Mi esposa y el camionero negro
Mi esposa y yo habíamos tenido una semana muy ardua de trabajo y como se aproximaba el fin de semana, estábamos haciendo planes para irnos de paseo, ir a algún restauran, o visitar a algún amigo. Entonces tomamos la decisión de salir bien temprano el viernes en la tarde. Vi como se vestía y alistaba para el paseo, y me dio mucho gusto además de sorpresa ver cuando Lisa se puso una minifalda y una blusa blanca, delgada y transparente sin brasiere. Ella sabía que yo la iba a manosear, que no le quitaría las manos de encima cuando se terminara de vestir, y que pasaríamos una buena noche ese fin de semana, tirando.
La primera parte del viaje conversamos mucho mientras yo manejaba y no fue hasta que ya llevábamos como dos horas de camino cuando comenzamos a hablar sobre sexo y las cosas que nos gustaría hacer en el hotel. Mientras conversábamos, se me vinieron a la mente todo tipo de ideas eróticas, a ella también, y ya mi huevo me producía mucha incomodidad apretado dentro de los blue jeans. Lisa de vez en cuando se restregaba las tetas, inconscientemente, debido al tema ardiente sobre el cual hablábamos, y me miraba de una forma seductora mientras yo manejaba.
Continuamos hablando sobre nuestras diferentes experiencias sexuales, acordándonos de las distintas formas como habíamos hecho el amor, y lo que nos gustaría inventar, cuando de repente ella se agachó y me comenzó a restregar el huevo por encima del blue jean; me bajó el cierre del pantalón y me sacó el huevo. Muy suavemente obtuvo la cabeza del huevo a través de la abertura de la bragueta, lo agarró entre los labios y de un solo movimiento se lo metió dentro de la hambrienta boca. Yo me sentía como en la gloria con mi palo enterrado dentro de su boca. Entonces agarré el volante de la camioneta con la mano izquierda, bajé la derecha hasta su minifalda y se la subí hasta los muslos para darme cuenta que, como siempre, no tenía pantaletas puestas.
Mi esposita acomodó las caderas parando bien el culo con el fin de encontrar una posición cómoda para poderme mamar mejor el huevo, pero al hacer esto, todo su culo quedó expuesto a los camioneros que viajaban por aquella autopista, la Interestatal. Nosotros íbamos como a 70 millas por hora. Yo eché una mirada en el momento en que adelantábamos gandola tras gandola y pude ver como los los camioneros abrían los ojos de la sorpresa cuando veían la cuca a afeitada de Lisa apuntando directamente hacia ellos. Sin darse cuenta del erótico espectáculo que estaba dándole a los choferes, continuó mamándome el huevo hasta que casi ya yo llegaba al orgasmo.
En un momento pasó otra gandola y vi a un negro enorme, corpulento, mirando hacia el interior de la suburban, y este conductor sin duda estaba impresionado con lo que observaba. Le dije a mi esposa que tenía audiencia y que si le quería aprovechar para llevar a cabo una de sus fantasías favoritas que siempre había deseado, o sea, hacer el amor con un negro. Dejó de mamar un momento, y volteó a mirarme: dijo lentamente "Si" con un gemidito que apenas se podía oir.
Se levantó del sitio y le echó la primera mirada al moreno que pronto le estaría llenando la cuca con semen. Sería la primera vez que un negro le introduciría un quemado huevo. Le gustó el tipo. Era un hombre muy grande, con una sonrisa muy agradable y parecía un buen tipo con el que ella podía ir a la cama y divertirse sin problemas.
Lisa se dio la vuelta ligeramente y abrió las piernas para mostrarle bien la cuca y pronunció estas palabras:
"Me quieres tener?
El hombre le sonrió emocionado y movió la cabeza afirmativamente. Luego le hizo señas para que lo siguiéramos hasta la siguiente salida de la autopista.
Se podían distinguir bien las luces traseras de la gandola y distinguí cuando cruzó hacia el área del estacionamiento. Lentamente la seguimos todo el tiempo detrás del remolque hasta que dio la vuelta buscando en donde estacionar. Lisa estaba tan emocionada que ni siquiera esperó a que la camioneta se detuviera completamente; ni siquiera se tomó la molestia de bajarse o ajustarse la minifalda después de saltar del vehiculo para irse a encontrar con aquel negro. Miró hacia atrás como preguntándome si pondría algún problema, o si la seguiría; yo moví la cabeza dándole permiso, pero no me bajé de la suburban, solamente quería que ella disfrutara sola su aventura sexual porque sabía que después me iba a contar todo lo sucedido. Claro que lo hizo, y esto fue lo que me relató:
Me contó cuando terminó de subir los escalones del gran remolque el hombre ya estaba montado en la cama litera que tienen estos vehículos. Como ya se estaba terminando de quitar los pantalones, ella pudo ver el enorme huevo de 10 pulgadas de diámetro. Nunca había tirado con alguien que lo tuviera tan grande y sabía que le iban a dar bien duro, el mejor placer del mundo. Se puso de rodillas frente a él y comenzó a mamarle el huevo, pero al tipo se le ocurrió una idea mejor; rápidamente la levantó hasta la litera y le alzó la minifalda. De un solo jalón le quitó la blusa y comenzó a pasarle la cabeza del huevo contra la raja de la cuca.
Ella le rogaba que no se tardara y se lo metiera de una sola vez y el negro así lo hizo, con un solo movimiento. Me dijo mi esposa que lo que ella sintió fue algo mas de lo que podía aguantar, el enorme huevo dentro de ella la llenaba en tal forma, como nunca antes lo había sentido. Luego vino el segundo y tercer orgasmo que recorrió todo su cuerpo.
El gandolero tenía que cumplir un horario, ya estaba retardado porque se había puesto a tirar, y tuvo que apurar el paso, dándole duro y mas rápido a mi mujer hasta que en cosa de de cinco minutos ya le estaba llenando esa cuca caliente con toda su leche.
Cuando ella sintió que le disparaban el semen bien adentro, lo abrazó, se puso a besarlo metiéndole la lengua en la boca, y le dijo una y otra vez: "Te amo, te amo." El tipo le contestó: "Yo también te amo, nena."
Lisa sentía como el esperma le llenaba la cuca, nunca lo había sentido así, y le pareció que chorreaba semen por su culo, y cuando el hombre lentamente se lo sacó sintió como si otro chorro caía sobre la cama. El negro sonrió, extendió la mano y agarró la minifalda para limpiar la sábana. Ella no le prestó cuidado a esto. Este negro la había llevado al cielo, al paraíso con su enorme huevo. Luego, lentamente, descendió del semi-remolque desnuda, con la falda llena de semen en una mano y la cuca al aire libre, sin pantaletas, chorreándole jugos para que todo el mundo se diera cuenta de la enorme follada que le habían dado. Caminaba lentamente hacia la camioneta en donde yo la esperaba sonriendo.
Cuando la vi así y el solo pensar que tenía el semen de este hombre dentro de su cuca, esto hizo que se me parara el huevo y no pude evitar cogérmela allí mismo, inmediatamente. Mi huevo no era tan grande ni largo como el del morocho, pero debido a que ella era mi esposa y yo me la había cogido centenares de veces, ya yo sabía como hacerla acabar, dos veces, en cuales lugares debía darle para que ella tuviera el orgasmo rápido, el cuarto en media hora. No me pude aguantar mas y le agregué mi semen al otro del negro que ya tenía en aquella deseosa, insaciable cuca.
Unos minutos después de estar sentado allí mirándola desnuda, con su cuerpo oliéndole a leche del negro y mía, enamorado mas que nunca de ella, puse en marcha el motor de la camioneta y retrocedí saliendo del estacionamiento para tomar la autopista de nuevo. Ella se quedó inmóvil, como inerte, completamente relajada mientras el semen de los dos hombres le chorreaba desde la cuca, pensando que por fin se había hecho realidad una de sus fantasías, mas lo que vendría el fin de semana. Me miró y dijo:
"Gracias." Yo le sonreí: "De nada, estamos a la orden."
Me dijo que había olvidado la blusa en la gandola, yo contesté que se la dejara, para que le quedara un buen recuerdo al conductor. A esto contestó que ella tampoco lavaría la falda, porque quería un recuerdo de aquel machete y la leche que le habían echado; yo dije, está bien. No deberías lavarla.
Yo amo a mi esposa Lisa y también se que ella me ama a mi con todo su corazón y además tiene una gran capacidad para amar a los hombres. Por eso es un honor para mi poder compartirla con otros tipos y dejar que sientan su amor y disfruten su cuerpo. Ella también quiere, dar amor y placer a todo hombre que se le atraviese en su camino. Por eso es que me gusta esta mujer.
FIN
Traducido por Marcos Urbina
Yo tmb la quiero conocer