Estaba mas que contenta porque Rau al fin habia cumplido su tan repetida promesa de hacer un viaje con migo, los dos solos, lejos de la voragine de la ciudad y por supuesto, muy lejos de padres y suegros. Fuimos a una pintoresca ciudad de provincia, de muchos atractivos y sobretodo una inmenza playa con un hermoso y verde mar de olas que susurraban mensajes del viento en nuestros oidos.
Me sentia feliz, no paraba de sacar fotos para guardar cada imagen conmigo para siempre. Me detenia en cada casa, en cada paisaje... todo me encantaba, era magico... estaba junto a mi amor disfrutando sin horarios ni recomendaciones, solo viviendo y siendo simplemente feliz. Serian unos pocos dias, pero sin duda los mejores que hasta ese entonces habia vivido.
Nuestro segundo dia habia sido excepcional, nos levantamos muy temprano y nos llenamos del amanecer en la playa vacia, solo para nosotros. Jugamos en la arena, reimos, corrimos, pareciamos dos nenes que conocen el mar por primera vez. Cuando la gente comenzo a diluir nuestra quietud, nos fuimos a pasear por el centro, vimos las calles viejas y las construcciones antiguas llenas de adornos y vericuetos.
Al mediodia descubrimos un pequeño local, escondido entre las grandes estructuras, y alli, como refugiados del resto del mundo, almorzamos algunos curiosos manjares que ofrecia el lugar.
No me canso de decir que todo fue perfecto, para mi era como abrir los ojos por primera vez, era como aprender a disfrutar de lo que veia, de lo que cada rincon me presentaba.
Derrepente, sin aviso, el cielo se nublo, y un fuerte viento comenzo a soplar. Es muy comun que esto ocurra en las ciudades costeras, donde la direccion del viento cambia repentinamente trayendo inaguantables calores o torrenciales lluvias de un minuto a otro. Entonces senti la primera gota caer sobre mi frente y lejos de pensar que se arruinaba el dia, me dedique a sentir el humedo aroma del aire y deje que la lluvia, que lentamente se hacia mas intensa, me comenzara a mojar en una ritual sensacion de purificacion.
Rau, queriendo escapar del agua, me tomo de la mano y juntos corrimos por las calles inundadas y entre la gente, para llegar lo antes posible al hotel. Secados a medias, pedimos la llave de la habitacion y alli nos dirigimos para cambiarnos de ropa y entrar en calor ya que la tormenta habia bajado mucho la temperatura. Yo no queria entrar, solo queria disfrutar de mi ritual, de mi danza bajo el agua y antes de que Rau pudiera abrir la puerta, sali corriendo hacia el jardin del hotel, donde encontre arboles y pasto humedo solo para mi, ya que las pocas personas que se hospedaban alli estaban adentro, temerosos del agua, de los truenos, del viento... En cambio yo buscaba bañarme, conectarme con la furia de la naturaleza, sentirme mas libre que nunca.
Mi amor me siguio mas con el afan de hacerme entrar en razon y entrar en el hotel, por supuesto, pero en el mismo instante en que lo vi acercarse, una rafaga de deseo se apodero de mi y me avalance sobre el abrazandolo con fuerza para que se quedara conmigo.
-Amor... ahora...- dije con la voz entrecortada.
-Aca no, vamos a la habitacion.
-Aca.- le respondi suavemente al oido y lentamente acerque mis labios a los suyos para darle un suave beso- Nadie nos va a ver, casi no hay gente en el hotel y los que hay estan adentro...por favor.
-¿Estas segura?- pregunto ya empezando a sentir los mismos deseos que yo de hacer el amor alli mismo, bajo la lluvia, sobre el pasto verde y entre los arboles.
-Si.-dije sin dudarlo.
Conocia cada una de sus debilidades e hice uso de ellas para convencerlo de que jugara mi juego, mi rito de amor en aquel jardin. Acerque mi rostro al suyo y suavemente roce mi lengua por su boca, mordisqueando luego su labio inferior, acariciando su espalda por debajo de su remera y pausando el ritmo llegando a su cintura. Sus manos comenzaron a recorrer mi espalda casi desnuda, porque solo llevaba el bikini que habia usado esa mañana en la playa. Tironeo timidamente de los breteles, con temor de que nos vieran todavia y para hacerlo olvidar su preocupacion meti mis manos dentro de su pantalon, encontrando un sexo enardecido, ardiendo y esperando mi cuerpo para satisfacerlo. Con el poco pulso que me quedaba, temblando cada vez mas, agitada por la subita pasion que me habia poseido, desabroche su pantalon y quitando a medias su ropa interior comence a tocar con cierta destreza su miembro, que aunque rigido, estaba dispuesto a dejar que hiciera con el lo que yo quisiera. El, dejando de lado su preocupacion, levanto mi corta pollera y corrio la parte inferior de mi bikini moviendo habilmente sus dedos entre mis piernas, aumentando aun mas el extasis sensual que estaba en mi.
El pequeño preludio a nuestro juego nos arrastro al punto maximo que nuestros acalorados y humedos cuerpos podian ya soportar ni controlar. Fue entonces que nos tumbamos en el pasto, quedando yo recostada bajo su cuerpo, pudiendo sentir el aroma se su piel mezclado con el de la lluvia y el de las hojas de los arboles mecidas por el viento que seguia soplando con fuerza, al mismo ritmo que nuestros corazones exaltados.
Finalmente sus caderas cedieron venciendose hacia las mias y su prolongacion exploro mi cavidad, ora con lentitud, ora con rudeza, sin control y besando mi boca y mis pechos alternadamente, sin dejar de satisfacer ninguna parte de mi cuerpo empapado de lluvia y de placer. Me senti una poderosa amazona domando un caballo salvaje y a la vez siendo domada por el, confundiendose mi transpiracion con las gotas que caian sobre mi piel erizada y su espalda enfrentando al cielo, abierta como si tuviera alas y llevandome a volar sin despegar del suelo.
Concluyo entonces el rito, nuestro rito magico, nuestra pequeña guerra de amor... hundi mis dedos en la tierra blanda en un gemido de maximo extasis, percibiendo tambien como su cuerpo dejaba dentro del mio su liquido vital, el ultimo borboton de fuerza. Cayo rendido sobre mi exhalando un hondo suspiro que se confundio con la brisa que mecia las ramas del sauce bajo el cual nos habiamos amado. Nos abrazamos refujiandose cada cual entre los brazos del otro, recuperando ambos lentamente el aliento en los labios del otro. Cerramos el ritual, ganamos los dos nuestra batalla de besos y caricias y solo nos quedo esperar a que cesara la tormenta y ver como serenamente asomaba nuevamente el sol de la tarde entre las nubes grises que se abrian en el inmenso cielo.
Gracias por llegar al final, por favor dejame tu comentario y si te gusta, proximamente publicare mas relatos.
La descripción lietaria de un acto tan sublime como el amor de esta pareja tiene el toque especial de los buenos escritores. Este cuento está muy bien logrado. Cada cuento erótico que escribes sabes sacar un tremendo provecho de las imágenes y de las situaciones. No eres repetitiva y tu facilidad y calidad van en aumento. Felicidades.