- ¿Te queda mucho Sonia?. - digo a mi compañera mientras apago el ordenador de sobremesa.
- Un ratillo... Voy a aprovechar para tramitar unos documentos personales - responde.
- Pues yo ya he tenido bastantes horas de oficina por hoy. Te quedas sola. No tardes. -
Sonia es una chica menuda de rostro agradable, melena corta que no alcanza a taparla todo el cuello, tetas que se adivinan más pequeñas que medianas y culito que me recuerda a dos perfectas bolitas redondeadas. Suele llevar unos discretos pendientes con forma de flor. Por lo demás, es mujer de pocas palabras, quizás algo tímida, aunque esto es difícil de saber. Un día descubrí que leía manga, comics japoneses. Me dijo que no era una "otaku", que no estaba tan "loca" como ellos con todo lo que tenía que ver con ese Japón ficticio. Le pregunté si entonces no era de las que se disfrazaban y se ponían el pelo de colores. Sobre eso me dijo que bueno, que alguna vez se había disfrazado, aunque no llegó a confesarme de qué.
Hace unos días, el domingo para más señas, estaba en casa solo en calzoncillos, tirado en la cama sin hacer nada de particular.
Me gusta escribir de vez en cuando relatos de todo tipo, particularmente de carácter erótico. Aunque no se me da todo lo bien que me gustaría, he de confesar que escribir me relaja. Además, me gusta la idea de que alguien los lea. De todas maneras, en aquel momento no me apetecía pensar de manera creativa, tenía el estómago algo pesado.
La comida basura, a base de pizza y refresco, no había sido precisamente sana y lo peor de todo es que había comido demasiado deprisa y el aire se acumulaba. Pensé en levantarme al baño, pero la pereza me podía y permanecí tumbado. Total, estaba solo. Por algún motivo que no recuerdo, en ese momento me acordé de Sonia y sus historias de japoneses. Había visto en Internet algunos videos sexuales, la mayoría con todo ese absurdo pixelado... pero ahora que lo pensaba, ninguno con personajes disfrazados. Quizás, después de todo, un poco de "ejercicio" no me vendría mal.
Me incorporé llevado por la curiosidad y el deseo, encendí el laptop y abriendo una ventana de incognito en el navegador, busqué videos de chicas "otaku" que se disfrazan. Ignoré dos o tres videos de japonesas de esos que emborronaban el chichi y me puse a ver uno de una chica no oriental con el pelo pintado de azul que tenía un culo y unas tetas "interesantes".
Disfrazada de ardilla o de zorrita, no sé muy bien, aparecía a cuatro patas, desnuda, con una diadema que daba soporte a un par de orejas puntiagudas y una cola de ardilla o zorro, o incluso zorra si lo prefieren. Por lo que pude ver, tenía metido el rabo por el ano, y este se movía cada vez que la actriz porno meneaba el trasero. A medida que el video avanzaba mi pene iba engordando. Me bajé los gayumbos y me cogí la palpitante verga mientras un tío en el video, apartaba a un lado la cola y se follaba a la chica entrándole por detrás.
Visto el video, volví a la cama donde continúe meneando el tema que tenía entre manos. En mi mente la chica se transformó en mi compañera Sonia. El culo era ahora un culito apretado y el rabo de zorra se había transformado en una especie de pequeño pompón y en lugar de ese actor, era yo el que la estaba poniendo cachonda.
Solté el falo en cuanto noté el líquido subiendo, aguante como pude el fuerte y palpitante empuje de mi miembro durante unos cinco segundos, segundos en los que mi vista llegó a nublarse y finalmente dejé que la naturaleza siguiese su curso y el semen acumulado saliese disparado aterrizando sobre mis muslos. A continuación, solté un poco de aire y así, totalmente relajado, me quede dormido.
****
Cierro la puerta de la oficina tras de mí y tomo el ascensor...
- Vaya hombre, que cabeza de chorlito. Me he dejado el móvil en la mesa. - digo mientras aprieto el botón del ascensor para volver a subir.
Al llegar a la ofi, abro la puerta sin hacer nada de ruido y me dirijo sigilosamente a mi sitio. Cuando estoy cerca me doy cuenta de mi error, quizás debería haber hecho algo de ruido para no asustar a Sonia. En ese momento, para mi sorpresa, veo que mi compañera está muy atenta mirando la pantalla mientras se frota el coño gimiendo.
- ¡Sonia! -
Esta da un bote en la silla y tres segundos después, pasado el "susto", me reconoce y se pone todo roja.
- Perdona, no quise asustarte... Volvía para recoger mi móvil.
- Ya... ok.
- Por cierto, ¿qué haces? - digo acercándome a la pantalla y viendo que hay una página web abierta y llena de letras, parece un relato.
Empiezo a leer.
- "Empezamos a besarnos. Mi mano acarició su espalda y ya sin cautela bajo hasta su trasero y empezó a frotarlo..."
Y luego saltando unas líneas sigo.
- " Cu...lo - repitió en español. La palabra en sus labios... "
- Pero... pero si esto es mío. - y moviendo la ruedecilla del ratón, desplazo el texto hacia arriba del todo y leo el título "Recuerdos de Japón..." junto a un pseudónimo familiar.
- ¿Tuyo? - dice Sonia.
- Sí. Escribo relatos cortos. Y este es mío. - digo con cierto azoramiento, pero orgulloso de encontrarme con una lectora a la que el relato le pone tanto. Aprovecho el momento para enseñarle otros relatos que he escrito y ella me cuenta que ha leído alguno más, que le gustan unos más que otros. Hablamos durante unos minutos animadamente. Luego, como si alguien hubiese apretado el botón de apagado de la radio, nos quedamos en silencio, de pie, uno frente a otro sin saber muy bien que hacer a continuación.
- Ese chochito tiene que estar mojado. - rompo del silencio sin pensar.
Ella se ruboriza violentamente.
- Perdón, perdón. No sé lo que me pasa, yo habitualmente no hablo así.
Me mira y dice apuntando a mi entrepierna
- Pues tu pajarito ya es todo un pajarote.
Yo me quedo quieto y ella se acerca y pone su mano en mi paquete. Puedo oír el latido acelerado de su corazón.
- ¿Me lo enseñas? - añade con voz sensual mientras comienza a desabrocharme el cinturón. Yo aprovecho ese momento y sujetando su cabecita la beso con ansia en los labios. Estoy muy caliente.
- Bonitos pendientes. - digo observando de cerca las blancas flores que adornan sus orejas.
- Son flores de Sakura - aclara
- ¿Sakura? - digo mientras le chupo el lóbulo de la oreja.
- Sakura... Cerezo de bonitas flores de Japón - me informa.
- Interesante - respondo
Entonces, ella termina de desabrocharme el pantalón que cae y tirando de mis calzoncillos con sus propias manos libera el miembro.
- Esto sí que es interesante.