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Alicia se fue a la ducha a limpiarse los restos de semen que goteaban de su palpitante sexo, aquella había sido una de las más excitantes experiencias que había vivido con una mujer. Y la primer que había vivido con lo que coloquialmente en USA se conoce como MILF.
El sonido de la ducha empezó a oírse desde el lavabo de la habitación, momento que aproveche para espiar a Alicia mientras se duchaba.
Su cuerpo bronceado por el sol, sus largas piernas, sus naturales pechos estaban cubiertos por gotas de agua que resbalaban delicadamente mientras ella se lavaba el pelo.
Aquella visión contribuyó a que mi pene volviera a la vida sin yo poder evitarlo. Alicia era casi en todos los sentidos una mujer que cualquier hombre desearía poder tener al menos una vez en la vida.
Mientras estaba de espaldas enjabonándose no pude evitar entrar sigilosamente, abrir la mampara transparente y apoyar mi miembro viril en el culo de Alicia. Ella se volvió ligeramente y con una sonrisa, solo me dijo:
Seguidamente se agacho untándose las manos con jabón, para después acariciar mi pene con un masaje suave desde el tronco hasta la punta.
Yo no pude evitar un escalofrío de placer ante tal maestría manual.
Su masaje continuó de forma suave pero decidida, mientras con la otra mano ella también se masajeaba la zona del periné. Mi excitación ya no podía ser mayor ante la idea de desvirgar a aquella diosa, penetrar donde nunca nadie lo había hecho anteriormente, conquistar aquel reino hasta entonces prohibido.
Después de untar bien mi pene con jabón Alicia, guio mi mano hasta su periné y de allí hasta jardín secreto. Suavemente introduje mi dedo índice en su ano ya algo dilatado por el masaje y comencé a acariciarlo con delicadeza, mientras Alicia suspiraba de placer.
Ante aquellas palabras no pude evitar introducir dos dedos y aumentar el ritmo de la penetración manual, notando como su ano se dilataba cada vez más.
Se notaba que había entrenado su esfínter, ya que ante la incursión de mis dedos era capaz de atraparlos en el interior de su ano, sin dejar posibilidad de sacarlos.
Acto seguido me guió hacia la cama, cogiéndome de mi erecto pene. Se notaba que habíamos hecho el amor en la habitación, el olor a sexo impregnaba toda la estancia. Nos tumbamos en la cama besándonos apasionadamente, como si no hubiera un mañana.
Descendí besando su cuello, sus senos, parándome en sus erectos pezones. Me encantaba lamer esos pechos, esas aureolas coronadas por esos pezones tan bonitos.
Continúe bajando por su abdomen plano y terso, lamiendo cada centímetro de piel que separaba su sexo de mi lengua. Al llegar a su monte de venus, no pude contenerme y seguí lamiendo aquel botón que parecía palpitar con cada exhalación de Alicia. Con mi dedos acariciaba sus labios mayores primero con suavidad y luego con lujuria. Alicia suspiraba de placer ante mis caricias, respirando entrecortadamente, gimiendo y balbuceando que no parara mis atenciones orales.
Le pedí que flexionara las piernas contra su abdomen para así tener un mejor acceso a la zona prohibida. Con la mano que tenia libre acariciaba su periné, rozando su ano e introduciendo un dedo en su ya no tan huidizo templo secreto.
Como ya habíamos estado jugando en el baño, no me fue difícil dilatarlo e ir introduciendo dos dedos y aumentando la velocidad de la penetración anal.
Ante tal visión no pude evitar dirigir mis labios hacia su puerta trasera, penetrando con mi lengua su ya dilatado esfínter externo.
Ya en aquel momento no me hice de rogar, unté mi rabo con el lubricante que había traído Alicia. Era uno de aquellos lubricantes que al principio da una sensación de calor para luego pasar al frio.
Delicadamente coloque la almohada debajo del trasero de Alicia para así tener una mejor posición para la penetración. Coloque mi rabo en la entrada de su ano y tal como le había prometido se la metí de golpe por el culo. Era estrecho y caliente, pero con el lubricante no hubo ninguna resistencia y entro como si de mantequilla se tratara.
Alicia puso los ojos en blanco ante mi primera envestida, para después empezar a jadear de placer. Mis embestidas eran lentas pero profundas, quería disfrutar del culo de esa hembra todo lo que pudiera.
Alicia como si de una profesional será tratara comenzó a contraer su esfínter rítmicamente con mis embestidas. El ritmo de penetración fue aumentando y nuestros jadeos también. El contacto de nuestros cuerpos sudorosos y el olor a sexo era de los más embriagador. Con un rápido movimiento Alicia tiro la almohada y me empujo hacia atrás para ponerse ella encima.
Alicia comenzó a cabalgar mi rabo con un ritmo frenético, con ese ritmo no podría aguantar mucho más sin correrme.
Su cuerpo convulsiono ante el brutal orgasmo que estaba teniendo, yo aunque al borde del éxtasis, no me había corrido aún. Cuando bajo su ritmo orgásmico, Alicia se calmo, pero su lujuria no. Se saco el rabo del culo y empezó a mamarlo como solo ella sabia. Pasando su lengua por todo mi glande, chupando mis testículos y saboreando cada centímetro de mi rabo. Ante aquel alarde felatorio no pude evitar correrme en su boca, cosa que Alicia agradeció no dejando escapar ni una sola gota de mi esencia.
Después de aquella maratón amatoria, nos quedamos dormidos unidos por nuestros cuerpos sudorosos.
Continuará…..
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