Haydee Ballhaus, la bruja agnóstica. Doble X.
Un buen lugar de ambiente
Aquella noche Ursula se daría una vuelta por el bar, pero a diferencia de hacía algunos años no iría a buscar alguna falda ni nada parecido. Ahora, iría a escuchar música, botanear y tomar algo fuerte pero que no necesariamente le derritiera las materia gris hasta hacerla escurrir por los orificios nasales, las épocas de “empedate ahora, preocúpate mañana por donde (y con quien) despiertas” habían quedado atrás. Casi sin darse cuenta había pasado de ser una de veintitantos con cualesquier cosa encima luciendo bien y en concordancia, a “una” que debía esmerarse en el arreglo, a sus 30 ya no podía confiar en la belleza como único coadyuvante del aspecto.
Con todo y aunado a los tintes enmascara canas prematuras, con la edad venían ciertas y grandes ventajas, ya no tenía que conformarse con sitios peores que una cantina de mala entraña para pasar el viernes, ya no tenía que preocuparse por salir de la ciudad para encontrar un buen lugar de ambiente... ahora podía costearse un sitio en los exclusivos gay friendly con alimentos gourmet de la ciudad, tenía el status para ser digna de mejor atención, lugares de calidad y la posibilidad para exigir todo lo que le viniera en gana pero sobre todo, ya no tenía por que ocultarse en la montaña, ahora y como nunca podía ser ella misma desde el alba hasta caer el sol, ser gay estaba de moda y ella estaba muy a la moda¡.
El asqueroso mohín antes de triunfo
Tan pronto como recibió las llaves de su auto, un Polo de agencia color arena, salieron rumbo a un hotel de paso entre Antonio Solis e Isabel la Católica, uno que aquella chica llamada Elena había sugerido momentos antes en el bar. La imagen en el espejo retrovisor no evidenciaba en lo absoluto la crisis nerviosa ya inminente que asolaba a Ursula, en su defecto se le notaba alegre y totalmente serena, tanto como para parlotear acerca de “Madredeus” y el compilado en DVD que recién había adquirido y que constituía su plática favorita, es decir, compras innecesarias y excesivamente costosas, paliativos ridículos pero efectivos contra su recién avivada inseguridad.
Apenas podía creer que aquella niña se hubiese fijado en ella, que hubiese sido ella quien con una soltura que nada tenía que ver con su precioso rostro de teeneger se le insinuara descaradamente y peor aún que hubiese sido aquella y no ella, la presunta mujer con experiencia quien la sacara del bar y quien bajo aquella fachada de estoicismo estuviese temblando muerta de expectación y nervio, un nervio antinatural y aplastante, tanto como para evitar preguntarse el porque no había podido decir no, tanto como para evitar preguntarse que podía significar:
-Zwei Seelen unter meiner Brust.
Sin mayor preámbulo pagaron 200 pesos por la habitación 601 y entre tanto los empleados del hotel no notaron nada extraño pues todo era conforme a la naturaleza. Noche tras noche la misma escena se repetía, aquello era cosa de todos los días... en sus propias palabras se diría que “o se trataba de maricas o tortillas, prácticamente ningún tornillo con su tuerca” y no hacía falta mucho cerebro como para calcular el resultado de aquella ecuación de culto a la diversidad.
En el minúsculo elevador Elena buscó la boca del Ursula y su mano dio cuenta de lo mojada que estaba aquella entre sus piernas, entonces intentó corresponder buscando debajo de la falda de la chica sin embargo ésta la paró en secó arrojándola con su peso contra la puerta del elevador, mientras suavizaba el momentum comiéndole la boca con la suya y sujetándole las manos por encima de la cabeza dejando en claro quien estaba a cargo. En medio de aquella delirante batalla de lenguas Elena reconoció que no había ninguna esperanza para la pelirroja esa noche.
Sin conocimiento de causa llegaron hasta la habitación y Elena miró por encima de su cabeza midiendo distancias antes de cerrar la puerta, ubicó la cama, el televisor, la ventana velada por cortinas ocres y la puerta del baño... De manera estudiada condujo a Ursula hasta el umbral de la cama donde apresuradamente se encargó de desnudarla, de retirar el conjunto de Zara como se hace con el celofán de un regalo de cumpleaños... prenda que se desembarazaba de botones, prenda que iba a dar justamente al piso y mucho mas lejos de lo que la vista podía llegar a percibir porque ya desprovista de propósito se desdeña de inmediato al ser prescindible, así hasta que no hubo mas ropa que unas bragas empapadas y nada mas que la piel sobre el ambiente con olor a expectativa.
Elena saboreaba con su lengua aquel suculento cuerpo, chupaba los pezones y recorría con las manos abiertas para percibir en su tacto a todas y cada una de las mujeres con que Ursula había tenido sexo, la esencia de las pieles erizadas una contra la otra, el magreo constante y húmedo de los mujeres en celo en el paroxismo del romance y en el proceso a las incontables conquistas de bar y antro, a los acostones de una sola noche, a las ebrias de la universidad, hasta aquellas a las que había aprendido a amar mas que a su sombra y a olvidar tan pronto como viniera la siguiente... Ursula era una psique homoerotizada y rica en experiencias, de las mejores que había saboreado y en definitiva lo que ella necesitaba para sobrevivir, un par de semanas tal vez un mes.
Transmutada en un parásito hambriento bajó su lengua hasta el sexo y comenzó a chuparlo aún sobre las bragas pues no había necesidad de dar o pedir cuartel, porque de pronto y de la misma intempestiva forma en que la represa había llegado hasta su límite ésta comenzó a desbordarse. Elena recibió en su boca toda la ansiada corrida de Ursula y en segundos el encaje fue reducido a nada, la vida de la pelirroja fluía y literalmente se le escapaba por el coño hacia la boca de Elena. De esa forma las inteligibles voces que el monstruo repetía una y otra vez como un mantra apenas y fueron registrados por Ursula que en el peor de los casos les abría dado cualquier significado excepto el correcto.
Fue cuando los deliciosos gemidos productos del orgasmo comenzaron a apagarse en la garganta de la pelirroja y mucho antes de que descubriera la horrorosa blasfemia de la que había sido victima ya estaba muerta.
Elena se incorporó y despreciando el ahora inútil recipiente de la esencia de Ursula dejó que ésta resbalara por el costado de la cama hasta el piso, el ruido seco del cráneo al estrellarse contra la alfombra en nada inmutó al parásito, en su defecto se acercó al espejo de piso a techo frente a cuarto de baño y sonrió, mas bien, dejó que su cara se deformara con un rictus de triunfo mientras lentamente se recogía la falda hasta descubrirse el coño.
Frente al espejo aquella palpitante vulva rosada y perlada de flujo parecía no tener nada de particular sin embargo, en su rostro frente al espejo el asqueroso mohín antes de triunfo dio paso a una carcajada siniestra para luego comenzar a cantar:
-goodbye horses... I'm lying over you...
Ella no venía tan solo a coger como la última vez
Como una sombra anónima y autista consumía tragos en un bar del sur de la ciudad con razón social discreta pero precisa, por supuesto no se trataba de hacer de su visita un hábito, hacía falta un cantinero gordo con acento cadaqués para ello, hacía falta un amigo para comprometerse y hacer de la barra su hogar. De momento, conque hubiera whisky se las arreglaría.
Así y sin que una buena razón para ello quizás gracias al alcohol recordar la máxima de Billy the Kid: “siempre con la espalda cubierta por la pared y la mirada hacia la entrada mas próxima”, le hizo sonreír, algo muy pero muy raro por esos días. Que podía ella, Haydee Ballhaus de profesión bruja agnóstica tener en común con el célebre Kid?; poca cosa, había matado a mas de los que podía contar y con toda seguridad, mas de un par codiciaría su muerte. Como antiguo agente de Tageslicht había metido la nariz en asuntos que no le concernían en lo absoluto, se había entrometido en muchas cosas sin tener una buena razón para ello ya no digamos una causa justificable, había asesinado sin pudor –ni emoción- alguna, permitido mas de una atrocidad por el “bien común” y todo sin que se le espantara el sueño.
Por todo ello y aún por lo que ni siquiera ebria se permitiría admitir era que la cordura le dictaba casi como obligación la necesidad de cubrirse las espaldas sin embargo, ella prefería la barra y de espaldas a la entrada y en el extremo izquierdo para no variar.
A diferencia de Billy the kid, ella contaba con una percepción para los problemas muy superior al promedio. Si fuese hombre... si en lugar de un par de tetas calibre doble DD, si en lugar de un par de nalgas que la misma Niurka envidiaría, si no tuviese estrías en la panza chelera desbordada por el pantalón de talle bajo... si tuviese testículos en lugar de un coño sonrosado y suculento... si tuviese un escroto peludo y arrugado y no las maravillas de las que era poseedora, entonces esos, -en realidad- “esas inútiles bolitas” símbolo patente de la masculinidad mal entendida se le habrían subido hasta el cuello pero no, dado que no poseía nada de lo último sino todo lo primero, tan solo el vello de su nuca se erizó y entonces supo (aún dentro de la nebulosa alcohólica en la que navegaba desde hacia un buen rato) que alguien buscando problemas había entrado al bar, para ella una escena recurrente, un fantasma del que no se sorprendía y mucho menos angustiaba.
Dio un sorbo largo al vaso de whisky y un rostro familiar ocupó el asiento libre a su lado, nuevamente sonrió producto del combo provocado por el vapor soporífero de la malta en su paladar y del deja vu que para entonces experimentaba.
-Te sorprende verme querida?.
-La verdad si, olvidaba lo afortunados que son los de tu clase.
-Te refieres a los vampiros?.
-No, a los imbéciles.
-No estas de buen humor por lo que veo.
-No estoy de cualquier tipo de humor... para ti ni para nadie, no ahora... me duele la cabeza y sabes, no me ha bajado, lo que menos necesito es un montón de problemas porque no creo que vengas solo a coger como la ultima vez y aunque así fuera, hazte un favor y lárgate quieres?.
-Tienes razón, no vine a coger... aunque me apetecería ayudarte con tu problema, bueno como sea, tengo un trabajo.
-Ya no hago eso, se acabó sabes?.
-Entonces acepta caridad, hay gente que se muere.
-Ahora si estoy conmovida, un vampiro con sentimientos¡ pero sabes, Anne Rice te ganó la franquicia a nadie impresionas si comienzas a gimotear así que no pierdas mi tiempo con eso.
-Sabes no lo entiendo de veras que no, con ese rostro tan lindo no entiendo como puedes ser tan perra.
-Respirar querida, el secreto está en respirar oxigeno, algo que tu deberías hacer mas a menudo, se te nota azul.
-Precisamente de eso quiero hablarte, muchas hermanas han muerto en las últimos semanas, es discreto pero consistente y no creo que se detenga.
-Crímenes de odio?, no es mi línea, por si no lo sabes lo mío no es hacerle al héroe... con el culo tan gordo que tengo crees que me vería bien en spandex?, no mames¡.
Con la celeridad propia de un vampiro Lena arrojó el vaso de whisky de la bruja hacia el piso, mientras ésta como única respuesta dirigía una mirada o algo parecido a una mirada al encolerizado vampiro. Entre tanto el cantinero fingía demencia, lo que hubiese entre aquella tetona ebria y la darketa recién llegada no era asunto suyo en tanto no hicieran destrozos.
-Derramaste mi taza de té... pero eso nada cambia las cosas, búscate a otra que haga el papel de héroe o mejor aún hazlo tu misma para variar.
-Hay magia Haydee, magia rara... magia que deberías ver.
-Los vampiros no hacen juego con la magia verdad Lena?, me da gusto que aprendieras la lección y sabes te entiendo, te preocupa la gente pero te preocupas mas por ti misma, una reacción muy humana supongo.
-Entonces que vamos a hacer al respecto?.
-Tu no vas a hacer nada, nadie va a hacer nada... yo? Voy a seguir chupando hasta que muera¡, después quien sabe...
Una miradilla furtiva
Haydee entró en el minúsculo cuarto de mosaicos, deprisa y sin el menor decoro, afuera y guareciéndose de la lluvia bajo el techado improvisado en láminas de asbesto el hombre de traje verde y corbata de rayitas pensó que si a él también le esperase una chica desnuda detrás de una puerta igualmente actuaría con premura, después de todo para que extender cortesías cuando éstas ni son pedidas y mucho menos necesarias?. Con tan profanos pensamientos en la cabeza el hombre encendió un cigarrillo y disimuladamente fingió no ver que la mujer cerraba la puerta corriéndole el seguro, si bien era morboso como el que mas, había cosas para las cuales no tenía interés y mucho menos estómago, esa era la razón y no otra por la cual coloreaba su trabajo con buenas dotes de sarcasmo.
Una vez detrás de la puerta Haydee invirtió un par de segundos en recorrer el cuarto con la mirada no encontrando en el proceso nada en especial... además de la mujer desnuda como exclusiva y solitaria ocupante no había nada por lo cual debiera preocuparse al menos no tan pronto, después?, Quien podía decirlo, tratándose de mujeres ella tenía por política el siempre ponerles las manos encima antes de agitarse por las consecuencias.
Recorrió con la punta de sus dedos índice y anular desde los tobillos hasta la enunciada curvatura de las caderas, el viaje de su falange inquisitoria se hizo débil mientras su corazón se aceleraba a chingomil revoluciones por minuto pues no era para menos, aquel cuerpo en otras circunstancias habría sido un suplicio difícil de manejar. Conforme pasaba de la depresión de su cintura al ensanchamiento de la espalda notó la elegancia con que la naturaleza había dotado de pecas los omoplatos y aún hasta la parte alta del cuello. El cabello de un rojo cobrizo impecable se encargaba de resaltar aquellas imperfecciones que pese a serlo le daban a la espalda color rosa pálido un aire de distinción exótica.
Por alguna razón, quizás simplemente obedeciendo a un enfermo impulso voyeurista, atisbó en la entrepierna de la chica y entonces al descubrir un coño totalmente afeitado sonrió, aquella no iba a ser la mejor forma de descubrir si se trataba de una pelirroja natural o una hija putativa del “Miss Clairol”, entonces todas y cada una de sus líneas de expresión volvieron a su sitio porque el hecho de que aquella chica fuese o no pelirroja natural carecía de la mas mínima importancia, no estaba ahí para preocuparse por banalidades.
Revisó con detenimiento el cuello, los hombros y los pechos, siguió la línea del abdomen sin encontrar nada que la inquietara, revisó cada tramo de su cuerpo desnudo “leyendo” con las palmas de sus manos la mayor parte del tiempo y a veces tan solo con la punta de los dedos según lo exigieran las circunstancias... luego y solo hasta que estuvo convencida cuando no satisfecha volvió a respirar, la muerte de aquella chica no tenía nada de sobrenatural, se trataba simplemente de unos sesos desparramados sobre la morgue como cualquier otra victima abatida por arma de fuego.
Alerta ante el hecho de que no había nada en aquel cadáver que pudiera interferir con el ritual que pretendía efectuar esa noche colocó parsimoniosamente el trasto en el borde de la mesa de exploración. Luego, tras calcular la posición media del esternón y ubicar la curvatura de las costillas levantó el cuchillo de obsidiana cuidando el ángulo pues no deseaba desgarrar mas de lo necesario, entonces con una naturalidad aterradora asestó un golpe seco contra el pecho, luego otro y otro mas hasta que la cavidad torácica de la chica quedó reducida a un abismo.
Haciendo a un lado las astillas de hueso buscó a mano desnuda y tras hallar el músculo se asió a el con una mano mientras conseguía algo de apoyo sobre el pecho con la otra, entonces dio un tirón hacia afuera y el corazón cambió en un instante de residencia.
El cigarrillo no acababa de consumirse y seguramente no lo haría sin ver a un par de sus amigos con filtro hacerle compañía cuando el hombre en traje verde vio salir a la extraña mujer del cuarto de evidencias. Trago saliva y haciendo acopio de valor, del tipo que no se tiene comúnmente fue a su encuentro, lamentablemente había dejado de llover de tal suerte que no podía pretextar a la lluvia como una buena excusa para despacharla rápido. En ese momento pensó como no lo había hecho nunca, si Perseo se habría sentido como él tan solo por un momento.
-Es todo?.
Preguntó el hombre evitando al máximo el contacto visual, no es que estuviese dispuesto a admitirlo pero aquel par de ojos verdes le intimidaban al grado de no saber si se trataba de repulsión, miedo o algo que no podía siquiera definir... por otro lado aquel par de tetas eran dignas de correr el riesgo de una miradilla furtiva pero y si eso lo convertía en piedra como en los cuentos?.
Haydee no se molestó en contestarle pues era mejor así, subió a su auto, el mismo chevy morado que conducía desde hacia un par de años y tras dar un largo trago a la botella de whisky adormilada debajo del asiento del conductor abandonó el MP a toda velocidad; eran cerca de las 2 AM cuando borró el hechizo de obediencia sobre aquel ridículo agente del ministerio publico vestido con traje verde y corbata de rayitas... sería una horas mas tarde cuando el burócrata ante la espantosa profanación del cadáver en custodia y sin tener a la mano una explicación razonable para ello se vería obligado a dar fe que la occisa además del impacto con arma de fuego había llegado con traumatismo severo en tórax.
Tan solo un producto de los medios
Mirando con insolencia al grupo Elena llegó a la reflexión que la vanidad era sin duda su pecado favorito, asumiendo que creyera en los pecados y que aquellas tonterías tuviesen para ella algún valor digno de consideración.
Era entonces la vanidad, además de aquella otra “cosa” la que la impulsaba a seguir día con día a pesar de las consecuencias aún no dictaminadas, era la sensación de sentirse admirada, envidiada y hasta deseada la que le movía de vez en vez y cada ocasión con mayor frecuencia a visitar las islas de CU, era la vanidad implícitamente obligatoria de su condición como mujer la que le coersionaba a inspeccionar los campus universitarios en busca de “presas”, a actuar con descaro al robar un beso, a meterse entre parejas estables a veces como un trio las más como un factor de ruptura, a llevarse a la cama a una buga solo para demostrarse a si misma que era “ella” tan femeninamente perfecta, tan asquerosamente atractiva y deseable que aún la chica mas recta sobre la tierra no podría resistirse a su encanto.
Regresó la mirada al grupo, tres chicas de no mas de 18 todas hermosas y perfectas, copias exactas una de otras y a su vez calcas de un arquetipo cool que nadie en su sano juicio se atrevería a cuestionar como valedero. A medida que las estudiaba y se dejaba estudiar por ellas se percató que no había en aquel grupo un ápice de estilo propio, de una identidad, como muchas eran tan solo producto del libre mercado, del efecto Belinda, de los medios, de la incesante publicidad... pero sobre todo se percató, mas bien se embriagó con la libertad sexual que emanaba del grupo y sobre todo de lo que era evidente, acostumbraban compartir entre ellas sus afectos lo cual por supuesto le era por completo irresistible.
En medio de sus reflexiones una de ellas quizás la líder -porque las masas necesitan un cabecilla- le ofreció a la distancia y con exquisita discreción un cigarrillo de mota. Elena sonrió, con esa sonrisa suya de Marco Antonio Regil y aceptó de buena gana la invitación. 15 segundos después le metía mano a la niña mientras el resto se pasaba saliva de boca a boca. Eran las mil ochocientas horas cuando en grupo abandonaron ciudad universitaria rumbo al departamento de Elena.
Bajas aceptables
La invulnerable luz artificial en el espectacular de ropa femenina se colaba impertérrita por el ventanal de la habitación. Desde esa posición aquel anuncio de dimensiones colosales concordaba a la perfección con el homenaje a la feminidad que Elena rendía día con día al hacer posible su existencia como una mujer aun cuando no hubiese nacido siendo un producto con un par de cromosomas X.
De manera impulsiva abandonó la cama aún caliente de sexo y humedad femenina yendo hacia el frío cristal del ventanal para luego virar la mirada hacia el lecho admirando la escena. Entre el acogedor sitio recién abandonado yacían los enredados cuerpos de las tres universitarias mientras en el piso, sin que supiera bien a bien quien era o como es que se había unido a la fiesta una cuarta chica también desnuda como el resto hacía parecer a la alfombra el lugar mas acogedor sobre la tierra.
Con una sonrisa de innegable satisfacción se llevó la mano hasta el coño sintiéndolo palpitar con una enrarecida mezcla de flujo vaginal y saliva de procedencia deliciosamente imprecisa. Miró el filante puente de cristalino néctar entre sus dedos y tras oler un poco de él supo que concentraba las esencias vitales de todas menos una de las presentes. Apoyando su mano sobre el cristal dejó constancia de sus huellas húmedas de flujo y entonces regresó hacia la cama.
-Zwei Seelen unter meiner Brust... –dijo el monstruo de manera despreocupada, casi como si se tratase de simple retórica. -Zwei Seelen unter meiner Brust. –repitió una vez y tan solo para asegurarse que aquella infamia había sido pronunciada en voz alta. Entonces con total desparpajo continuó recitando y en cada ocasión dirigiéndose a una chica en la habitación.
-Ich bin ein schönes Zweigeschlecht, zwei Seelen unter meiner Brust zwei Geschlechter eine Lust.
Continuó y de pronto, aquello que tanto atesoraba y que de momento le era por completo inútil comenzó a fluir de los cuerpos inconscientes de las chicas, almacenándose en una parte oscura y oculta de su cabeza... era la primera vez que se alimentaba de mas de una mujer a la vez y la sensación aunque extraña y ruidosa era placentera, casi tanto como para no prescindir de ella en una ocasión posterior. Pasados unos segundos las imágenes de vida de los cuatro entes se entremezclaron en una maraña mental que acabó por sumirla en la inconciencia. Ya podía sumar cuatro hermosos cadáveres frescos a su larga lista de bajas aceptables.
Ometecuhtli-Omecihuatl
La bruja aparcó el auto frente a la “depositaria” y aún dentro de vehículo sintió los redondos y penetrantes ojos muertos buscar su cuello, las fauces entreabiertas con aquellos incisivos superiores curvos, afilados y de puntas hacia fuera le parecieron ansiosas por su cercanía. Tuvo que dar un trago mas a la botella a medio vaciar antes de tomar sus herramientas y fue necesario un sorbo mas para que hiciera a un lado su repulsión pues esa y no otra era la sensación que le provocaban los muchos corazones y colgajos de plumas de quetzal con que adornaba aquella cosa ambos lados de su enagua.
Miró con desarreglo, casi como si hubiese sido la primera vez que notaba aquel pecho con sus colgantes corazones en medio de cuatro manos abiertas hacia afuera, como si nunca hubiese reparado en que los brazos pegados contra el cuerpo parecían tener los antebrazos flexionados y las manos y pies armados con zarpas inhumanas, al igual que los hombros y codos lo estaban con garras de tigres y ojos de águilas.
Aquella “cosa” era apenas una replica del monolito original el cual al estar dentro de una zona federal de alta seguridad quedaba por completo fuera de sus posibilidades, sin embargo, tenía que reconocer que de la misma manera en que una simple copia era lo suficientemente fiel como para provocarle nauseas también lo era para soportar el ritual de invocación. Echó un vistazo al interior del recinto y como había hecho tantas otras veces esparció en el ambiente una poción de valeriana y melisa, tan solo un velo mezcla de somnífero e indiferencia que le permitiría actuar sin ser vista.
La bruja depositó la unidad de congelación en el piso y luego, colocó un pequeño altar de flores al pie de “la comedora de inmundicias” rociando sobre el corazón recién extraído un chorrito de sangre de su propia vena cercenada; mientras el rancio músculo comenzaba a latir de nuevo recuperando lentamente su poderoso palpitar recitaba una jaculatoria en náhuatl y a su mente llegaron sangrientas imágenes de otros tiempos, de cuando Moctezuma I era el emperador mexica y para apaciguar la sed de los dioses podía llegar a sacrificar en dos días hasta veinte mil víctimas humanas... pero esos eran otros tiempos, tiempos pasados, algunos dirían glorias.
Por supuesto, ella no era un Tlatoani, tan solo apenas Haydee Ballhaus, una bruja alcohólica, agnóstica, neurótica y bisexual sin embargo, todo eso no impedía que la magia funcionara tal y como lo había hecho 5 siglos atrás. Así, en un momento la falda confeccionada de serpientes comenzó a moverse como si el viento la agitara y las cabezas viperinas apuntando hacia abajo lucieron ojillos rojos como de rubí de cuarzo, el cráneo de órbitas llenas y mirada desafiante ubicado sobre el cinturón de serpientes cobró algo que emulaba a la vida, porque el cráneo en el ombligo era Coatlicue, la insaciable deidad nahua que se alimentaba de los cadáveres de los hombres, la diosa de la tierra y de la muerte, cuyo cuerpo se proyectaba al frente entre los muslos, desde el bajo vientre hasta los pies, con su boca abierta hacia el abismo.
-Ometeotl Omecihuatl... Tonántzin.
Dijo Haydee con mas reverencia de la que creía posible fingir frente a un dios, entonces éste en medio de una niebla rojiza que emanaba justo del basamento comenzó a hablar en su propia lengua.
-No reconozco en tu sangre el linaje de ninguno de mis hijos los Tezcatlipocas, tu no tienes ninguno de los cuatro colores de las cuatro razas que pueblan al mundo, entonces como es que puedo escucharte y como es que puedes entenderme?.
Como única respuesta la bruja miró fijamente hacia la piedra suponiendo que aquella la reconocería sin mediar palabra alguna y tal como conjeturaba, aquella la reconoció pues no era la primera vez que cruzaban miradas.
-Ahora te recuerdo y como antes te pregunto: por que me atosigas ojos de jade?, no es suficiente punición que mis hijos me hayan olvidado para adorar a un dios que los ignora, que me depositasen aquí y de la misma forma en que se deja a la intemperie un tepalcate, como para acogerte cuando tu no desciendes de Huehueteotl, el Dios Viejo padre de los dioses y de los hombres?.
-Porque Tonántzin, tu que has amamantado a los dioses y a los hombres por donde yo los vea tu los conoces, todos ellos son tus hijos, y por eso te llaman "nuestra madre", Tonántzin,
Teteoinan, "la madre de los dioses", y Toci, "nuestra abuela". Tu que comes la carne de los hombres y bebes de sus soles eres la única que puede decirme, Tonántzin, quien si no es que eres tu quien está devorando las almas de mis hermanas por la noche? Quien se roba su esencia dejando sus cuerpos tan vacíos como nido muerto de quetzal?. Tuyo es el reino de la muerte, tu entiendes la duplicidad como ningún otro, Ometecuhtli-Omecihuatl, Señor y Señora de la dualidad, de tu divino principio duplo, masculino y femenino emanó todo el universo dime, tu que eres dios y diosa al mismo tiempo dime quien es el devorador de almas y por que de mis artes se esconde?.
-No se nada de eso que llamas “almas”- replicó la piedra -pero cierto es que todos vienen a mi y todos lo habrán de hacer algún día y he visto en algunas de mis hijas, en “esas” a las que tu llamas hermanas el vicio, la envidia, el vacío profundo de uno que está hambriento pero cuya hambre no es de carne ni de sangre, suya es el hambre de los que nada tienen pero todo lo codician, de los que son devorados por los celos de todo lo que no tienen y no habrán de tener jamás aún arrebatándolo de los que si poseen esa virtudes tan deseadas... Pero ya que pernoctada estaba yo hasta que viniste a importunarme nada se de otro abismo que no sea mi propio despeñadero pero hija, ojos de jade en los cuales me miro complacida pues se que hay sangre en tus manos solo esto puedo darte por respuesta: busca en las tierras del este, ahí donde antes florecían los hombres del maíz en los tiempos de Tenoch, busca en la envidia de uno que no es quien dice ser, el que antes era y ahora está ausente, sigue la peste de su codicia, busca en lo que he escuchado tu gente llama Gorelia, pero sobretodo y por los tlacuilos que me dieron ésta forma para que fuese reconocida por mis hijos, no vengas a mi de nuevo o seré yo quien codicie el brillar de tus ojos, o seré yo quien te devore en un descuido.
Un mala película de ficción erótica
-Yo te conozco, eres la bruja alcohólica que hacía el trabajo sucio de los iluminados en el centro, te sorprende que lo sepa?, eran basura y por ello me alegro que estén muertos.
Haydee no se molestó en contestar, se había acostumbrado a esa nueva actitud de la escoria envalentonada, misma que hasta hacía algunos meses se habría cagado en los pantalones tan solo de escuchar el nombre de la gente que ella representaba. Tampoco se molestó por ella misma, si bien era cierto que aquellos cuatro años en Tageslicht habían sido los mejores en mucho tiempo, ya que como nunca antes se había sentido casi útil y menos una carga y mas como una fuerza de la naturaleza, también había aprendido a odiarlos, a esos eternos manipuladores indignos de confianza y respeto, ellos se habían ganado su desprecio a pulso y muy en el fondo se alegraba de su ausencia como el que mas.
-Así que de eso se trata ahora?, -continuó diciendo el adalid -eres el solitario gran cazador blanco¡ estoy temblando perra... ¡Retírate de mi presencia, guárdate de volver a ver mi rostro! Pues el día que veas mi rostro ¡Morirás!.
-Reserva tus maldiciones para quien puedas impresionar, guárdalas o haré que te las tragues. –dijo Haydee despreocupadamente al mismo tiempo que del bolsillo sacaba una cajetilla de mentolados -Estoy buscando a uno de tu grupo, porque veo un lugar vacío y ustedes son solo cinco, donde esta?.
Seis efebos (uno por sitio reservado en la sala) observaban la escena desde las alturas, colgados de una colección infinita de cables y conexiones improbables, sus vestimentas al igual que la de los cinco entes alrededor de la mesa parecían salidas de un mala película de ficción erótica; dejaban al desnudo aquellas partes de los cuerpos que precisaban de la desnudez mientras máscaras de cuero negro ocultaban apropiadamente sus rostros. El látex y cuero ceñido le recordaban a la bruja la indumentaria de ciertos dioses procedentes de otra dimensión, lo que de ninguna manera le causaba gracia.
Debido a ciertos eventos de carácter reciente había sido borrada la extraña marca en su cráneo sin embargo, las heridas que acaecían por años de abuso eran mas profundas que cualquier tatuaje, en consecuencia la compasión no sería para ella ni siquiera una opción.
Con desprecio uno de los entes accionó el control en su muñeca, entonces un zumbido eléctrico precedió a la sacudida entusiasta del efebo a sus espaldas quien por simple acto reflejo al ver estimulada su próstata con una descarga eléctrica controlada eyaculó de una sola vez a manera de copiosa marejada blanquecina. Haydee siguió con la mirada el viaje del esperma desde el sistema de enlace traslucido –unido por quien sabe cual blasfemia al miembro viril de aquel pobre infeliz- hasta caer directamente en una copa de cristal cortado misma que fue bebida de golpe por el freak.
-Fick dich¡.Exclamó el ente.
-Como quieras... bugger this, I want a better world¡.
Gritó la bruja y de la articulada instalación eléctrica nacieron furiosas descargas vibrantes rodeando al grupo, al momento tres de los cinco freaks gritaron de pánico mientras el resto se mostraba impasible. La tormenta eléctrica casi hacía blanco en los extraños trajes de látex cuando uno de ellos –el mas paniqueado quizás- chilló.
-Zwitter, se largó que mas quieres?, era una mierda el bastardo no lo necesitamos por que habríamos de saber donde esta?¡¡.
Nuevamente la impavidez de la bruja le llevaba a encender el cigarrillo con toda calma y cuidando en todo momento la flama en el encendedor. El tirol en las paredes comenzaba a desprenderse dejando ceniza aún caliente a su paso cuando para todos fue evidente que la mujer no se detendría hasta obtener respuestas, los infelices colgados de los arneses eran los que llevaban la peor parte ya que al estar conectados a la instalación eléctrica por el recto recibían de lleno la furia eléctrica, el resto permanecía agazapado en sus asientos y se limitaban a mirar con horror el siniestro baile de muerte que emitían las lámparas y cables pelados por la electricidad y el balancear de cuerpos achicharrados.
-Zwitter¡. Reclamó Haydee mientras los antes efebos con sus artefactos eléctricos metidos en el culo emitían una insoportable peste a carne quemada. Cuando la primera masa de carne negruzca y pestífera se estrelló contra el piso dejando trozos muertos aquí y allá Haydee consiguió todas las respuestas que era posible obtener.
Aquellos bastardos -cuando menos los que permanecían con vida- había cantado todo lo que sabían y hasta lo que nunca imaginaron que podrían cantar a coro, Haydee rió con esa risa de los que saben acaban de pasarse de lanza al recordar como se había escuchado “la morenita de Pedro Infante” interpretada por un grupúsculo de maricas de quinta ataviados como supuestos duros practicantes de las ciencias ocultas. Sin duda aquella visita a Gorelia había salido mucho mejor de lo que esperaba.
Por otro lado había mas respuestas por buscar y que no iban a ser tan fáciles de conseguir, entre otras: que clase de pieza era Lena en el juego?, que interés podía tener ella –un vampiro- en el actuar de un mago limpiando de “hermanas” la noche?, acaso temía a la competencia?, a la expansión?, había eliminado a alguna amante o prospecto de familiar y la magia le impedía la venganza?, por que los medios se habían encargado de ignorar la relación entre las víctimas?, acaso un asesino serial era una mancha que no se podía permitir en “la ciudad de la esperanza”?.
Poca cosa considerando la plusvalía
No hizo falta mucho esfuerzo para fingir la sonrisa estúpida de todo ebrio a mitad de una fiesta buscando sexo, ese tipo de mirada que aún en una mirilla de puerta se reconocía bien y que alguien habituado a pescar todo lo que cayese en la red seguramente reconocería y no podría rechazar.
Elena abrió con cautela aún con la cadena de seguridad puesta y como cualquiera en su situación inspeccionó a la extraña quizás con mayor énfasis en las partes que necesitaban de mayor atención, por supuesto sin mayor pudor o preocupación perdió la mirada en aquel escote mas profundo que el gran cañón del colorado, se dejó cautivar por aquel par de tetas que pedían a gritos ser chupadas, por los pezones que traspasaban impúdicos la ropa en un claro pretexto exhibicionista, en aquel par de ojos verdes inyectados de rojo alcohólico... en todo eso que le sugería sexo promiscuo, sin compromiso y sobre cualquier otra cosa delicioso.
El monstruo autodenominado Elena se dejó perturbar por las caderas que no parecían acabar nunca, por la arracada en el ombligo que era promesa de delicias y sensaciones, en la dulce lonja de grasa escapando entre el límite del pantalón excesivamente entallado y la camiseta aún mas entallada pero sobre todo, por la botella de whisky importado que servía las veces de cover-carta de presentación y que la mujer de ojos verdes blandía en el aire a mitad de un colapso jactancioso.
Haydee fingió cierta risita nerviosa y dio un trago a la botella de color verde cuando la puerta se abrió. Su aliento no destilaba galena era casi alcohol puro cosa que pudo acreditar fielmente Elena cuando sus labios fueron invadidos por los de la recién llegada, cuando recibió el trago de whisky de la boca de aquella extraña chica con paliacate en la cabeza, cuando sintió como la lengua quemaba la suya.
Aquello ocurrió tan de prisa que no tuvo espacio para maniobrar, la impresión de sentir unos pechos gigantes aplastarse contra los suyos le impidieron reflexionar acerca de quien era o como es que había llegado hasta su departamento lo que en ultima instancia le importaba casi nada, no había despertado hacía un par de horas con una chica en el suelo sin siquiera saber donde la había levantado?. Esos vacíos de memoria eran quizás el mayor inconveniente de robar almas, a veces se vivía la propia, a veces la “de alguien mas”. Poca cosa considerando la plusvalía.
Así y de momento todo se resumía a como iba a meterla en la cama, ya preguntaría después los “comos”, los “cuandos” y quizás hasta los “por ques” si le venía en gana hacerlo. Entonces en el breve instante en el que se corrían cremalleras, que se deshacían de panties y medias, que se registraban con nerviosismo coños afeitados y pezones mas duros que el mármol, cuando los besos se hacían cada vez mas osados; en el instante en que los pechos estuvieron fuera y el ambiente se llenó de lo que aquellas dos mujeres “eran”, Elena recibió un fuerte puñetazo en el pómulo al que le siguió una incontable lluvia de madrazos en cara y abdomen. Por completo desconcertada y lidiando con el dolor la criatura se vio a si misma recibir cualquier cantidad de golpes e incluso patadas y rodillazos sin consideración alguna para finalmente ser coronada con un botellazo en pleno rostro.
Sangrando en carne viva el monstruo al fin entendió que aquellos pechos saltarines sobre su cara habían sido tan solo un ardid para acomodarle una madriza de campeonato, por lo que midió distancias, planeo una y mil formas de efectuar una venganza con el máximo de daño físico y tras gritar en una lengua inhumana contraatacó con una imprecación hostil... pero su oponente era Haydee, de oficio bruja agnóstica y si alguien sabía de magia rara, de conjuros improbables, de hacerse un lado en el momento adecuado a la vez que lograba matar a un cretino lentamente y de manera por demás elegante, seguro había miles o millones mejores que ella pero de momento no había nadie mas.
Tras esquivar una ráfaga de ácido salida directamente del culo del demonio diarreico dibujó en su cabeza y sin mediar palabra alguna cierta imagen, ni siquiera un rito complicado, una maldala en lenguaje antiguo e incoherente tan solo la estampa de un oscuro lord inglés, un tipo enfermo y extraño llamado Carter. Luego una luz amarillenta hiriendo los ojos y un signo que no se podía distinguir pero que cerraba el trato.
-Be thankful that’s all I do to you, you toerag.
Dijo la bruja de los ojos verde dólar en lo que era el girar de una llave sobre la cerradura, una que se cerraba para no abrirse jamás, la de la muerte en el vacío de la magia. La criatura golpeó una celda que no podía ver pero que dejaba respirar, que permitía vivir pero sin magia de ninguna especie –aún la desconocida pues tal era la virtud/vicio de aquel mórbido lord inglés -seguramente aguantaría por un tiempo prolongado pero sin duda finito. Carter no tenía concesiones de ningún tipo para los bastardos, mucho menos para los malditos bastardos.
Nadie se levanta cuando le pegan dos tiros a quemarropa
Elena se desvaneció derrotada dentro del cubo impracticable y ya sin magia de pronto la fuerza comenzó a abandonarla, la lozanía de su piel se perdió, el lustre del cabello se fue sin dejar rastros y al deterioro físico le precedió el emocional.
-Las mujeres nos han convertido en sus imbeciles históricos, -comenzó a gimotear Elena sintiéndose perdida, eso le gustaba a Haydee, cuando el bastardo reconocía que había sido pillado y no tenía mas que confesar los crímenes como si se tratase de la lista de compras -juegan a que son mas débiles pero viven como 12 años mas, dicen no tener un lugar en la sociedad, que son oprimidas por el yugo machista y tienen de su lado a los medios, a la publicidad, todo gira en torno a lo que son, compran, hacen o se dejan de poner.
-De que carajos hablas?. Replicó Haydee sabiendo de ante mano que aquella criatura demacrada y con claras evidencias de cirugía mayor en partes estratégicas del cuerpo no era la misma que le había abierto la puerta y si le hubiese dado un poco de tiempo, hasta las piernas, no la misma que la había besado con tal fuerza como para cortarle la respiración, aquella belleza que provocaba hasta náusea se había ido con toda la demás magia y se había ido porque era falsa... era un eco de las almas hurtadas de las 8 mujeres asesinadas en las últimas semanas, aquellas que se habían archivado de manera oficial como “decesos de naturaleza inexplicable” y que no obstante merecían tener un esclarecimiento razonable
-De que hablo?, es obvio que no sepas de que va el asunto porque te hacen falta huevos para ello, yo lo sabía y por eso los mandé fuera de mi cuerpo, aquí entre nos sabes lo que cuesta extirparlos?, lo que duele que te reconstruyan el sótano?, el dolor de verse al espejo y saber que las cirugías fueron perfectas pero aún así te sientes como un jodido frankestein mental? Porque no importa como luzcas lo que hay en tu cabeza no lo cambia una putañera cirugía de mierda, con dinero puedes conseguir unas buenas nalgas pero lo que hay acá adentro... –Y Elena golpeteo con el índice su sien.
-Para solventar el deseo te hacían falta almas. –completó Haydee de manera apresurada.
-La masculinidad quedó rebasada en este siglo, el hombre-rey ha muerto... los gobiernos son mas nada, una burla del poder de antaño. Quieres poder?, mira hacia fuera... votamos por el cambio y tres años después nos venimos a dar cuenta que nos dieron si pero el cambiazo, el chirrión por el palito, el charro valentón era un puto mandilón de mierda detrás de su Martita, ella es quien nos gobierna desde las sombras, alabar al machote que de tanto tallarlo se hizo puñal?, quieres que alabe eso?, que luche contra eso?, a la mierda el estilo de vida metrosexual¡, ustedes fuman mas, beben mas, una sola da las diez y las malas a cualquier hombre y como si no fuese suficiente tienen la prerrogativa de la promiscuidad con la mejor de las excusas: es parte de su naturaleza ser una puta; escupo en ustedes animales falibles, -y tal como había dicho escupió pero el gargajo no alcanzó atravesar la barrera infranqueable de lo ignoto, aquella era una prisión que dejaba entrar pero no permitía salir -la invalidez mental es la coartada para cualquier error de cálculo predeterminado y si eso no basta siempre se le puede echar la culpa a un hombre... estaba hasta la madre de eso, de ser el culpable, el que lleva los pantalones, el que no la puede cagar porque se supone que tiene que ser perfecto porque dicen que el mundo le pertenece, putamadre¡¡¡ somos el chivo expiatorio de la humanidad y a nadie le importa, nadie parece darse cuenta, ya no se puede ser hombre y vivir en este siglo por eso quería era ser como tu, como ellas, como todas ustedes malditas perras un miembro de la casta dominante y todo era tan perfecto¡ que había de malo en ello?.
-El asesinato te parece poco?.
-Y que?, acaso son tus difuntas?, nadie te mete en este asunto nadie culparía al tigre por sus muertos, todo es conforme a la naturaleza, el fuerte vive y al jodido se lo chingan, o se muere o se transforma, se quiere o se mata en este mundo no hay mas que de dos sopas.
-Nadie culparía al tigre el pedo es que tu ni a gato bodeguero llegas...
Entonces dos tiros calibre 9 mm, uno en la nuca otro de canto en el cráneo porque nadie se levanta cuando le pegan dos tiros a quema ropa, mucho menos cuando estos fijan de lleno haciendo escurrir la materia gris como inquilino de barro extirpado por adolescente frente al espejo del baño. Nadie se levanta sin cabeza al menos no cuando está encerrado en un cubo Carter.
-Que haces pendeja¡.
Gritó Haydee mientras el olor a pólvora inundaba el cuarto, de las sombras emergió la figura de un vampiro vistiendo gabardina larga con capucha, del tipo que usaban los jueces ejecutores de otro tiempo, tiempos viejos, violentos y sin gloria. Del borde de la manga sobresalía imponente el cañón humeante de un arma de manufactura sospechosa y que había escupido muerte, simple y llana muerte a la que ni siquiera se le podía llamar justicia. En el interior de la capucha un espectro de antiguos ojos amarillos vampiro de peluche ahora inyectados de muerte, muerte seca, muerte de tumba abierta.
-El lodo en esta porqueriza no era lo suficientemente profundo para los dos, -dijo Lena -solo había espacio para un monstruo en esta familia y ese tenía que ser yo, siempre había sido yo... en algo tenía razón mi hermano, nosotras somos la casta dominante y hay que disfrutarlo Haydee eso me enseñó la oscuridad, hay que gozarlo y quitar de en medio a quien chinga nada mas por chingar –el vampiro sonrió mostrando lúbricamente el par de marfileños caninos prefabricados -Mira que hacerse llamar Elena el muy pendejo, no si te digo que ya no hay creatividad en este pinche mundo.
-Como te conviertes en algo que odias?, que hace falta para que un misógino se haga la jarocha y salga a matar?, por que solo a chicas gay?.
-No sé que tal si lo discutimos con un trago?, De pronto manejar un arma me ha resecado la garganta.
El autor: nunlex