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Sumiso de mi suegra y mi esposa (3)

En el anterior relato mi esposa y mi suegra me habían depilado y ahora no sabía que más se le podía ocurrir para humillarme



Me parece que este vestido cortó estará bien para continuar con su… tratamiento.



Ambas se acercaron a mí y Cristina me dio el vestido.



Ponte esto Ernesto, y rápido...!



- Tome el vestido con ambas manos y lo extendí, era un vestido de tirantes bastante corto, de color gris, me lo puse sobre mi cuerpo y me vi al espejo, era tan corto que me llegaba casi a la mitad de mis muslos, voltee a ver a Cristina pero no me atreví a reclamarle nada.



- Que esperas Ernesto, ponte el vestido…!!!!



Y sin más lo tome por la parte de abajo y lo metí por encima de mi cabeza y poco a poco lo fui deslizando hasta que entro completamente, y ya entre Pamela y Cristina me lo acomodaron y sí, me llegaba a la mitad del muslo, Cristina y Pamela se voltearon a ver y ambas soltaron la carcajada,



-Mira Pame, como se ve, te gusta...?



-Jajaja… eres tremenda mama,



- Sabes que Pamela…. el día de hoy lo vamos a tener sin medias y mucho menos calzones, nada más le vamos a poner sus zapatillas lo peinas y lo maquillas un poco, con eso será suficiente.



Y después de decir esto Cristina salió de la recamara, y Pamela me sentó frente al tocador y comenzó a maquillarme, como no tengo el cabello muy largo basto para que me echara un poco de gel y me peinara para atrás, después me puso algo de sombra en los ojos me enchino las pestañas y los labios me los pinto de rojo y en unos minutos mi rostro parecía el de una mujercita, después me calzo unos zapatos de tacón bajo y me paro frente al espejo, cuando me vi, me sorprendí un poco mi cara había cambiado y mis piernas se veían diferentes estando depiladas.



-Bueno pues ahora ve con Cristina a ver qué opina…!



Lentamente salí de aquel cuarto y vi que Cristina terminaba de hablar por teléfono, me pare frente a ella y en cuanto me vio, una sonrisa maliciosa se dibujó en su cara,



-Bien Pamela esta excelente...! Ahora hay que comenzar a educarlo, a ver Ernesto regresa a mi cuarto y dentro del ropero hay una maleta negra tráemela.



Di media vuelta y volví al cuarto abrí el ropero y en efecto, en un rincón estaba la maleta, la tome y volví a la sala, para eso Cristina y Pamela ya habían tomado asiento, y me acerque a un lado de Cristina, y le di la maleta.



- Bien Ernesto, ahora híncate aquí en medio de nosotras...! Rapidito...!



Me acerque al sillón y me acomode como Cristina me pidió, y en cuanto me tuvo cerca me tomo del hombro y me jalo hacia abajo quedando la mitad de mi cuerpo recargado en el sillón y mis nalgas expuestas, después sentí como Pamela llevaba mis manos hacia mi espalda y se apoyaba sobre mí, intentando inmovilizarme, una vez mas no podía ver nada, Pamela me tapaba toda la visión, y solo escuchaba como Cristina abría su maleta y comenzaba a sacar cosas que ponía sobre la mesa de centro,



- Bien Ernesto, pues ya sabes, te quedas quietecito mejor dicho quietecita jajajajaja…



Después sentí como se levantó, no sabía bien en donde se había parado, porque el ruido se seguía escuchando, pero no tarde en darme cuenta, ya que de pronto sentí como Cristina ponía sus manos sobre mi cintura mientras decía.



-Bueno pues te quiero quietecita... heeee, no me hagas enojar… entendiste…!!!



-Si Cristina como tú digas…



Después de que le conteste, sentí como tomaba el vestido de la parte de abajo y comenzaba a arremangármelo hasta la cintura, dejando mis nalgas expuestas, y comencé a sentir su mano recorrer mi trasero,



- Bien Pamela sin duda hicimos un buen trabajo,



- Claro acarícialo un poco, mira que suave se siente.



Pamela le hizo caso a Cristina y comenzó a acariciar mis nalgas.



- Es cierto mama, nunca se le había sentido así… jajajaja…



- Y qué me dices de sus piernas... heeee… mira tócalas…



Pamela de nuevo le hizo caso a su madre y ambas comenzaron a acariciarme las piernas y las nalgas, pero la que más gozaba con tenerme así era Cristina, ya que cada vez que me acariciaba me pellizcaba o me daba ligeras nalgadas, mientras ambas reían, hasta que de pronto escuche a Cristina decir.



- Mira Pamela estas pequeñas raquetas de madera. Son para azotarlo, toma una y pon atención de cómo lo hago.



Después de eso sentí como Cristina apoyaba su mano en la parte baja de mi espalda y de inmediato un fuerte ardor en mis nalgas me hizo gritar.



- Ya lo ves Pamela, ahora es tu turno.



- Cristina retiro su mano y sentí la de Pamela apoyarse en mi espalda y después de nuevo el ardor en mis nalgas.



-Muy bien Pamela, aprendes rápido, dale otra pero un poco más fuerte.



Plazzzzz… plaazzzzzz



- excelente Pamela, ahora lo haremos una y una, y tu putita nos vas a dar las gracias después de cada nalgada, entendiste...!



- si Cristina entendí…



-Bien Pamela comienza…



De nuevo sentí su mano en mi espalda y a los pocos segundos, el ardor...



-Haayyyyy… gracias Pamela



Plazzzzzzz…



Plazzzzzz…



-Haaayyyy… gracias Cristina



Plazzzzzzz…



-Hayyyyyy… Gracias Pamela



Durante algunos minutos me tuvieron así, yo solo hundía la cabeza en el sillón y me esforzaba por decir gracias, hasta que de plano no aguante más y le grite a Cristina…



-Ya Cristina por favor detente… yaaa



Las dos se detuvieron y Cristina se me acerco y me dijo…



-Ya que Ernesto…???



-Por favor Cristina ya no aguanto el ardor.



Cristina se quedó en silencio por algunos segundos y después soltó la carcajada.



-jajajajaja… no Ernesto nos estamos divirtiendo mucho y mejor te callas, entendiste.



-Si, Cristina.



Y después de eso durante varios minutos más se turnaron para darme de nalgadas, la que más lo disfrutaba era Cristina, me daba hasta cinco o seis nalgadas seguidas a la vez que se reía con Pamela, hasta que al fin se cansaron y escuche decir a Cristina.



- huuff… hace mucho que no azotaba así a un hombre, vayamos por algo para beber y tu Ernesto no te muevas, si no te toca doble… jajajaja…



Ambas se fueron a la cocina y me quede así, reclinado en el sillón, sentía hormiguear mis nalgas y sentía todavía bastante irritado mi ano, además me comenzaban a doler las rodillas, pude mover un poco la cabeza y alcance a mirar el reloj de la sala, era casi la dos de la tarde, me habían tenido casi toda la mañana metido en el baño y aquí hincado, pero no tenia de otra opción.



Pasados varios minutos escuche que se acercaba alguien a la sala, decidí esperar y no levantar la cabeza, sentí como se paró detrás de mí, tomo algo de la mesa y después sentí su mano sujetar mi cabeza y levantarla, y me di cuenta que era Cristina.



-A ver señorita, enderézate.



Una vez que me acomode como me dijo, puede ver qué pasaba algo alrededor de mi cuello, de momento no supe que era. hasta que baje ligeramente la vista, me di cuenta que era un collar de cuero negro, con una hebilla grande plateada y una cadena colgaba de un extremo, me lo puso y después sin decir más, jalo de la cadena y comenzó a caminar hacia la cocina, intente levantarme, para seguirla, pero de inmediato me ordeno que tenía que ir a cuatro patas y detrás de ella, obedecí y juntos atravesamos la sala hasta llegar a la cocina, en donde Pamela estaba sentada, y al verme solo comenzó a reír.



- Jajajajaja… mama...! Eres tremenda… que bárbara no lo puedo creer.



Cristina me llevo hasta ella y le dio la cadena y me dijo que me quedara hincado a su lado. Pamela tomo la cadena y me jalo un poco hacia ella, después Cristina volvió a tomar asiento y ambas comenzaron a charlar.



- Cuando le pongas la cadena y quieras que haga algo en especial, solo debes de sujetarla cerca del collar, de esta manera se tensara y el levantara la cabeza.



Pamela, hizo caso a las instrucciones de Cristina y sujeto la cadena de su base y la jalo un poco, su acción provoco que yo levanta mi cuello y mi cabeza quedara erguida. Una vez que Pamela me vio en esa posición, de nuevo comenzó a reírse. Cristina se levantó y jalo la silla hasta donde yo estaba, quedando casi a un lado de Pamela, después se dirigió de nuevo a la sala, en cuanto Cristina salió, voltee a ver a Pamela, y le intente decir algo, pero ella solo llevo su dedo a su boca indicándome que guardara silencio, podía escuchar a Cristina haciendo ruido en la sala, pero no me imaginaba que podía estar haciendo, a los pocos segundos Cristina volvió tomo asiento y tranquilamente se acomodó, se arremango la falda separo sus piernas y vi que traía algo sujeto a su cintura, desde donde estaba no podía ver que era, pero no tarde en averiguarlo ya que después le quito la cadena a Pamela y de un fuerte jalón me llevo frente a ella, y fue ahí donde vi lo que colgaba de entre las piernas de Cristina, era un dildo de color morado, como de unos 10 centímetros de largo y tan ancho como un pepino, inmediatamente supe que era lo que ella quería, así que intente retirarme, pero Cristina rápidamente jalo la cadena, fue tal el jalón que apoye mis manos en sus rodillas, cosa que hizo enfurecer a Cristina, y de inmediato le dijo a Pamela.



- Tráeme los cinturones que están en la mesa y la raqueta de madera, ahorita va a ver el maricón de tu marido…!!!



Intente suplicarle a Cristina, pero una fuerte patada en el estómago, me hizo desistir y caí al suelo, rápidamente sentí a Pamela sentarse sobre mi espalda tomar mis brazos y llevarlos hacia atrás y entre las dos me pusieron los cinturones en las muñecas, dejándome inmovilizado, Cristina volvió a tomar asiento.



- Bien marión, tienes un minuto para hincarte y ponerte entre mis piernas, si no será peor...!



Como pude me volví a hincar y me acomode entre las piernas de Cristina, quedando así a escasos centímetros de aquel falo de plástico, y Cristina estaba decidida a que me tragara aquel falo de plástico, y lentamente comenzó a jalar la cadena, acercando mi boca.



-Abre la boca, marión, no me hagas enojar...! Dale con la tabla Pame a ver si así la abre.



Pamela se paró atrás de mí y sentí como me arremangaba el vestido y después el ardor fue tremendo, y relaje mi cuello y abrí mi boca.



-Jajaja… muy bien, ahora comienza a tragar -exclamo Cristina.



Cristina con una mano jalaba la cadena y con la otra sujetaba mi nuca, lentamente pose mis labios sobre aquel falo de plástico y comencé a tragarlo, no era muy duro y sentía como si tuviera algo pegajoso en mi boca, ya había tragado como unos cuantos centímetros y ya mi quijada se estaba acalambrando y se me dificultaba respirar, pero Cristina no dejaba de empujarme la nuca, Cristina noto que no podía respirar y había dejado de tragar y le dijo a Pamela.



-Dale otra nalgada, para que le entre más…



Pamela le hizo caso y de nuevo un fuerte ardor en mis glúteos, que hizo que abriera más mi boca y aquello entro unos cuantos centímetros más, había llegado al límite no podía respirar y me comenzaban a llorar los ojos, y Cristina ya había soltado la cadena y ahora sujetaba mi nuca con ambas manos presionándola.



-Trágatelo todo putito, si no, te toca doble...!



Trataba de tomar aire por la nariz pero no podía, mi boca estaba abierta al máximo y mis ojos llenos de lágrimas. Durante algunos segundos Cristina me tuvo así, hasta que de pronto, soltó mi nuca y al fin aquello salió de mi boca, tome una gran bocanada de aire, sentía como las lágrimas caían por mi cara y mi nariz estaba congestionada, pero aquello duro muy poco, de nuevo Cristina poso sus manos sobre mi nuca y comenzó a presionar. Levante la mirada y le suplique a Cristina.



-No Cristina...! ya no por favor… no lo soporto...!



Pero Cristina solo me miro y comenzó a empujar mi nuca, y de nuevo aquello comenzó a entrar en mi boca, y una vez que había tragado una buena parte, Cristina me sujetaba durante algunos segundos hasta que veía que me ahogaba me soltaba.



-Mira como le caen las lágrimas… jajajaja… -se burlaba Cristina.



Y de nuevo volvía a meterme el consolador en mi boca, durante varios minutos se repitió lo mismo, aquello entro y salió de mi boca varias veces, yo ya tenía la quijada muy cansada y mi cara estaba empapada, hasta que al fin Cristina se detuvo le paso la cadena a Pamela.



-Límpialo, y dile que ya puede comer algo.



Pamela me jalo y comenzó a limpiar mi rostro, pude notar que ella se veía complacida lo estaba disfrutando al igual que su madre.



Después de que Pame, me limpio, salió de la cocina y me dejo sentado, comiendo un plato de sopa, la boca me sabia amarga pero ya tenía hambre y solo pensaba que más se le podía ocurrir a las dos mujeres…



Continuará.


Datos del Relato
  • Categoría: Dominación
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