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Categoría: Incestos

El Reencuentro con mi Tia (Parte 2)

Una vez en la habitación la ayudé a desvestirse, porque me encantaba hacerlo, ahora con más confianza, desde el primer momento le acariciaba sus tetas y pasaba mis manos por sus redondas y macizas nalgas. Unas chupaditas a sus pezones y ponerla bien cachonda fueron suficientes para que se pusiera el bikini. Indiscutiblemente que debía utilizar una talla quizás dos números mayor, pero le quedaba bastante bien, el sostenedor hacía que las tetas se le vieran más abultadas por lo apretado que le quedaba y el bikini la parte de atrás se le metía entre las nalgas, suerte que con la afeitada que le había dado no se le salían los vellos, pero su rajita se le marcaba bastante.
La hice mirarse una y otra vez en el espejo, pero no había forma de convencerla de salir con aquel atuendo, de forma inmediata resolví la situación atándole una toalla de playa a la cintura y quedó un poco más convencida. Bajamos para que mis padres la vieran y desde que apareció comenzaron a halagarla, principalmente mi papá, que los ojos se le iban hacia sus tetas. En un momento que nadie lo esperaba, la traicioné, y de un tirón le retiré la toalla para que la viesen completa, de verdad que en ese momento no pensé en mi padre y la repercusión que aquello podría tener. Papá como un resorte se puso de pie al verla y no pudo evitar que su verga se endureciera, notándose por el bulto que se le formó entre las piernas.
Mi madre poniendo una cara de no buenos instintos le pidió que mejor continuara sentado, que después hablaría muy serio con él. Optó mejor por retirarse a su habitación y quedamos nosotras tres solas en la sala. Mi mamá, que es un poquito zalamera cuando se lo propone, le daba lecciones de cómo debía caminar para mostrar sus encantos, diciéndole que cuando mi padre no estaba presente ella lo hacía para ver como los hombres se ponían de excitados. La cara de mi tía, no acostumbrada a esto y que de seguro no había pasado ni por su mente, estaba roja como un tomate maduro y casi no levantaba su cabeza.
Como sé que le gusta beber de vez en cuando igual que a mi madre, no tardé en traerles una copa con licor, mientras tía saboreaba su contenido mi madre fue hasta su habitación y regresó a los pocos minutos con un bikini puesto, intencionalmente la parte de atrás se la había metido también entre sus nalgas y el sujetador lo había recogido para que le quedase como el que tía tenía puesto. De forma un poco más explícita continuaron sus clases, ahora tía, al sentirse casi en igualdad de condiciones con respecto al vestuario la miraba una y otra vez como para dejar grabados en su mente todos y cada uno de aquellos movimientos.
Cada vez que se les vaciaba la copa yo corría a llenárselas y poco a poco conseguí que tía comenzara a desinhibirse, ya daba sus primeros pasos tratando de imitar a mamá, lo hacía de forma bastante tosca y la hacíamos repetirlo una y otra vez. Casi dos horas estuvimos dándole clases de cómo caminar con aquel bikini por la playa. Cuando sus movimientos fueron bastante aceptables decidimos terminar, ahora tía era la que quería continuar paseándose mientras reía una y otra vez mirándose al espejo. Nos dimos cuenta que el licor estaba ayudando bastante en esa forma de comportarse, insistía en que le siguiésemos dando clases, pero mamá estaba cansada y debía además terminar la cena.
Tomándola por un brazo la llevé para mi habitación bajo la promesa de que continuaría dándole clases. Cuando entramos y me ponía en posición para comenzar las clases, me pidió regresara a la sala por otra copa de licor, o que mejor trajese la botella pues estaba exquisito. En menos de lo que se pestañea bajé y subí nuevamente trayendo la botella de licor y las copas. Le serví nuevamente y volví a colocarme otra vez en la posición adoptada anteriormente para mis demostraciones. Me dijo que así no podría apreciar bien mis movimientos, que debía ponerme una bikini igual que ella, pues lo importante era ver los movimientos del cuerpo. Yo lo que utilizo para la playa es una tanga y por cierto bastante pequeñita, que casualmente la había dejado en casa de una amiga mía el último día que fuimos a la playa.
Como estábamos solas me quité toda la ropa quedando completamente desnuda. Me paseaba de un lado al otro de la habitación imitando los movimientos que hacía mamá y tía no me quitaba los ojos de encima. Como mis proporciones no son ni remotamente parecidas a las de ellas, tenía que exagerar empinando mis nalguitas y sacando mis teticas al frente lo más que podía, caminando en la punta de los pies, esto daba énfasis a mis movimientos.
Tía poniéndose de pie comenzó a imitarme, pero de la misma forma exagerada que yo, y les garantizo que lo hacía excelentemente y para estar más a tono con aquella farsa que tratábamos de imitar, se quitó el bikini quedándose totalmente desnuda. Se puso detrás de mi y abrazándome por la cintura tomaba el mismo ritmo de mi caminar y mis movimientos. En poco tiempo sus manos subieron hasta mis teticas y me las acariciaba mientras continuábamos caminando por toda la habitación, aquello me estaba excitando y empinaba bien mis nalguitas para que chocaran con su vagina.
Sentí como los pezones de mi tía también se habían endurecido al roce con mi espalda, ninguna de las dos pudimos soportar mucho tiempo aquella situación y cesando de caminar nos detuvimos en el centro del cuarto fundidas en un fuerte abrazo, ahora era tía la que presionaba su chocha contra mis nalguitas como si me estuviera follando, cruzando su cabeza por encima de mi hombro buscó mi boca con ansias y yo que de inmediato comprendí sus intenciones, se la ofrecí muy gustosa, de su boca salía el exquisito olor al licor y esto me animó a entregarle mi lengua.
La posición era bastante incómoda y moviéndonos poco a poco alcanzamos caer en la cama, allí nuestras caricias y besos fueron mucho más profundos y prolongados, mi chochita empezaba a mojarse por la excitación, pasé mi mano por entre sus piernas y también estaba muy mojada; le hice señas de que se acostara a lo largo de la cama y abriendo bien sus piernas me coloqué dentro de las suyas en forma de tijeras, uniendo muy fuerte nuestras chochas, el sentir su clítoris rozando con el mío me elevó mucho la temperatura, nuestros movimientos eran muy acompasados y cada vez lográbamos un mejor contacto, nos estuvimos frotando las vaginas hasta que ambas llegamos a un primer orgasmo.
Aquel contacto, a pesar de haber tenido ambas un buen orgasmo, lo que logró fue excitarnos más todavía, convenimos entonces en hacernos una paja mutua, llegamos nuevamente a otro orgasmo, pero nuestras chochas pedían más y más para quedar complacidas, hicimos un 69 formidable hasta extraernos todos nuestros jugos, pero la calentura no se nos quitaba, teníamos que inventar a toda costa algo que lograra calmar aquellas ansias tan fuertes que se nos habían despertado, lo ideal hubiese sido tener allí en esos momentos un hombre con una verga bien grande y gorda, pero el único hombre en la casa era papá y ya había pasado por un mal momento, así que ese ni soñarlo.
Recordé entonces que en el cuarto de baño, bien escondido en la parte superior del closet había visto en una oportunidad un consolador, que tal vez utilizaba mamá en sus momentos de fantasías sexuales con mi padre. Salí corriendo a buscarlo y efectivamente, bien escondido y envuelto en una toalla estaba aquella esplendorosa verga de goma, bastante grande y gorda por cierto, tal y como la precisábamos. Con ella en la mano entré en la habitación y nada más de verla mi tía se abrió de piernas todo lo más que pudo y me hacía señas de que se la metiera.
Empecé a jugar con la punta de la verga a pasársela por su chocha muy suavemente y cuando hacía ademán de metérsela la volvía a sacar, esto la puso como loca y daba golpes sobre la cama con los puños cerrados, después tomó una almohada y se la puso sobre la cara para ahogar sus quejidos y gemidos que cada vez iban más en aumento. Para no hacerla sufrir más se la metí poco a poco hasta donde pensé que era lo prudencial, pero tomándola ella misma con sus manos se la metió casi completa, su cintura hacía unos círculos profundos buscando deleitarse y sentir como aquella potente verga registraba todo su interior. Me subí encima de ella y tomando la parte que restaba muy fuerte entre mis piernas comencé a simular que la estaba follando, metiéndola y sacándola cada vez con más fuerza; a pesar de la almohada sus gemidos y quejidos se fueron convirtiendo en gritos, le pedí mordiera la almohada tratando de ahogar sus gritos.
Tampoco yo pude soportar aquello por mucho tiempo y la punta que tenía entre mis piernas la metí en mi chochita, volví a colocarme en la posición de tijeras y con los movimientos de ambas aquella verga entraba y salía con bastante facilidad, tuve que taparme la boca porque también estaba a punto de gritar ante el placer que nos estábamos proporcionando, tía comenzó a estremecerse en claro gesto de que estaba logrando un buen orgasmo, apuré mis movimientos y ambas nos corrimos al mismo tiempo. Nos quedamos otro rato más con aquel aparato en nuestro interior y cuando se nos quitó la calentura que teníamos corrimos a bañarnos para bajar a cenar antes de que mamá nos llamara… (Continuará)…
Datos del Relato
  • Autor: Plastilina
  • Código: 2698
  • Fecha: 24-05-2003
  • Categoría: Incestos
  • Media: 5.33
  • Votos: 40
  • Envios: 3
  • Lecturas: 5521
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Oscar C. S.
invitado-Oscar C. S. 26-05-2003 00:00:00

muy lento ya que produce sueño y no erotismo al que nos tienes tan acostumbrados . Oscar C.S. tu fan # 1

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