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Gracias a esta página de relatos que encontré puedo desahogarme un poco de este secreto que llevo guardado muy dentro de mí y que no puedo contárselo a nadie porque cualquier hilo que se escape podría quedar al descubierto y convertirse en una tragedia.
Desde que tenía 22 años empecé a trabajar en una compañía de seguros y como el personal era mixto me sentía muy cómoda, en un principio empecé como recepcionista luego pase a la parte clientes y por ultimo me desarrolle en el área de facturación. Todo iba muy bien aunque sentía un poco el menosprecio de mis compañeras mujeres y las miradas indiscretas de mis compañeros varones.
No me caracterizo por ser una mujer bonita pero gracias a mi cuerpo nunca paso desapercibida, soy más bien de baja estatura pero tanto mis piernas como mis caderas sobresalen a todo lo demás y siempre reniego de esto pues pareciera que todo lo que como fuera a parar justo ahí.
Una tarde mi jefe me llama a mi oficina y al llegar me anuncia directamente que debe despedir. En principio pensé que era una broma porque con 5 años de trabajo, siempre esforzándome para cumplir con todo no podía ser de otra manera. Pero al ver que Miguel (mi jefe) se mantenía serio pregunte—Pero... porque? Si yo hago todas las cosas bien y nunca ha habido ningún error en las finanzas de la empresa. Que es lo que pasa?
—Pues mijita... Veo que últimamente usted viene con ropa muy provocativa y como vera hay muchos hombres y usted me distrae a todo el personal—Eso es ridículo!! Conteste eufóricamente—Jamás he tenido la intención de provocar a nadie además soy una mujer casada- su voz altanera resonaba en mis oídos y hasta tuvo el coraje de decirme—Inclusive— haciendo una pausa—mire lo que le voy a decir...inclusive me provoca a mí!!!.
Casi con lágrimas en los ojos no podía creer lo que me estaba pasando y sin aire en mis pulmones conteste Nooooo!! Yo jamás lo provocaría señor, nunca fue mi intención. Entonces al verme cercada por la situación cometí el error más grande que una mujer puede cometer—No me despida señor, por favor se lo pido—Dígame que tengo que hacer y lo hare.
Mi jefe se levantó de su escritorio, avanzo hacia mí y tomándome de la mano exclamo—Bueno venga conmigo que yo le diré— y ambos entramos al cuarto de archivos, cerró la puerta y camino para cerrar la otra puerta que daba hacia la sala de personal. Después de eso me tomo de la cintura y me trajo hacia él, nunca había visto un hombre con tantas ganas de poseerme, lo veía en sus ojos, apretó mis nalgas y por más que empujaba su pecho no podía desprenderme de él, después me tiro al suelo y metiendo su mano entre mis piernas me arranco la tanga levanto mi pollera y con un gemido de satisfacción comenzó a besar y chupar mi vagina. Al principio quería sacármelo de encima pero como después se impuso y agarrándose de cada una de mis piernas me dijo—Calmate mujer, relajate...estas hermosa y te deseo con toda mi alma—como vi que no me quedaba otra intente acompañarlo con movimientos ascendentes y mis espasmos comenzaban a surgir involuntariamente, quizás porque tenía un poco de vergüenza pero a medida que avanzaba mi calentura me iba desinhibiendo totalmente. Luego me dio vuelta con mucha facilidad y comenzó a besarme el culo, lo lamia a su alrededor y besaba mis cantos internos produciéndole tremendas marcas de chupones, sus manos parecían dos garras abriendo mis nalga hasta el dolor y su cara se rebosaba en su propia baba dentro de mis glúteos.—No te me niegues cosita que si aguantas esta (Mostrándome su verga dura) vas a estar como una reina.
Me apretó la cabeza contra la alfombra y después de golpear varias veces su falo en mis nalgas me la puso con mucha suavidad pero firme, ya no me podía zafar, pero como hacía mucho de mi primera experiencia anal me empezó a gustar de nuevo.
Cuando logro meterla toda comenzó con suaves movimientos como disfrutando a plena luz de mi culo ya marcado por sus chupones. Miguel parecía estacado y en su mundo cumpliendo un sueño de vaya a saber de cuánto tiempo atrás mientras yo suplicaba que me dejara pero él no me escuchaba.
Después de varios minutos sentí su leche derramarse dentro de mí y supe que todo había acabado. El saco su pañuelo y limpio tanto su miembro como un hilo de sangre que salía de mi orificio, pero bueno después solo me acuerdo que me llevo en brazos hasta su baño y me lavo bien la cola y hasta se guardó mi tanguita rota en el bolsillo. En ese momento la única reacción mía fue darle una bofetada y me fui de nuevo a su oficina, un par de minutos después salió del baño y me dijo que si quería tomarme el día podía hacerlo. Pero que a partir del día siguiente seria su secretaria exclusiva.
Muy angustiada salí a la calle llorando desconsoladamente y preferí sentarme en un bar para no llegar a mi casa así de esa manera y que mi esposo me viera ya que por la hora calculaba que estaría en casa. Aquella noche no pude dormir, escenas de la situación me despertaban angustiada y llorando en silencio. Pensaba que podría hacer, porque si se lo decía a mi esposo sería capaz de matarlo y hacerle un juicio por acoso sexual era imposible pues la empresa seria hasta capaz de comprar a mis abogados y todo sería inútil.
Al día siguiente me levante con un poco de sueño pero más calmada, después de desayunar me despedí de mi esposo y me fui nuevamente al trabajo como todos los días.
Al llegar me di cuenta de que todos me miraban y me sentí culpable pues al final terminaba por creerme que yo era una mujer provocadora.
Entre a la oficina (mi nuevo puesto de trabajo) e inmediatamente mi jefe me recibió con un café—Buen día Marisa como has estado?— Bien dígame cual es mi trabajo— conteste sin mirarlo a la cara, estaba muy tensa y mi conciencia golpeaba a cada segundo mi mente preguntándome si en realidad yo era la culpable de su lujuria.
Con el tiempo los acosos se hicieron más seguidos y a veces hasta iba sin ropa interior para que no me la rompiera, yo ya intuía cuando iba a pasar porque cuando me llevaba al archivo o cerraba con llave su oficina era porque tenía ganas de poseerme. Pero si debo confesarles que cada mes mi sueldo crecía notablemente y hasta me fui acostumbrando a que me tocara o a que me pidiera que me sentara sobre su pene erecto y sobara mi vulva para que tuviera mis múltiples orgasmos mañaneros.
Todo el personal sospechaba que algo pasaba entre nosotros, pero nadie se animaba a preguntar y más cuando salíamos con la excusa de vender algún seguro y me llevaba a lujosos hoteles que disfrutábamos minuto a minuto.
La cuestión es que a través del tiempo y su continua insistencia me termine doblegando a sus antojos y me convertí en una mujer muy degenerada. Con mi esposo no tenía muchas relaciones así que Miguel cubría todas mis necesidades, me llenaba de besos y caricias y el romanticismo me iba ganando el corazón. Además me hacía gozar como una loca y hasta en ocasiones me tragaba su leche después de hacerme sexo anal.
Un día me llevo a un hermoso hotel y estuvimos como tres horas las que utilizamos completamente, me penetro por la boca mientras chupaba mi vagina y luego por mi culo al que serrucho casi hasta destrozarlo luego me pidió que me girara y tomándome de mis nalgas me acabo adentro con toda su furia. Eso fue algo que me disgusto mucho y se lo hice saber pero él solo respondió—Pero mi amor un solo polvo no te va a hacer nada. Pero al cabo de algunas semanas después comencé a tener mareos y ganas de vomitar. Entonces al salir de la empresa pase por una farmacia y me compre un test de embarazo y que creen? Estaba embarazada. Que podía hacer? Estaba desesperada. Entonces esa noche llegue a mi casa muy decidida y hable con mi esposo diciéndole que ya era hora que tuviéramos un bebe. Él acepto encantado y esa misma noche comenzamos a tener relaciones sin protección. Yo lo dejaba que cada noche y aunque estuviera cansada acabara adentro mío y así a las pocas semana le mostré un nuevo test con resultado positivo. Todo resulto una alegría en mi hogar y en toda la familia.
Mario (Mi esposo) sigue creyendo que es su hijo porque aún no puedo decirle la verdad, mi jefe también lo sabe pero aunque me ayuda económicamente se calla para no perder a su familia.
Hasta ahora todo marcha bien, mi marido le encanta verme con la pancita y a Miguel también pero no puedo sacarle el gusto de hacerme el culo cada vez que tiene la oportunidad. En realidad me veo amada por dos hombres y solo uno sabe nuestro secreto pero igualmente no quiero perder ni mi trabajo ni a mi esposo que es más que bueno, pero en su momento todo empezó porque él nunca me supo coger bien y ahora ambos sufrimos las consecuencias.
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