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Categoría: Voyerismo

Exhibicionismo en la playa Saint Martin

Recién bañados bajamos a la playa.



Martina se puso un bikini de crochet blanco dejando entrever su piel fresca y blanca. La parte de atrás era más chica de lo que usaba normalmente pero se sentía cómoda con su cuerpo. Quería dejarse ver, sentirse vista y hasta ser envidiada.



Sus senos grandes estaban bien sujetos por el top y ahí fue donde pescó mi mirada pero me dejo ver, me devolvió la mirada queriéndome decir: Mírame, soy tuya, también para que me veas. Había gozada a Martina hace pocos minutos y la seguía viendo con deseo. Esos pechos… Ese cuerpo y rostro tan hermoso.



- Martina, en la cama hay un regalo para ti



- ¿Qué es?



- Algo con lo que te quiero ver puesto



- (¿?)



Martina fue a la cama y vio una cadena muy fin que iría de su cuello, entrando entre sus pechos y que terminaría en una honda por su espalda baja. Martina se olvidó de mí, fue hasta el espejo largo y amplio que de la habitación y se la puso. Se vio frente al espejo largo rato. Veía como la cadenita brillaba en su busto, veía como corría por su cuerpo y volteándose veía como delicadamente caída en su espalda baja justo antes del borde de su traje de baño. Si antes de viaje se revisaba como iba fortaleciendo su culo con el gimnasio, ahora veía como la cadenita le daba un toque de picardía, algo que la hacía sentir como la chica que es atractiva y actúa como si no lo fuera. Irrisible y así se sintió. Después de verse, lo vio y le dijo:



- Me gustan tus regalos, gracias. ¿A ti, te gustan?



- Si (Le dije tratando de verla a los ojos sin que mi mirada se pierda en su cuerpo)



Bajaron de la mano. El cargando su bolso de playa y ella sin una preocupación en este mundo. Estaban juntos, finalmente juntos. Ellos que son un Par y van juntos.



El día estaba espectacular, apenas algunas pocas nubes para decorar un cielo celeste y un mar sereno de que iba desde el transparente al azul claro y tropical del caribe. Cuando llegaron a la playa se quitaron sus sandalias y el volvió a ver los bien llevadas de sus pies y uñas. Esta mujer es hermosa. La arena cálida en los pies…



El hotel pequeño de lujo tenía su íntima playa privada y pronto el chico de piel bien tostada (Posiblemente un francés universitario trabajando entre semestres) los llevo a su sombrilla frente al mar. Martina me pidió el bolso, saco su crema y comenzó a protegerse su delicada piel. Martina se ponía crema con una calma y concentración que me hipnotizaron. Solo salí del trance cuando llegó el chico con las toallas. Se quedó unos segundos más de lo que normal después de que le di la propina. Estuvo viéndola y ella parecía no darse cuenta.



Ahora me ponía crema a mí. Empezó por mis hombros, bajando por mis brazos hasta las manos. Nos apretamos las manos con los dedos entrelazados sintiendo electricidad. Como me acelera Martina! Luego puso sus manos planas sobre mi pecho, subía a mi cuello y bajaba para mi abdomen marcado con los abdominales superiores. Nos vimos a los ojos y la vi placida como si solo pudiéramos estar juntos.



Cansada del viaje, se acostó a dormir. Yo saque mi libro y tuve una hora para leer. Se levantó lento del calor y mis caricias en sus hombros y pelo. Sin prisa abrió los ojos. Yo estaba tomando mi segunda cerveza helada.



- Martina: Voy a buscar un trago para mi



En el bar estaban las dos chicas con que había viajado y la que la había visto de arriba abajo en la recepción le dijo: “Me encanta tu bikini! Uds. son una pareja espectacular”. Martina le sonrió y entre que le traían su trago intercambiaron dos comentarios.



Cuando llegaste me dijiste:



- A la chica le gustan nuestros trajes de bayo. El tuyo también pero, creo que le gusta más que tu traje de baño.



Yo había estado yendo al gimnasio además de correr regularmente. Siempre he sido flaco pero ahora estaba más marcado. Con ojos azules, buen cuerpo, bien vestido y una mirada inteligente llena de confianza, algunas sonrisas y miradas me robaba sin buscarlas. Hoy tenía un traje baño corto a medio muslo azul con un ancla que compre en mi último viaje a Brasil que pronto me quitaría…



El calor ya se sentía y quizás por el trago, por cómo te sentías o por ambos te acordaste que las playas de en Saint Martin permiten el naturismo así que naturalmente se quitó la parte de arriba de su bikini viéndome a los ojos. Para torturarme me pidió que le pasara nuevamente su crema. Ver como se untaba crema en sus pechos, sus palmas planas haciendo de copa para cada uno con sus movimientos circulares rozando contra sus pezones… Esos pétalos rosa, ahora se ponían duros. Se puso más crema de la que necesitaba solo para que la vea hacerlo nuevamente. La segunda vez, en vez de verme a los ojos, me veía como me endurecía. Ese tejido suave por lo que había comprado el traje de baño ahora lo odiaba porque dejaba ver mi pronta erección.



Sin más te acostaste a tomar algo de sol y por primera vez a hablarme de su trabajo, vida ambos viendo al mar. Se acabó su trago y yo el mío pero siendo este un hotel de lujo, ya llegaba el chico francés con dos iguales, ahora le vería sus pechos brillantes de crema, iluminados por el sol y en todo su esplendor porque la silla te enderezaba la espalda y ampliaba tus hombros…



Llevábamos medio trago más cuando la playa empezó a vaciarse y nos quedamos solos. Quedaban solo la pareja de chicas amigas un poco alejadas. Las vi y me quede viéndolas cuando entendí las estaba viendo desnudas. Una era flaca de pechos chicos, pelo largo y estaba completamente afeitada entre sus piernas. Por el contrario, con la que Martina había hablado en el bar tenía buenas curvas unos pechos grandes sin ser burdos. Lo que más me gustaba era que tenía un triángulo amplio de bellos medio crecido pero bien mantenido como a mí me gusta. Martina me vio viéndolas y sin celos algunos sino por provocación suya se desnudó en su dirección.



Ahora mi erección luchaba contra la liga y ella comenzó a acariciar primero mi brazo, luego mi bajo abdomen jugueteando con la liga. Me haría sufrir. Nuestras sillas estaban juntas y ella se sentó más dándole la espalda a la playa y viéndome. Vio a su alrededor (¿Estaría buscando al universitario francés?, estaba muy excitado para que me importe). Me dijiste: Quítatelo, te voy a poner crema.



Al bajarme el short de baño salto mi falo y el pudor lo deje apenas su mano llena de crema se apodero de mí. Lo hacía con fuerza. Martina me estaba tocando en la playa! Su índice corría por la vena hasta la punta de mi glande donde recogía las primeras gotas. Volvió a tomarme en su mano con decisión y a subir y bajar su mano lentamente. Siempre aumentando la fuerza con lo que lo hacía. Arriba y abajo, exprimiendo las gotas al llegar hasta arriba.



Por lo remotas de las sillas, pensaba que nadie nos veía… así que cuando se puso crema en su otra mano para acariciar el saco de mis bolas, gemí con descuido. Las acariciaba mientras su mano subía y bajaba por mi falo. Ya tenso, era grande, ahora lo veía de cerca por primera vez. Martina acelero su ritmo y aprovecho que cerré los ojos para ponerse más crema y correr sus unas en el puente entre mis bolas y el aro apretado de mi ano. Abrí los ojos como un solo rayo y ella me miraba fijamente sabiendo que me había gustado. Con eso aumento su ritmo, ahora decidida a hacerme terminar.



- Martina: “Termina aquí”



- Martina: Termina aquí, en la playa”



Apretaba la cabeza de mi pene cada vez que llegaba al tope, me lo hacía más rico de lo que yo me lo hago. Sus movimientos hacían que sus pechos se movieran, cuando trate de chupárselos, me echo para atrás. Esta vez seria para mí, yo ya me la había comido a ella hace un par de horas después de haberle terminado dentro.



- Yo: Me vas a hacer terminar



- Martina: Termina fuerte que te está viendo.



Fue cuando vi que solo quedaba la rubia con su entrepierna velluda viéndonos. Viéndome. Ahí me clavo dos unas en el caminito hasta mi ano y con su mano experta tuvo fuerte la cabeza de mi pene bajando y subiendo en corto y decidido ritmo. Mi mano derecha tomo la base de mi vara y con experiencia me lleve más lejos. Acabe fuerte, el primer hilo de semen dio contra mi pecho y el segundo aún más alto contra la base de mi cuello. Arquee la espalda con los últimos y sus uñas aún tenían presión bajo mis bolas. Ya con eso Martina sabría que me encanta sentir algo abajo…



Seguí respirando rápido por unos buenos minutos. Le dio tiempo a Martina de recoger un poco de semen con la toalla y dejar una gota, la primera, deslizarse hacia abajo marcando su camino. Ella me la lamio de abajo hacia arriba y con la boca entreabierta para que yo pueda ver la espesura en su lengua me planto un beso. Le chupe la lengua como hambre de declararle que haría eso y más. Dejaría que me haga lo que quiera en público, quería que me toque detrás, me comería mi semen y como siempre dijimos: “Se vale todo”.



Martina tomo su vaso, se tomó el último trago de su bebida y se preparó para subir ya caía el atardecer.



Nuestra amiga se acariciaba con disimulo y yo nunca supe si ella llego a tocarse, a vernos bien pero si intercambio una sonrisa con Martina cuando pasamos, ambos con los trajes de baño como si fuéramos parte del entretenimiento del hotel.


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