continuación y final de "Un relato entre tu y yo".
(...)
El pobre Enrique estaba sin rumbo. Si renunciaba a su trabajo y se fuera con ella, sería una especie de parásito, y si seguía tendría que volver a España más tarde o más temprano. Sentía que no podía exigir que ella hiciera esa misma renuncia. El sueño de ella era ser una enorme diseñadora, y sabía que con sus cualidades lo lograría.
Al día siguiente Lucía recibe una llamada, era la secretaria de un diseñador al que no había visitado, y es que no lo podía haber visto porque era un diseñador conocido en Florencia. Para ella era bastante improbable trabajar con Marco Tulino (a falta de nombres buena es la inventiva!! jeje) porque tenía mucha gente, por eso y por tener a su amiga cerca, decidió ir a Milán.
La secretaria dijo que tenía que ir a una dependencia del estudio que existía en el centro de Milán.
L. - Rocio!! Rocio!!, me han llamado!!! siiiii!!!!.
R. - ¿Quién?
L. - De un diseñador!!!, Marco Tulino!!. Aunque aún no sé que es lo que quieren de mí, yo no les mandé nada.
R. - Bueno, niña!! y cuando tienes que ir?
L. - Pues dentro de dos horas. A ver que tal!!.
Era un primero, y en la puerta ponía un cartel con el símbolo del modisto. La secretaria hizo que pasara a una pequeña salita. Aparentaba ser una oficina de distribución. Mientras esperaba miró unas revistas de moda.
Al rato la secretaria la condujo a una sala de despacho. Un hombre alto y bien vestido la invitó a sentarse.
- Permítame que me presente, soy Bruno, y trabajo para el diseñador Marco Tulino. Según nos han dicho está interesada en trabajar, y sus bocetos nos han dejado bastante satisfechos. ¿Tiene usted más?.
- Si claro, puedo traerlos cuando quiera.
La sorpresa fue cuando Lucía vió encima de la mesa una cartulina con dibujos de su cuaderno.
- Discúlpeme (dijo Lucía) puede enseñarme esos dibujos.
- Claro, son suyos.
- ¿Cómo ha llegado esto a sus manos?
- Pues me lo mandó un subdirector de una empresa que fabrica nuestras prendas. Esta filial solo la tenemos aquí porque con ella controlamos la actividad de confección. Esta tarde va a venir Marco y necesitamos una persona que renueve los patrones.
Lucía no acababa de comprender que estaba pasando. ¿Quién había arrancado los dibujos? ¿Rocio?.
- Disculpe señorita, ¿se encuentra bien?.
- Si, si. ¿Trabajaría aquí?.
- Inicialmente si, comprendo que a lo mejor que es un puesto a la altura de sus capacidades, pero hay que tener paciencia, todos hemos empezado desde abajo. Una vez que vea Marco como trabajas determinará que funciones cumplirás. ¿Te interesa entonces?.
- Por supuesto que si!!.
- Pues entonces la espero aquí mañana a las 9.
Se despidió y salió del edificio andando sobre una nube. Le había venido del cielo una oportunidad que ella nunca esperaba.
Volvía una sonrisa a su rostro porque iba a cumplir un sueño, trabajar en lo que le gustaba!!.
Cuando entró en casa, Rocio estaba mirando por la ventana, y se acercó por detrás y la abrazó sorpresivamente para darle la noticia.
- Rociiioooo!!! que lo he logrado!!!. Gracias, gracias, graciaasss!!!
- Jajaja, ahii que susto!!!, pero bueno que te han contratado!??.
- Si, si, si!!!, gracias Rocio!!.
- Gracias por qué?.
- Por mandarles mis dibujos, ha sido un detallazo.
- Ehh... Lucía... yo no he mandado nada.
- ¿Qué? ¿Y entonces? ¿Quién ha sido?.
Se quedaron en silencio.
R. - ¿Lo digo yo o lo dices tu?.
L. - Dilo tu mejor.
R. - Pues si, creo que ha sido Enrique.
Fue a la habitación y cogió la libreta... y efectivamente allí estaban los trocitos de papel de haber arrancado una de las hojas.
L. - Lucía, te lo juro, no entiendo que ha pasado. Estábamos tan bien, y de pronto desaparece, pero a pesar de todo sigue en la sombra como un fantasma.
R. - Si, es muy raro. Puede ser que tuviera miedo a una relación seria, o a casarse, o yo que sé...
Me extrañó el hecho de que Enrique me arrancara uno de mis dibujos, y además, se lo entregara a un diseñador... qué sacaba él con esto???
Ojala lo supiera... pero me quedaré con las ganas de saberlo...
Al día siguiente de la entrevista, al levantarme a unas horas en las que todavía no estaban puestas ni las calles, me duché y me arreglé, para causar buena presencia el primer día en mi puesto de trabajo.
Me puse un traje de chaqueta y pantalón, de pinzas, y bajo de talle, color blanco, con una camisa negra, con jaretas en el delantero, mis botas negras de tacón y la mejor de mis sonrisas.
De camino al trabajo, miraba a mí alrededor, por si la suerte o la gracia divina me permitiera reencontrarme con Enrique, aunque sería muy difícil, el quizás estuviera ya en Madrid...
Estuve todo el día de arriba para abajo, intentando poner en orden mi nueva situación, intentando aprender rápido mi función, conociendo al personal del estudio...
Cuando salí del trabajo, me fui caminando a casa; me paré para comprarme un sándwich, para comérmelo en el camino.
Mis piernas me llevaron inconscientemente al parque donde el patoso de Enrique me tiró su vaso de vino por encima de mis mas preciados pantalones blancos, que por cierto, la mancha sigue sin salir... al parecer, Enrique es un hombre que deja huella... en mi mente y en mis pantalones...
Me senté bajo el olivo donde estuvimos juntos en aquella ocasión, quizás pensando que se podría retroceder en el tiempo, viajando días atrás, y detener el tiempo, detener su presencia junto a la mía...
De pronto, oí una voz, que me era familiar... es... no puede ser... es él???
Me giré, y allí estaba él, de pie, mirándome, con el rostro sorprendido...
Me levanté, le miré cara a cara, y sin dirigirle la palabra, cogí mi sándwich y me marché...
¿Intentaría detenerme???, ¿me daría alguna explicación???...
Cuando vio de nuevo su rostro no sabía que decir, como explicarse, y ella no le dejó la oportunidad. Ante el desconcierto de su mente, ella tenía una serenidad propia de una persona que ya había pasado por esas situaciones.
Sus miradas fueron eternas con la necesidad de hacer mil preguntas y dar mil respuestas, pero la reacción de Lucía fue cortante para Enrique que al ver como ella se daba la vuelta se convertía en un golpe a su ignorancia, a su falta de delicadeza.
Pero... ¿qué hacía ella allí? Si había ido era porque quedaba la añoranza.
<<Enrique no seas estúpido, ella si ha venido aquí es porque aun te quiere, no la defraudes... ve ahora y detenla!!>>.
Conforme se alejaba Lucía su inquietud se acrecentaba, y los pasos firmes del principio se debilitaban y le costaba avanzar, era como si la calle se estrechara y nunca pudiera llegar al final. No sabía a donde ir, no sabía como actuar... y por detrás oía los pasos de Enrique que se acercaban; pronto su mano agarró el brazo de Lucía y la retuvo, y sin dejar que pronunciara ninguna palabra, la besó intensamente. La reacción inicial fue la de no hacer nada, y luego se separó y le asestó una bofetada. En la calle solo se escuchó en esos instantes el seco sonido de su mano estampada contra la cara dolorida y desconcertada de Enrique.
Lucía. - ¿Por qué? Te crees que puedes encandilarme, dejarme y luego volver como si nada hubiera ocurrido!!???
Enrique. - Lucía tenía miedo a perderte, y resultó que me sentía que te había perdido y que encima era un estúpido.
Él no paraba de tocarse cara con la mano que tenía las marcas de los dedos de Lucía.
L. - Un idiota con la cara inflada!!. (no resistió la risa al ver la lamentable situación que había generado). jajaja. Ven, idiota, que voy a intentar aliviarte un poco la inflamación.
El beso que le dio ella más que aliviar su cara, quitó la desorientación de no saber que hacer después del bofetón.
E. - ¿Me perdonas entonces?.
L. - No debería ¿sabes?, pero creo que tengo también algo de idiota.
E. - Lo siento, tenía miedo de que pudiera hacerte daño.
L. - Y lo hiciste. Creo que me debes una explicación.
E. - La tendrás.
L. - Por cierto, ¿por qué mandaste mis dibujos?.
E. - ¿Te llamaron? ¿si? ¿quién?.
L. - Un diseñador bastante bueno, hoy he tenido mi primera jornada de trabajo. Pero no me has respondido!!.
E. - Secreto profesional!!...
L. - ¿Otra vez con los secretos?, ¿es qué quieres que te empareje la cara?
E. - Vale, vale!!, pero te lo cuento con una copa, necesito recuperarme de mi K.O.
L. - Bueno, pero pagas tú.
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Entraron en una cafetería, era un lugar tranquilo. Se sentaron en una pequeña mesa que estaba en un rincón, escondida de extraños a la conversación. Pidieron café.
L: Bueno, explícame, donde has estado todo este tiempo?, ¿por qué te fuiste sin decir ni una palabra?
E: Me fui porque tenia miedo a enamorarme de ti, a que tu sufrieras mas de lo que ya has sufrido, no sé, era miedo.
L: menudo cobarde... sabes que las cosas se aclaran hablando, verdad? y no huyendo, jodío!!!. Mira, me hiciste mas daño huyendo sin decir ni mú, que si me hubieras contado lo que sentías... lo hubiera entendido, ¿sabes? no iba a morderte ni a retenerte a mi lado si tu no querías... Y por que arrancaste algunos de mis dibujos de mi cuaderno??? seguro que estás detrás de la misteriosa llamada de oferta de trabajo, me equivoco???.
E: no, no te equivocas... conseguiste el empleo??? jejeje!!!.
L: si, estoy muy contenta, pero me lo tenias que haber consultado, no crees???.
E: Bueno, si, pero ha merecido la pena... ¿no?.
En esos momentos Lucia le miró, le acarició la mejilla, y terminó por darle un dulce beso en los labios, esos labios que tiempo atrás la habían hecho vibrar...
Al rato llegó el camarero, y puso los cafés de forma agolpada, como si la cafetería estuviera en una hora punta. El vapor elevó el aroma de un torrefacto que no era precisamente su favorito, un olor amargo que aunque hubiera deseado no respirar más, sus fosas nasales forzaban con su instintiva apertura.
- Disculpe señorita...
Esa voz la intranquilizó, y un fogonazo de luz fue deslumbrando su vista conforme abría los párpados.
- Disculpe, que desea ¿licor o café?.
- Póngame una copa de licor, por favor.
La pregunta la hizo una azafata que repartía entre el pasaje bebida conforme se acercaban a Berlín.
La copa fue rasgando su garganta, y tosió sin remedio mientras tragaba saliva aliviando el dolor.
- Ha permanecido dormida mucho rato. << Habló el compañero de viaje que había permanecido callado hasta entonces. >> Se llama Lucía ¿no?. Durante su sueño pronunció ese nombre...
- No, mi nombre es Laura. Lucía era el personaje de mi sueño. Un sueño muy largo ¿sabe?.
- ¿De qué iba?. Bueno, me llamo Luis.
- A ver por donde comienzo... es que antes de embarcar tuve un incidente y es que me robaron el bolso...
FIN
y os pido disculpas. La web no nos permitía introducir el final. Besos