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Categoría: Incestos

Solo llevaba unos días de casada y no pudo evitarlo.

Solo llevaba unos días de cansada y no pudo evitarlo, se portó como toda una putita frente a los albañiles.



En mi relato anterior voyeur “en la playa nudista”, me describí, así que comenzaré a relatar. Les platicaré algo que pasó hace más de un año, cuando recién me había casado y mi marido y yo decidimos ir a rentar una casa. Una tía le consiguió una, pero estaba algo fuera de la ciudad, era una casa nueva.



Mi calle era cerrada y yo vivía hasta la última casa, las de mi cuadra apenas se iban a vender, las de enfrente les faltaba pintarse, excepto una que estaba sobre mi calle pero poco más retirada a la mía, la cuál seguían construyendo. No tenía vecinos, solo a espaldas, así que prácticamente estaba sola, ya que mi marido trabajaba todo el día, no vendría hasta como las 7 de la noche.



Sucedió que nos mudamos, todo iba muy bien, estaba todo muy tranquilo y seguro, de lejos, veía a unos albañiles construyendo la casa, pero llegó un día que mientras preparaba la comida para mi y cena para mi marido, me faltaban algunas cosas y tenía que ir a una tienda que estaba a 3 cuadras de mi casa, así que tendría que pasar por el frente donde estaban los albañiles.



Decidí ir con mi minifalda gris, pegadita, a 5 dedos del inicio de mis nalgas, con una tanga blanca, blusa blanca de tirantes, bra negro, con el pelo suelto y sandalias, tomé mis llaves, dinero y sali de la casa.



Cuando pasé frente a la casa en contrucción, estaban dos albañiles recogiendo material y fue cuando me chiflaron y me dijeron adiooos, yo solo voltie y les sonreí, segui caminando a la tienda.



De regreso noté que eran 5 los albañiles fuera de la casa, me estaban esperando pasar para verme, eso hizo que llamara mi atención, que me vieran caminar con mi minifalda, que vieran mi cuerpo pasar frente a ellos. Fue cuando escuché nuevamente que me chiflaron varios de ellos, uno me dijo adiós mamacita, voltié a sonreírles y saludarlos con la mano.



Fue cuando uno de ellos, como de 30 años, cruzó hacia mi lado para saludarme, me dijo buen dia corazón, gustas que te ayude con las bolsas? Yo traté de hacerme la difícil y decirle no gracias, estoy bien, me volvió a insistir anda cariño, dámelas, aquí esta muy solo y es peligroso para ti, te acompañaré a tu casita.



Entonces caminamos hacia mi casa, el estaba muy cercas de mi y quiso tomarme de la cintura, yo me hice a un lado como marcándole un limite, pero dentro de mi mente, tenía ganas de que me tomara de la cintura y me rodeara con sus brazos muy bien formados.



Llegamos a mi casa, abrí la puerta y tomé las bolsas para dejarlas por un lado de mi, le agradecí al albañil y me dijo no es nada corazón, con una mujer como tu haría lo que fuera, yo solo me reía y me sonrojaba. Despues me dijo oye te puedo decir algo con todo respeto? Le dije que sí.



Me dijo te ves muy buena y sexy con esa ropita, te luce muy bien, te ves bien buena así, que suerte la de tu marido. Le conteste ay no como cree, no estoy sexy, míreme, le dije mientras daba una vuelta, lo que hizo que le dejara una expresión con la boca abierta.



Y a la vez me volvió a hacer un cumplido pero mas atrevido, ay amor, tienes un culo muy sabroso, una colita riquísima, como quisiera poder tocarla, solo reía y le decía jajajaja algún día y muchas gracias por los cumplidos. Me sentía sonrojada y a la vez excitada, cuando alguien me hace cumplidos de esa manera respecto a mi cuerpo, es algo que me encanta.



Me despedí del albañil y le volví a agradecer por el favor. Eso hizo que estuviera pensando todo el día lo que había pasado en ese rato con los albañiles, incluso me imaginaba llegar a visitarlos vistiendo de una forma provocativa, exhibirme ante ellos y que me dijeran cosas excitantes, era una idea que me empezaba a volver loca.



Dos días después, necesitaba comprar algo para la comida otra vez, sabía que al ir a la tienda me encontraría a los albañiles trabajando, así que quise ir vestida de una forma sexy para llamar aún más su atención. Así  que decidí ir con un short de mezclilla pequeño,  ajustado, una blusa azul sin tirantes y escotada del pecho que apenas me llegaba al ombligo, con una tanga rosita de encaje, pero esta vez, decidí no usar bra e ir con el pelo suelto.



Me miré al espejo antes de salir de la casa y noté como apenas se notaban mis pezones en la blusa, sonreí  y dije, esto los volverá locos, tomé mis llaves y dinero para comprar lo necesario y salí de la casa.



De lejos vi a 3 de ellos descansando fuera de la casa y seguí caminando con normalidad y al pasar frente a ellos, es decir, al otro lado de la calle, vi cómo me veían con asombro y excitación, fue cuando uno me chifló y otro me dijo adiós corazón, que te vaya bien. Esta vez decidí entrar un poco en su juego y les contesté adiooos, con una gran sonrisa y moviendo la mano, seguí con mi camino hacia la tienda.



Venía de regreso a la casa y tenía que volver a pasar frente a ellos y como era de esperarse estaban los 5 albañiles viéndome pasar. Esta vez pude apreciarlos un poco mejor, era uno como de 18 años, otro de 30 años que fue quien me había acompañado el otro día a la casa, otros dos de mayor edad, como de 40 años y el último, que se veía era un señor ya grande, canoso, algo gordo. Todos los demás eran delgados, corpulentos y los 5 eran de piel morena, debido a estar trabajando todo el día bajo el sol.



Así que cuando pasé fue cuando me volvieron a chiflar y uno me dijo adiós amor, vete por la sombrita, quise responder diciéndoles adiós chicos, trabajan bien eee. Fue cuando el albañil de mayor edad cruzó hacia mi lado y dijo hola mi amor, te ayudo con el mandado? Esta vez no me hice la difícil y le dije si, muchas gracias, con una linda sonrisa y caminamos hacia mi casa, pero ahora, el viejo me tomó de la cintura y dejé que pusiera su mano ahí, me repegó a el, sentía su mano grande y rasposa en mi cuerpo, alcancé a notar un olor a sudor proveniente de el, debido a su arduo trabajo.



Llegamos a mi casa, abrí la puerta y entré, le agradecí  al albañil y tomé la bolsa del mandado. El señor me dijo ay mi amor, estas bien buena y se ve que eres toda una putita, dejar que te abrazara y mira, no traes nada abajo, se te ven todos tus ricos pezones. No pude evitar sonrojarme y decirle riendo, ay señor, que cosas dice, sólo quise darles una pequeña vista para que se animen a trabajar.



Me contestó si mi amor y lo haces genial, pero mis colegas y yo decidimos que en que te luce mejor la minifalda que traías puesta el otro día, se te ve mejor tu cola y más si traes tanga como aquel día. Me sorprendí por lo que me dijo y le pregunté, como sabe que usaba tanga? Me contestó, Andrés nos contó que le modelaste y   que se te marcaba la tanguita en esa falda, quisiera verte así en hilo.



Le respondí esta bien, cuando vaya a la tienda usaré mi minifalta y tanga, aunque no me la puedan ver jajaja. Me dijo ya veremos amor, apuesto a que algún día podré ver esa deliciosa cola en tanga. Todas esas palabras que me decía me excitaban y me sonrojaban, me despedí de el con un beso en la mejilla y cerré la puerta.



Dejé el mandado en la cocina y me fui a masturbar a mi cama, me quité la ropa y empecé a imaginarme en ropa interior frente a ellos, que me vieran, me tocaran y me dijeran cosas, era algo que me mojaba bastante y me empecé a meter mis dedos en mi vagina, estuve así por un buen rato hasta que conseguí venirme. Me agarraba mis pechos con una mano y pellizcaba mis pezones, mientras con la otra mano me limpiaba y chupaba mis dedos. Sabía que ellos me deseaban tener y eso me gustaba bastante,  me levanté y me puse a hacer la comida desnuda.



Días después necesitaba ir a la tienda de nuevo, así que fui a cambiarme y tal como me lo pidieron, me puse mi minifalda gris, debajo una tanga roja y con una blusa blanca sin tirantes, pegadita y que al igual a la azul, me quedaba dos dedos antes de mi ombligo, decidí igual no usar bra e ir con el pelo suelto, salí de la casa y me dirigí a la tienda.



Justo cuando iba a pasar frente a ellos estaba el muchacho de 18 años, juntando arena, volteó a verme y gritó, hay viene la vecina sabrosa, yo solo me reí y esta vez decidí cruzar con ellos, saludé al joven y salieron los otros 4 albañiles, se me quedaban viendo con una gran sonrisa y les dije buenos tardes, como les va? Ellos respondieron muy bien mi amor, mamasita, ricota, haciendo que me sonrojara.



Les dije que bueno, les gusta como vengo vestida? Ellos contestaron si, te ves muy sexy, te ves bien buena, bien sabrosa, a ver, date una vuelta para poder verte mejor y así lo hice, comencé a girar lentamente para que pudieran contemplarme mejor y mientras lo hacían me chiflaban y me decían que buena cola se te ve, uy amor se te marca la tanguita, yo solo les dije ay gracias con una gran sonrisa, les dije que tenía que ir a la tienda y que no tardaba.



Venía de regreso y ellos estaban afuera, fue cuando uno de los albañiles, de los de 40 años cruzó hacia mi y dijo deja te ayudo princesa, no te vaya a pasar algo malo, dije gracias y este no me tomó de la cintura, si no que se pegó a mi y puso su mano izquierda sobre mi nalga, fue algo que me sorprendió pero me gustó, sentía como me apretaba, el no dijo nada.



Llegamos a mi casa y entonces tomé mis llaves de la cartera pero hice como que al momento de abrir se me cayeron, así que me agaché frente a el lentamente, sentía como mi tanga se metía más en mi cola al hacer eso y suponía que se me marcaría mas a través de mi minifalda. Pero eso no fue todo, sentí que el albañil se pegó hacia mi, rosando su miembro en mis nalgas, sentía su miembro duro y me dijo mientras ponía una mano sobre mi cintura, estas bien amor? Ten cuidado, me volví a poner en forma y di media vuelta para decirle si, gracias, solo se me cayeron las llaves, abrí la puerta y me metí.



Quise tomar la bolsa del mandado pero este no me dejó y me dijo, no amor, yo te pondré el mandado en la mesa, así que tuve que dejarlo pasar. Ya al momento de despedirme le agradecí por su ayuda, el albañil se acercó hacia mí y puso ambas manos sobre mi cintura, dijo no es nada amor, lo que se te ofrezca puedes venir conmigo, y le dije gracias y le di un beso en la mejilla.



Nos despedimos y el se fue a seguir trabajando. Me quedé pensando en lo que había pasado, sabía que era casada y que sin duda todo esto que había hecho últimamente era algo que enfurecería a mi marido, pero era algo que no me importaba, era algo que me gustaba, me sentía sola porque el trabajaba todo el día, así que era algo que seguiría haciendo, pero esta vez, estaba convencida de ir a visitar a los albañiles.



Espero igual les haya gustado, en el próximo relato platicaré del día en que fui a visitarlos y como me hicieron suya.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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