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Mi vecino

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 Esto ocurrió hace algunos años. Tenía un amigo, que era mi vecino, el que también era casado como yo y que tenía varios hijos. El menor de los varones con un año menos que el mayor mío por entonces de nueve, se pasaba el día en casa. Desde chiquillo se le veía que era afeminado y que le iban a gustar las personas de su mismo sexo.
 Por entonces yo tendría más o menos mis treinta abriles y mis hormonas en permanente ebullición obligándome a acosar cada noche a mi mujer a la que requería permanentemente y con la que tuvimos siempre una hermosa relación en la que la cuestión sexual primaba por sobre todas las cosas.
 Mi esposa trabajaba en un canal de televisión y un mal día sufrió un accidente mientras cubrían una noticia muy importante, volcando el móvil del canal en plena ruta. El chofer y el camarógrafo fallecieron y mi esposa resulta con múltiples fracturas por las que permaneció en terapia intensiva varios meses y luego su recuperación fue lenta y prolongada. Cinco años después murió.
 Lucianito era un nene precioso, gordito de nalgas prominentes, bastante alto para su edad, de cabellos rubios y piel muy blanca y delicada.
 Un tarde, casi noche ya, jugaba a las escondidas con mi hijo y otros chicos alborotando toda la casa. Estaba aguardando a los padres que habían viajado a una provincia vecina al velatorio y sepelio de un familiar dejándolo a mi cuidado. Me sentía cansado y quería irme a dormir. Era una noche de viernes y al día siguiente no trabajaba.
 En un momento suena el teléfono y me asusté por ser una hora desacostumbrada. Pensé en mi esposa que llevaba más de un mes en el sanatorio y no me animaba a atender por si fueran malas noticias. Al final atendí
 Era el padre de Lucianito que avisaba que no llegarían y me pedía que lo dejara en casa. Acepté, obviamente. Me pidió le dejara la luz del velador encendida porque de noche tenía miedo a la obscuridad.
 Sin nada más que esperar les di algo de comer y luego los hice bañar y a la cama.
 Lucianito se quedó en el dormitorio de mi nena menor que estaba con los abuelos.
 Luego de acostarlos me fui a mi dormitorio, me desnudé y entré al baño a darme una ducha bienhechora. El agua caliente me provocó una erección que no remitía y hacía que mis testículos dolieran. No quería masturbarme así es que salí de la ducha, me sequé y desnudo me metí en la cama tratando de conciliar el sueño. Trataba de ignorar el reclamo insistente de mi pene, duro como piedra. Busqué un libro y comencé a leer cuando siento que la puerta de mi dormitorio se abre y entra Lucianito sollozando
 ¿Qué pasa, bebé? – Le pregunté
-Tengo miedo –
-No. ¿Miedo a qué?
 A todo esto abrió la cama y se metió en ella acurrucándose a mi costado y abrazándose a mí a la altura de mi vientre. Le acaricié la cabeza tratando de darle tranquilidad. Al recordar mi desnudez traté de traerlo hacia arriba para que no encontrara mi pene erecto y sólo provoqué que se enfrentara a él e incluso que lo tocara.
 Al darse cuenta de lo que encontró su llanto cesó y sus manos curiosas se pusieron a investigar qué era aquello. Yo no supe qué hacer y solo atiné a apagar la luz del velador.
 Sus manitas curiosas investigaban sobre ese pedazo de carne endurecida, enredando la frondosa pelambre que cubría los genitales pero que además estaba presente en cada centímetro de mi piel. Manipulaba la enorme bolsa de mis bolas deslizantes y seguía por la línea de pelos que lo llevaban hasta mi ano, Subía para encontrarse con mi robusto miembro, llegar hasta la cima para descabezarlo. Se quedaba manoseando la enorme cabeza y acercaba su cara para oler el grueso miembro. Yo sentía la calidez de su aliento sobre mis genitales y el seguía acariciándome, volvió a recorrérmela y a acariciarla con sus manos, hasta que me dijo que me la quería ver
 Estábamos en lo oscuro y quería encender la luz para verme la verga dura.
 Le dije que me la chupara pero no quiso porque no le gustaba y entonces le dije que se pusiera de espaldas a mí y él lo hizo, le baje los slip y comencé a pasarle la verga entre las nalgas. Esto me puso súper caliente y quise metérsela pero no se dejo, así que le eché bastante saliva en el culo y a mi verga también y se la puse en el culo. Solo le metí la puntita y se zafó porque le dolió así es que lo dejé y le dije que ya no se la metería pero que tenía que hacérmelo con la mano y lo hizo hasta que me vencido por su propia curiosidad se metió a duras penas la cabecita en la boca y succionó con fuerza provocando mi eyaculación. Por la nuca sostuve su cabeza para que no soltara de su boca la cabeza de mi chota hasta que terminé de eyacular. Para respirar debió beberse todo mi semen. Después le dije que por lo menos le diera un beso de despedida y me planto un prolongado beso en la punta de la verga.

 Pero no acabo ahí sino que un rato después volvió a buscar mi sexo y nos pusimos a jugar, seguimos así un largo ratos hasta que solito comenzó a mamarla de nuevo. Lo hacia con torpeza y por momentos me hacia doler con sus dientitos. En un momento el me sorprendió porque me dijo que quería ser mi novia. Yo le dije que ya lo era y comencé a acariciar su culito y a masajear su ano, metiendo de vez en cuando un poco mi dedo anular.
 Le dije que las novias tenían que hacer algo con sus novios y el me pregunto que era a lo cual le dije que tenía que dejarse coger y me dijo que si pero que le daba miedo porque dolía mucho.
 Lo abrase y comencé a acariciar su cuerpo y a chupar sus tetillas lo cual le gusto mucho y comenzamos a besarnos y acariciarnos uno al otro, le dije que me la mamara. Con mucha torpeza comenzó a hacerlo, la verdad me lastimaba mucho con los dientes pero luego mejoro un poco.
 Le dije que se pusiera boca abajo y comencé a darle una chupada de culito riquísima, tenía un culito chico pero muy limpio y bonito y unas nalgas morenas y muy ricas.
 Yo no aguantaba más y le puse en el culito una crema que tenía. Le puse en todo el culito y me puse yo en la pija. Le puse la verga en la entrada y se la paseaba de un lado a otro el estaba súper caliente y podía escuchar sus gemidos de placer. En un momento se relajó y eso me permitió empujarle un pedazo de la chota en el culo. Se la metí un poco y se puso rígido, se quejaba fuertemente y apretaba los dientes, me dijo que le dolía mucho a lo cual le dije que se aguantara, con mucha paciencia conseguí meterle más de la mitad y ahí se la deje adentro un rato para que se acostumbró. Después de un rato comencé a moverme y era riquísimo pues tenía el culito muy apretado. Al principio me movía despacio porque le dolía pero cuando se acostumbró comencé a hacerlo más y más rápido y se la metí toda, la verdad no tarde mucho y le llene el culo con una cantidad de leche increíble pues apretaba de lo lindo. Cuando termine me fui a lavar la verga y él el culo y nos acostamos, un rato, desnudos en mi cama, esa noche lo hicimos muchas veces. Le gustaba en demasía.
 Lucianito aprendió rápido a aceptar mi tamaño en su culito y estuvimos así como novios, hasta que él cumplió los trece años.
 Un día descubrió la manera de conseguir otras pijas para degustar y comenzó a hacerlo con todo aquel que quisiera hacerlo.
 Aunque lo neguemos, todos los adultos estamos dispuestos a aprovechar si se nos presenta una oportunidad de ese tipo. Después de Lucianito pasó un tiempo en que no tuve sexo con nadie. Sobrevino la muerte de mi esposa y quedé afectado.
 Tiempo después conocí a un compañerito de colegio de mi hijo y volví a tener otra experiencia con chicos. Me gusta hacerlo aunque parezca pervertido

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