I-I. Matar a un vampiro siempre le era desagradable.
Un mensaje en su laptop siempre significaba trabajo, nadie a excepción de Tageslicht le escribía y eran lo suficientemente pragmáticos como para olvidarse de cordialidades, para ellos el trabajo siempre era prioridad si no es que asunto de vida o muerte. Eso había quedado muy claro y mucho antes de que fuera reclutada, al final del segundo milenio cuando llegó a este reino desde una tierra paralela. No obstante, las mas de las veces ella no respetaba sus reglas ya que desde su perspectiva, el mundo no iba a acabarse tan solo por retrasar 30 minutos la lectura del informe, necesitaba una ducha y dudaba que alguien se lo reprochara.
Fue hasta el cuarto de baño y el vapor del agua pronto la envolvió en un relajante sopor, sus manos describieron movimientos sutiles conforme el agua empezó a resbalar por su frente, a través del cuello y entre sus pechos. Tomó una esponja y frotó sus piernas con movimientos circulares y suaves, recorrió los pies y la parte interna de los muslos, los brazos y la nuca... Sus labios carnosos se entreabrieron pausadamente y suaves caricias recorrieron una y otra vez el valle profundo entre los senos, deteniéndose de cuando en cuando para masajear los pezones. Olvidándose de la esponja dejó que sus manos resbalaran libres entre sus pechos hasta llegar a su entrepierna en donde se entretuvo girando dentro de ella, quizás mas tiempo del que la simple higiene requería.
Cuando terminó de ducharse acercó la laptop hasta la cama, justo al lado de la ropa que vestiría ese día. Colocó la bata de toalla en una silla que hacía las veces de tendedero y esperó a que abriera el archivo mientras se secaba el cabello, se enfundaba en una pequeña tanga negra cuando empezó a leer.
La presentación señalaba con lujo de detalle las áreas de interés y en particular una zona underground del centro de la ciudad a la que aquellos con el conocimiento de lo oscuro llamaban simplemente LaRua. El perfil resumía las actividades de un sujeto llamado Alex, a veces referido como “el” otras veces como “ella” y cuyo caso distintivo como si se tratase de una mala leyenda urbana insinuaba la búsqueda de donantes o aún algo peor, por ejemplo un montado ardid para encubrir algo siniestro y mucho mas complicado que el simple trafico de órganos, sobre todo considerando la desmedida pérdida de sangre de las víctimas. Al final del informe y como era cotidiano, se leían las perspectivas del caso que en esta ocasión se resumían en una sola línea: “presumible participación de vampiros”.
Esa no era la manera en que ella hubiese deseado empezar el día, en el pasado había tenido un par de encuentros con vampiros y la mayoría de los casos habían terminado muy mal, al menos para una de las partes. Matar a un vampiro siempre era desagradable. Se trataba de una operación que requería proximidad si se deseaba estar segura de que en efecto, aquel hubiese muerto y en ese sentido nadie en su sano juicio querría tener dudas. Un corte rápido que desprendiera por completo la cabeza del cuerpo era el método mas efectivo, mientras que la magia solo en casos extremos debía usarse y de preferencia una vez que el corte fuese hecho, para incinerar el cuerpo y desaparecer rastros, ella lo sabía muy bien.
Mientras se calzaba las botas pensó que tal vez llegar a esos extremos no fuese necesario, contrario a lo que la mayoría suponía de ella, matar no le causaba placer y prefería evitarlo tanto o mas como le fuese posible. Así y desde lo profundo de esa conciencia que no se permitía admitir ante nadie, deseaba que se tratara de otra cosa, como un psicópata o algo así y con lo cual la policía local pudiera lidiar. Sonrío tan pronto se dio cuenta del absurdo, en primer instancia la policía era lo suficientemente incompetente como para no hacer nada hasta que la prensa comenzara a hacer preguntas. En segunda, si Tageslicht le había enviado el informe era porque temían o sabían algo mas de lo que en el archivo constaba. Definitivamente esa no era forma de empezar el día.
Con pasividad fue hasta la cómoda en busca de un paliacate y con total desgano, como sabiendo de antemano lo que el espejo le regresaría al verlo levantó la mirada, justo lo suficiente para vestir la marca en su cráneo, ese signo extraño tatuado en su cabeza y que se obligaba a cubrir. Luego, al reconocer que la migraña de los últimos días no le había dejado un buen aspecto se apartó un tanto de la imagen reflejada, de esas lastimeras ojeras de doble sentido que en nada favorecían a sus expresivos ojos verdes... de la burla demacrada en el espejo a la que llamaba rostro y que pedía vacaciones urgentes, no de su trabajo, de la vida en general.
Mientras servía un tanto de whisky en un vaso sin hielo buscó el labial púrpura sobre la cómoda y tras revolver un par de veces el contenido de un lado a otro reconoció que no tenía idea de donde lo había puesto o si aún lo conservaba. Hábilmente dibujo una sonrisa falsa para rápidamente sustituirla por una mueca irónica al observar la punta de sus pezones sobre la tela de la blusa, ajustada al máximo sobre la curva de su pecho doble D. Así y pensando que podía prescindir del labial pues con semejantísimo par de tetas nadie la veía a la cara lo suficiente como para necesitar maquillaje, se olvidó del labial y vistiendo una cazadora de piel negra “totalmente palacio” salió de la habitación y el edifico hacia las 10 de la noche.
I-II. Un rasgo genético gigararo.
LaRua no era precisamente un lugar fácil de definir mucho menos de acceder a él, en ciertos círculos el anonimato tiene una elevada estima razón por la cual aún cuando las calles de Isabel la católica y Ayuntamiento están a la vista de cualquiera, solo unos pocos, aquellos “que saben” y entre los cuales se cuentan tanto a las víctimas como a los victimarios según la perspectiva desde la cual se mire, pueden ver lo que existe realmente en esas calles al caer la oscuridad. Alex en definitiva sabía que terreno estaba pisando y no le entrañaba en lo absoluto que operara en la “41” donde la diversidad sexual y extravagancia hacía difícil identificarlo; podía ser un oficinista en traje de miércoles, una secretaria aburrida, un dark con gustos raros o cualquier cosa dada su presunta ambigüedad de género. Por otro lado, su aleatoriedad lo acercaba al perfil vampirico clásico y trabajaría de momento con eso, buscaría un bar de corte oscuro pero con clase pues sus victimas no eran clientes de cualquier pocilga.
Estudió un poco la calle como para ubicar puntos clave si es que necesitaba salir rápidamente y luego entró en “Apoptosis”, un bar de segundo piso asilado en un edificio de corte colonial y de pinta un tanto y cuanto “mística”, el sitio perfecto para tomarse un trago y de paso, dejar sobre la barra un hechizo de palabra, el mismo que automáticamente le diría si se utilizaba el nombre de Alex.
Como portadora de un rasgo genético gigararo, podía alterar la estructura misma de la realidad... de alguna forma. Su “talento”, le permitía energizar y utilizar cualquiera de los sistemas místicos de fe preexistentes, no importando lo ridículo o falso de ellos. En su opinión, el kabala, el druismo y wicca, la santeria y el vudú; poderes síquicos y tecnociencia... Todos eran falsos, engañosos, patéticos e irreales sin embargo, su poder hacía de todas esas creencias para ella absurdas algo real, lo único que necesitaba era la referencia adecuada y podía hacer que la magia funcionara. En los bolsillos sin fondo de su abrigo, guardaba referencias útiles del Helium y el Malleus maleficarum, un gran número de símbolos de ocultismo, tarantinismo y demás parafernalia mágica.
Sabía perfectamente que no podía conciliar esos sistemas contradictorios y ciertamente no tenía interés alguno en conciliarlos ya que los consideraba falsos y por ende no creía en ninguno de ellos, no obstante se valía de ellos a discreción. Si se lo preguntaran tal vez admitiría que ella, Haydee Ballhaus era una bruja agnóstica de otra dimensión, neurótica, alcohólica y bisexual, pero no estaba muy segura de que alguien preguntara y mucho menos que en verdad le importara todo eso.
I-III. Justo en ese momento no tenía tiempo para ella misma.
Hacía un par de años en que había aprendido a usar “La Palabra” es decir conjuros simples activados por la pronunciación de cierto vocablo, particularmente nombres y que resultaban ser especialmente efectivos para encontrar personas. No había de hecho nada extraño en ello, se trataba de una variante del “efecto de fiesta de cóctel”, ejemplo simple en el que no obstante de encontrarse en un medio muy concurrido, con ruido y conversaciones cruzadas donde apenas y se alcanza oír a la persona con la que se charla, se escucha perfectamente cuando alguien pronuncia un nombre conocido como por ejemplo el propio.
Por supuesto la escala en la que operaría el hechizo de palabra que había conjurado era mucho mayor de modo que sería capaz de saber donde y cuando haría su aparición Alex, si es que actuaba esa noche lo que parecía no iba a ocurrir, al menos no el Alex que ella estaba esperando y no en los bares en los que previo escocés en las rocas había sembrado sus hechizos.
Ya era muy tarde, o muy temprano según la perspectiva que se tuviera de la diversión como para que fuese a ocurrir nada y estaba dispuesta a irse cuando escucho La Palabra. Durante el trascurso de la noche otras decenas de personas habían activado el conjuro pero esta vez el pulso se sentía diferente. Rápidamente desplegó un mapa y buscó el origen de la llamada “barriendo” con los dedos como si se trataran éstos de un contador Geiger y el pedazo de papel una hibridación Southern, sintiendo un pinchazo justo sobre la esquina de Regina e Isabel la Católica, cayó en cuenta que se trataba del Apoptosis, el primer bar al que había entrado y por un momento lamentó el no haberse quedado en el lugar.
En ese instante, cuando estaba lista para guardar el mapa en uno de los bolsillos y salir apresuradamente, una chica rubia con pupilentes amarillo-vampiro de peluche y de tez aún mas blanca que la tiza se le acercó, poniendo tal vez demasiado interés en el mapa sobre la mesa.
-Estas perdida? Tal vez pueda ayudarte.
-Encontré lo que estaba buscando gracias, y disculpa pero tengo que irme.
-Oh, esta bien, no quise molestarte.
Aguardando un poco el ansia Haydee reconoció que su acento era particularmente seductor, posiblemente extranjero y por un momento se olvidó que el sujeto había aparecido y que debía encontrarlo antes de que saliera del área de influencia del hechizo, no tenía mucho tiempo sin embargo, invirtió lo suficiente de él para encontrar con sus ojos la mirada de la extraña y luego recorrer el microvestido de terciopelo púrpura que por cierto, la hacia ver mas exuberante de lo que era en realidad, tanto que sintió la suficiente curiosidad como para preguntarle.
-De donde eres? Tienes un acento que no es común por aquí.
-En serio? Es la primera vez que me dicen algo así... de hecho vivo cerca de aquí y se que tienes que irte pero, puedo invitarte algo antes de que te marches?
-No, lo siento en verdad quizás en otra ocasión.
Salió apresuradamente al mismo tiempo que maldicia que justo en ese momento no tuviese tiempo para ella misma, pero tal vez era cierto y regresaría en otra ocasión, esos vestidos de terciopelo púrpura la enloquecían, si tan solo le hubiese preguntado su nombre.
I-IV. Aquel tomo había visto sus mejores épocas hacía mucho tiempo.
No fue difícil el motivo de la llamada pues ésta lo hacía tan evidente como si le hubiese caído encima una lata de pintura fluorescente, estaba en una mesa apartada del bullicio del bar y fue entonces que recordó porque lo había dejado. Buscando un lugar lo suficientemente cerca pero al mismo tiempo apartado del campo visual del sujeto se dio unos momentos para estudiarlo. Era rubio y hasta donde podía distinguir obscenamente guapo, vestía de negro y como detalle curioso sostenía un vaso de whisky con la elegancia propia de un espectacular en el periférico. Al parecer su buen gusto no se limitaba solo a las bebidas ya que era difícil definir quien era mas atractivo, si él o la mujer con la que charlaba.
Si era quien ella creía debía alejar a la chica lo antes posible, de preferencia antes de que salieran del bar pues eso facilitaría mucho las cosas. Por otro lado, si no era su hombre entonces le iba a jugar rudo pero el riesgo valía la pena, después de todo le iba a salvar la vida y siendo tan bella con toda seguridad encontraría a alguien menos peligroso.
Pidió un escocés solo y buscó una mesa libre desde la que pudiera aproximarse sin problemas en caso de que necesitara actuar rápidamente. Buscando en la bolsa interna de la cazadora alguna referencia rápida que alejara a la chica de su objetivo, se topo con el Helium, y tras hojearlo un par de veces encontró un filtro de lujuria. Sin duda era una edición vieja y no acostumbraba juzgar un libro por su pasta pero aquel tomo había visto sus mejores épocas hacía mucho tiempo, de cualquier manera tenía lo que necesitaba: “instinto de la rata”. Así si Alex era un maldito bastardo la chica se alejaría de él inmediatamente, como las ratas que perciben anomalías genéticas en los machos con los que pretenden aparearse, así ganaba tiempo con un solo pase mágico. Recitando entre dientes esperó unos segundos a que surtiera efecto y mientras eso ocurría, se dijo a si misma que si algún día llegaba a inventar sus propios encantamientos, les pondría nombres menos ridículos.
I-V. Un piercing de titanio.
Entraron a un edificio de departamentos de cuatro pisos y no percibió a nadie en el, estaba vacío desde el primer hasta el último piso. Alex se giro hacia ella atrayéndola hacia su cuerpo, hacia su boca y labios que se pegaron a los suyos, su lengua penetro en su boca suavemente mientras sus enormes senos se aplastaban contra su pecho. Siguieron besándose, boca, mejillas, cuello... acariciándose apenas sobre la ropa dejando que se elevara la mutua excitación y dirigiéndose de apoco hacia un lugar mas propicio. Mientras se besaban él la despojó de la cazadora y no se extrañó demasiado que ésta cayera pesadamente al piso, por otro lado, a nadie debía extrañarle las cosas que guarda una chica en su abrigo mucho menos si ésta se trata de una bruja.
Ella le desabrochó la camisa, apartándola de su pecho para revelar un torso marcado y estético, deslizó las mangas hacia abajo y entonces comprobó que tras la holgura de la seda existían brazos musculosos. El instinto de la “chica-rata” la había llevado por la senda correcta, Alex sin duda era mas de lo que parecía ser: un tipo que no sabía decir que no a una chica incorrecta, restregándole sus pechos enormes en la cara.
Aún en completa oscuridad distinguía solo un sofá de tres cuerpos, botellas de vino vacías y una mesa de centro, una puerta de acceso a una habitación que seguramente no visitaría esa noche y nada mas. O se trataba en efecto de un soltero minimalista o el apartamento se rentaba con lo mínimo habitable, el centro de operaciones perfecto para lo que fuese que hiciera y que necesitara de absoluta privacidad. En medio de sus divagaciones, el sujeto se desplomó en el borde del sofá principal y despreocupadamente se dejó seducir por la gloriosa vista del ombligo de Haydee con su piercing de titanio, mismo que lucía como una jovial invitación a lo que fuese necesario para la ocasión.
La lengua de Alex viajó por su vientre, rodeando su ombligo para luego jugar con el arillo metálico en repetidas ocasiones mientras ella se extraviaba mentalmente con el tacto de las manicuradas manos del hombre, recorriendo el contorno de sus caderas hasta la línea de su espalda y de ahí a los hombros para finalmente bajar hasta acariciar sus nalgas aún sobre el pantalón de mezclilla.
La mirada de Alex le dijo lo que esperaba de ella en ese momento y asiendo el borde de la blusa, levantó los brazos por encima de su cabeza quedando desnuda. Sus pechos se bambolearon por un momento para luego caer pesadamente, haciendo evidente el enorme esfuerzo que hacía la tela para soportar el peso de sus senos ya que nunca usaba sujetador. Sus pezones se erizaron quizás mas por el frío que por la excitación y él comprobó su sensibilidad al recorrerlos en círculos con la punta de los dedos para luego masajearlos en su totalidad. Luego bajó la cabeza, lo suficiente para atrapar uno de sus pechos entre sus labios, chupándolo con una ternura que al principio le sorprendió y que posteriormente le dijo que sin duda, estaba en contacto con su lado femenino mas de lo que podía adivinarse por sus facciones delicadas y uñas de arreglo en estética.
Haydee empezó a gemir tan pronto como fue atraía hacía abajo por él, dejándola a horcajadas sobre sus piernas aún con los pantalones puestos pero sobre los que se adivinaba una prometedora erección errante. Alex succionaba sus pechos de mil maneras distintas, mordisqueando alternativamente uno y otro pezón, su lengua se deslizaba por aquellas circunferencias que parecían no terminar jamás y que amenazaban con asfixiarlo en un descuido. De momento todo iba dotado de hermosura, mas de lo que esperaba y menos de lo que ella creía sin embargo, cuando un ruido metálico y apenas perceptible detrás de la puerta se escuchó, la hizo reaccionar inmediatamente.
Ella conocía ese sonido pues en el pasado había echo uso de los Medpack, KITs de alta tecnología para el traslado de muestras médicas. No percibía a nadie mas en el edificio sin embargo al parecer no estaban solos, algo extraño estaba pasando ahi.
-Hay alguien mas en casa, Alex?. Su mirada hacía evidente que no aceptaría evasiva alguna, Alex por su parte parecía sorprendido ante la pregunta y titubeó cuando ella agregó sonriendo –Alguien que quizás desee acompañarnos?.
I-VI. Sincronía.
La puerta de la habitación se abrió de pronto y solo lo suficiente para revelar al tercer ocupante del departamento. La sombra fue consolidándose a medida que se aproximaba, entonces pudo distinguir una falda negra a media pierna, un sweater oscuro probablemente azulado y definitivamente ajustado sobre unos senos menudos, el cabello era rubio corto y cuidadosamente cepillado. El parecido entre ellos era impresionante.
-Soy Alex... no te incomoda cierto?
Como única respuesta tomó de la mano a la visitante imprevista y la atrajo hacia abajo para acercar su boca a la suya. Entreabrió los labios para besarla mientras que Alex volvía su atención a donde era necesaria. En el momento en que su lengua jugo dentro de su boca, de la misma manera en que lo había hecho anteriormente Alex y paladeo su saliva mezclada con la suya, comprendió la situación y por que a pesar de lo que su cuerpo le decía, espiritualmente era incapaz de percibir a la recién llegada Alex.
A partir de entonces, el baile corporal entre los tres hizo difícil saber quien cogía a quien y bajo que orden. Alex subió su falda hasta casi el límite con la ingle, dejando al descubierto un coño afeitado por completo y deliciosamente húmedo. Una mano anónima se deshizo del pantalón de Alex mientras Haydee se metía por la boca un miembro de respetables dimensiones, poco a poco hasta ponerlo endiabladamente duro mientras que a su espalda, las manos de la femenina Alex le acariciaban las nalgas, al mismo tiempo que deslizaban hacia abajo su pantalón, quitándole la desde hacía rato empapada tanga de un firme tirón, acariciándole finalmente el coño con dos dedos.
Alex tomó a Haydee por la cadera y le dio la vuelta para penetrarla desde atrás, ella suspiró y cerró los ojos. Así no vio que al igual que el sweater azulado de Alex, su sostén negro de media copa voló detrás del sofá. Cuando recupero el aliento y el instrumento de Alex no se introducía más en su interior sino que iba y venía en un ritmo constante dentro de ella, abrió los ojos, encontrándose los senos de Alex justo a la altura de su boca y no hizo mas sino atraparlos con sus labios para chuparlos como desesperada. Los pequeños senos se erguían con los pezones duros y ella hundió la cara entre ellos para olerla, recorrió con su lengua los pezones erectos, provocando que se pusieran aún mas duros.
Las fuertes embestidas de Alex hacían que los pechos de Haydee botaran libremente de arriba hacia abajo cortándole el aliento y luego, cuando Alex se arrodillo entre sus piernas y abrió sus labios vaginales y empezó a lamer en su interior, el pequeño escalofrío apenas reconocible en su espalda se hizo mas fuerte, hasta hacerse casi intolerable el ansia por gritar.
Alex mordió sus labios levemente y cercando con su lengua el hinchado clítoris de Haydee lo atrapó con su labios, chupandolo, y trabajando con la lengua a todo lo largo de su coño. Los golpes de la cadera de Alex contra sus nalgas se hicieron mas rápidos y contundentes, fue cuando Haydee ahogó un gritó, al sentir como Alex le sujetaba con sus manos las tetas, empezando a acariciarlas y masajearlas suavemente al principio pero más rápido y fuerte, conforme aumentaba el ritmo de su penetración. En un momento dado, alzó sus pechos hasta casi rozar su barbilla, ella entendió la maniobra y empezó a mamar sus propios pezones alternadamente, el placer era tal y el orgasmo se acercaba tan aprisa que se había olvidado por completo de lo que había planeado.
El placer la inundaba por completo, sus jadeos eran cada vez mas intensos, sus tetas subían y bajaban al ritmo de la penetración y apenas podía distinguir a Alex entre sus piernas pero la expresión de lujuria en su mirada decía que estaba gozando tanto como ella. Súbitamente abrió los ojos y comenzó a gemir y gritar desaforadamente, pronto sus jadeos fueron sustituidos por débiles quejidos como siguiendo las marejadas de placer que a cada instante se hacían mas espaciadas, en los estertores finales del orgasmo Alex bebió toda la corrida de Haydee directamente de la fuenete.
Sin decir nada porque quizás en estos casos las palabras son sobrepasadas por mucho por los actos, cambiaron de lugar y Alex se montó sobre las piernas de él, frente a frente y clavándose su polla sin preámbulo alguno. Ella gimió sorprendida ante lo brusco pero su vagina ya se había acostumbrado al miembro de Alex y éste silenció cualquier protesta de su parte con un salvaje beso y algo le dijo a Haydee que no era la primera vez que cogían juntos. El instrumento de Alex se amoldaba perfectamente al depilado coño de su hermana, parecía que habían sido hechos el uno para el otro. Así pues, mientras Haydee observaba atenta, el vaivén incesante de las nalgas de Alex conforme el bombeo se hacía mas delirante, empezó a realizar nuevas caricias, mordisquear nuevos rincones del coño de Alex, chupar con más fuerza, lamer con más suavidad, de cuando en cuando introducirle un par de dedos a ella por el ano. Los gemidos de ambos se hicieron más intensos y sincronizados, entonces supo que el momento se acercaba. Un fuerte golpe en la nuca dejó inconsciente al Alex y la chica pesadamente se desplomó sobre él, lentamente empezaron a fusionarse. El juego había terminado.
I-VII. De la mejor manera posible.
Haydee observaba desde la ventana cuando una suburban negra aparcó frente al edificio, para entonces empezaba a amanecer y Alex yacía inconsciente en el piso encerrado en un circulo de contención. No esperó a que la gente de campo inspeccionara la habitación contigua pues lo había hecho ella minutos antes. El ruido metálico que había escuchado era precisamente la copia femenina de Alex, preparando un equipo Medpack, el numero 6 de cinco que se encontraban en la habitación esperando su traslado y pese a las circunstancias, le bastó muy poco para deducir el ardid de Alex.
Inicialmente le había molestado no percibir a nadie en el apartamento incluso en el resto del edificio hasta el ruido de la Medpack pues ella era buena en eso y conocía a muy pocas personas que podían escaparse de su percepción. No estaba asegura de lo que podía obtener pero cuando apareció súbitamente el tercer elemento, sabía que algo turbio además de lo obvio se escondía detrás de los supuestos gemelos. Sus sospechas se hicieron mas fuertes tras el beso, el sensual movimiento de su lengua en su boca, el sabor cálido de su saliva era idéntico en ambos Alex, sus sospechas se confirmaron con la perfecta sincronía previa al orgasmo, no era una incestuosa pareja de hermanos, era mas bien un tipo de masturbación en la que uno de los dos en realidad no existía, era un duplicado. Un hombre difícilmente rechazaría un trío, sobre todo si él es dos de los participantes.
Así, el modus operandi aunque miserable era bastante efectivo, uno de ellos y alternando géneros según la victima para despistar, se encargaba de la seducción mientras el otro esperaba el momento mas vulnerable para obtener la muestra biológica además claro de la ganancia secundaria. Por otro lado, para quien trabajaba y que hacía con las muestras era algo que Tageslicht debía averiguar por si mismo, sin duda tenían gente mucho mas capacitada que ella para obtener esa clase de información, en lo que a ella concernía su trabajo había terminado, no había matado a nadie y aunque las ojeras seguían ahí bajo sus ojos, el día había terminado de la mejor manera posible.