La rutina de todos los días se iba a trastocar para Emilio y Julia desde el punto de la mañana. Él preparó el desayuno y después despertó a su compañera. Una vez ante la mesa de la cocina, Julia le preguntó:
- ¿Por qué ya no me tocas?
Emilio tardó un tiempo en contestar, que a ella le pareció demasiado largo.
- Estoy enamorado de otra mujer -confesó él por fin.
Tras un par de minutos, a Julia se le ocurrió preguntar si ella la conocía.
- No, ni yo la conozco. No sé quién es, no conozco su nombre, pero la veo casi todos los días y hacemos el amor.
- ¿Estás de broma? Estamos juntos las 24 horas del día y me dices que la ves casi todos los días.
- La relación se produce en mis sueños. Siempre sueño con la misma mujer, una desconocida, pero con la que disfruto como nunca he disfrutado.
- Deberías consultar con un psicólogo.
- ¿Para qué me quite los sueños? No.
Aquella noche, Julia, como tantas otras, no podía dormir. A su lado, Emilio, como siempre, dormía profundamente. No se despertaba antes de dormir siete u ocho horas, aunque se cayese la casa encima.
Julia se incorporó en la cama y se desnudó, después abrió el pijama de Emilio, le deslizó el pantalón hacia abajo y empezó a acariciarle el pene. Una vez erecto, se lo metió en la boca y lo chupó durante varios minutos. Después se sentó encima de él y se introdujo el pene en su vagina, moviéndose lentamente a continuación para no despertarle. Las manos de Emilio subieron a sus pechos, que acarició y estrujó. Después le metió un dedo por el culo. Julia aceleró los movimientos de su cuerpo con el pene dentro, poderosamente duro. Emilio gozaba de ella viendo a otra mujer en su sueño. Cuando Julia notó que iba a eyacular, se colocó a un lado y se tragó el semen hasta la última gota.
Felizmente, había comprobado que la mujer de los sueños de Emilio era ella misma.