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Categoría: Maduras

Relación con fecha de caducidad I: La mamma.

Comenzaba un nuevo curso; pero era diferente, era el último año de instituto. El siguiente año ya seria la universidad. El primer día, después de las vacaciones de verano, era el reencuentro con viejos compañeros, y conocer a los nuevos. Tras la presentación del curso por parte del profesor, invito a los nuevos alumnos a presentarse. Solo había uno nuevo.



-          Mi nombre es Luis Maria, aunque todo el mundo me llama Luisma, aunque soy español he pasado mucho años en el extranjero, sobretodo en Italia de donde es mi madre.



-          Bienvenido Luisa – dijimos todos a la vez.



-          Bueno hechas las presentaciones comencemos con el horario, este año como sabéis es el ultimo, todo se aprieta bastante pensando en la prueba de acceso a la universidad – dijo el profesor.



El profesor dio a conocer los horarios, las asignaturas troncales y optativas, así como los profesores, la mayoría eran conocidos aunque había un par de nuevas adquisiciones.



Al terminar la clase todos salieron disparados afuera. Luisma se quedo en clase, fui yo el que me acerque a el.



-          Bienvenido, me llamo José Antonio – dije – no es necesario que te quedes aquí dentro, ven te presentare a un par de colegas.



Salimos al pasillo.



-          Chicos, aquí tenéis al nuevo.



Allí estaban por un lado Cisco, un pelirrojo de lo más guasón; Manu, el abuelo, repetidor de varios cursos, era el mayor; Carlos, el celebro, era él mas listo aunque repitió un año por problemas familiares.



-          Yo soy Manu, el abuelo.



-          Yo me llamo Cisco, el pelirrojo.



-          Carlos.



-          El listo – dijo Cisco.



-          No veo a Juanjo – dije.



-          Ahora viene, ya sabes como es, ha ido tras Mónica – dijo Carlos.



Nos pusimos ha hablar contándonos cosas, al poco llegó Juanjo.



-          Este es Juanjo, el pichabrava – dijo Carlos.



-          A ti José Antonio, ¿Cómo te llaman? – pregunto Luisma.



Todos me miraron.



-          El catalán – dijo Cisco.



-          ¡Ah! ¿Eres catalán?



-          Si lo soy.



Un nuevo profesor entro en escena, nos hizo entrar en clase.



Tres semanas, a principios de octubre, nos mandaron un trabajo en pareja, a mi me toco con Luisma. Quedamos el sábado por la tarde para comenzar el trabajo. Llegue a su casa, era un adosado de una zona residencial. Entre en su casa.



-          Buenas tardes – dije.



-          Buenas.



-          ¿Estas solo?



-          No mi madre esta arriba, descansando.



-          ¿Y tu padre?



-          Esta de viaje. Viaja mucho y yo le acompaño a veces.



Nos pusimos a preparar el trabajo; no llevábamos una hora cuando sentí que alguien baja unos escalones, unos segundos después ante mi estaba una mujer rondaría los 40 años, pelo moreno, mirada felina, labios carnosos muy sugerentes, muy bella de cara; y el cuerpo era de diosa, medidas perfectas, vestía un camisón negro corto que dejaba ver sus piernas largas y unos muslos carnosos, de cintura estrecha, con escote muy pronunciado que permitía distinguir unos pechos redondos, bien puestos, donde se le marcaban dos buenos pezones bajo el sujetador.



Mi reacción de bizquear y tartamudear.



-          Bue-bue-nos di-di-as – dije.



Sentí como se abultaba mi entre pierna.



-          Luisma no seas mal educado preséntame a tu amigo.



-          Mama este es José Antonio. José Antonio esta es mi madre.



-          Puedes llamarme Lucina.



Me dio dos besos en las mejillas, sentí el calor de su cuerpo, eso hizo que me excitara mucho más.



-          De acuerdo señora Lucina.



-          Lucina a secas.



-          ¿Queréis tomar algo?



-          No mama, no vamos a ir ya.



Para mi pensé “Me gustaría tomarte a ti”. No solo era su cuerpo, sino todo su ser lo que despedía sensualidad. Era increíble aquella mujer.



Luisma se levanto, y con la mirada me indico que lo mejor era irse.



-          Gracias, seño... Lucina; su hijo tiene razón nos tenemos que ir.



-          Eres una ricura, a ver si aprendes Luisma algo de educación de tu amigo.



-          Si mama, seguro que si.



Nos marchamos.



-          ¿A donde vamos? – pregunte.



-          A cualquier sitio.



-          Podíamos habernos quedado tu madre parece simpática.



-          Si que lo es, hasta que se pone pesada, como una Mamma Italiana, es de Italia, aunque lleva muchos años en España.



-          Parece muy joven, ¿Que edad tiene?



Luisma se paro, me miro, sonrió.



-          Sera mejor que dejes de pensar con la bragueta.



-          Pero...



-          Es el efecto que causa a todos los hombres, tiene 37 años, es su forma de ser.



Fuimos a estudiar a un local cerca de su casa que hacia las funciones de centro social, bar, biblioteca etc.



Por la noche cuando me reuní con los colegas, les conté como era la madre de Luisma.



-          Eres un exagerado, cuanto hace que no mojas que te excitas con un vejestorio – dijo Manu.



Tuve que soportar las risas de todos, hasta el punto que me hicieron dudar.



Durante las siguientes semanas estuve intentando que Luisma me invitase a su casa, pero sabía como zafarse. Con el tiempo fui perdiendo interés.



A principios de febrero era el cumpleaños de Cisco, para celebrarlo decidimos ir el viernes por la noche a “El Camino” una disco de una localidad cercana, fue Manu el que pidió prestado el coche a su hermano mayor. A última hora tanto Carlos, por problemas de familia, y Juanjo, porque había ligado, decidieron no venir. Así que Manu, Cisco y yo nos montamos en el coche y nos fuimos a “El Camino”. Cuando entramos nos quedamos alucinados era una disco de lo mas chic,



Llevábamos dos horas allí, nos estábamos divirtiendo sobretodo el cumpleañero. Cuando en la pista me pareció ver a Lucina, la madre de Luisma; pero era imposible, habíamos invitado a Luisma y este no acepto, porque se iba de viaje con sus padres. Pensé que mi subconsciente me estaba jugando una mala pasada. Pero unos minutos después, estaba hablando con Manu, cuando me tocaron el hombro, me gire y allí estaba, era Lucina, la madre de Luisma.



-          Cachorrito, que haces aquí – dijo Lucina.



-          Celebrando un cumple.



-          No me digas que es tu cumple.



-          No es el de mi amigo Cisco – señale hacia la barra donde estaba Cisco pelando la pava con una camarera – es un compañero de clase.



-          No me presentas – interrumpió Manu.



-          ¡Oh! Lucina, Manu; Manu, Lucina.



Manu más atrevido se acerco y le dio dos besos en las mejillas.



-          Lucina es la madre de Luisma, Manu es otro compañero de clase.



-          Lo estáis pasando bien – dijo Lucina.



-          Con tu llegada todo ha mejorado – dijo Manu.



-          Que galante, yo he venido con unas amigas – dijo señalando la pista, había tres mujeres de edad parecida a la de ella - voy con ellas.



-          Te acompaño – dijo Manu.



Lucina fue delante, y Manu hizo el gesto de brazos hacia tras y pelvis hacia delante.



-          Tenias razón es un bombón la madrecita.



Manu fue tras ella. Lucina llevaba puesto un vestido azul eléctrico, algo corto, unas medias de igualo color y un buen escote. Desde mi posición vi como Lucina presentaba a sus tres amigas.



Cisco que había visto la escena desde la barra se acerco.



-          ¿Quién es ese pibón? – dijo Cisco.



-          La madre de Luisma.



-          La madre que la pario, que buena que esta.



-          Si esta muy buena, y vosotros no me creíais.



Cisco se fue a la pista, se unió al grupo. Manu se lo estaba pasando en grande magreando a una de las amigas de Lucina. Fue esta, Lucina, la que con la mano hizo un gesto para que me acercara, yo fui junto a ellos y me presento a sus tres amigas, Cisco integrado por completo en el grupo, tenia metida las narices entre las tetas de otra de las amigas de Lucina.



En un pequeño parón de la música. Nos dirigimos a un apartado de la sala, allí Manu y Cisco se lo estaban montando con las amigas de Lucina.



-          Aquí esta todo vendido – dijo Lucina acercándose a mí.



-          Yo creo que aun hay mucho por vender – dije mirando a mis amigos y a sus amigas.



Lucina sonrió.



-          Puede. Porque no nos vamos.



-          ¿A dónde?



-          Se un sitio donde podemos seguir la fiesta - dijo Lucina.



-          Vale – dije – se lo voy a decir a mis amigos.



-          Déjalos ellos ya tienen su propia fiesta.



Yo simplemente me encogí de hombros.



-          Pues vamos – dijo Lucina – el coche lo tengo cerca.



Y sin hacer ruido nos marchamos. Salimos al exterior, fuimos al coche, un deportivo biplaza. Nos subimos, ella al hacerlo se subió el vestido dejando ver sus muslo, instintivamente los mire.



-          Te gusta lo que ves.



Trague saliva y asentí con la cabeza. Ella me cogió la mano e hizo que la pusiera sobre su muslo, y lo acariciase, me atreví a subir y llegar hasta su entrepierna.



-          Tranquilo la noche es larga.



Después de casi veinte minutos de trayecto estábamos llegando, reconocí la zona, era su casa. Paro el coche, puso su mano sobre mi paquete y lo acaricio.



-          ¿Luisma? – dije.



-          No te preocupes, él y su padre han ido a esquiar a Suiza, yo no tenia ganas de pasar frio, vamos dentro estaremos mas cómodos.



Entramos en la casa, tras cerrar la puerta se me acerco.



-          Cachorrito, te encuentras bien.



Yo asentí con la cabeza. Ella me condujo al piso superior.



-          Esa es la habitación de Luisma. Ven.



La seguí, y entramos en una habitación grande.



-          Desabróchame el vestido – dijo dándome la espalda.



Me di cuenta que en la parte trasera del vestido llevaba una pequeña cremallera, la cual baje, eso hizo que el vestido callera al suelo. Ella avanzo unos pasos y se sentó en la cama, allí se quito las medias.



-          Ven acércate.



Le hice caso, ella se pasó la lengua por los labios, como si fuese a probar algo delicioso. Me desabrocho el cinturón, después el botón del pantalón, seguidamente me bajo la cremallera, hizo que los pantalones cayeran, me miro a los ojos mientras sus manos me bajaba el slip, haciendo que mi polla quedara a la altura de su boca. Me la agarro con una mano, con movimientos lentos me la fue pelando, con la otra mano me manoseo los testículos, se metió mi polla en su boca, mis manos se apoyaron en su cabeza. Tras unos minutos deleitándose con mi polla se separo y se dejo caer sobre la cama, atravesada, dejando sus piernas colgando. Me termine de desnudar y me deje caer junto a ella, con mi polla acariciando su muslo. Metí mi mano debajo del sujetador, acariciando sus pezones. Ella con un movimiento rápido se quito el sujetador, se agarro los pechos, ofreciéndome sus pezones erectos.



-          Chúpamelos.



Lo hice, chupe sus pezones, los pellizque y mordisquee. Baje mi mano a su vientre lo acaricie, seguí bajando, metí mi mano bajo sus bragas, estaba suave.



-          Lo tengo depilado, te gusta.



-          Me encanta.



Mis dedos buscaron su rajita, acariciando su clítoris. Comenzó a jadear y gemir.



-          Cachorrito métemela, quiero sentir tu polla dentro de mi.



Se quito las bragas, yo seguí acariciando su clítoris, metí dos dedos en su vagina.



-          ¿Qué haces? Así no quiero, con la polla.



Me levante, me puse delante de ella, entre sus piernas, me deje caer sobre ella, haciendo que mi polla acariciase su rajita que estaba muy húmeda, con mis manos agarre sus tetas. Ella puso los pies sobre la cama, abriéndose más de piernas, mi polla instintivamente busco la entrada de su vagina, un pequeño empujón y mi polla estaba dentro, recorriendo su vagina. Gemía, movía la cabeza de un lado a otro. Mordiéndose el labio inferior.



-          Sigue no pares.



Y seguí a cada empujón mío era un grito apagado de ella. Pronto sentí como su cuerpo se estremecía, se ponía rígido, alcanzando un orgasmo. Me deje caer sobre ella.



-          Cachorrito ¿Cansado?



-          Un poco.



-          Túmbate bocarriba.



Lo hice, entonces ella comenzó a acariciarme todo el cuerpo, con los dedos y con la lengua, se arrodillo encima mío, una pierna a cada lado de mi cuerpo, y lentamente se dejo caer haciendo que mi polla la ensartase, se movía con movimientos lentos, la tenia agarrada por la cintura, se echaba hacia atrás, dejando visible su clítoris, lo acaricie arrancando le gemidos de placer. Unos minutos después alcanzaba un nuevo orgasmo, y era ella la que se dejaba caer sobre mí. Con movimientos pélvicos, seguí empujando, ella me pedía que no parase, agarre su trasero, estaba a punto de correrme, no tarde mucho, ella alcanzo un nuevo orgasmo o era la culminación del anterior.



Tras unos minutos se separo y se dejo caer junto a mí.



-          Ha sido genial, hacia tiempo que no disfrutaba tanto, ¿Y tú? Cachorrito lo has pasado bien.



Por respuesta metí mi mano en su entrepierna y acaricie sus labios vaginales, húmedos y viscosos.



-          ¡Ah! No has tenido bastante.



-          Yo si, pero tu no, quiero que te vuelvas a correr.



-          Sigue, sigue.



Mis dedos entraban y salían de su vagina una y otra vez hasta que nuevamente alcanzo otro orgasmo. Después de aquello me quede dormido.



Por la mañana me desperté al sentir correr el agua. Me levante y seguí el sonido, dos puertas mas adelante estaba el baño, entre sigilosamente, y allí estaba Lucina, se estaba duchando. Tras la mampara vi su cuerpo desnudo, como se enjabonaba, la observe como hipnotizado, era la mujer mas fascinante que había conocido.



Había acabado, iba a salir decidí volver a la habitación, me tumbe bocarriba. Me hice el dormido; ella entro se sentó en el borde de la cama.



-          Cachorrito, despierta.



Hice como que me despertaba, estirándome. Se había puesto un albornoz.



-          Tenemos que hablar, lo de anoche fue genial, fue hermoso, fue único; pero fue anoche.



Hizo una pausa, que aproveche para incorporarme.



-          Con la luz del día todo vuelve a ser como antes, yo una mujer madura casada y tu un adolescente amigo de mi hijo.



-          Pero lo que sucedió anoche...



-          Podía haber sucedido con cualquiera, yo estaba excitada, necesitaba a alguien... entre mis piernas. Fuiste tú como podía haber sido otro.



-          ¡PUTA! – me salió desde dentro, sin yo quererlo decir.



La reacción al insulto fue un soberano guantazo que me volvió a tirar sobre la cama.



-          Vístete, y vete. Encima de joderme me llama puta, será capullo el niñato este – dijo saliendo de la habitación.



Me vestí y me fui. Por el camino iba rumiando lo sucedido, podía haber quedado como un caballero, y había quedado como un niñato mal criado. Pero la vida da muchas vueltas y nuevas oportunidades.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 8
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