Carlos y yo somos hermanos de padre, aunque realmente es su hijastro porque fue mi padre quien le crio al morir su madre cuando vivían juntos. Ambos vivimos en la misma casa en Madrid, propiedad de mi padre y mía desde mi madre murió ya hace años. Al trabajar los dos en la misma ciudad, nos ahorramos el alquiler de la vivienda y repartimos los gastos a medias. No tenemos reglas establecidas sobre a quién podemos llevar a casa y a veces coincidimos con nuestros amantes de turno al mismo tiempo. Cada uno en su habitación es libre de hacer lo que le dé la gana.
Alguna vez, más jugando que otra cosa, hemos llegado a masturbarnos en el salón uno delante del otro, incluso nos hemos masturbado mutuamente sin pasar de ahí y no tenemos reparos en andar por casa desnudos cuando el calor aprieta.
Aquel sábado Carlos me preguntó si me importaba que comiera en casa con tres amigos y después jugaran al mus mientras se tomaban una copa. Evidentemente le dije que no y puse como condición que yo comía con ellos y no hacía la comida ni la compra.
Ellos se ocuparon de todo y yo quedé con una amiga a tomar el aperitivo para quitarme de en medio y que no me hicieran ayudarles. A la hora acordada aparecí en casa a mesa puesta mientras se tomaban un vino esperándome para empezar a comer. La verdad es que se esmeraron bastante y uno de los amigos cocinaba de puta madre.
Después de comer y antes de que empezaran a recoger la mesa, me fui a mi habitación a echarme la siesta. Dos horas después me levanté y salí salón con una camiseta de dormir que me llagaba a medio muslo y prescindí del sujetador. Los chicos habían recogido la mesa y la cocina y estaban jugando al mus. Al parecer ya habían jugado ya dos partidas y estaban empatados. La partida en ciernes era la que decidiría la pareja ganadora.
Cuando me vio su amigo Pedro lanzó un silbido de admiración hacia mi sin que le diera importancia, le conozco hace mucho y siempre me dice algo para cortarme, aunque sabe que nunca lo consigue. Por toda respuesta le enseñé el culo en pompa y le dije que ya sabía dónde tenía que ir. Los demás se rieron y mi hermano le dijo que yo era demasiada mujer para él. Al verles las caras me di cuenta de que habían bebido de más.
Entre bromas dispusieron ellos mismos que la pareja que ganara sería agraciada con una paja que yo les tenía que hacer, a lo que mi hermano se negó por razones evidentes. Pregunté que ganaba yo con ello y me dijeron que lo decidiría la pareja ganadora. Solo contesté que ya veríamos.
Me fui a sentarme al sofá y puse la tele. No tardaron en acabar la partida y había perdido mi hermano y su compañero. Pedro era de la pareja ganadora y se acercó a mí con la polla fuera diciéndome que no fuera mala y que le hiciera la paja, que ellos, habían acordado. Debía habérsela meneado un poco porque tenía media erección a pesar del alcohol.
Me propuse excitarle para después dejarle a medias y que acabara él solito si quería. Empecé a masturbarle y lejos de mis intenciones iniciales, noté que me estaba mojando al acariciar la tranca que crecía en mi mano. Tenía un capullo grueso de color rosa y cada vez que aparecía por encima del pellejo al descender la mano, me daban tentaciones de chuparlo.
A la vista de lo que hacíamos, los otros tres se acercaron. Marcos ya con la polla fuera para recoger su premio como ganador de la partida. Ahora tenía una polla en cada mano y junté los muslos para hacer presión entre las piernas. Pedro metió la mano por debajo de la camiseta y me tocó el coño comprobando lo excitada que estaba.
Mostró el dedo mojado a los demás y propuso compensarme por parte de los ganadores por haber aceptado conceder el premio para los ganadores. Mi hermano dijo que lo dejáramos, más por corte que otra cosa. Yo dije que ahora que me habían puesto cachonda iban a tener que cumplir.
Pedro le dijo a Marcos que despejara la mesa donde habían estado jugando y cogiéndome en brazos me tumbó sobre ella. La camiseta fue a parar a mi cuello y cada uno se ocupó de chuparme un pecho. No tardaron en atacarme entre las piernas y noté que dos dedos se internaban en mi cueva mientras me ponían la camiseta por encima de la cabeza para que no pudiera ver nada.
No podía saber quién me tocaba, solo donde. Sentí una caricia en el clítoris y por la suavidad deduje que debía ser una lengua. Me levantaron las piernas y otra caricia similar se adueñó del culo. Me sorprendió cuando otras dos les imitaron en los pechos, mi hermano estaba participando y eso me hizo pensar en cortar el juego, aunque estaba deseando que siguieran.
Me dejé llevar cuando sentí que alguien me la estaba metiendo por delante mientras una lengua se abría paso por detrás y me desaté. Empecé a gemir y la polla que me follaba se convirtió en un percutor mientras unos dedos entraban en mi parte posterior. No aguanté más y me corrí escandalosamente.
Sin dejar que me recuperara, otra polla sustituyó a la primera por delante y otra se abrió paso por detrás sin problema al estar ya dilatada. Un segundo orgasmo me atizó el cuerpo mientras me temblaban las piernas. Tampoco me dieron tregua y volví a notar que otras pollas de diferentes tamaños entraban dentro de mí, empezando a bombear como si fuera una muñeca y me llevaron al tercer orgasmo seguido. Les pedí que por favor pararan porque no era capaz de aguantar más y fueron comprensivos.
Me descubrieron la boca, que no los ojos. Noté algo presionándome los labios y al abrirlos un capullo con sabor a mi propio sexo entró. Empecé a pasar la lengua por el capullo y se corrió enseguida. Estaba escupiendo el semen cuando otra más delgada me entró en la boca al tiempo que noté líquido sobre los pechos que esparcieron aprovechando para pellizcarme los pezones.
Quien fuera él que me la había metido en la boca se corrió sin esperármelo y esta vez me tragué parte sin poder evitarlo. Intenté incorporarme cuando una nueva polla descargó en mi boca directamente.
Me levantaron y empezaron a limpiarme el semen con mi propia camiseta mientras escupía los restos que me quedaban en la boca. Me bajé de la mesa y me fui a la ducha con el coño escocido y dolor en el culo.