~~Lo que a continuación
váis a leer, espero que ávidamente, ocurrió en
el verano de 2000, durante mi penúltimo curso de carrera.
Era un caluroso día de agosto en el campus universitario de
Almería, simpática ciudad del sureste español,
en la cual resido actualmente. Me habían quedado para septiembre
Derecho Financiero II y Derecho Procesal I, dos auténticos
ladrillos, y todas las mañanas acudía a la biblioteca
de la facultad para estudiar, sobre todo porque allí había
aire acondicionado, lo cual ayuda bastante a la hora de concentrarse
en el estudio en esas agobiantes fechas. Pero ese no era el único
motivo. En verdad he de confesar que la causa principal era
una chica, dos cursos por debajo del mío, que también
acudía allí para estudiar y a la cual ya le había
echado el ojo desde hacía un tiempo. No sabía aún
cómo se llamaba, pero me prometí a mi mismo que antes
de que acabara agosto la conocería. Y, para mi dicha, eso ocurrió
mucho antes de lo que yo esperaba Era una hembra poderosa.
No era muy alta, 1,65, cabello liso castaño que le llegaba
por la cintura, ojos miel achinados, finos labios, tez clara y suave,
grandes pechos (una 90 diría yo) y un prominente y duro trasero
respingón. Total, un bombazo de tía. Los fines de semana
trabajaba como azafata de J&B en pubs y discotecas. Era todo un
espectáculo verla vestida con el traje perfectamente ajustado
a su tremendo cuerpo, resaltando aún más sus deliciosas
curvas.
Ese día iba acompañada por otra chica, a la cual nunca
había visto antes. Parecían muy amigas. Estaban sentadas
justo enfrente mía. Mª Mar tenía recogido el pelo
en un moño hecho con un bolígrafo bic. Un intelectual
moño , pensé. Ese día iba espectacularmente
vestida, como casi siempre. Llevaba un body blanco ajustado, a través
del cual se podía divisar un sujetador oscuro que sostenía
sus enormes y bien contorneados senos, unos vaqueros bien apretados,
marcando culo y unos bonitos zapatos de tacón. Podía
oler su embriagador perfume, creo q era MILLENIA. Era demasiado, estaba
poniéndome muy malito esa mañana La otra chica
que la acompañaba tampoco estaba nada mal, pero mi atención
estaba centrada al 200% en M. Mar. No podía evitarlo, me atraía
como a un imán y me excitaba muchísimo.
Serían las 11.15 am más o menos cuando me levanté
y salí fuera para fumarme un cigarrillo y liberar tensiones,
tanto intelectuales como eróticas. Me percaté que, al
levantarme, las 2 se miraron y la amiga le dijo algo al oído
mientras me miraban y sonreían. Eso me gustó. Me senté
en uno de los bancos del hall de entrada mientras le daba pausadas
y hondas caladas al cigarrillo. Lo apuré hasta el final. En
esto, ambas salieron de la sala de estudio y se sentaron en un banco
que había frente al mío. Comenzaron a mirarme y a hablar
entre ellas. Soltaban adolescentes risitas de vez en cuando. De repente,
vi que Mª Mar me hacía una señal con la mano. Yo
miré alrededor, entre confundido y asombrado de que me estuviera
señalando; pero no había nadie. Era claro que se dirigía
a mi. Se lo pregunté ¿Es a mi? y asintió
con la cabeza mientras sonreía. Hizo un ademán con su
mano para que fuera a sentarme a su lado. Estaba muy nervioso. Pero
no lo pensé ni un segundo más, me levanté y me
dirigí hacia ellas. Me senté a su lado. ¡Hola!,
¿qué tal, descansando? les pregunté; ellas
se rieron y me contestaron que si. La chica me preguntó cuál
era mi nombre. Me llamo Juanma, ¿y vosotras? ;
me contestaron. La amiga se llamaba Yolanda, Yoli para los amigos/a.
Era una chica alta, 1,75 más o menos, cabello rizado castaño,
ojos castaños, labios gruesos, apetecibles y sugerentes, dispuestos
siempre a chupar buenas vergas. Me preguntaron si yo hacía
también Derecho y en qué curso estaba. Les contesté
que 4º. Ellas hacían 2º y les había quedado
el Penal de 2º para septiembre. M. Mar me preguntó cómo
me fue a mi con el Penal. Le dije que muy bien, tanto el de 2º
como el de 3º los aprobé a la primera, en la convocatoria
de Junio. Me preguntaron que si les podía ayudar, porque a
ellas no les gustaba esa asignatura y M.Mar me pidió el teléfono.
Con un rápido movimiento cogió el bolígrafo que
sostenía el moño y se desmelenó. Sacó
un papelito y yo le disparé mi móvil. Parecía
como si lo hubiesen planeado todo. Empecé a sospechar que cabía
la posibilidad de que yo le atrajera un poco, cosa que nunca me lo
había planteado pues nunca me percaté de que se fijara
en mi, lo cual me sorprendió gratamente.
Después de esa charla volvimos a la sala y pasamos el resto
de la mañana estudiando. De vez en cuando ellas me preguntaban
algo o me comentaban alguna tontería. Era genial, ya habíamos
entablado conversación. El primer paso estaba dado. La tarde
de ese día la pasé en casa, estudiando mucho más
concentrado y masturbándome pensando en cómo M. Mar
era follada por un semental negro de enorme tranca. Esa noche casi
no pude dormir pensando en la mañana siguiente. Era como si
presintiese que algo muy bueno, fabuloso, me iba a suceder
A la mañana siguiente, sábado, llegué muy temprano
a la biblioteca de la universidad. Ella aún no había
llegado. Me senté y coloqué mis cosas y me dispuse a
estudiar. A la media hora escuché el sonido de unos tacones
que atravesaban la sala y el suave olor a perfume, inconfundible,
me anunció su llegada. Esta vez venía sola e insultantemente
vestida, lo que produjo una oleada de murmullos varoniles. Era normal.
La chica se había pasado esta vez. Venía con un blusita
de rayas azules y blancas, pegada al cuerpo, resaltando sus pechos
y una minifalda blanca, tan inmaculada que al trasluz se podía
ver su tanga de color rosa y que permitían admirar sus macizos
muslos. ¡Hoy va a arrasar! , pensé, demasiado
provocativa, van a empezar a revolotearle hambrientos buitres .
Se sentó frente a mí y me saludó. Yo le correspondí
en el saludo. Ella sacó sus libros y apuntes, el Código
Penal y comenzó a estudiar. De vez en cuando cruzábamos
miradas. Recuerdo que en una de ellas me guiñó un ojo.
Yo me sonrojé. Después de un buen rato estudiando ella
me propuso ir a tomar algo a la cafetería. Salimos y en el
camino charlamos un poco sobre las asignaturas. Antes de entrar en
la cafetería M. Mar me dijo que tenía que ir al baño,
que no podía aguantar más. Me preguntó que si
quería acompañarla. Los baños estaban en el piso
de arriba, justo encima de la cafetería. En ese instante mi
corazón se aceleró de 0 a 1000 p/h. Casi impulsivamente,
sin pensar, le dije que sí, que la acompañaba. Era la
respuesta que estaba esperando, porque me sonrió, me cogió
de la mano y subimos las escaleras. Nos dirigimos a los aseos de chicas.
El pasillo donde se encontraban estaba vacío. Era algo normal
en pleno agosto y además en sábado. El campus se queda
semidesierto. Mejor para nosotros , pensé. Nos
metimos en los baños y M. Mar cerró la puerta con cerrojo.
Se dio la vuelta y nos quedamos uno frente al otro, mirándonos,
ella sonreía picaronamente, sin parar. El calor incitaba al
deseo, al pecado. De repente, comenzó a dar vueltas alrededor
mío y a decir que yo no estaba nada mal, que tenía un
buen polvo. Se quedó detrás mía y empezó
a tocarme el culo con suavidad al principio, luego fuertemente y con
deseo. Sus manos recorrían mi velludo pecho, mi torso, bajaban
lentamente hasta llegar a mi paquete del cual sobresalía ya
un duro bulto. Al llegar ahí ella soltó un gritito de
satisfacción. ¿Pero qué maravilla es esta?.
mmm, ¡qué bueno! , dijo. Yo ya no pude aguantar
más y me volví. Miré en la profundidad de sus
ojos y puede adivinar la lascivia que de ellos se desprendía,
la lujuria a la que invitaban. Así que la agarré por
el culo, levantándole la minifalda y empecé a besarla
salvajemente, metiéndole la lengua hasta el fondo, hasta la
campanilla casi. Bajé como un loco hasta sus senos, desabroché
su camisa rompiéndole los botones. No llevaba sujetador y su
tetas se mostraron ante mi en todo su esplendor. Maravillosas, bien
contorneadas, sus pezones estaban tiesos, turgentes. Empecé
a chuparlos y morderlos. Ella se retorcía de gusto. Le dije
que me chupara la polla. Ella accedió sumisamente, sin rechistar.
Además, lo estaba deseando. Desabrochó mis vaqueros
y bajó mis calzoncillos burdeos. Mi gran verga pétrea
salió disparada de su prisión hacia su boca, la cual
engulló entera. ¡Era delicioso!. M. Mar era divina, la
chupaba con gran maestría; parecía tener mucha experiencia
a pesar de contar apenas con 20 añitos recién cumplidos.
Adelante y atrás, sin parar, adentro y afuera, lamía
en círculo mi capullo, el glande, me agarraba fuertemente los
huevos y también los chupaba cual loba hambrienta. Era una
zorra y eso me encantaba y al parecer a ella también. Yo la
agarraba del pelo y dirigía su cabeza hacia delante y hacia
atrás, a un ritmo uniformemente acelerado, frenético.
Me dijo que hacía tiempo que estaba deseando tener mi tranca
en su boca y que estaba muy mojada porque por fin lo había
logrado. Yo le contesté que también yo tenía
ganas de follarla como iba a empezar a hacer en ese preciso instante.
La levanté y la puse de espaldas hacia mi, ella apoyada en
los lavabos y de cara al espejo. Le quité por completo la minifalda
blanca y aparté un poco el tanguita rosa que llevaba y la embestí
sin piedad por su magnífico conejito rasurado. Su coño
estaba muy caliente y goteaba de necesidad. Recibió mi aparato
con gran satisfacción y gozo. Y empecé a montarla como
un potro desbocado, sin parar. La follaba con tal deseo que creo q
a veces le hacía daño, pero no le importaba porque era
lo que había estado anhelando durante tiempo y yo también.
Además, nos ponía muy pero que muy cachondos el poder
contemplarnos frente al espejo mientras echábamos ese gran
polvo. Mi gran pollón rojo y gordo la penetraba una y otra
vez sin parar, mientras con el dedo índice hurgaba en el agujerito
de su culo lo cual ella agradecía con gemidos de placer incontrolables.
Ella gozaba sin parar, corriéndose una y otra vez. Me pidió
que se la metiera por el culo. Pero antes lubrifiqué un poco
su ano con agua y jabón de baño. ¡Vamos,
cabrón, mi culo necesita tu polla, métemela ya! ,
me dijo mientras se masturbaba y yo untaba mi dedo índice de
jabón. La volví a poner de espaldadas e hice que se
agachara un poco más. Era un espectáculo verla en esa
posición, en pompa. Sus prietas piernas, apoyadas sobre sus
tacones y su potente culo, insinuándoseme descaradamente, que
parecía querer decir ¡Fóllame papi, sin
parar! . Así que me dispuse a ello sin pensármelo
más veces e introduje mi roja verga en su culo, bien lubrificado.
Al principio con cuidado, pero cuando todo él estaba ya dentro
empecé a darle caña. Al principio gritaba un poco pero
luego se abandonó al placer, al goce del roce. ¡Ooh,
qué bueno!. Era un deleite, placer de dioses. Sentir cómo
mis muslos chocaban contra sus nalgas. Era una sensación deliciosa.
Ella se tocaba el coño por debajo con la mano derecha e introducía
sus dedos, desde la uña esmaltada roja carmín hasta
la última falange. Yo ya no podía más y le dije
que me iba a correr. Se dio la vuelta y se metió mi roca en
su garganta y allí descargué todo mi esperma, toda mi
leche condensada, que se empezó a desparramar por sus labios,
por su boca, por su barbilla, cayendo gotas en sus pechos. ¡Ahí
tienes, zorra, toda para ti, chupa hasta la última gota, ordéñame
sin reparos, vamos! .¡¡OOHH, QUÉ BUENO, QUÉ
CORRIDA!!. Fue inolvidable. La sensación de relax fue indescriptible.
Mientras nos arreglábamos alguien intentó entrar. Nos
miramos sobresaltados. Cuando estuvimos listos abrimos la puerta.
Era una chica que quería entrar. Nos miró sorprendida
y nosotros le sonreímos. Luego, mientras bajábamos las
escaleras, soltamos un par de carcajadas. Le pregunté a M.
Mar si quería tomar algo para desayunar. Me dijo que no porque
acababa de desayunar leche de calidad y me guiñó un
ojo. Ese comentario hizo que mi autoestima se elevase considerablemente,
por las nubes, como suele decirse. Yo sí fui a la cafetería
a tomar algo y a recrearme en esos increíbles momentos, casi
sacados de la mejor película porno, pero reales, muy reales,
académicamente reales, como la vida misma