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Después de mucho tiempo de estar leyendo relatos publicados, me he atrevido a escribir mi primer relato en la página y más que escribir es un desahogo, porque jamás pensé vivir en primera persona lo que tanto he leído en estas páginas.
Mi nombre es Hernando y tengo 41 años, mi mujer Viviana está en los 38 años, tenemos 15 años de casados y dos hijos; una niña de 14 años y un varón de 8 años. Somos un matrimonio normal de la ciudad de Viña del Mar, en la costa central de Chile. Hemos construido un buen pasar con el esfuerzo de ambos para tener lo necesario y vivir medianamente cómodos y sin sobresaltos mayores.
De mi mujer puedo decir; que es muy atractiva y sin ser una diosa tiene los atributos necesarios para entusiasmar a cualquier hombre y ella lo sabe, tiene unas caderas anchas y unas piernas muy bien contorneadas, su cola es una delicia de mirar y sin duda lo mejor son sus grandes pechos aún muy firmes, que a pesar de la lactancia no han cedido al paso de los años. De rostro hermoso, con ojos vivaces y labios sensuales y un rizado cabello muy bien cuidado siempre. Sé que todos la desean; amigos, vecinos, otros apoderados del colegio de los niños, compañeros de trabajo, también mi jefe ha intentado liarla, aún parientes cercanos, pero ella siempre ha demostrado que no se cree los cuentos que han tratado de decirles estos admiradores y se ha mantenido fiel a mí, hasta que todo cambió después de lo que les pasaré a contar.
Esto ocurrió en abril de este año, cuando decidimos realizar un viaje familiar que reuniera, varias fechas importantes de la familia, yo cumplo años a fines de marzo mi mujer a mediados de abril, el chico los primeros días de abril, mas nuestro aniversario de matrimonio en el mismo mes. Así que decidimos hacer una gran celebración con un viaje a uno de los lugares más paradisíacos de nuestro país: Isla de Pascua, y aunque es un destino muy caro para cualquiera de nosotros en general, el hecho de tener tanto que celebrar ameritaba un lugar como este.
Así que sin pensarlo más compramos el paquete familiar y salimos de viernes a lunes la primera semana de abril, para pasar un gran fin de semana, preparamos nuestras maletas e insistí en que mi mujer llevara un lindo bikini blanco que le regalé hace unos años que destaca sus atributos de una manera fenomenal, luego me arrepentiría de haberlo sugerido.
El primer día el largo viaje de casi 5 horas de vuelo nos hizo llegar a descansar, teníamos arrendada una cabaña para la familia; por la tarde noche salimos a recorrer el pequeño pueblo donde disfrutamos de una cena liviana y de conocer un poco a la gente de la isla, volvimos al hotel para descansar en nuestras habitaciones ya que al día siguiente nos pasarían a buscar para realizar un tour por los lugares arqueológicos más reconocidos de la Isla y llegar hasta acá y conocer a los famosos Moáis por ejemplo.
En la mañana nuestro bus pasó por nosotros a la hora acordada, había ya en el bus varios turistas, casi todos americanos y europeos que hablaban en inglés y francés, mas unos chilenos, salió de ahí hasta otro hotel para buscar a un pasajero más y ahí parte mi drama.
Era un hombre relativamente mayor (luego supe que tenía 52 años) pero que realmente a esa edad, presentaba un físico y una frescura mayor a la de todos los que estábamos en ese bus, saludó amablemente con un buen día en perfecto español y luego repitió el saludo en inglés y francés, cuando unos jóvenes respondieron en ese idioma. Y se sentó en un asiento delante de nosotros, hasta ese momento no me había percatado que mi mujer quedó como en shock mirando a este hombre, es como si hubiese visto a su actor de cine favorito o a una estrella mundial de la música, realmente estaba impresionada por este individuo y no pudo esconder la fascinación que le produjo. Jamás había actuado así ante ningún hombre, le extendí la mano para saludarle, y él me respondió con un fuerte apretón y una sonrisa y luego miró a Viviana le extendió la mano y con una sonrisa agradable provocó en ella una reacción de alegría indescriptible.
—Me llamo Philipe —dijo, a pesar de estar escrito en francés era chileno como nosotros, era publicista y era su primera vez en la isla también, lo hacía por razones profesionales, buscando tomar fotografías para usar en campañas publicitarias de negocios y aprovechar de conocer este lugar maravilloso.
Sin duda era un hombre agradable, muy viajado y al mismo tiempo cautivante, se notaba que cuidaba mucho su físico y apariencia física, hasta ese entonces yo me sentía tan seguro de lo que tenía que no me había percatado que estoy más gordo, algo de calvicie en mi cabello y por estar de vacaciones sin preocuparme de afeitadas ni nada que me hiciera cuidar mi imagen, por lo cual al lado de este hombre me veía disminuido en todo el sentido de la palabra, el guía al ver nuestro grupo nos indicó en cada parada que haría dos grupos, primero daría las explicaciones en inglés y luego en español, así primero tomábamos fotos y luego nos explicaba la reseña histórica de cada lugar.
Nosotros tratábamos con nuestro celular de tomarnos selfies y uno de nosotros le tomaba fotos al otro junto a los niños, Philipe se acercó y me dice quieren una foto de todos juntos, mi mujer rápidamente dijo si, sonriéndole casi enamorada diría yo al ofrecimiento. Fui a darle mi celular, pero él dijo ‘no lo haré con mi cámara’.
Se tomó su tiempo y disparó dos o tres veces: ‘listo’ dijo, nos acercamos a él y nos mostró las fotos, ‘de verdad era un profesional, se veían espectaculares, como tendremos las fotos’ preguntó mi mujer, ‘bueno me das tu mail y te las envío’ dijo él con esa sonrisa y tono que empezaban a volver loca a mi mujer.
La sesión se repitió en cada lugar que visitamos y no puedo negar que sus tomas eran buenísimas, tendríamos un lindo álbum de recuerdo de estas vacaciones. En el tiempo del almuerzo, Viviana invitó a Philipe a compartir la mesa con nosotros y pudimos conocer más de su vida. Era divorciado, con hijos grandes y nietos y un viajero empedernido podría hablar de cualquier lugar del mundo y las cosas que había vivido, sin duda su vida era muy interesante y mi mujer era quien más interés mostraba en conocer de sus historias y experiencias.
La última parada del tour era la playa de Anakena, un lugar simplemente cautivador, arenas blancas y prados verdes rodeándola, palmeras, un mar calmo y tibio, ideal para terminar el tour ese día. Había unos Moáis levantados sobre una plataforma de piedras y otros sitios arqueológicos cerca. El guía nos dijo que tendríamos una hora y media para disfrutar del mar y luego regresamos al pueblo.
Mis hijos rápidamente se desprendieron de sus ropas y se metieron a bañar, Philipe dijo que haría unas fotos en unos lugares que estaban cerca de ahí y que le habían dicho eran muy especiales. Mi mujer dijo ‘voy contigo’, sin siquiera esperar saber qué opinaba al respecto. No podía acompañarlos mis hijos estaban en el mar y no podía dejarlos solos, los vi alejarse detrás de la plataforma de Moáis y mi mente comenzó a trabajar a mil, pensaba en tantos relatos que había leído de infidelidad que me imaginé que quizás que estaba ocurriendo en esos lugares espaciales que Philipe nombró.
Para mí todo ese tiempo fue una tortura, mis hijos disfrutaban su día y a mí los celos me comían. De pronto los vi aparecer a lo lejos entre un bosque se veían risueños y disfrutando, eran casi una pareja disfrutando su luna de miel, debía ser nuestra luna de miel y en cambio, yo era solo un estorbo en esa imagen ideal que ellos mostraban mientras se acercaban dónde estaba junto a mis hijos. Solo atiné a preguntar cómo les había ido y al unísono dijeron: ‘Súper’, lo que les hizo mirarse y reír.
Yo no supe que decir, el silencio lo rompió mi mujer cuando dijo me voy a meter al agua y comenzando a levantar el vestido que traía para quedar en traje de baño, fue interrumpida por nuestro guía que dijo en 15 minutos volvemos al pueblo, cuando me di vuelta a ver a mi mujer en esa incómoda posición, noté que Philipe tenía clavada la vista en el culo de mi mujer, aunque debo reconocer que se le veía maravilloso en su traje de baño, sus piernas también se veían deliciosas, reconozco que me excité ante la imagen y la forma que dejó ella volver su vestido. ‘Que lata -dijo ella- me quedé con las ganas de nadar’, ‘Yo vendré mañana’ dijo Philipe, mientras comenzó a caminar de vuelta al bus junto a los demás.
Mi hija y yo seguimos detrás de ellos y Viviana se quedó cambiando la ropa mojada de nuestro hijo. Mi corazón se sobresaltó mientras caminaba al pasar al lado de unas mujeres mayores, cuando una dijo; ‘ella se veía excitante con su torso desnudo’, ‘más excitante se veía el torso del fotógrafo’ dijo la otra y ambas se echaron a reír.
¿Estarían hablando de mi mujer como la del torso desnudo? ¿Se habrá desnudado para él? ¿Qué más habrá pasado entre ellos?
Tenía que hablar con Viviana de esto, quería saber todos los detalles y cortar esta situación, pero no sé qué consecuencias traerá…
Continuará.
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