmente entregado y él parecía saber muy bien lo que hacía. Comenzó a meter su lengua cada vez más adentro, luego puso un dedo y después de eso dos. Yo gemía como toda una puta: Ay por Dios!, me estás haciendo mierda, hijo de puta, que bien que me lo hacés, mis palabras hacían excitarlo muchísimo y me pedía que le dijiese más cosas.
A esa altura mi culo ya estaba listo para recibir cualquier cosa, había perdido la noción del tiempo mientras me chupada toda la cola; en cuatro patas y con el ano abierto a más no poder quería sentir su pija dentro mío de una vez. Darío untó una crema sobre mi agujero y sobre su miembro, me tomó con sus manos fuertemente por las caderas y delicadamente comenzó a introducirlo. Sentí el glande metiéndose y parecía quemarme vivo; fue el momento más doloroso, luego el dolor pareció no tener fin, aunque lo metía despacio sentía como mis carnes se desgarraban terriblemente, estaba siendo desflorado y ya tenía casi toda su pija dentro.
El dolor me hacía no poder hablar, estaba inmóvil, no pensaba que doliera tanto, Darío comenzó a menearse y el bamboleo, aunque suave, me hizo soltar una lágrima. Afortunadamente, luego de unos minutos de relajación y acostumbramiento, empezó a recorrerme una agradable sensación, mi ano se estaba acostumbrando a su polla y el dolor, prácticamente, había desaparecido.
Ahora, el que comenzaba a moverse era yo. Como una perra en celo movía mi cabeza tirando mi largo pelo hacia atrás, Dario, comenzó a darme sacudones más fuertes, la metía y sacaba muy rápido y muy fuerte. Mi culo ya no sentía el mínimo dolor. Estaba en pleno extásis,
-Te gusta putita de mierda como te hago el orto, dijo Darío, completamente fuera de sí, sus palabras me asustaron por un segundo pero inmediatamente me excitaron, sabia que le gustaba la cosa guarra. Que diga cosas era señal de lo mucho que estaba gozando, y ni hablar yo.
-Sabés como te voy culear, putita, te voy a culear tanto que te va a doler la vida sentarte, me decía entre jadeos.
Iban 10 minutos de un frenético mete y saca. Es maravillosa la sensación de ser penetrado, uno se siente completamente dominado por el otro. Yo sentía un duro y caliente pedazo, que con su vida propia recorría todo mi interior, haciéndome gozar como nunca antes. Dario sabía como hacerme gozar a pesar de que fuera mi primera vez.
En un momento dado, Darío me dijo que iba a acabar. Instantáneamente, me vino a la mente lo mucho que fantaseaba mirando películas porno, y como me ponía la parte en que los hombres acababan sobre el rostro de las mujeres y como éstas se tragaban toda la leche.
-Acabame en la boca, por favor!, le dije entre excitado y desesperado.
Darío sacó su pija de mi culo ya maltrecho y la puso en mi cara mientras se pajeaba frenéticamente. Mi corazón sufría de las palpitaciones, había esperado ese momento desde hacia mucho, mi boca estaba entre abierta y el olor a semen me envolvía mareándome locamente. El primer chorro salió con una fuerza terrible y dio en mi mejilla, Dario comenzó a lanzar grititos mientras a la segunda descarga pude tragármela toda, con su verga en mi boca no quise desperdiciar ni una gota, el líquido, que en principio no me supo a nada, recorrió toda mi garganta. La leche acumulada era mucha porque Dario no terminaba de acabar nunca. Desesperado, hacia lo imposible por tragar muy rápido para que nada fuera derrochado. No sé porque pero ridículamente me sentí orgulloso de no haber desperdiciado nada. Una vez terminado de acabar, pude saborear el gustillo a la leche y verdaderamente me gustó mucho. Luego procuré en dejarle el miembro limpio, limpio, así que con mi lengua se la chupe completamente toda, incluso hasta las pelotas. Me quedó grabada la imagen de esa gran vena que luego de haber transportado el delicioso néctar se recuperaba de tal frénesi.
Darío se desplomo sobre la cama, y yo, sin abandonar mi postura de nena, le hacia caricias y le besaba su amplio pecho.
Por supuesto que las ocasiones en que me vestía de nena para él siguieron ocurriendo, lo que empezó como una fantasía se transformó en una costumbre que se repetía cada vez que iba a su casa. Dario comenzó a comprarme toda clase de ropa, llegó incluso a comprarme un uniforme de mucamita infartante, y hacíamos cosas cada vez más alocadas y eróticas, haciéndome tener maravillosas experiencias que espero poder contarles más adelante.
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que rico quiero un amigo haci quien se anima