No sigas, por favor, me susurraba al oído al tiempo que sus manos, rebeldes, me seguían acariciando con una excitación en aumento. Comprendía también que esto era una locura que me traería muchísimos problemas. Pero sabía que ya no podría detenerme. La abrazaba con ímpetu aprovechando cada resquicio de sus ropas para acercarme a la fuente de su miel. Ella, olvidándose de sus propias palabras, se entregaba también a la frenética labor, palpando ansiosa el bulto entre mis piernas. El bulto se hacía cada vez más notorio y notaba que producía en ella una mayor excitación. No se alejó cuando reduje la distancia entre nosotros. Sabía que debía detener aquello, pero algo con más poder que los escrúpulos me obligaba a seguir adelante. Lentamente bajo el cierre del pantalón y aferro la pija rígida con toda su mano, la miraba con placer, con suavidad recorría el tronco desde la cabeza hasta la base, subiendo y bajando con lentitud, con suavidad, contagiándose involuntariamente de la excitación que ahora me embargaba, siguió frotando, acariciando, sus dedos formaron un anillo alrededor de ella y presionando descubrió el glande, ahora mojado y despidiendo el característico aroma del sexo. Vio la plácida expresión de mi rostro que mantenía los ojos cerrados y con ambas manos le agarraba de los cabellos, mientras involuntariamente mi vientre iba al encuentro de sus caricias. Sus labios apenas se abrieron para decir: --"Te gusta mi amor. Yo también te gozo con solamente verte la cara, ¿sabes?..
¡Sigue adorada mía! Me encanta. Estoy gozando lo que aprendiste de otros amores, soy muy afortunado.
Había llegado al éxtasis, mi mente recorría el infinito tratando de llegar a los confines del mundo. Ella seguía murmurando “ Mi adorado, dulce mío, goza, goza que te sacare la lechita, anda, anda, mi amor", y su mano se volvía más activa, subiendo y bajando, dejando la roja cabeza al descubierto, agitó la mano, fuerte, como tratando de acelerar la eyaculación pero me separo, me siento sobre su estómago de frente, y pongo mi miembro entre sus tetas, que aprieto entre mis manos, y empiezo a pasarlo masturbándome frente a su cara, que ve como se acerca y aleja. Intenta adelantar su cabeza, con la boca abierta, para alcanzar la cabeza de mi pija, sin lograrlo. Luego la saco de sus senos y la acerco a su boca, que se adelanta a su encuentro y cubre su cabeza con sus labios. Con sus dos manos cubre mi tronco, que acaricia con suavidad, mientras abre más aún su boca, para sentirla penetrar muy lentamente.
Mientras gozo en su boca, una de mis manos busca atrás hasta alcanzar su sexo y meto un dedo en él, que chorreando flujos lo recibe calenturienta.
La exploración empieza a surtir efecto, pues Ingrid aumenta la presión sobre mi tronco, en tanto su boca se mueve con desesperación intentando meterse lo más posible de mi pija y su cintura delata en sus movimientos que está alcanzando un orgasmo más. De pronto mi cuerpo se convulsiono entrando en éxtasis, la pija palpitó en su mano y un fuerte chorro salió del glande; el semen chocó contra su cara pero siguió frotando fuerte y mas rápido. Otro chorro termino en su boca y otro más, más y más leche se me escapaba mientras gemía entrecortadamente y con sus labios apretados se engullía hasta la última gota.
Nos hallábamos en estas circunstancias, luego de que el azar nos hizo encontrar en Aventura Mall de Miami. Salía del local de Armani cuando la vi., e inmediatamente me llamó la atención su personalidad, que casi opacaba su exótica y extraña belleza, no lo sé, quizás esperando esa comunicación femenina que en muy contadas ocasiones es posible establecer con una mujer desconocida, pero una extraña sensación me hizo dar vuelta la cabeza para seguir mirándola, la piel bronceada resaltaba aun mas una leve sonrisa que mostraban unos sensuales labios, y unos cabellos cortos que parecían flotar sobre el elegante cuello
Se alejaba dejando a su paso las miradas de hombres y mujeres sorprendidos, de repente ella se dio vuelta a ver, me miro por unos segundos y la salude con una inclinación de cabeza, no se porque lo hice fue un impulso que ella correspondió con una sonrisa
Pasaron varias semanas, hasta que un día se me ocurrió ir a tomar un café cerca de casa. Al bajar del auto la vi. Sentada en la confitería leyendo un libro y con un cigarrillo en la mano.
Me dirigí directamente hacia ella cuando levanto la vista y me vio, no pareció sorprenderse; por el contrario sus ojos brillaban de una manera juguetona. ¡Hola! Dije. ¡Hola! Contesto. Déjame decirte que eres turbadora mente muy bella. Me llamo Marcos y quiero por favor tengas la gentileza de darme una tarjeta con tu numero de teléfono. Hace mucho tiempo que te busco… ¡No sigas Marcos! Eres insólito, insolente e incluso soberbio ¡Pues bien! Yo también lo soy. Por favor toma asiento y dejemos las tarjetas para otra vez.
Hay veces cuando estamos desorientados y faltos de fe, algún acontecimiento inesperado surge en nuestras vidas para dar respuesta a nuestras dudas. Cuando eso sucede es una demostración de Dios para hacerte ver que esta a tu lado. Nunca te he visto, ni se como sos; pero me trasmites seguridad y rectitud. Quizás necesito hacer terapia con alguien que no me conozca…
Entonces me habló de su vida personal con una confianza absoluta, me habló de los problemas que tuvo con su ex marido y de cómo había estado en peligro de perder su vida. Por eso -pensé- su alegría de vivir y su energía. Una mujer así, alegre viva, apasionada. Su forma extrovertida, su deslumbrante personalidad, su forma de vestir y su esbelto cuerpo, llamaban la atención de lo que estaban alrededor a nosotros. Mientras seguía avanzando la conversación, se quitó el saco de seda beige y bajo su casi transparente camisa blanca pude ver sus senos. Dios mío, ¡veía sus pezones! No tenia puesto nada.
La mire a los ojos y de pronto le dije. -Bajo esa camisa y la pollera no tienes puesto nada- ¿verdad?
¡Así es! No me gusta usar nada que me aprisione. ¿Te avergüenzas? - ¡Para nada, me encanta! Y además que todos te miren, es como si fueras mi amante y solo yo podría gozar de tus caricias.
¡Nunca te he visto sin pensar que debería orar por ti!
Nadie jamás me dijo algo tan bello. ¡Eres extraño Marcos!
-Y tú muy bella.
¿Dime? No te parece que nos conocemos de toda una vida. Hasta hace muy poco tiempo me había juramentado que nunca mas saldría con hombre alguno sin conocerlo muy bien antes. Sin embargo aquí estoy contigo, charlando y contándote anécdotas de mi vida. Acabo de terminar en divorcio una unión de 10 años.
¡No es el fin del mundo! Yo me divorcie 6 veces y aun seguía buscando a la que amare toda la vida.
¿Por qué decías seguía? Acaso estas nuevamente casado, enamorado o juntado.
¡No! Porque era a ti a quien buscaba.
Ingrid dejo inmóvil sus ojos sobre los míos, luego los bajo y dijo: ¡Quiero salir de aquí! Quiero caminar por la playa, la noche esta hermosa.
¡Entonces vamos a casa que esta sobre la playa!
Pagué la cuenta y mientras salía del local las miradas de todos se dirigían hacia ella, que con la cabeza inclinada y los anteojos oscuras la hacían mas seductora.
Dejamos su auto en el estacionamiento del shopping y nos dirigimos con el mío a casa.
Cuando apague el motor del automóvil, solo se oían las olas del mar golpeando sobre la playa en un ir y venir interminable.
¡Es hermoso este lugar! Ven dejemos los zapatos en la orilla y caminemos. ¡Mira que bonito esta el cielo y como brillan las estrellas!
¡Después! le dije. Ahora quiero mostrarte desde el penthouse la vista de las luces de la ciudad y de los cruceros que surcan a lo lejos rumbo hacia Europa.
Mientras subíamos por el ascensor un suave temblor producto de mi excitación me parecía que me deformaba la voz.
Al abrir la puerta se sorprendió porque se encontró con una terraza enorme y cubierta de plantas y flores. Se acerco al borde y contemplando el espectáculo que le ofrecía a sus ojos, me dijo: ¡Es un regalo de Dios este lugar!
Tomándola de su mano y con la otra su cintura, la atraje hacia mí. Apreté más fuerte su cintura hasta sentir su respiración en mi rostro. Apoye mi miembro totalmente duro sobre su ingle presionándolo, entonces pegó aún más su rostro hacia el mío y tocó mis labios con los suyos, dándome dulcemente varios besos hasta que los juntó sin despegármelos, abrió su boca levemente y nuestras lenguas se juntaron, y el beso se hizo más intenso. Finalmente ocurrió. Tome entre mis brazos su cuerpo dócil y anhelante, mientras intentaba vanamente ocultar su deseo. La bese con la pasión oculta para ella de muchos años y recibía una mujer entregada, en cuerpo y alma.
Fue uno de los momentos más sublimes e inolvidables. Jamás una mujer se había entregado en esa forma y con tanto amor. Cada movimiento de aquella bendita lengua dentro de mi boca me generaba inéditos pulsos de placer.
Nuestras lenguas parecían danzar y los labios se abrazaban como una despedida. Sus senos comenzaron a ser acariciados deliciosamente por mi pecho y su entrepierna sintió la presencia de mi pene desesperado. Como adivinando mis deseos tomo entre sus manos esa maravillosa creación y comenzó suavemente a masturbarme. Lentamente mis manos fueron bajando primero a sus muslos y luego hasta su concha. El calor de su entrepierna en mis dedos me hace reaccionar. La desnudo admirando ese cuerpo que ya amaba; su fantástica vagina resaltaba sobre la piel por sus grandes labios mayores y totalmente depilada. Realmente la deseaba con una enorme ternura pero a la vez no menor excitación. Mis labios fueron bajando y chupando hasta ese sexo hermoso, con esos labios perfectos que invitaban a saborearlos. El glande de mi pene estaba a punto de estallar mientras se le escapaba la lubricación y adquiría un color rojo intenso. Le fui pasando la lengua de arriba abajo, muy, muy suave, ella empezó a gemir muy despacio como un susurro. Fui introduciendo mi lengua un poco más, probando sus abundantes flujos. Mientras lamía la vagina, estiré mis manos hacia sus pechos, en tanto abrazaba mi cara con sus suaves muslos, le hice levantar un poco las piernas para poder ir lamiendo en su totalidad aquella joya, y dejar vagar mi lengua camino de su ano, el cual lo fue abriendo y cerrando. Comencé a meterle un dedo mientras besaba nuevamente el cuello, y mordisqueaba sus tetas, Comencé acariciar su cuerpo, primero el torso, muy suavemente, rozando apenas las tetas, descendiendo hacia el vientre, y saltando hacia la cara externa de los muslos. Pasé varias veces las manos arriba y debajo de los muslos desviándolas hacia el centro cada vez que pasaba. Cuando ya mis manos se deslizaban por el interior de sus muslos separo las piernas mientras seguía acariciando ambos muslos rozando ligeramente sus labios mayores cada vez que mis manos se acercaban a la entrepierna. El roce discontinuo de mis dedos en sus labios estaba despertando la pequeña perlita, que pronto exigiría la máxima atención. Posé la palma de la mano derecha sobre la vagina y llevé la izquierda a sus tetas, acariciando primero y después frotando y estrujando alternativamente una y otra, cada vez más fuerte. Notaba su vagina ligeramente dilatada por la excitación y el deseo y sabia que quería mi caliente leche alojada en su cálido refugio. Sabia que tenía la sensación de tenerla adentro pues habitualmente mujeres como ella lo experimentan después de haber mantenido relaciones sexuales con penetración. Esa sensación les resulta muy excitante y en ese momento, con una de mis manos ejerciendo una suave presión sobre su sexo, y la otra masajeando sus tetas mas la idea de tener la concha llena de leche, era lo que necesitaba para terminar en un orgasmo. Y la complacería; coloqué la mano abarcando ambos labios mayores y situé los dedos corazón y anular entre los labios menores, con los extremos apoyados sobre la entrada de su vagina e inicié un movimiento cadencioso hacia arriba y abajo desplazando los labios mayores junto con la mano, de modo que estimulaba su clítoris indirectamente por encima de ellos mientras que los dedos que estaban entre los labios menores frotaban la sensible mucosa. Empecé a combinar el movimiento arriba y debajo de la mano con movimientos adelante y atrás de los dos dedos de modo que presionaban de manera intermitente la boca de su concha. Sentía su corazón latir con fuerza y su respiración se transformaba en gemidos a cada espiración. Podía ver cómo la belleza de su clítoris se alzaba ya exultante por debajo de los labios mayores, y cómo sus labios menores se hinchaban y separaban abriendo aún más la concha. Sabía que si incrementaba el ritmo de frotación llegaría pronto al orgasmo, así que fui aumentando la velocidad hasta que empecé a percibir cómo una descarga eléctrica se desencadenaba desde el clítoris; se dirigía veloz por su espina dorsal y desde allí se expandía por todo su cuerpo. Apreté aun mas fuerte la mano contra el sexo, su cuerpo se tensó por una fracción de segundos para explotar a continuación en una sucesión de contracciones del útero, de la vagina y de los orificios delantero y trasero. Contracciones que se sucedieron vertiginosamente en un principio y que progresivamente se fueron espaciando unas de otras, hasta convertirse en un leve palpitar que agitaba su cuerpo con pequeñas sacudidas de su pelvis. Quedo sumergida en un estado de sopor con las piernas todavía separadas, los brazos flácidos a ambos lados del cuerpo y las manos aferradas a las sabanas.
Ella había gozado y el silencio cubrió el ambiente. Los gemidos y crujidos viajaron indiscretos por mi hogar, amenazando con despertar a los vecinos. No me importaba. El embeleso en el que estuve sumergido fue tal, que la intuición no cabía. Su pasión desbordada gobernaba sus acciones por mucho mas que una cesión de sexo. Ambos nos entregábamos en cuerpo y vida a ese amor que había nacido y cuyo fruto buscamos un tiempo que se remontaba muchísimos años atrás.
Jamas le comente que era mi hija no reconocida.