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En el Sotano...(Primera vez)

Era una de esas tardes de pleno agosto en los que la mente no te daba demasiadas oportunidades de poder hacer algo interesante. Mis amigos en la playa, mis hermanos estaban fuera, mis padres estaban de viaje y para colmo la novia no iba a volver hasta bien entrado septiembre de su viaje de fin de curso.

Ahí me encontraba yo, deambulando entre los muros del pasillo de mi casa, arrastrando los pies en pos de una nada recomendable tarde en la que la televisión no iba ha escupir más que películas repetidas hasta la náusea. La casa resultaba agobiante por momentos, por lo que mis pasos me llevaban inexorablemente a unas esperanzadoras vistas en el balcón que da a la piscina de la comunidad.

Como iba siendo costumbre desde que empezaron los días de calor insoportable, la piscina estaba en un uso continuado por parte de los chavales más jóvenes de la vecindad. Aunque ya daba la impresión de que, como ya ocurriera en nuestro caso, su niñez iba menguando a cada año que pasaba, detalle que se dejaba ver sobre todo entre las jovencitas.

Aquellas chicas, como en el caso de Mª Mar, que era rubia y un poco alta para su edad, o Amelia, la más menuda del grupo, con el cabello castaño y cara dulce, y sobre todo la otra chica que debería ser la mas mayor llamada Maria, de un castaño más rojizo y cara redonda; habían pasado de ser simples niñas a llenar sus diminutos bikinis con sugerentes curvas envueltas en una sonrosada piel, a la vista suave y tersa.

Instintivamente y sin percatarme de ello, mi mirada iba y venía de Amelia a María. En cada trayecto observaba sus inocentes juegos entre las aguas mientras meneaban sus jóvenes y florecientes figuras, únicamente ataviadas con diminutos bikinis. Sus curvas se habían perfilado de un año para otro y sobre todo, en el caso de María, su pecho había alcanzado un suculento tamaño…

Por fin aquella tarde tenía algo de bueno. Sin más me metí para el interior de mi casa con la firme decisión de encontrar algo interesante que hacer. Brevemente pensé: al igual que nos pasó a nosotros, ¿la llegada de su pubertad estaría haciendo ya estragos en su evidente curiosidad para con el sexo y con su propio cuerpo? Estas interesantes cuestiones me acompañaron amigablemente el resto de la tarde.

Me desperté después de una buena siesta, el reloj marcaba ya las 9:00 de la noche. Era demasiado tarde como para seguir tumbado en el sillón, sobre todo si tenía intención de dormir esa noche. Con una evidente hambruna para las horas que eran, me preparé una cena rápida, con la intención de ponerme una película. Para mi horror, dadas las circunstancias ya iba siendo hora de bajar la basura, así que, con mi bañador, mi camiseta y mis pertinentes chanclas cogí la bolsa y salí por la puerta a darles la cena a los gatos callejeros.

Como un alma en pena, me deslicé por el portal, salí a la calle, tiré la basura y volví de nuevo por el portal…

No obstante, algo perturbó el continuo silencio que allí reinaba: una risa. Una leve carcajada había volado desde la puerta que daba al sótano. Aquello me escamaba, y como subiendo las escaleras de camino a mi casa no iba a encontrar nada más emocionante me dispuse a intentar descubrir que se estaba cociendo por ahí abajo.

Silenciosamente fui bajando peldaño a peldaño. Una vez en la penumbra del sótano resultó más evidente: se oían murmullos a través de la puerta que daba a la sala de cisterna de la piscina, voces presumiblemente de chicas.

Estaba pegado a la puerta, detrás de ella unas cuantas voces de chicas cuchicheaban entre risitas. Tras arrimar más la oreja aventuré a oír:

-Venga, María, ahora te toca a ti-

-Ay, no se… es que… me da vergüenza-

-Vengaaa,- Dijo una tercera voz- pero si lo hemos hecho nosotras y no pasa nada. Además… tú tienes más que enseñar, jeje-

-… Bueno, vale… pero solo un momento, ¿eh?-

Tras estas palabras se sucedieron varios segundos de silencio en los que mi cabeza empezó a recrear un sinfín de posibilidades. Sin embargo el chasquido de las cañerías desgarró el silencio de forma inesperada. Parece ser que la chicas que había tras la puerta también se impresionaron, porque ante mí se habría dicha puerta, encontrándome cara a cara con Amelia.

Tenía puesto el bikini que ya había visto desde el balcón, con una toalla enroscada en las piernas. Me miraba con susto y asombro. Tras ella estaban Mª Mar, tenía expresión de asombro al igual que Amelia, pero lo intrigante de verdad estaba en María, que justo en aquel momento se recolocaba nerviosa la parte de arriba de su bikini.

-Ho… hola. Qué susto me has dado- Dijo Amelia.

-Perdona, me pareció oír algo y me acerqué a ver de qué se trataba-

La situación pintaba muy tensa al ver sus caras de susto, aunque la que más asustada parecía era María, que se sujetaba el bikini como si en cualquier momento se le fuera a desintegrar, así que opté por quitarle hierro al asunto. Realmente me intrigaba qué era lo que estas jovencitas estaban haciendo ahí.

-Bueno, ¿y qué hacían tres chicas tan guapas como vosotras en un sitio tan tétrico como este?- Les dije con una sonrisa. Reaccionaron calmándose un poco y adoptando la misma sonrisa.

-Pues estábamos hablando de… cosas- Contestó Amelia

-¿Cosas de chicas?-

Las tres chicas se miraron con una sonrisa nerviosa y levemente asintieron, y volvieron a mirarme. Controlaba la situación y aquello se volvía cada vez más interesante, así que me senté en una caja delante de ellas, mientras Amelia me imitaba sentándose al lado de Mª Mar.

-Qué sitio tan peculiar para hablar habéis escogido, chicas. Pero bueno, si son secretitos la verdad es que no está mal-

-Sí, son secretos íntimos, jeje- Dijo por primera vez María, que ya estaba calmada, y compartía una mirada de complicidad con Amelia.

Sin embargo lo curioso estaba en Mª Mar, que en aquel momento tenía una expresión de alarma pero diferente a la que había adoptado al verme en la puerta, era más cautivada. Miraba hacia mí pero más abajo, tardé solo unos segundos en darme cuenta de lo que pasaba: tal y como estaba sentado, en una caja tan baja y con el holgado bañador, se me debía de estar viendo la polla justo desde el ángulo de visión de Mª Mar. Debería de haber cambiado de postura rápidamente, pero pude apreciar como su mirada viajaba por toda la habitación para luego pasar por mi entrepierna de forma inocente para seguir viendo algo que, por lo que pude deducir no había visto nunca. Parecía que realmente estaba en lo cierto cuando pensé que estas chicas comenzaban a tener curiosidades.

-¿Y tú que haces aquí?- Preguntó Amelia-

-Bueno, como en mi casa me aburro como una ostra, he decidido salir para ver si encontraba algo interesante que hacer-

Amelia sonrió y fue a decirle algo al oído a Mª Mar. Pero cuando se acercó a ella, comprobó lo que ella miraba a cada tanto, la mirada de Amelia fue bajando hasta que sus cejas se arquearon de forma exagerada.

Se le escapó un "¡Joder, se le ve la polla!". María se sobresaltó y su mirada fue velozmente a mi entrepierna y volvió a encogerse del susto. Yo, inocentemente me hice el sorprendido

-Uy, perdonar el descuido- dije mientras me colocaba bien el bañador.

-Jaja, no, si no pasa nada- Dejó escapar de nuevo Amelia. María la miró sorprendida, Mª Mar la miró pero con expresión extasiada, como dándole la razón.

-¿Nunca habéis visto una?- Dije mientras observaba sus reacciones.

-Bueno,- Dijo Mª Mar- tenemos hermanos y tal… pero no es lo mismo.

-¡Ya lo creo!- Dijo María.

Tras esto se sucedió un momento de silencio, las chicas se miraban con sonrisas nerviosas, yo contemplaba la situación excitándome cada vez más. Finalmente Amelia no aguantó más y fue la que rompió el silencio.

-Ay… enséñanosla otra vez- Las otras dos amigas se sorprendieron muchísimo, pero su silencio no hizo más que testificar que estaban muy de acuerdo con esa idea.

-¿Qué?, no se… me da vergüenza- Dije inocentemente.

-Estoo…- Dijo Mª Mar- la verdad es que… justo antes de que entraras era esto precisamente lo que hacíamos.- Terminó la frase con una tímida sonrisa a sus amigas.

-¿Enseñaros "cosas"?

-Sí- Dejó escapar María, que se apretó aún mas el pecho.

-Mmm…- Dije, haciéndome el pensativo- vale, pero luego vosotras…

-De acuerdo- Dijo Mª Mar pícaramente.

Agarré mi bañador y fui tirando poco a poco hacia abajo hasta que finalmente mi polla rebotó a la vista de las tres chicas. Sus miradas se concentraron en aquel punto con expresión de asombro. Amelia dejó escapar un "¡Vayaa!", Mª Mar adoptaba la misma expresión que cuando la vio antes, y María se tapaba la boca en un intento de ocultar su asombro.

-Bueno… creo que ahora os toca a vosotras- Dije bastante animado.

-Tú primero Amelia- Dijo María de pronto.

-De acuerdo- Contestó Amelia con tono firme.

A continuación se cogió la parte de arriba del bikini por debajo y tiró hacia arriba, dejando a la luz de la bombilla de aquel cuarto sus redondos pechos. Al tirar al suelo el bikini me miro con una sonrisa de oreja a oreja. Mª Mar, algo más nerviosa hizo lo mismo: tras quitarse la parte de arriba del bikini dejó a la vista de todos unos pechos un poco más grandes que los de Amelia. María, por fin dejó de estar apretándose las tetas, tras el bikini se veían grandes y redondas para su edad. Tras dudar y mirarnos a todos de uno a uno, se agarró la parte de abajo del bikini y fue tirando lentamente hacia arriba hasta que finalmente rebotaron sus enormes y jóvenes pechos ante aquella habitación.

Amelia estaba casi tan encantada como yo, así que miró a las demás y dijo:

-Bueno… ¿Qué podríamos hacer ahora?- Tras estas palabras se levantó y se sentó a mi lado, mirándome a los ojos y a mi erguida polla a cada tanto.

Mª del Mar y María se quedaron en su sitio expectantes ante el atrevimiento de Amelia.

-No se, lo que a ti se te ocurra.- Dije inmediatamente.

Amelia me miró fijamente y luego a sus amigas, dudó unos instantes pero enseguida añadió:

-¿Puedo tocarla?- Mª del Mar y María se apretaron en sí mismas como palideciendo ante lo que iban a observar a continuación.

-Claro, por supuesto.-Dije yo.

La mano de Amelia se dirigió lentamente a mi miembro. Primero se aventuró a rozarla con los dedos índice y pulgar, paro después avanzar con el resto de la mano hasta rodearla completamente. Sus ojos expresaban deleite, y de su boca dejó escapar un "¡Joder, está caliente!". Las otras dos chicas parecían disfrutar enormemente con lo que veían.

-Ve subiendo y bajando la mano un poco- Dijo de pronto María. Mª del Mar, Amelia y yo la miramos asombrados, y enseguida añadió:

-Así es como se lo hacía mi hermano pequeño aquella vez que le pillé-

Dicho esto, la mano de Amelia comenzó a subir y a bajar alrededor de mi polla, haciéndome suspirar levemente, ella entendió que lo que estaba haciendo me estaba gustando mucho y soltó y risita pícara.

Al cabo de medio minuto, mientras Amelia seguía deleitándose con mi rabo, mi mano pasó instintivamente por su rodilla. La chica sonrió sin decir nada, por lo que comencé a subir lentamente, ella abrió un poco las piernas y pude llegar a su entrepierna, por encima del bikini.

Debía ser la primera vez que alguien le tocaba ahí, porque cuando hice contacto abrió lo ojos de asombro y miró a sus amigas mientras mi dedo hacía de las suyas.

-Amelia, quítate ahora tú el bañador- Dijo María nuevamente. Parecía que había adoptado a la perfección su papel de observadora. Dio la impresión de que eso ya eran palabras mayores, porque Amelia se puso roja de vergüenza, pero tal vez por el hecho de que siguiera aplicándole ese suave masaje se incorporó y ágilmente deslizó la parte de debajo de su bikini por sus piernas, quedando a la vista de todos completamente desnuda.

Volvió a sentarse a mi lado y rápidamente alargó su mano hasta encontrarse con mi polla. Por otro lado mi mano comenzó a disfrutar de la suavidad de sus labios vaginales. Amelia cerraba los ojos con expresión de concentración, disfrutando del todo de aquel masaje nuevo para ella. Por su parte, las otras dos chicas deslizaban instintivamente sus manos por sus pezones porque, evidentemente, aquel espectáculo las estaba excitando momentáneamente.

Tras unos minutos de un silencio intenso María lo rompió para decir algo que parecía dejar escapar tras tenerlo retenido dentro de sí

-¡Métesela!… ¡Queremos verlo!- Tras esto nos paramos todos a la vez y la miramos, luego nos miramos Amelia y yo con expresión de asombro y turbación.

-¿Estas de acuerdo con eso?- Le dije a Amelia, estaba claro que aquello era pasarse de la ralla.

-No se…- Amelia se debatía entre dos posibilidades, y su mirada iba alternativamente de mi polla a su coño mientras se mordía el labio inferior con deseo.

-Por mí vale…- Dijo ella al fin un poco alterada a causa del nerviosismo.

-Mmm… vale, pasa tu pierna por aquí…- Dije.

La pierna de Amelia pasó por encima de mí, dejándola con las piernas abiertas. Las otras dos chicas miraban con los ojos como platos, "¡Joder, que guay!" dejó escapar María en un susurro. La joven cara de Amelia expresaba tensión y deseo. Una de mis manos se posó sobre su cadera mientras que con la otra apunté mi polla hacia su rajita, mientras ella colocó sus manos sobre mis hombros.

Con las mismas, aplicando un poco de fuerza en sus caderas con mis manos le indiqué que bajara. Aquello era delicioso, poco a poco mi polla fue abriéndose paso bajo la atenta mirada de Mª del Mar y María. Amelia abría cada vez más su boca por cada centímetro que iba penetrándola. Finalmente entró del todo.

-¡Ahhhh!...- Amelia dejó escapar un enorme suspiro contenido mientras iba entrando. Las chicas contemplaban fascinadas mientras sus dedos se deslizaban debajo del bañador.

Instintivamente Amelia se enderezó lentamente hasta dejar salir mi polla hasta la punta, para luego volver a bajar, lo que acompañó con otro sonoro suspiro. Mis manos acariciaban su tersa piel mientras ella repetía la maniobra cada vez más rápido.

-¡Chi… chicas, no os lo podéis… creer! ¡Es geniaaaal!- Amelia había adoptado el ritmo constante de la penetración, y a juzgar por sus ojos cerrados y su boca entreabierta estaba gozando de verdad, al igual que yo.

Las manos de María se aferraban con fuerza a sus prominentes pechos, pero no como antes, por nerviosismo o para taparlos, sino para darles estimulación ante la excitación que el panorama le ofrecía.

Ante esto no pudo reprimirse más y soltó:

-uff… ¡Yo también quiero probarlo!-

Continuará…..........
Datos del Relato
  • Autor: navajo38
  • Código: 18942
  • Fecha: 20-08-2007
  • Categoría: Varios
  • Media: 5.05
  • Votos: 61
  • Envios: 1
  • Lecturas: 4643
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
mario
invitado-mario 11-03-2013 00:00:00

Muy buenas historias , especialmente la que tiene por titulo el sotano... espero con ansia la continuacion.....

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