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Categoría: Incestos

Mi primera vez fue con mi madre (El principio)

Primero que nada me presentaré. Mi nombre es Jorge. En la actualidad tengo 19 años de edad y soy originario del estado de Coahuila en México. Soy estudiante pero hace un año me tome un receso después de terminar la prepa. Aproveche que pude entrar un año más temprano por buenas calificaciones y así pude descansar y trabajar un poco para comprarme mis propias cosas. Soy un joven no muy atractivo pero no soy feo de ninguna manera. Soy muy alto por herencia de mi padre y siempre me ha gustado hacer ejercicio. En la preparatoria estuve en el equipo de halterofilia por lo que tengo muy buenos músculos. Mi familia está compuesta por mi madre y mi padre solamente. Mi madre lleva por nombre Flor. Es una mujer muy joven ya que me tuvo a la temprana edad de quince años. Mi padre tenía dieciocho cuando la dejo embarazada y tuvieron que casarse por el que dirán de aquellos tiempos. Mi madre es una mujer muy bella con el cabello a los hombros color castaño con piel de color blanca pero algo quemada por el sol tan fuerte del estado y unos ojos muy bellos color miel. No es muy alta pero tiene un rostro bello y una sonrisa perfecta. Su cuerpo es algo voluminoso pero con una cintura delgada. Come muy sanamente y eso le ayuda a mantenerse en su peso regular además de hacer ejercicio por las mañanas. A pesar de ser su hijo debo admitir que siempre he notado que tiene unos senos muy grandes y muy firmes y en varias ocasiones me ha sorprendido dándoles una mirada penetrante lo que me ha avergonzado mucho pero a ella solo le causaba gracia la cual reflejaba con una sonrisa algo burlona pero retraída. Su trasero es igual de grande y notablemente duro, seguramente por todo el ejercicio que realiza cada día. Mi padre es un hombre poco agraciado y normalmente nunca está en casa. Debido a su trabajo tiene que estar varios meses fuera de casa por negocios y no lo vemos muy seguido. He sorprendido en varias ocasiones a mi madre llorando en su habitación probablemente por sentirse sola. Yo trato de estar lo más que puedo con ella pero el trabajo a veces me lo impide.



Mi historia comenzó un día por la mañana. Yo acababa de despertarme y tenía que prepararme para ir al trabajo. La luz en el fraccionamiento se había ido por la noche y mi despertador no sonó para nada. Siempre que me metía a bañar la casa estaba sola porque mi madre estaba corriendo y como era habitual mi padre estaba de viaje de negocios. Cogí mi toalla a prisa y escuche un pequeño ruido que venía de mi baño. Abrí la puerta y vi algo que nunca olvidare en mi vida. Jorge cierra la puerta –grito mi madre mientras se tapaba con sus manos sus senos y su vagina–. Por primera vez en toda mi existencia había visto a mi madre por completo desnuda. La sensación que tuve fue algo indescriptible y la vista algo inmejorable. Su cuerpo era como el de las mujeres que hacen porno pero que tienen cuerpos naturales y muy voluminosos, sin ningún tipo de cirugía ni cicatriz en su cuerpo. Solo un pequeño vientre algo resaltado pero nada que sugiriera que estaba gorda. Yo de inmediato obedecí a mi madre y cerré la puerta. No podía sacar de mi mente esa figura. Sus inmensos senos eran muy firmes, tensos como si brillaran por el agua y las aureolas eran de un color café muy claro. Su vagina apenas tenía vello y podían verse sus labios vaginales asomarse. Llevaba una toalla en la cabeza y su cuerpo se veía aun húmedo por la ducha.



Me quede sentado en mi cama esperando a que mi madre saliera de bañarse temerosos a lo que pudiera decirme. Estaba muy apenado por haberla visto así pero para nada arrepentido. Había visto el cuerpo más maravilloso y espléndido de toda mi vida. Después de un par de minutos mi madre salió vestida solo con una blusa y un calzón negro. Normalmente ella se paseaba así por la casa porque entre nosotros no había pudor, pero una cosa era verla en ropa interior y una muy diferente desnuda.



–Perdóname mamá, fue un accidente, no sabía que estabas ahí.



–Fue mi culpa hijo, debí de avisarte que usaría tu baño es solo que estabas muy dormido y el mío no funcionaba el agua caliente.



–Estoy muy apenado mamá.



–No te preocupes mi vida, son cosas que ocurren, no es gran cosa.



–Está bien mamá



Me dio un beso en la frente y se fue a cambiar a su habitación. Cuando se inclinó a besarme pude ver el escote de su pequeña blusa y las grandes planicies que eran sus senos. Una enorme raya había entre ellos. La talla que mi madre usaba de braseare era 40 doble d en ese entonces. Ella se fue a preparar el desayuno y yo me metí a la ducha. No pude evitar el masturbarme pensando en la imagen que había tenido el privilegio de poder observar minutos atrás. Sabía que era un pecado o que mínimo era algo incorrecto viéndolo de manera moral al menos. Termine de masturbarme con un gran orgasmo al final manchando todo el azulejo de la regadera. Use la regadera para hacerlo caer con el agua y limpiarlo muy bien y me vestí para el trabajo. Fui a desayunar y la lujuria me invadió de nuevo. Nunca había visto a mi madre de manera sexual pero ahora no podía evitar verla desnuda cada vez que pensaba en ella. Mi madre llevaba unos shorts pequeño deportivo y una tanga negra que usaba para ponerse con sus mallas para correr. Se agacho por una cuchara que había caído al suelo y pude verle toda la tanga. Mi verga se puso tremendamente dura y me molesto en el pantalón. El culo de mi madre redondo y muy apetecible estaba frente a mis ojos. Ella noto mi presencia y me preguntó



– ¿qué haces ahí parado tontito?



Yo solo la mire y sonreí. Mi madre me miraba fijamente y con una sonrisa de oreja a oreja con su rostro reposando en su mano sentada al lado mío en la mesa.



–¿Tengo algo en la cara? –pregunt.e



–No es solo que ya has crecido mucho mi amor, y te has puesto muy guapo, no te pareces nada a tu padre, te pareces más a mí –dijo riendo.



Yo me sonroje un poco por sus palabras y le dije



–no digas esas cosas mamá.



–Oh ya vi que te pusiste rojo como tomate –dijo riendo aún más.



–No te burles de mi mamá –dije.



–Perdón, perdón, no lo hice por burlarme –dijo mientras me daba un beso en la mejilla y me abrazaba el brazo. Por su cercanía pude sentir sus senos sin sostén en mi brazo y eso me puso aún más duro. Yo me incomode un poco y termine mi desayuno lo más rápido que pude. No pude aguantar y fui a darme otra buena jalada al ganso antes de salir de casa, dedicándosela a los senos de mi madre.



Cuando llegue por la tarde a casa mi madre estaba desmayada por el alcohol. Era su costumbre relajarse y tal vez tratar de olvidar que mi padre no estaba con ella emborrachándose al punto de la inconciencia. Cuando estaba en ese estado no escuchaba ni sentía nada. Podía estar una guerra afuera de la casa y ella seguiría dormida y roncando. Normalmente tenía que cargarla del sillón de la sala a su cuarto pero como estuve mucho tiempo cargando pesas era algo sencillo par a mí además ella no era muy pesada. La llevaba siempre que se quedaba borracha y ella ni se daba cuenta. Esta vez estaba viendo la tele y se quedó dormida con una lata de cerveza en la mano. Solo llevaba una blusa blanca sin sostén y una tanga verde. Yo estaba acostumbrado a verla así pero desde aquel día yo la miraba diferente. Había descubierto el cuerpo tan jugoso que se escondía en aquella ropa y no podía sacarlo de mi mente. La lleve a su habitación y la recosté despacio en su cama. Su cuerpo yacía indefenso y frágil en aquella cama. No pude controlar mi deseo por ver de nuevo aquellos senos tan imponentes y me arriesgué. Levante poco a poco su blusa. Cada pulgada que se levantaba era una gloriosa parte de sus hermosos senos. Por fin después de unos segundos los deje por completo al descubierto. Eran tal y como los recordaba en mi mente. Una aureola grande y clara. Una forma como si fueran muy gordos y firmes y estaban ahí, completamente solo para mí. La calentura me dio valor y toque con mi dedo uno de sus senos levemente para ver como reaccionaba. Ella solo se movió un poco pero no se despertó. Me atreví a ir más lejos y tome uno de sus gigantescos senos con mi mano. Eran tan grandes que mi mano se veía pequeña. Mi corazón latía muy fuerte por el miedo de ser descubierto por mi madre. Si va a descubrirme pues que al menos sea por algo que valga realmente la pena –dije en voz baja–. Me recosté al lado de ella y comencé a masajear su seno izquierdo mientras llevaba a mi boca su pezón derecho. Sus senos son tan grandes que sus pezones se esconden adentro de sus aureolas por lo que tenía que hacerlo salir chupándolo. Por suerte mi madre no despertaba.



Yo me sentía como un niño de nuevo ansioso por la leche de su madre. No saben cómo deseaba que su pecho tuviera leche. Ella no despertaba pero había empezado a gemir un poco. Parecía que lo estaba disfrutando y yo estaba en el cielo. Baje el cierre de mis pantalones y saque mi pene. Esta mal que yo lo diga porque muchos me acusaran de ser un presumido o mentiroso pero mi pene es de un gran calibre. Comencé a masturbarlo sin dejar de mamar su seno como un pequeño. No dure más de dos minutos y una corrida enorme salió de mi polla. No pude contenerla y salió por todos lados. Yo gemí fuerte pero sin dejarlo salir de mi boca. Limpie lo que había caído en el cuerpo de mi madre y me subí el cierre. Baje la blusa de mi madre y le acaricie un poco el rostro. Tenía un poco de mi semen en la mano y se quedó al lado de la comisura de sus labios. Era muy espeso y de color blanco intenso con algo de grumos. Ella parecía molestarle como creyendo que fuera saliva y con su lengua trato de removerla. El semen que había en la periferia de su boca había entrado dentro de ella. Su rostro al saborearlo no fue de gusto más bien como de malestar y yo en ese momento me fui de su habitación sin creer lo que había podido lograr. Masturbarme mientras succionaba las tetas de mi madre a quien tanto amaba.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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