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Categoría: Confesiones

Así caí

Visitando estaba yo a una vecina y amiga, con la que teníamos cierta afinidad de amor, y siendo ambos de la misma edad, 19 años, todavía no nos habíamos animado ni yo, ni ella, a declararnos el amor que secretamente nos teníamos.

Solíamos pasar verdaderas eternidades charlando juntos, y tanto yo, como ella, nos mirábamos con un deseo por demás febril.

Aquella tarde, Virginia -que así ella se llamaba-, entra a buscar algo a su cuarto mientras yo la quedo esperando ahí, donde charlando estábamos, en el jardín, cuando oigo sus gritos enfurecida con su hermanita a la cual sorprende en la compu de su habitación, mirando páginas porno.

A los gritos la echa quedando ahí en pantalla lo que su hermanita miraba, y llamándome indignada para que yo viese con mis propios ojos lo que su cochinita hermana menor estaba mirando, me llama a gritos, mientras su hermanita, riéndose con la más cochina de sus risitas, saliendo iba de la habitación, mientras me guiñaba un ojo al cruzarse conmigo, que entraba acudiendo al llamado que su hermana me había hecho.

-¡Vení, vení y sentate aquí al lado, y mirá si esta cochina de mi hermana no es una grandísima puerca!!! -Me dice, mientras ahí en pantalla, una despampanante muchacha tenía a un hermoso chico amarrado y desnudo y lo estaba masturbando, mamando, y haciéndole atroces cosquillas, en una continua orgía dominante en la cual ella era la dominante absoluta.

Era, evidentemente, una página de Dominación Femenina... y yo, que secretamente fui siempre un apasionado del tema FEMDOM, quedé como perplejo mirando aquello, que ya, comenzaba ahí mismo a encenderme como a una iniciante hoguera.

Virginia tenía en su mano el control y miraba aquellas secuencias riéndose, y con el mando elegía distintas secuencias en donde la chica, enloquecía al muchacho haciéndole mil cosas. ¡Yo... ardía al lado de mi amiga!!!

-¡Pero mirá las coooosas que miraba esta mocosa!!! -Me decía mirando lo que allí se veía, y se reía mirando aquello. Y riéndose siempre, comienza a comentar lo que veíamos, y dice:

-Mirá cómo lo tiene al pobre muchacho... ¡jaja! lo está enloqueciendo a cosquillas y pajas, y encima lo está mamando... mirá cómo se retuerce y se desespera, él atadito e indefenso, ¡jajajaja!

Yo... ¡creía explotar en cualquier momento... ! Y mi amiga proseguía:

-Mirá... mirá... sacó la pija de su boca y le está haciendo cosquillas en los huevos con una mano, y con la otra le sostiene la verga apuntando hacia adentro de su boca bien abierta... mirá... le va a hacer saltar la leche... fijáte... ¡fijáte!!!

Y en aquella imagen de inmediato la verga inmensa de aquel caliente muchacho amarrado, comienzan a saltarle potentísimos chorros de semen que entran en la abierta boca de la muchacha que reía recibiéndolos, y Virginia largaba las carcajadas y me gritaba:

-¿Quéeeeee te diiiijeeee????!!!¡ jajajajajajaja!

Yo... sentía mi verga latirme ¡como si tuviera corazones adentro... ! Y mi amiga volvía la imagen atrás repitiéndola una y otra vez, y reía gozosa y hasta daba gritos de júbilo entre carcajadas grotescas y eligiendo otras secuencias, buscaba preguntándome:

-Mirá... mirá acá... acá, parece que lo monta desnudo, y pasea acaballada en sus hombros pajeándolo con las patas... mirá... vamos a ver...

Y efectivamente así era, y mi amiga no paraba de reír y reír, y siempre sus comentarios aderezaban el espectáculo ahí mirado.

De pronto, me dirige aquella pregunta que es una especie de comentario, con pregunta adosada:

-¡Mirá que existen cosas y cosas en esto del sexo... ! ¿Qué opinás vos... ?

Y yo, que estaba allí como una fogata sin que el fuego se viera, haciéndome como podía el muy tranquilo, le respondí como pude:

-Y.… son gustos, y hay que respetarlos...

Mi amiga se ríe y asiente lo que yo digo, y agrega siempre riéndose y mirando aquellas imágenes:

-¡Obvio que hay que respetar esos gustos! Ahora, yo opino: ¿Dónde, encuentra una mujer hoy... un chico que tenga esos gustos de dejarse hacer esas cosas???

Y le respondo:

-A mí, por ejemplo... siempre me gustaron esas cosas... imaginarme así sometido por una chica...

¡No sé de dónde carajo saqué coraje, para eso confesarle!!! Se lo dije... y sentí como si hubiera lanzado una bomba... La mirada de mi amiga, se quedó clavadita en mí, silenciosa y con cierta sonrisita de boca entreabierta... mirándome... ¡FIJO!

-¿Quéééé??? -Preguntó, rompiendo el silencio de segundos laaargos, que había hecho. Yo, sintiendo que ya había metido la pata y que ya no tenía aquello marcha atrás, firme y valiente como un heroico soldado que sabe que su accionar lo llevará a la muerte, le respondí:

-Lo que oíste, Virginia... a mí, estas cosas siempre me gustaron, y siempre soñé con que una chica me las hiciera...

No se puede explicar con palabras, la cara que mi amiga ponía mientras me miraba con una risita por demás puerca, al tiempo que sus hermosos ojazos se abrían enormes y su boca risueña se abría enorme también en una silenciosa risa creciente, y su mirada... parecía gritar que iría a ser yo, "su esclavo total".

Súbitamente púsose de pie para plantarse frente a mí de una manera ardientemente provocativa y como desafiante, preguntándome drástica y sádicamente sonriente:

-¡Te obligo a que inmediatamente me digas si lo que me confesaste es cierto, o mentira!!! ¡Ya!

Sus ojazos parecían echar fuego por la pasión lujuriosa que mi confesión le había generado. ¡Sí!  en ella, latía adentro una estupenda dómina que estaba en ella adormecida, y que en aquel momento ante todo aquello dado y yo ahí con ella y eso confesándole, sacó de ella su fuego más abrasador acorralándome en aquella inflexible pregunta, que de inmediato le respondí gozoso:

-¡Cierto, Virginia!!! Cierto, y más te digo: ¡Quisiera ser tu esclavo!

Sigo sin palabras, para poder explicar la cara de Virginia oyéndome eso decirle.

Había de todo a la vez en aquélla su mirada: sonrisa sádica... placer inmensamente indecible... fuego... crueldad lujuriosa... felicidad monstruosa... no sé qué más, ¡de todo!

Soltó una risita mirándome, y mirando a todas partes, me dijo en un tono apenas audible como en cómplice manera entendiéndonos:

-Tenemos un lugar para ir: la chacra abandonada de la tía Eva... allí te llevaré ya mismito en el auto, y allí te voy a hacer mil cosas. ¿Okey?

-¡Okey! -fue mi respuesta, y ya, se dispuso a salir llevándome de un brazo sacándome a los empujones de allí y riéndose, llevándome derechito hasta donde estaba su auto en el garaje.

Con atropellada rapidez me introdujo adentro del auto a los empujones mientras ella antes de sentarse al volante primero saltó frenéticamente eufórica junto a la puerta aplaudiendo y saltando, y sin demorar más, activó el control remoto alzando la puerta y saliendo el auto del garaje, y ya... pisó el acelerador, tomando la avenida y ya… como flecha salimos con dirección a la chacra de la tía Eva.

 

Me dirigía miradas con sonrisas por demás sádicas, y yo iba junto a ella ardiendo en mis más locos ardores sabiendo desde ya, que iba derechito "al matadero".

(Continuará)

Datos del Relato
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