Sabes que me encuentro aquí, sabes que puedes tenerme cuando quieras, sabes que puedes alargar tus manos para rozar mis mejillas arreboladas de emoción, sabes que puedes acercar tus labios a los mios anhelantes.
Sin embargo, pretendes hacerme creer que nos separa un abismo, quieres que piense que nos aleja un cielo, pero los dos sabemos que solo tienes que cruzar esa puerta. Aunque tu digas que se interpone un oceáno, sabes que solo tienes que dar ese paso adelante.
Tenemos tantas cosas que decir y siempre acabamos sumiendonos en el silencio, existen tantas caricias que no podemos inventar las nuestras, somos tan importantes que nuestro amor se ha convertido en un a nimiedad. Son tantas las personas que vigilan al prójimo, que el projimo ha acabado por ser la persona, son tantas las miradas que se pierden en el vacio, que nadie sabe apreciar el mensaje transmitido.
Mi negra alma se retuerce agonizante, mientras lucha por no abrirse paso al caótico exterior, pero los dos sabemos que perderá su batalla, y con furia contenida e impotente, la derrotada saldrá del campo de pelea, cargando a su espalda las dos victimas de su guerra, obligandolas a existir con la amargura y el deseo insatisfecho de jamás haber podido entrelazar sus dedos.
Te juro que este cuento no lo tocaré. Está perfecto. Una gran lección, para que los prejuicios ajenos nos dejen vivir en paz.... El que dirán, que se vaya a la ...... Bravo. En lugar de La Apuesta corregida, está: «Apostemos entonces» Ya estoy escribiendo lo que me pediste.